Martina se levantó temprano y se fue a dar su clase de boxeo antes de ir a la Universidad. Le encantaba el boxeo porque soltaba mucha adrenalina y le venía muy bien para canalizar sus emociones negativas. De hecho era la actual campeona de España. Cuando estaba enfadada, se presentaba en el gimnasio aunque no tuviera clase y se descargaba peleando con algún muchacho del gimnasio.
Martina tenía un cuerpo muy fibrado, sin llegar a ser masculino. Estaba muy definida pero aún con ello su cuerpo era femenino.
Salió del gimnasio ya duchada. Se dirigió a su casa para desayunar algo rápido y para recoger a sus hermanos y llevarlos al colegio. Ella tenía su primera clase a las 10 am.
Por ser el primer día de universidad, decidió arreglarse algo más de lo normal. Se maquilló un poco y se puso unos vaqueros que le hacían un culo y unas piernas perfectas. Con una camiseta no muy ajustada pero si algo escotada. Martina, se pusiera lo que se pusiera, le quedaba siempre todo bien. Y se dejó su espesa melena suelta.
Llevó a sus hermanos en coche al colegio y luego recogió a Sofía para ir juntas a la universidad. Esa mañana estaban las dos algo nerviosas por ser su primer día. Menos mal que se tenían una a la otra y además ya tenían algún amigo más que habían hecho en primero de la carrera.
Cuando entraron en la clase, vieron a Martín, Ángel y a Lara, compañeros del curso anterior con los que se llevaban muy bien. Se saludaron todos muy efusivamente hasta que oyeron unos ruidos de tacón muy sonoros acercarse a la clase.
Todos se miraron entre sí y cuando vieron a la dueña de esas pisadas tan fuertes se quedaron todos con la boca abierta.
Una preciosa mujer morena de ojos oscuros muy llamativos entró directa a la clase, llamando la atención de todos los presentes. Tenía una silueta envidiable a pesar de estar rondando la treintena. Iba vestida con una camisa blanca algo escotada, con una falda negra de tubo y unos zapatos con bastante tacón.
Cómo no, cuando la mujer pasó por todos ellos, comenzaron los susurros entre los jóvenes. Y ya alguno se atrevió a decir que esa mujer tenía un polvazo tras otro, y otros contestaron que a ver quién sería el afortunado de follársela primero.
Martina se quedó mirándola de arriba a abajo. Tenía que reconocer que era una mujer muy guapa y muy llamativa, pero para ella era demasiada mujer. Tenía unas curvas demasiado marcadas. Pero le daba la razón a sus compañeros, para un polvo servía perfectamente. Seguro que esa mujer follaba de maravilla. Y a Martina no le importaría descubrirlo. Pero si esa mujer era la amiga de su tía, entonces tendría que olvidarse de llevársela a la cama.
-Hola a todos, jóvenes. Me presento, soy Lorena Aranda y voy a ser vuestra profesora de Psicología Fisiológica este año, y el año que viene os daré Neuropsicología y Psicología de la Personalidad. Soy doctora en Psicología, doctorándome en el estudio de la cognición humana mediante técnicas rápidas y no invasivas de registro de la actividad cerebral…
Martina perdió la atención en lo que estaba diciendo esa mujer. Joder, era la amiga de su tía. Ya podía olvidarse de ella. Porque para colmo su tía le había dicho que era heterosexual. Pero esa mujer tenía un polvazo como habían afirmado sus compañeros.
-Bueno chicos, lo dicho, quiero que os toméis mi asignatura en serio. No me gusta que seáis impuntuales, si venís cinco minutos tarde no entraréis en mi clase. Yo os trataré con respeto y os exijo lo mismo de vuestra parte. Y no os creáis que os voy a regalar la asignatura. Vais a tener que trabajar mucho durante todo el año, ya os aviso.
Todos se miraron de unos a otros. Esa mujer estaba muy buena pero era jodidamente dura. Les esperaba un curso aterrador con esa profesora.
La profesora pasó lista. Ella sabía que en clase se encontraba la sobrina de su amiga Marta, y aunque tenía la intención de ser dura con ella, tenía ganas de conocerla y de saber cómo era. Así que cuando llegó al nombre de Martina Soto, alzó la mirada para dirigirla a la joven castaña que se encontraba en la segunda fila y que la miraba expectante.
La mujer la miró durante unos segundos, le dedicó una sonrisa y siguió pasando lista. Esa joven era muy guapa. Tenía a quién parecerse…
Estuvo explicando en qué iban a consistir sus clases, los trabajos que iba a pedir a lo largo del curso y cuándo sería la fecha del examen.
Algunos alumnos empezaron a cuchichear. A La profesora no le pasó desapercibidos tales cuchicheos así que les llamó la atención a los jóvenes que estaban hablando.
-Chicos, cuando yo hablo vosotros escucháis. ¿En casa no os han enseñado modales y respeto? Al próximo que lo escuche hablar sale de mi clase inmediatamente.
Martina y Sofía tenían de qué hablar, pero decidieron hacerlo luego en la cafetería. No querían que la profesora les llamara la atención y no querían que ésta acabara hablando con Marta.
La clase había pasado más o menos rápido. Cuando ya finalizó, los alumnos estaban saliendo de la clase cuando la profesora llamó a Martina.
-¡Martina Soto!, Por favor, ¿Le importaría quedarse un momento?
Martina palideció. ¿De qué quería hablar esa mujer con ella? Seguramente se presentaría como amiga de su tía. Y no iba mal encaminada.
-Sí, claro, profesora.
-Martina, te espero en la cafetería- le dijo Sofía dirigiéndose a la salida.
-Sí, ahora voy.
Martina se acercó a la profesora pero mantuvo una distancia considerable con ella. No sabía el por qué pero esa mujer le producía nervios en el estómago. Nunca le había pasado nada igual. Así que como desconocía el por qué de esos nervios, decidió no acercarse mucho a ella.
-Martina...Te puedes acercar. No muerdo- Le dijo la profesora sin dejar de mirarla fijamente.
-Hola, profesora...Usted dirá.
Lorena la miró fijamente a los ojos. Martina se puso todavía más nerviosa con esa mirada fija en ella. Esos ojos color azabache tan penetrantes la dejaron helada y por lo tanto bloqueada.
-Hola Martina. Verás... Sé que eres la sobrina de Marta.
-Eh… Sí...Yo también sé que usted es su amiga...Ayer me habló de usted.
-Estupendo entonces. Imagino que te habrá hablado de mí... De cómo soy concretamente.
Martina tragó saliva.
-Sí..Ella me dijo cómo era usted.- Martina no sabía si mirarla a los ojos o al escote que llevaba tan pronunciado. Si la miraba a los ojos la mujer podría darse cuenta de que esos ojos la aterraban. Y si la miraba al escote, podría darse cuenta que sentía deseo por ella. Hasta que decidió mirarla a ambas partes.
La mujer sintió los ojos azules de la joven fijos en su escote, y también en sus ojos. Sonrió para sus adentros.
-Bueno, entonces sabrás que me da exactamente igual que seas su sobrina. Te voy a exigir lo mismo o incluso más que a los demás. ¿Entendido? Si eres sobrina de mi amiga, tendré que exprimirte al máximo y sacar lo mejor de ti. Tú me entiendes, ¿Verdad?
Joder, ya la podía exprimir en la puta cama...Seguro que era una máquina follando si tenía un carácter de los mil demonios.
-Sí, claro. Mi tía ya me lo dijo también. Así que no se preocupe...Haga lo que tenga que hacer.
-Muy bien entonces, ya te puedes ir con tu amiga a la cafetería.
A las dos les costó retirar la mirada. A Martina le recordó cuando miraba fijamente a sus rivales en el boxeo. Pero la mirada de ahora no era de lucha ni para conocer cómo iba a actuar su rival, sino simplemente de deseo. Y eso la descolocó.
-Gracias profesora. Nos vemos entonces el miércoles. Adiós.
Martina salió rápidamente de la clase y se dirigió directamente a la cafetería. Encontró a Sofía sentada al lado del ventanal de la cafetería.
-Joder Martina, nuestra primera clase y la profesora ya ha querido hablar contigo…
-Ya te puedes imaginar qué es lo que me ha dicho.
-Si,claro. Que es amiga de tu tía.
-Sí, y la muy cabrona me ha dicho que no va a tener ningún favoritismo conmigo. Al revés. Todavía me va a exigir más. ¡Será cabrona la tía!
-Te tiene bien cogida, y gracias a tu tía.
-¿Te puedes creer que he sentido más miedo cuando me ha mirado a los ojos que cuando lucho en el ring?
-¿En serio? Vamos Martina, no será miedo lo que tú has sentido...Más bien habrá sido deseo o atracción, porque esa mujer está como quiere. Tu tía no nos dijo que estuviera tan buena. Si toda la clase estaba babeando por ella…
-Si, reconozco que me la tiraría. Pero esa mujer no es de mi gusto. Tiene demasiadas curvas y es demasiada mujer para mí. Así que le haré caso a mi tía y me mantendré bien lejos de ella.
-Mejor si le haces caso, así no te meterás en problemas.
Las dos amigas pidieron para tomar algo. En un rato tenían la siguiente clase del día. Y ya tenían las dos ganas de acabar.
Mientras, Lorena se quedó pensando en la sobrina de Marta. Era una chica muy guapa con unos ojos azules divinos y una melena castaña que a ella le encantaba. Marta ya le había hablado de su sobrina. Le dijo que era una joven algo rebelde por las circunstancias que le había tocado vivir y que boxeaba para relajarse y sobrellevar sus problemas. Y que además era muy buena en ello. Pero para Lorena la joven no le había parecido nada rebelde, al contrario, le había resultado una joven muy dulce. Tendría que descubrir cuánta razón tendría Marta en sus palabras.
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