Capítulo 26. Disculpándome.
Lorena volvió a la clase como pudo. Le costó mucho regresar, y estuvo a punto de no hacerlo. Pero aparte de ser profesora, era psicóloga y tenía que tener las habilidades necesarias para saber enfrentar la situación que acababa de vivir con Martina. No había otra.
Cuando entró de nuevo en el aula ningún alumno dijo nada. La que se quedó expectante fue Sofía. Se fijó que la mujer venía muy decaída. Eso quería decir que el encuentro con Martina no había ido como ella esperaba. Joder, ahora no sabía que hacer,si ir con su amiga o quedarse en clase, y como si Lorena le hubiera leído la mente, se dirigió a ella y le dijo:
-Señorita, vaya si quiere con su amiga. No le pondré falta.
-Gracias profesora. Adiós.
Sofía cogió sus cosas y salió corriendo de la clase. Nada más salió llamó al móvil a Martina y ésta no le cogió la llamada. Sofía se imaginaba que su amiga estaría fatal y que necesitaría un tiempo a solas para estar bien, así que esperó unos treinta minutos más y volvió a llamarla. Entonces sí le cogió el teléfono.
-Martina…¿Dónde estás? Dímelo y acudo.
-Sofia, me vine con Carmen. Estoy ahora con ella.
-Vale, ahora mismo voy. No te muevas.
Cuando Sofía entró en la cafetería fue directamente a la barra, donde se encontraban sus dos amigas. Martina estaba que daba pena. Se notaba de lejos que había estado llorando.
-¿Cómo estás, Martina? Algún día de éstos me vas a matar de un disgusto, lo sabes, ¿Verdad? - Y fue a abrazar a su amiga. Ésta ya la estaba esperando con los brazos abiertos.
-Ya te digo, Sofía. Me lo acaba de contar ahora Martina lo que ha pasado en clase...Joder. ¿Y es necesario que esa mujer vista cómo viste?
-¿Qué estás diciendo, Carmen?
-Martina me ha contado que la profesora iba muy provocativa y que le ha puesto las tetas en la cara a otra alumna…
-Joder, chicas, eso es mentira. Y sólo faltaba que Lorena no pueda vestir como le dé la gana. ¿Os estáis oyendo? En el siglo en el que vivimos y que tenga que escuchar ésto de boca de dos mujeres. Joder, no me puedo creer lo que acabo de oir. Además no sois dos mujeres cualquiera, sois mis amigas.
-Oye, Sofía, no te enfades. Eso me lo ha dicho Martina, y yo, como es mi amiga, pues le creo.
-Ya, pero tu amiga está loca por esa mujer y encima tiene unos celos que se muere cuando la ve con otras personas. Pero Lorena no tiene la culpa de que Martina tenga celos, sólo faltaba. A mí Lorena me gusta, qué queréis que os diga, chicas. La veo muy buena mujer, es guapa y muy inteligente. La estás cargando con ella, Martina. Sólo te puedo decir eso. Tienes que dejar a un lado tus celos enfermizos y tus demonios que te impiden ser feliz. Créete a la persona que te diga que te ama. Si Lorena te lo ha dicho, será que es verdad. Martina, no te niegues amar y ser amada. Date esa oportunidad y vívela. No vivas a medias ni a remolque, vales mucho, sólo tienes que creértelo. Fíjate que hasta una mujer tan impresionante como Lorena se ha fijado en ti, y eso que toda la clase le va detrás. Y encima se ha acostado contigo. Con nadie más. Joder, por algo será. Y luego dices que esa mujer no te ama. Si vieras con qué cara ha entrado a la clase…
Martina sólo pudo llorar y llorar. Tenía razón Sofía. Tenía unos demonios dentro con los que luchaba diariamente. Boxeando sí podía ganar al enemigo, pero con esos demonios que no paraban de atemorizarla en su interior, era imposible hacerse con ellos. ¿Y si Lorena sí la amaba?¿Y si ella misma valía más de lo que ella creía?¿Y si se merecía ser feliz al lado de una mujer como Lorena? Tenía muchas preguntas en su cabeza pero muy pocas respuestas. Y tendría que buscar dichas respuestas para saber cómo actuar o qué hacer al respecto.
Estaba muy avergonzada por su comportamiento en clase de Lorena. Y sus amigas la animaron a que por la tarde o por la noche, cuando saliera de entrenar, se pasara por casa de Lorena para disculparse con ella. Eso sí, lo mejor sería no esperar nada de la profesora por si acaso ésta ya se había cansado de las tonterías de Martina y ya no quería ni verla. Martina tenía que ir simplemente a disculparse, sin crearse expectativas de ningún tipo.
Lorena tenía unas ganas inmensas de acabar en la facultad ese día. Estaba muy baja de moral por lo que había vivido con Martina. Estaba claro que ésta estaba celosa por haberla visto con las alumnas que tenía delante de ella. Y joder, la intención de la profesora no fue enseñarles el escote a esas jovenes, sino a ella. Sin saber cómo, se agachó conscientemente de tal manera que su blusa dejase ver sus hermosos pechos bien sujetos con un sujetador push up que llevaba. Pero le importaba una mierda si esas alumnas le miraban el escote. Sus intenciones iban dirigidas para Martina, porque la tenía al lado de esas muchachas y sabía que si le ponía los pechos en su cara, ésta no podría controlarse y acabaría mirándola. Pero justo consiguió todo lo contrario. Que Martina se alterara tanto como para irse de su clase. En buena hora intentó provocarla de esa manera.
Mientras se metía en el coche, recibió una llamada de Marta. Ésta la invitaba a cenar con Víctor y su amigo, y en otro momento hubiera dicho que no, pero esa noche iba a necesitar mucha distracción y tener a su amiga a su lado sino quería pegarse lo que quedaba de tarde y toda la noche entera amargada y llorando, así que aceptó la invitación. Por lo menos el tiempo que estuviera acompañada no pensaría en la joven.
Marta había quedado en que pasarían los tres a recogerla a las 7;30pm. Víctor cogería el coche para llevar a su amigo y a las dos amigas. Irían a cenar por ahí y si luego les apetecía, irían a tomar alguna copa. Eso ya se vería según fuera yendo la cena.
Lorena se puso unos vaqueros muy ajustados que le quedaban fenomenales. Se decantó por una blusa negra de seda. A pesar de que no estaba nada animada, cuando se vio al espejo le gustó lo que vio. Y eso, al menos, la hizo sonreír.
Eran las 7:20 cuando el timbre sonó. Se imaginó que era Marta, pero a decir verdad de normal era puntual pero no tanto.
-Marta tía hoy te has pasado con la puntuali…-Cuando abrió la puerta y se encontró con Martina casi se cae de culo.
-Hola..Profesora…
-Hola Martina. ¿Qué haces aquí?
-Yo...Quería disculparme por lo de esta mañana- Martina no podía ni mirarla a la cara. Estaba guapísima esa noche, lucía preciosa para los ojos de la joven.
Lorena se puso muy nerviosa al ver a la joven en su casa. Y encima Marta no iba a tardar en llegar. Siempre era muy puntual.
-Te lo agradezco Martina- Lorena no se esperaba para nada que la joven fuera a su casa a disculparse.
-¿Va a salir con mi tía? Está usted...Muy guapa.
-Gracias, Martina. Y sí...Voy a salir con tu tía, y con dos amigos. Así que lo mejor será que te vayas. Tu tía va a llegar en breves y le va a parecer raro verte aquí.
-¿Vais a salir con dos amigos?¿Mi tía y usted?- Martina no estaba entendiendo nada. ¿Por qué iba a salir con su tía y con dos hombres?
-Verás Martina, no tengo por qué contestarte a esa pregunta, pero lo haré. Tu tía iba a quedar con un amigo a cenar, y me quiere presentar a un amigo de él... Sólo es eso.
-¿Sólo es eso?¿Pero se piensa que soy imbécil?¿Conoce a ese hombre?¿O es la primera vez que van a quedar?
-Martina, relájate. En realidad no tengo por qué darte ninguna explicación. Te recuerdo que fuiste tú la que saliste de mi casa corriendo porque te asustó lo que te dije. Y no, no lo conozco de nada.Hoy me lo presentarán.
-De puta madre. Pues nada, páselo muy bien con mi tía y esos dos amigos.
A lo que se iba a ir la joven, paró un coche en la puerta de Lorena y se bajó Marta y el tal Álvaro, amigo de Víctor, para presentarse. A éste nada más vio a Lorena se ve que le encantó la mujer por cómo la miró. Y de esa lujuriosa mirada Martina se dio cuenta. Ese hombre se la comía con sus ojos.
-¡Martina!¿Qué haces tú aquí? Lorena, oye, que porque sea mi sobrina no tienes que hacerla venir aquí para darle las respuestas del examen…-Álvaro le río la gracia, pero Martina y Lorena no lo hicieron.
-Vine a entregarle un trabajo que necesito que me corrija, pero yo ya me iba.
A Marta le pareció raro ver a su sobrina en casa de Lorena. Pero como estaban por irse a cenar los cuatro, prefirió no preguntar más. Por lo menos en ese momento.
Marta presentó a su amiga a Álvaro, y éste fue a darle dos besos en la mejilla a Lorena mientras ponía su brazo en la cintura de la mujer. A Martina le hervía la sangre. Desde luego que con Lorena acababa de descubrir que era una joven muy celosa, y que esos celos eran fruto de sus propias inseguridades. Quería a Lorena para ella sola y no estaba dispuesta a que nadie pusiera un dedo encima de ella. Pero ahora estaba su tía delante y tenía que controlar sus impulsos. Así que para evitar complicar la situación y cagarla de nuevo, decidió que ya era hora de marcharse.
Álvaro era un hombre muy apuesto. Y tenía razón Martina, Lorena le había encantado. Ahora que la había visto, tenía muchas ganas de conocerla. Pero lo que él no sabía era que Lorena no tenía ninguna intención de conocerlo para tener algo con él, por muy apuesto que fuera, y que si pudiera se quedaría con Martina en su casa. Lo que daría por abrazarla y no soltarla nunca. Pero también estaba lo que había pasado esa misma mañana en la universidad con Martina, y su cabeza le decía que se alejara bien lejos de la joven porque lo único que le iba a traer eran problemas, y bastante tuvo con Marcos. Ella se merecía ser feliz y para ello lo mejor sería seguir sola y sin ningún tipo de ataduras.
Martina se despidió de su profesora y de su tía y se marchó. Se marchó totalmente triste y abatida. En realidad ella sabía que se había pasado con Lorena y que era normal que su tía y ella salieran con hombres como cualquier otra mujer de la edad de ellas. Y empezaba a darse cuenta que la que se estaba comportando de forma inmadura era ella y no Lorena. Como también que le hubiera gustado mucho que la mujer la hubiera invitado a su casa y le hubiera pedido que se quedase con ella a dormir. Soñar costaba bien poco…
Y por primera vez en su vida, en vez de arreglar sus problemas yendo a la Modo para liarse con la primera chica que se le insinuara, decidió irse a su casa y pasar la noche con sus hermanos tranquilamente viendo con ellos alguna película o jugando a algo los tres juntos. Empezaba a sentirse más tranquila a pesar de haber visto a la profesora salir con ese tal Álvaro. Sabía que a ese hombre Lorena le había gustado mucho, pero ella no era quién para decirle a Lorena con quién podía salir y con quién no. Lorena tenía razón cuando le dijo que fue ella la que se fue de su casa y la que decidió alejarse, así que ahora tenía que asumir las consecuencias. Tenía que aprender a controlar sus impulsos. Los cuales siempre acababan pasándole factura.
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