Capítulo 44. Cambiando las cosas.
Sofía aparcó el coche muy próximo a la casa de Lorena, porque se percataron de que estaban Álvaro y la profesora en la entrada de la casa despidiéndose. Así que quisieron mantenerse algo alejadas para que la pareja no las viera.
Martina estaba con ganas de morderse las uñas y eso que nunca lo había hecho antes. El tonto de Álvaro se estaba acercando mucho a Lorena. Y ésta parecía que le estaba siguiendo el juego.
-Martina, cariño ¿Y si nos vamos? Creo que es mejor irnos y así evitamos ver lo que va a ocurrir de aquí a nada. Te lo digo yo.
-¿Estás loca, Sofía? Necesito ver lo que va a hacer Lorena con ese imbécil.
-¿Estás preparada para verlos besarse? porque a mí me da que es lo que van a hacer. Ese hombre se muere por tirarse a Lorena, ¿O no lo ves tú, Martina?.
-Claro que lo veo, no soy tonta. Estoy de una mala leche…
-Relájate, a ver si vas a hacer una tontería.
-No, tranquila. No la haré.
Álvaro se animó a pasar sus brazos por la cintura de Lorena y ésta en ningún momento se separó. Luego el hombre acercó su rostro al de la profesora, y acabó por besarla. Aún estuvieron unos segundos así hasta que Lorena lo apartó bruscamente. Pero para Martina ya era demasiado tarde. Lo que vio le hizo trizas el corazón. No paraba de llorar y Sofía no sabía cómo actuar. Era la primera vez que veía así a su amiga.
-Sofia... Vámonos, no pintamos nada aquí - le pidió Martina aún con lágrimas por todo su rostro.
-¿Qué? De eso nada, yo sí me voy a ir. Pero tú cuando ese patán se vaya, te vas a bajar de mi coche y vas a ir a pedirle explicaciones a Lorena. Y si necesitas que vuelva a por ti, me llamas y yo vuelvo. Pero no quiero que me llames hasta que arregles las cosas con la profesora.
-Joder...Sofía...Ahora no quiero estar con Lorena...Me ha jodido viva, si ésto es estar enamorada y sufrir por amor, no quiero estar enamorada nunca más. No merece la pena pasarlo mal por nadie. Ésto es horrible joder.
-Bienvenida al mundo adulto guapa. Ésta es la vida misma. Unos días pierdes y otros ganas. Puedes aplicarlo también al amor. Y venga, bájate ya que el tal Álvaro se ha marchado ya.
-No quiero bajar...No quiero mirarla a los ojos, Sofía.
-No te he preguntado, Martina, te he dicho que te bajes de mi coche. Y si ves que no arreglas nada con ella, entonces me llamas y vengo a recogerte.
-Joder... Está bien. Gracias Sofía. Te quiero mucho. Tú sí estás siempre para mí.
-Al igual que tú. Yo no hago más que tú. Y ésto es la amistad, guapa. Pero la amistad de la buena, jaja, no la mala ni la falsa, porque amistades hay muchas, igual que amores. Y no me voy a poner filosófica porque tú tienes que solucionar ahora mismo un problema con la mujer que vive en esa casa. Así que venga, bájate ya si no quieres que te patee ese bonito y duro culo que tienes.
-Está bien, joder.
Martina se bajó del coche de su amiga y se dirigió a la casa de Lorena. No sabía si las palabras saldrían de su boca. Su cuerpo estaba temblando de lo nerviosa que estaba. Esa mujer podía hacer en ese momento todo lo que quisiera con ella que Martina no pondría oposición ninguna. Estaba totalmente a su merced.
Tocó la puerta como pudo. Y cuando abrió, Lorena se debía de pensar que era Álvaro el que llamó a la puerta pero cuando vio a Martina enfrente de ella, y con el rostro lleno de lágrimas, se quedó paralizada.
-Martina…¿Qué haces aquí?¿Y por qué estás llorando?- le preguntó Lorena asustada. No entendía qué hacía ahí Martina y por qué tenía la cara tan desencajada.
-Yo...Yo...Os vi besándoos, Lorena…
-¿Qué? A Álvaro y a mí?
-Sí...Mira, Lorena, lo siento, yo mejor me voy…
Cuando Martina se dio la vuelta para marcharse, Lorena sin pensárselo dos veces la cogió del brazo, la hizo girarse y se lanzó a sus labios con una desesperación que le estaba oprimiendo el estómago y el mismísimo corazón. Necesitaba hacer suya a esa joven tan ruda, tosca y sensible a la vez. Esa chica la estaba volviendo loca, pero loca por un amor puro, único y totalmente disparatado. Aunque a Lorena en ese momento le daba igual que ese amor que sentía por Martina tal vez no llegara a nada, ella quería dar rienda suelta a sus emociones, a sus deseos más primitivos y a lo que le estaba dictando su corazón. Y éste le estaba indicando que se dejara llevar por lo que sentía por Martina.
Lorena abrazó a Martina con mucho amor y sentimiento mientras pasaba sus labios por los de la joven. No quería soltarla por nada del mundo. Pero Martina no estaba por la labor de dejarse besar ni abrazar. Estaba muy dolida y decepcionada con Lorena.
-Martina...Ven conmigo, por favor.- Lorena la cogió de la mano y la intentó llevar dentro de su casa pero la joven parecía que tenía otros planes.
-Lorena, vine con la intención de entrar en tu casa pero después de lo que he visto, necesito irme.
-¿Qué? Ven conmigo,anda, por favor. Necesito hablarte de lo que has visto, y si luego te quieres ir, te dejaré ir sin ningún problema.
Martina no tenía poder de decisión en ese momento, mientras Lorena tenía sus dedos entrelazados con los de ella, poco podía decidir la joven.
Las dos mujeres se metieron en la casa de Lorena. Ésta cerró la puerta con llave. Aún no había soltado la mano de Martina, ni la quería soltar.
-Martina, cariño,¿Nos sentamos en el sofá?¿o quieres que nos recostemos en la cama?
-Me da igual, Lorena. Quiero que me expliques lo que he visto antes con Álvaro, porque he visto muy claramente lo que estabais haciendo.
Lorena llevó a Martina de la mano hasta su habitación, haciéndola sentarse en el borde de su cama.
-Martina, lo que has visto es que Álvaro me ha acercado a él y me ha intentado besar, pero yo me lo he quitado al poco de que él empezara a besarme.
-Lorena, habéis estado un rato besándoos, no lo has apartado tan rápido como tú dices. Y yo ahora no quiero besar unos labios que ha besado el hombre ese…
-Perdona, Martina, no estamos hablando de unos labios cualquiera. Estamos hablando de mis labios.Y creo recordar que tenías muchas ganas de besarlos…
-Tú lo has dicho...Tenía. Pero ahora ya no tengo ganas.
-¿Estás segura de que no tienes ganas?¿Puedo hacer algo para que tú recuperes esas ganas?- Lorena se quitó el vestido dejándolo caer al suelo, y quedando con un precioso conjunto interior de encaje. A Martina, aunque se hiciera la dura, sus ojos se le iban a salir de las órbitas viendo a ese monumento de mujer en ropa interior. Y estaba coqueteando claramente con ella. ¿Qué mujer en su sano juicio sería capaz de rechazar a una mujer como Lorena?.
Martina retiró la mirada obscena del cuerpo de Lorena. Pero ésta no se iba a dar por vencida tan rápidamente. Se sentó a horcajadas encima de Martina y comenzó a moverse encima de ella como a la joven le gustaba.
Lorena le puso los pechos en la cara a Martina. Y ésta comenzó a notar cómo su propio pantalón se humedecía por la humedad de Lorena. Ésta estaba tan cachonda que se quitó el sujetador. Martina cerró los ojos. Era incapaz de tener los ojos abiertos, observar a Lorena desnuda encima de ella mientras ésta se movía tan sensualmente, y no querer tocarla por la decepción que llevaba encima.
Lorena volvió a pasar sus pechos de nuevo por el rostro de Martina. Al rozar sus pezones con las mejillas de la joven, con la nariz e incluso con los labios de Martina, éstos se pusieron duros y muy tiesos. Hasta que Martina los notó tan erectos rozando sus labios que no le quedó otra que sacar su lengua a pasear y lamerlos primero uno y luego el otro. La profesora comenzó a gemir muy suavemente.
Martina succionó un pezón y luego el otro. Los lamió y los chupó recreándose con los dos, mientras llevó finalmente sus manos a los pecho de Lorena. Ésta arqueó el cuerpo mientras se movía encima de la joven, por el placer que le estaba dando Martina.
Lorena le quitó la ropa a Martina. Quería sentir su piel directamente con la piel de la joven, por lo que toda la ropa le estorbaba. Y de paso se quitó ella las bragas.
La mujer rozó su sexo empapado con el duro abdomen de Martina, mientras jadeaba y jadeaba sin parar. Martina tenía sus manos en los grandes pechos de la profesora. Luego las dos juntaron sus labios hinchados por el deseo y la pasión del momento. Martina ya no aguantaba más. Por lo que puso sus grandes manos en las caderas de Lorena y las apretó suavemente contra su cuerpo. Las dos mujeres estaban a nada de llegar a la cúspide del ansiado y esperado orgasmo que estaban por experimentar en unos segundos. Y mejor no pudo ir, ambos orgasmos llegaron a la vez, acompañados de gemidos y jadeos que retumbaron en la habitación de Lorena.
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