Capítulo 28. Un poco de juego...
A la mañana siguiente habían quedado Sofía y Martina en ir a la biblioteca a hacer el trabajo que les había mandado hacer Lorena. Tenían unas horas muertas entre clase y clase y querían aprovecharlas. El trabajo tenía pinta de necesitar muchas horas para hacerlo más o menos bien. Y ellas querían una buena nota.
Mientras iban para la biblioteca, Sofía notó a su amiga decaída, por lo que le preguntó qué le pasaba.
-Martina, tía, ¿Qué te pasa? ¿Al final fuiste a hablar con la profesora?. No me llamaste ayer por la noche, ni me escribiste así que he supuesto que no.
-Uf, Sofía, sí me pasé por su casa. Pero al poco de llegar yo, llegó mi tía con dos amigos. Uno de ellos se lo presentó a Lorena. El hombre era atractivo, la verdad. Y con las miradas que le echó a Lorena, se notaba a la legua que le gustaba. Así que no me quedó otra más que irme.
-Espera,Martina, no me creo que te fueras como si nada. Ves a la mujer que te gusta que va a salir por ahí con un hombre, ¿Y no le diste un guantazo de los tuyos?.
-Para empezar, estaba también mi tía, no te olvides. Y para continuar, no puedo seguir arreglando mis problemas a base de guantazos. Tú me lo has dicho un millón de veces, y tienes razón. Así nadie me va a querer. Tengo que empezar a buscar alternativas a la hora de solucionar un problema. Verás, ayer tenía una ira que me carcomía por dentro, claro que le hubiera dado un guantazo a ese hombre, pero lo que hice fue irme a casa con mis hermanos. Y no veas lo que conseguí relajarme, eso sí, no pude quitarme a Lorena de la cabeza, como tampoco pude dejar de pensar en qué estaría haciendo con ese hombre.
-Joder, pues si salieron en parejas, blanco y en botella, ¿No?. Y tu tía, ¿está saliendo ya con ese hombre?.
-Sólo espero que sí sale con el hombre que vi ayer, no nos deje a mis hermanos y a mí de lado.
-Martina, tu tía no es así. Siempre ha estado ahí para vosotros. Nunca os ha faltado ni os ha fallado. Y no lo va a hacer ahora por haber conocido a un hombre. Además, tiene derecho a ser feliz y a conocer a alguien para pasar el rato y ser feliz si es necesario.
-Si, lo sé. Ella se lo merece. Y más le vale a ese tipo portarse bien con ella, porque si veo a mi tía sufrir…
-Martina, ella sabe defenderse sola. Tú confía en su criterio y en su elección.
-Joder, Sofia, siempre tienes razón. Tú sí serás una buena psicóloga…
-Lo sé, cariño.
Llegaron a la biblioteca y buscaron una mesa algo apartada ya que necesitaban hablar para hacer el trabajo y no querían molestar a los estudiantes que estaban estudiando.
Empezaron a buscar información en los libros que había por la biblioteca. Cuando más concentradas estaban, se sentó en una mesa enfrente de ellas la profesora Aranda, y cuando Martina alzó su mirada y se cruzó con la de la mujer, casi se le cae el libro que tenía en las manos.
Lorena escogió esa mesa porque cuando entró en la biblioteca divisó a Martina de lejos. Tenía muchas ganas de verla y ese día no tenía clase con ella. Y como la vio muy absorta en lo que estaba haciendo, decidió sentarse enfrente de ella y de Sofía.
Sofía también la vio. Miró enseguida a Martina y la notó más nerviosa que de normal. Ya se había percatado de la presencia de la mujer. Sofía sabía perfectamente que esos nervios eran por culpa de la profesora.
Martina retiró la mirada de la profesora y volvió a los apuntes y al libro que estaba leyendo. Mientras, Lorena alternaba la lectura del libro que tenía en sus manos con las miradas que le echaba a Martina. Hasta que después de un rato decidió acercarse a las jóvenes.
Cuando Martina la vio acercarse, se puso tan nerviosa que se levantó de golpe y se fue a un pasillo de la biblioteca a buscar otro libro que en realidad no necesitaba para nada, creyendo que la profesora se quedaría hablando con Sofía.
Lorena se percató de los nervios de Martina y decidió seguirla. Ella también estaba algo nerviosa porque sabía que iba a tener a la joven muy cerca de ella. La vio observando una balda llena de libros de psicología. La profesora se acercó a Martina y se puso detrás de ella. Esperó unos segundos los cuales aprovechó para mirar a la joven de arriba a abajo, con una mirada llena de deseo. Después se acercó todo lo que pudo a ella, tanto que Martina se iba a derretir ahí mismo. Como no había nadie en el pasillo, Lorena acercó su rostro al cabello de la joven. Comenzó a olerlo mientras Martina respiraba entrecortadamente y notaba la respiración de la profesora en su nuca. Su cuerpo se paralizó. Sólo fue capaz de cerrar los ojos para concentrarse en ese momento tan especial que estaba viviendo con su profesora, además provocado por ésta.
Entonces Lorena posó sus pechos sobre la espalda de Martina, pegó su entrepierna al perfecto y duro trasero de la joven, estiró un brazo y cogió un libro de la estantería. A los segundos se separó un poco de Martina y le dijo susurrándole al oído:
-Para mi trabajo este libro os irá muy bien. Echadle un vistazo.
Martina no podía ni respirar ni hablar. Se encontraba totalmente bloqueada.
Lorena se dio la vuelta y se fue a la mesa donde estaba sentada, con una sonrisa que no le cabía en su rostro.
¿Qué había sido eso?¿Lorena quería jugar con ella?joder, había notado perfectamente los pechos de la profesora en su espalda y su entrepierna pegarse a su trasero.¿Y ahora cómo bajaba el calentón que tenía entre sus piernas? ¿Y si se iba al baño y se masturbaba? ¿O pasaba de tocarse y se volvía a sentar con Sofía?joder, esa mujer la excitaba muchísimo y su cuerpo actuaba como si tuviera quince años.
Finalmente esperó unos minutos a que se le pasara el calentón para luego ir a sentarse con Sofía.
Mientras se sentaba, miró a la profesora y ésta estaba sonriéndole y no le quitaba la mirada de encima. Joder, la estaba provocando delante de Sofía mientras ella iba a quedar como una gilipollas delante de su amiga.
Después de casi una hora de estar leyendo, Lorena se tenía que ir. Pero antes quería acercarse a Martina y a Sofía. Le había quedado más que claro que Martina se ponía muy nerviosa cuando la tenía cerca, y le gustaba mucho provocar esos nervios en la joven.
Martina esta vez no la vio acercarse. Y cuando se dio cuenta, la profesora ya se había agachado poniéndose a su altura, al lado de ella. Joder, le estaba enseñando todo el escotazo que llevaba y a Martina le costaba horrores no mirarla a esa parte de su anatomía. De nuevo su entrepierna volvió a funcionar sin ella quererlo.
-Hola chicas, por lo que veo estáis con mi trabajo, ¿Necesitáis ayuda? aprovechando que me tenéis aquí...
Las jóvenes se miraron y Martina no podía ni articular palabra.
La profesora notó la mirada de la joven en su escote. Y le encantaba que Martina la mirara ahí. Eso quería decir que la atraía. Se alegró de haberse puesto esa ropa esa mañana.
-No, profesora, de momento lo tenemos todo bajo control. Pero si tenemos alguna duda, no se preocupe que le preguntaremos -Le dijo al fin Sofía, viendo que Martina no iba a hablar- Aunque Martina, si tú quieres preguntarle algo a la profesora…-dijo seguidamente Sofía riéndose de su amiga.
-¿Qué?,no,no, no tengo ninguna duda al respecto…-contestó Martina muy avergonzada.
-Muy bien, eso espero. Pues nada, que os sea leve el estudio y el trabajo. Adiós chicas.
Lorena se levantó, se acomodó los pantalones ajustados que llevaba de vestir, le dedicó una sonrisa a Martina de esas que te hacían palidecer, se dio media vuelta y se fue.
Y Martina mientras, con los ojos fijos en su trasero, y su entrepierna vibrando a todo vibrar. Tuvo que juntar sus piernas para controlar tal vibración.
-Joder Martina, no tengo la menor duda de cómo te pone esta mujer. Es que está muy buena, todo hay que decirlo. Vaya escote tiene la jodida. Poco más que te lo ha puesto en la cara. ¿Pero qué ha pasado en el pasillo?porque sé perfectamente que ha ido detrás tuyo.
-Joder Sofía, eres una cabrona. Te has pasado de lista, ¿Por qué me has preguntado eso? Lo has hecho para joderme.
-Para joderte no, tonta, lo he hecho para que espabiles y hables con ella. Porque se nota a distancia que te tiene bien cogida.
-Yo...Yo… No sé qué decir, Sofía, esta mujer va a acabar conmigo cualquier día de éstos, joder, ¡Cómo me pone!. ¿Ves? No puedo tenerla cerca. He hecho el imbécil otra vez. Ella se acerca a mí y yo me alejo de ella como una imbécil. ¿Qué pensará de mí?, qué vergüenza siento ahora mismo.
-Martina, vergüenza ninguna. Tienes diecinueve años y ella unos cuantos más. Y no sé lo que piensa de ti, pero sé que le gustas. ¿Has visto que mirada y que sonrisa te ha dedicado cuando se ha ido? A esa mujer le gustas, y me aventuraría a decir que mucho.
-Es imposible que yo le guste a una mujer así. Mírame, soy ruda,violenta y basta. Ella es fina, dulce y muy femenina...Con bastante mala leche, eso sí. Y además también le gustan los hombres…
-Martina, tal vez estás cambiando. Tú misma me has dicho que ayer la viste con un amigo de tu tía y no le partiste la cara a ese hombre. Me lo dices y me cuesta creerlo. Esa mujer no sé qué te está haciendo pero te está cambiando y para bien. Así que aprovéchalo y déjate llevar.
-Sofía...Esa mujer es mi profesora, es heterosexual, me saca unos cuantos años y para colmo es amiga de mi tía. Lo mejor será que empiece a usar la cabeza y deje de soñar con imposibles. Esa mujer no es para mí.
-Lo que tú digas entonces. Pero recuerda que si boxeando no te rindes nunca, haz lo mismo en el amor.
-Lo que tú digas. Vamos a seguir con el trabajo que al final nos hemos estancado y verás que necesitaremos ayuda de la profesora.
-Jaja, Martina, ayuda la necesitarás tú. Yo no…
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