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Capítulo 12 ¿Y ahora qué?

Aunque Lorena no la mirara, ella sí lo hacía. Miraba con disimulo lo que la falda le dejaba mirar, las preciosas piernas de la profesora. Sus gruesos muslos...Le hubiese encantado acariciarlos, y ahora se había quedado con las malditas ganas. Tenía que haber sido más rápida y aprovechar el momento de excitación de Lorena y haberle metido la mano debajo de su falda. ¿Cómo se sentiría meter sus dedos en el interior de la mujer? 

Mientras conducía, ahora a Lorena le entraron las dudas de por qué Martina la defendió. ¿Y si sólo quería acostarse con ella? Al principio pensó que tal vez la joven pudiera sentir algo por ella, pero ahora creía que Martina sólo quería divertirse con "la profesora". Para una muchacha rebelde como Martina, liarse con la profesora seguro que sería motivo de orgullo delante de todos sus compañeros. Sólo esperaba que Martina no dijera nada en la Universidad. Y por lo que sabía, la joven no perdía el tiempo con las mujeres que se le ponían a tiro. Y ahora mismo Lorena se le había insinuado claramente. Joder, ahora nunca sabría cuáles eran los sentimientos de la joven hacia ella. Y eso la iba a dejar peor de lo que ya estaba. 

Paró el coche en la puerta de la casa de Martina. Aún seguía sin mirarla. Pero la joven quería despedirse de ella. 

-Profesora, ¿Puedo darle un beso?

-¿Un beso?- joder, ¿Para qué quería darle un beso?¿No había tenido bastante con lo que ya habían hecho?

-Sólo de despedida, nada más. 

-Claro. Puedes…-Ella también lo estaba deseando, cómo no. 

Martina se acercó todo lo que pudo al rostro de la mujer y le plantó un suave beso en la comisura de sus labios. A la profesora le gustó tanto que hasta su cuerpo tembló un poco. Pero Martina no se dio cuenta de eso. Mejor. 

Martina se bajó del coche y se fue sin mirar atrás. Desde luego esa noche le iba a costar mucho dormirse porque no se iba a poder sacar a esa mujer de su maldita cabeza. Lo que había pasado en el coche de su profesora le había parecido espectacular. Y eso que en realidad sólo la había masturbado, y por encima de su ropa. Uf, si llega a meter sus dedos dentro de ella, igual la tiene que resucitar después. Con todas las mujeres con las que se había acostado y ninguna de ellas le había hecho tocar el cielo como hizo esa mujer. 

Lorena llegó a su casa y lo primero que hizo fue sentarse en su cama. Se tapó su rostro con las manos y se echó a llorar. ¿Qué cojones había hecho con la sobrina de su mejor amiga?¿Cómo se podía haber dejado llevar por el deseo que sentía por esa joven? Siempre había controlado sus impulsos sexuales pero con esta chica le resultó imposible. Además, es que le encantó tocarla. No se podía ni llegar a imaginar lo que sentiría si le metía directamente la mano debajo de sus bragas. Joder, nunca antes había tocado ni deseado a una mujer, pero se sentía tan sumamente bien... Podía reconocer que con Martina se sentía viva. Siempre se había dedicado a estudiar y a no defraudar a sus padres, dejando de lado lo que ella quería y deseaba. Y por primera vez en su vida se sentía feliz de lo que sentía por Martina. Y de sólo pensar que debía renunciar a esa muchacha por ser la sobrina de su amiga y por ser su propia alumna…¡Qué injusto era todo!

A la mañana siguiente, después de haber dormido sólo un par de horas, Lorena ya había decidido que se iba a alejar de Martina, por el bien de la joven y de Marta. Y por supuesto, no le diría nada a su amiga de lo que había pasado con Martina. Iba a intentar olvidarse de lo que pasó en su maldito coche, pero sabía perfectamente que iba a ser una tarea casi imposible. 

Martina también se despertó algo alterada. Había dormido muy mal esa noche al estar pensando en lo que le dijo Lorena sobre lo que habían hecho. A la joven le dolió que la profesora se hubiera arrepentido de haberla tocado. Ella para nada se arrepintió, al contrario, tenía claro que lo que más deseaba en el mundo era repetir ese momento tan especial para ella. 

Menos mal que tenía el gimnasio para desahogarse. Le iba a venir muy bien dar unos cuantos puñetazos para relajarse. Así que se vistió con su ropa de boxeo y se fue para el gimnasio. Su entrenador ya la estaba esperando. 

Una vez ya relajada, se fue para su casa. Tenía que recoger a sus hermanos y llevarlos al colegio, como hacía cada mañana. Luego, sobre las 9;30am recogió a Sofía y se dirigieron a la universidad. Su primera clase era a las 10am y la tenían cómo no, con Lorena.  Pero Martina tenía claro que si la profesora la rehuía, ella no se iba a cuidar de mirarla con deseo y con descaro. Esa mujer la ponía a mil y no podía evitarlo. 

-Sofia...Ayer fui a casa de mi tía a cenar.

-Tía, no me llamaste. ¿Y qué pasó con la profesora?. No has hablado con ella, ¿No?

-¿De lo de ayer? Bueno...Si hablamos algo. Resulta que mi tía la invitó a cenar. Yo quería desahogarme con mi tía por lo que hice en clase...Y resulta que estaba Lorena en casa de mi tía. Me iba a ir, pero las dos me dijeron que me quedara. 

-Joder, ¿Cenaste con Lorena?,¡Qué callado te lo tenías!

-Si, claro, cenamos con mi tía. 

-¡Ah!, Entonces no hablasteis de lo que pasó en clase...

-Si hablamos un poco, porque luego me llevó a casa. Y no paró de preguntarme por qué estuve a punto de agredir a ese cabrón. Pero me dijo que ella ya sabía el por qué…

-Martina...Yo se lo conté. Disculpame.Me dijo que o hablaba o te iban a acabar por expulsar. Me dijo que necesitaba saber por qué habías hecho eso y así poder entenderte. 

-Pero no le dijiste que ella me gusta, ¿Verdad?

-No, eso no. Le dije que esos imbéciles querían follársela y que tú los oíste y no te pudiste contener. 

-Ya...Es que si los vuelvo a oír hablar así de ella... Joder, no creo que pueda contenerme. Es superior a mis fuerzas. No quiero que hablen así de ella. 

-Pero entonces, no te van a expulsar,¿No?

-Lorena me dio a entender que no. De todas formas hoy intentaré hablar con ella. A ver qué va a pasar conmigo y con los imbéciles que hablaron así de ella. 

-Haces bien. Así sales de dudas. 

Martina aparcó el coche en el parking de la universidad y se dirigieron las dos a la clase que tenían con Lorena. Tenía muchas ganas de volver a ver a su profesora, pero no se podía ni imaginar que nada saldría como ella esperaba. 

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