Capítulo 53. Sólo miradas.
Ese día, Lorena y Martina pasaron una de las peores tardes de sus vidas. Las dos estaban muy angustiadas. Mientras Lorena había decidido alejarse de la joven para que Marta no le diera de lado a su sobrina y siguiera apoyándola cómo había hecho hasta ahora, Martina estaba llena de rabia y decepción por haberse dejado engañar por Lorena. Tenía claro que no la quería ni ver. Si Lorena no era capaz de luchar por ella, entonces Martina tampoco movería un dedo por la profesora. Era así de simple. Se había acabado hacer el imbécil por esa mujer que había estado jugando con ella todo este tiempo atrás.
A la mañana siguiente, Martina no quería ir a la universidad. No quería ver a Lorena. Pero Sofía, que sabía de las intenciones de su amiga, se pasó por su casa para ir a buscarla y si hacía falta sacarla de casa de los pelos.
-Vamos Martina. Vístete pero ya. Que llegamos tarde a clase.
-Joder, vete tú. Yo paso. No cuentes hoy conmigo.
-Martina, no te he preguntado. Vístete o te visto yo. Y madura de una vez por todas. Si no quieres ver a Lorena, me parece muy bien, pero si no la ves hoy, la verás mañana, o qué piensas, ¿que vas a poder faltar a la universidad y te van a aprobar los profesores por tu cara bonita?.
-Sé que tienes razón, Sofía, como siempre, pero no sabes la rabia que me va a dar ver a Lorena tan feliz por los pasillos o la cafetería con todo el daño que me ha hecho. No he podido pegar ojo en toda la noche. Veremos cómo estoy para entrenar esta tarde, que ya pronto comienza el campeonato de Madrid.
-Vamos Martina, no estás sola. Estoy siempre contigo. Y no sabes si Lorena va a estar tan feliz. De hecho no creo que lo esté. Por mucho que no quiera luchar por lo vuestro, no creo que le haya resultado fácil dejar lo que tenéis.
-Por cierto, Sofía. Me pregunto quién habrá sido el anónimo que le mandó el mensaje a mi tía. Ha tenido que ser alguien que nos ha estado vigilando, ¿en la universidad?, porque en realidad, con Lorena he sido cariñosa sólo en la facultad...No sé. En la calle no hemos mostrado nada de nada.
-La verdad que sí, que es raro, Martina. Está claro que es alguien que te quiere hacer daño a ti, o a Lorena.
Finalmente Sofía convenció a Martina para ir a clase. La joven se vistió rápidamente y se fueron corriendo para la universidad.
Lorena también estuvo a punto de reportarse como enferma otra vez, pero no quería tener mala fama en la universidad y decidió ir a trabajar, aunque le costara un mundo hacerlo. Total, tenía que enfrentarse a la realidad. Lo único que haría si se quedaba en casa era alargar su propia agonía. Necesitaba volver a su vida cuanto antes. Se vistió con lo primero que encontró en el armario, una falda ajustada y una blusa beige entallada que le quedaba muy bien al cuerpo. Y decidió recogerse el pelo en un moño. A pesar de no tener ganas de nada, Lorena iba muy guapa y acabaría llamando la atención de más de uno en la universidad.
Esa mañana, a primera hora Martina y Sofía tenían clase de psicopatología, pero justo la profesora Martínez no pudo acudir por motivos personales. La encargada de dar la clase fue Lorena.
Cuando la profesora entró en el aula, las dos jóvenes se miraron a la cara y no se lo podían creer. Al principio pensaron que se habían equivocado de clase cuando vieron a Lorena entrar en el aula. Martina tenía ganas de salir corriendo de allí, pero Sofía la agarró del brazo sabiendo lo que su amiga quería hacer.
Martina no podía ni quería mirarla a la cara, por lo que optó por mirar directamente a sus apuntes. Sin levantar para nada sus ojos de los papeles que tenía en su mesa. Joder, tenía que reconocer que el haber visto a Lorena tan sumamente guapa, casi hizo que le diera un vuelco al corazón.
Lorena sabía que se iba a encontrar a Martina en esa clase. Iba a negarse a dar la clase de su compañera pero ya había faltado el día anterior y no quería que la vieran tan poco profesional. Así que decidió intentar no mirar a la joven en ningún momento. Aunque alguna mirada furtiva se le escapó a lo largo de la clase. Y a Martina le pasó exactamente igual.
-Hola a todos. Hoy la profesora Martínez ha tenido que ausentarse por motivos personales, por lo que seré yo la que de la clase.
Todos estaban contentos por el cambio. Por lo menos tendrían unas buenas vistas mientras durase la clase.
En un momento dado Lorena y Martina se miraron y mantuvieron la mirada durante unos segundos, hasta que Lorena consiguió retirar la suya. Martina estaba hipnotizada cuando la miraba Lorena. Le costó mucho concentrarse en las explicaciones que daba la profesora. Sólo podía concentrarse en lo que sus ojos estaban viendo. Después de pensarlo bien decidió mirarla todo lo que pudiera y más, porque ya no la podría ver fuera de clase. Ahora sólo se podía limitar a mirarla en las clases. Tenía que reconocer que se moría por besarla y abrazarla, pero tenía que quitarse esos pensamientos de la cabeza si no quería sufrir más de la cuenta.
Cuando acabó la clase, Martina cogió sus cosas y salió corriendo del aula. Sofía no se esperaba esa reacción de su amiga, por lo que cogió sus apuntes de forma apresurada y salió detrás de Martina.
A Lorena no le sorprendió que Martina saliera corriendo. A saber qué le habría dicho Marta a la joven sobre ella, pero seguro que nada bueno si ésta no quería ni verla. Cuánto antes lo aceptara, antes podría seguir con su vida.
Lorena salió del aula la última, cabizbaja y con un semblante muy serio.
Mientras, Martina hizo una parada en los servicios. Sofía entró detrás de ella.
-Martina, ¿Estás bien?
-No...Sofía, no estoy nada bien. Verla me deja muy trastocada. Tú no sabes las ganas que tengo de besarla y de abrazarla. No me creo que lo nuestro se haya acabado así...Sin más.
-Normal que estés mal, yo te entiendo. Es la primera vez que te veo enamorada de alguien. Pero si te sirve de consuelo, aunque Lorena estaba muy guapa, no lucía nada bien. Se le veía muy apagada, Martina, por lo que también debe estar pasándolo mal.
-Pues a mí no me da ninguna pena. Si estamos así es por decisión de ella. Yo sólo puedo respetar lo que ella quiere hacer.
-Si, en eso te doy la razón. Aunque en realidad no habéis vuelto a hablar. No sé, tal vez tendríais que hacerlo.
-Olvídalo Sofía. Ahora mismo aunque me muera por dentro, no quiero saber nada de ella.
-Bueno, date tiempo. Lo acabáis de dejar como quien dice. Está todo muy reciente.
Las dos jóvenes se fueron a la cafetería. Mientras tomaban algo, aparecieron por la puerta José y Lorena. Joder, lo que le faltaba a Martina. ¿Cómo iba a luchar contra lo que ella sentía por esa mujer si la tenía que ver en todas partes? Sus manos añoraban tocar el divino cuerpo de Lorena. Era una tortura tenerla tan cerca y limitarse sólo a observarla. Así que le dijo a Sofía que se quería ir.
-Está bien, vámonos, Martina -Las dos cogieron sus mochilas y salieron de la cafetería a paso rápido.
Lorena se quedó de piedra cuando vio a Martina irse. No sabía que la joven sintiera tanta animadversión por ella. Ahora tenía claro que Marta le habría dicho a Martina algo que no debía ser verdad, porque no era normal que la chica la rehuyera de esa manera. Se quedó peor de lo que estaba. Menos mal que estaba con José y así ese rato no tendría que pensar en Martina.
Esa tarde Martina necesitaba ir a dar unos cuantos puñetazos, por lo que quedó con Carlos en que se verían luego. Por dentro estaba llena de rencor, y necesitaba canalizar ese sentimiento a base de golpes. Ese entrenamiento lo iba a aprovechar pero bien.
Y en efecto, se dejó literalmente la piel en el entrenamiento. Salió tan agotada que ni fuerzas para ducharse tenía. Estando en el vestuario miró el móvil y tenía un par de llamadas de su tía. ¿Qué querría ahora? Ella se imaginaba que su tía seguiría muy enfadada con ella, y más por cómo salió de su coche esa misma mañana. De momento no tenía ganas de hablar con ella. Así que acabó de vestirse y se fue para su casa. Tenía ganas de estar con sus hermanos. Seguro que con ellos conseguía relajarse y no pensar a todas horas en Lorena, porque la mujer acaparaba totalmente sus pensamientos, desde que se levantaba hasta que se acostaba.
Cuando Lorena llegó a casa, fue directamente a su habitación y se tiró en la cama. No tenía ganas de hacer nada. Lo que había pasado con Martina en la facultad la había dejado muy hundida. No se esperaba que la joven no quisiera ni verla. Aunque le doliera en lo más hondo de su ser, si lo pensaba fríamente era lo mejor que le podía pasar, que Martina no quisiera saber nada más de ella. Y aunque la joven pudiera rehacer su vida y olvidarse de ella fácilmente, Lorena sabía perfectamente que Martina iba a seguir siendo la dueña de su corazón y por nada ni nadie la iba a poder sacar de ahí.
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