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Capítulo 20. Lorena y Martina

Martina se sentó en el sofá. Se encontraba muy cansada, y además le dolía todo el cuerpo. Estuvo pensando en ir a la cocina con Lorena, pero la verdad es que la mujer la atraía tanto que no era capaz de tenerla tan cerca. Si se ponía a su lado, ella se bloquearía. Así que lo mejor sería mantenerse lejos de su profesora siempre que pudiera. Y ahora tenía la excusa de que necesitaba sentarse porque estaba toda dolorida y algo cansada. 

Lorena fue al comedor para ver cómo se encontraba la joven. Parecía que se estaba durmiendo en el sofá.  Así que ni corta ni perezosa, se animó a sentarse cerca de Martina. Y cuando ésta notó que el sofá se movió un poco, abrió los ojos rápidamente. Martina se puso rígida cuando vio a Lorena sentada al lado de ella. 

-Hola...Martina...Parece que te estabas durmiendo. ¿Cómo te encuentras?¿Quieres ir a mi cama a descansar un poco?- le dijo la profesora sin dejar de mirarla ni un momento. 

-Eh…No...No es necesario que vaya a descansar a su cama…-Martina odiaba que esa mujer tuviera ese poder sobre ella. Estaba a su entera merced y disposición en ese mismo momento. 

-¿Estás segura?, Si tú quieres...Yo te puedo acompañar…

¿Pero esa mujer estaba loca?¿Que acababa de decir?joder, seguro que había oído mal. 

-¿Qué?¿Qué ha dicho?...

Lorena puso su mano en la pierna de Martina y ésta dio un respingo. 

-Creo que me has oído bien, Martina...Que si quieres te puedo acompañar si te apetece descansar en mi cama. Por cierto, ¿Te duele dónde te estoy tocando?

-Joder...No...No me duele…Al contrario...

-Entonces…¿Te gusta que te acaricie el muslo?-le preguntó Lorena con una voz muy sensual. Martina sólo pudo contestarle de la misma manera, además ésta abrió las piernas para facilitarle a la profesora que ésta la tocara por dónde le diera la gana.

-Sí...Me gusta que me toque…

-Ummmm...A mí también me está gustando mucho tocarte…-Lorena llevó sus dedos al interior del muslo de la joven mientras se iba acercando a la entrepierna de Martina. Como la otra vez que la masturbó, la joven volvía a estar empapada. Le encantaba ver lo que producía en la joven cuando la tocaba y cuando coqueteaba con ella. 

A la profesora le encantó tocar ese muslo tan duro. En la vida había tocado una pierna tan sumamente dura. 

Lorena pasó su lengua por sus labios y cuando  Martina la vio lamerse sus labios, ésta palideció. 

-¿Y te gusta que te acaricie tu entrepierna, Martina?-Lorena siguió jugando con la joven.

-Si...Estoy muy excitada... Profesora…

-¿Por qué no me llamas por mi nombre?

-Está bien, Lorena. ¿Y por qué no te pones encima mío? ¿Y así te puedo tocar yo también?.

Dicho y hecho. A Lorena le faltó tiempo para hacer caso a la castaña.

Se subió encima de ella, y joder, era algo nuevo y espectacular para Lorena estar a horcajadas sobre otra mujer. Y ya no sobre cualquier mujer, sino encima de Martina.

Martina se incorporó para tener su rostro lo más pegado al rostro de la profesora. Y pasó sus brazos por la cintura de la mujer. 

-Lorena…¿Te acuerdas cuando te vi bailar salsa en la Modo?

-Sí. No quitaste tus ojos de mi cuerpo…

-Como para quitarlos...¿Por qué no te mueves ahora igual que cuando bailabas salsa?

Lorena comenzó a moverse muy sensualmente encima de Martina y ésta sólo pudo suspirar. Y ya no pudo más. Acercó sus labios a los de Lorena. Sacó su lengua y la pasó por los labios de ésta. 

-Joder, Martina, como para todo seas igual…

-Ahora lo vas a descubrir, tranquila. 

Martina metió sus manos por debajo de la blusa de la mujer y comenzó a acariciarle la espalda, poniéndole la piel de gallina. Lorena comenzó a gemir. 

Martina dirigió sus manos al abdomen y a los pechos de la morena. Ésta no llevaba sujetador y se notaba que tenía los pechos más o menos grandes. La joven los acarició y tocó sus pezones para ponerlos bien tiesos. Lorena creyó que iba a volverse loca. Esa chica era una auténtica máquina. Y eso que simplemente la estaba tocando,joder, ¿Cómo podía estar disfrutando tantísimo con el simple roce de los dedos de la joven con su piel?

Lorena le sacó con cuidado la camiseta a Martina. Cuando vio cómo llevaba el torso de golpes estuvo a punto de parar, pero la joven le pidió que no lo hiciera. 

Martina abrazó a la mujer mientras Lorena le besaba por el cuello. 

-Lorena, me encantan tus pechos.

-Y a mi los tuyos. Los tienes preciosos. Pero me da miedo tocarte, Martina, no quiero hacerte daño.

-Tranquila Lorena, ahora mismo lo que menos siento contigo encima mío es dolor...

Martina le desabrochó la camisa y se la sacó dejando sus pechos al descubierto. Y en efecto, como había pensado y le había dicho a Lorena, a Martina le encantaban. 

-¡Estás muy buena Lorena!, Joder, si con sólo verte y tenerte encima mía voy a tener un orgasmo épico.

-Me lo dice la que no tiene un gramo de grasa y está más dura que una piedra. ¿Tú te has visto al espejo?

-A mí me gusta más tú cuerpo...Estás llena de curvas. Me vuelves loca.

Siguieron besándose lentamente y después con pasión. Lorena estaba extasiada. Su primer beso con una mujer la estaba llevando a otra dimensión totalmente desconocida para ella. Pero era tan sumamente placentera que no quería que ese beso acabara nunca. 

Martina se decidió a meter su mano por debajo de la falda de Lorena. Le acarició sus gruesos muslos hasta que se fue acercando al interior de sus piernas y fue subiendo todo lo que pudo. Acarició con dos dedos las bragas humedísimas de Lorena y ésta se dispuso a gemir y a jadear sin parar. En ese momento le daba exactamente igual que algún vecino pudiera oírla gozar por lo que la joven le estaba haciendo. Nunca antes había gemido así o por lo menos ella no recordaba haberlo hecho. Cómo también no recordaba haberse mojado tanto como hasta ahora. Le daba vergüenza que Martina notara tanta humedad en sus bragas. Pero ella no sabía que a Martina el notarla tan sumamente empapada la excitaba más si cabía. 

La joven fue introduciendo dos dedos en el interior de las bragas de la mujer y los movió de arriba a abajo, mientras la otra mano la llevaba a la densa cabellera de Lorena. Y ésta aprovechó a pasarle los pechos por su rostro. 

-Joder, coñoooooo…..me voy a correr yaaaaaa…..-Le dijo Lorena a Martina mientras ésta seguía moviendo los dedos en el interior de la morena. 

-Córrete ya...Lorena, tal y como estás te vas a correr más veces hoy…-Bien lo sabía Martina que solo habían empezado...Y hasta que no las llamara Marta, tenían que aprovechar el tiempo para amarse mutuamente.

Lorena se corrió como nunca. Sus genitales seguían palpitando con el roce de los dedos de Martina. Ésta ni los había metido en la vagina de la profesora. Sólo le había acariciado y tocado sus labios. Se moría por meterle los dedos lo más profundo posible. De sólo pensar en sus dedos moviéndose libremente en el interior de Lorena sintiendo la suavidad y calidez de sus paredes vaginales, se había mojado todavía más.  

-Martina... Cariño... Quiero y necesito más de ti. La profesora abrazó a la joven y ésta apoyó su cabeza en los pechos de la mujer. 

-Yo quiero lo mismo. 

Martina se levantó del sillón con la profesora encima de ella. Ésta sabía que la joven estaba fuerte pero no se podía imaginar que lo estuviera tanto. 

Lorena rodeó sus piernas a la cintura de Martina mientras puso sus brazos alrededor del cuello de la castaña. 

Martina se dirigió con Lorena en brazos al dormitorio de ésta gracias a las indicaciones que le dio la morena. La depositó suavemente en la cama y se puso encima de ella. No paró de besarla en ningún momento. Le quitó la falda y las bragas y la miró con un deseo incontrolable. 

Lorena aprovechó para desnudar también a la joven de cintura para abajo y también le retiró el sujetador deportivo que llevaba puesto. Ésta estaba jadeando. Y cuando Lorena vio desnuda a Martina se quedó con la boca abierta. 

-¿Qué pasa, Lorena?¿Viste un fantasma?

-No...no vi un fantasma...Vi a una diosa…-soltó Lorena por su boca. Esa chica tenía un físico espectacular y envidiable. Y de sólo pensar que iba a disfrutar de ese cuerpo y que éste era sólo para ella sola, estaba como en una nube. Desde luego que pensaba alargar el momento de tenerla desnuda para ella todo lo que pudiera y más. 

Sus manos querían tocarla entera. Mientras Martina la besaba con una pasión desmedida, Lorena puso sus manos en sus glúteos y los sobó todo lo que pudo para después apretarlos contra sí, para que el sexo de la joven se frotara con el suyo propio. Se mezclaron los fluidos de ambas y eso hizo que saliera fuego de ambos cuerpos. Los dos estaban ardiendo y necesitaban urgentemente apagar el fuego que se había creado en esa cama. Los pechos de Martina cayeron sobre los de Lorena y finalmente las dos mujeres se corrieron a la vez, mezclándose unos gemidos con otros.  

Martina se dejó caer al lado de Lorena. Necesitaba recuperar la respiración. Se puso de lado para así poder observar a la mujer que tenía enfrente. Toda ella era preciosa para el gusto de Martina. Sus ojos no mentían cuando la miraban con un brillo inusual. 

Lorena quería abrazar a Martina pero le dio miedo hacerle daño. Aunque a decir verdad con todos los golpes que le había dado mientras follaban y la joven ni se había quejado. Lorena entendió que Martina no era normal, era una mujer con cuerpo de diosa terrenal. 

-Martina…¿Por qué me miras así?

-¿Así cómo?

-Como me estás mirando...Tienes una mirada que me encanta. Bueno en realidad toda tú me encantas.  No sé de dónde has salido. Eres una chica ruda y tosca pero a la vez también eres delicada, y es una combinación explosiva que me excita mucho, ¿sabes?

-Eso me suelen decir…

-¿Quién te lo suele decir?

-¿Eh?Perdona, no quise decir eso…-Martina sabía que había metido la pata.

-Ya me imagino quién te lo dice. Las chicas con las que te acuestas, ¿Verdad?

Martina no contestó. Pensó que sobraban las palabras en ese momento. Y Lorena de sólo pensar que Martina se acostaba con una y con otra importándole todo una mierda, se puso de mala leche. Ahora que la había hecho suya, que se habían acostado juntas y que habían disfrutado tanto del sexo una con la otra y que encima había sido la primera vez que se acostaba con una mujer, le invadieron los celos pensando en otras chicas encima de la joven y tocando como había tocado ella su escultural cuerpo. Joder, no quería que Martina se acostara con nadie más. Pero tal vez ella misma había sido una más en la lista sexual o amorosa de la joven. Y eso la entristeció. A pesar de querer seguir abrazada a Martina, se levantó de la cama y se puso una bata de seda tapando su cuerpo. De repente se avergonzó de su propia desnudez. 

-Lorena, ¿qué pasa?¿He hecho algo que te haya sentado mal?- Ésta quería que la mujer volviera a la cama con ella. Sabía que le había sentado mal lo que soltó acerca de las otras mujeres con las que se había acostado. Pero no sabía cómo arreglarlo. Joder, tenía que aprender tanto de las relaciones amorosas…

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