Capítulo 10- La invitación a cenar.
Lorena llegó a casa de Marta cinco minutos antes de la hora en la que habían quedado.
-Hola guapísima, vienes pronto. Tú tan puntual como siempre.
-Ya me conoces, Marta. Esas costumbres no cambian nunca.
-Me parece perfecto. Yo tampoco puedo con la impuntualidad. Ven, te sacaré vino para cenar.
-Gracias Marta.
-Se sentaron las dos a cenar cuando el timbre sonó de repente.
-Vaya, no espero a nadie. Pero es fácil que sea mi sobrina.
-¿Tu sobrina?-Lorena se bloqueó de sólo pensar que iba a ver a Martina en casa de Marta. ¿Y cómo iban a hacer después de lo que había pasado esa mañana, delante de Marta? A Lorena le hubiera gustado hablar con Martina, pero estaba claro que no era el momento delante de su amiga.
Cuando Marta abrió la puerta, se encontró con Martina y se notaba que a ésta le había pasado algo.
-Cariño, ¿Qué te ha pasado?¿Estás bien?
-Sí, tía, sólo necesito un abrazo tuyo, nada más.
-Si, ven aquí anda. Y me cuentas qué te ha pasado. Pero tengo que decirte que tengo visita.
-¿Visita?
-Sí, he invitado a cenar a Lorena.
Martina también se bloqueó. Joder, tenía que irse corriendo de allí. Pero justo cuando se iba a dar la vuelta para marcharse, apareció Lorena. Estaba muy guapa con un vestido holgado y unas botas con tacón. Martina retiró la mirada de esa maravillosa mujer.
-Hola Martina…¿Qué tal estás?-A pesar del día que había debido de pasar la joven, ésta lucía preciosa para el gusto de la profesora.
-Bien, profesora. Pero yo ya me iba. Pensaba que mi tía estaba sola.
-No guapa, tú no te vas. Estoy más que segura que a Lorena le parece bien que te quedes a cenar con nosotras. Además has venido a verme para contarme algo. Así que si quieres, puedes contarme. O sino en otro momento.
-Gracias tía, pero creo que lo mejor es que me vaya.
-No Martina, a mi me parece muy bien que cenes con nosotras. Vamos, quédate. Si quieres luego te acerco a tu casa,-dijo Lorena.
-¿Qué?No... Qué va, no será necesario. Me iré corriendo.
-Martina, tienes una distancia de diez kilómetros, y estoy segura que vienes de entrenar. Si Lorena se ha ofrecido a llevarte, estoy segura que no se siente obligada a hacerlo. Para nada.
-Eso es, te llevaré encantada, Martina. Además...Así hablamos de la clase de hoy.
-Claro...Profesora.-¿De la clase de hoy?¿Quería hablar de lo que había pasado hoy?joder, en buena hora no llamó primero a su tía por teléfono, eso le pasaba por presentarse en casa de su tía sin avisar.
-Vaya, Lorena, no te sientas obligada a hablar con mi sobrina de la clase que habéis tenido hoy. ¿Acaso ella necesita alguna ayuda extra?
-No, que va. Sólo que le tengo que explicar cómo hacer un trabajo. Nada más.
Martina la miró y no se creía que Lorena hubiera mentido a su tía por no decirle lo que había pasado en realidad. Martina sabía que se había ganado la expulsión. Pero también sabía que lo volvería a hacer si alguien se volvía a meter con Lorena. No quería oír de la boca de nadie una mala palabra dirigida a la profesora.
Bueno, pasa anda, y siéntate con nosotras. ¿Quieres vino, Martina?
-No, tía. Sólo beberé agua.
-¿Agua, Martina?-Preguntó Lorena. Le sorprendió que la joven no quisiera tomar vino con ellas.
-Sí, cuando salgo de entrenar no me entra el vino. Gracias. - A la joven le daba vergüenza mirarla a los ojos. Porque le parecían preciosos y por lo que esos ojos habían presenciado esa misma mañana en clase. Luego se arrepintió de haber sido tan impulsiva. Y para colmo seguro que una vez que estuvieran a solas le diría que estaba expulsada de la universidad. Estaba acabada. Menos mal que le quedaba el boxeo.
Marta y Lorena comenzaron hablando de sus cosas mientras cenaban. Lorena no quería mirar a Martina por temor a que Marta viera en sus ojos lo que estaba comenzando a sentir por su sobrina. Estaba preciosa aún llevando ropa deportiva. Esa chica tenía un cuerpazo que quitaba el sentido. Y desde luego no paraba de pensar en cómo sería tocar el abdomen duro de la joven, los glúteos o las piernas perfectamente torneadas de Martina. Le entraron celos de todas las chicas que sí tuvieron la suerte de tocarla, de besarla y de hacer el amor con ella. Joder, pensando en cómo sería hacer el amor con semejante muchacha, se atragantó con el vino que estaba bebiendo.
-¿Estás bien,Lorena?-Preguntó Marta cuando la vio toser por haberse atragantado.
-Sí, claro. El vino se fue por mal sitio.
-Bueno Martina…¿y qué te parece el comienzo del curso?¿Te está resultando difícil?-Preguntó Lorena para meter a la joven en las conversaciones. Ésta parecía que estaba bastante distraída ya que no abrió la boca para nada.
-No...Difícil no. Sólo que los comienzos siempre cuestan.-Martina la miró por fin a los ojos. Y a Lorena le fue imposible retirar los suyos de esa preciosa mirada azul.
Hasta que Marta cortó la conversación y las miradas entre las dos mujeres.
-¿Sacamos el postre, chicas? Martina, Lorena trajo tiramisú. A ti te encanta, ¿no?
-Claro. Comeré tiramisú. Gracias Lorena.
-Vaya Martina, debes de gastar muchas calorías entrenando porque me he quedado asustada con todo lo que comes.
-Sí, tengo que comer muchísimo, no quiero perder peso.
-Ya entiendo. Pero vaya, invitarte a comer a ti por ahí...tu novia se arruinará si te invita a menudo- Lorena soltó lo de la novia porque quería sacarle a la joven si estaba saliendo con alguien o por el contrario era como decía su tía, solo se acostaba con ellas y luego si te he visto no me acuerdo.
-No tengo novia, profesora. Bastante tengo con la carrera, mis hermanos, el boxeo y mis amigas.
-Claro. Eres una joven muy ocupada- Lorena se moría de ganas por quedarse a solas con la joven. El saber que la iba a llevar a su casa e iban a ir juntas en su coche, la estaba poniendo muy nerviosa y muy cachonda a la vez. Sólo esperaba comportarse con la joven.
-¿Y usted, profesora?¿Qué tal con José, el profesor de Psicología del desarrollo?-joder, Lorena no sé esperaba que la joven contratacara con eso.
-Martina...Eso no se le pregunta a una profesora…- le espetó su tía.
-Tranquila, Marta. Le contestaré con gusto a Martina. Pues verás, él quiere salir conmigo pero yo no lo tengo nada claro. Últimamente hay alguien rondándome por la cabeza…-joder, las copas de vino que se había bebido le estaban haciendo soltar la lengua más de la cuenta. Y por supuesto, ese alguien era Martina. Pero eso sí que no se le escaparía delante de Marta ni de Martina.
-¡Eh! Lorena, ¿Cuándo esperabas a decirme que te gusta alguien a parte de José?
Martina se tensó. ¿Quién era el afortunado que le gustaba a Lorena?No tenía ni idea por dónde podían ir los tiros…
-Es que no tengo mucho que contar, Marta. Que me guste alguien no quiere decir que ese alguien quiera tener algo conmigo…-Dijo Lorena sin quitar los ojos de Martina.
-Lorena, ¿acaso te has visto? Vamos…¿qué hombre te puede rechazar a ti?
Lorena se tensó. Por ahí no iban los tiros...Ella no quería que un hombre le fuera detrás... Sólo deseaba que una persona le fuera detrás, y tenía aún que descubrir qué sentía esa persona por ella.
-Claro que me pueden rechazar, Marta.
-Si si. Bueno, tú misma me dijiste que estudiando el doctorado no saliste casi por ahí. ¿Así cómo ibas a conocer a alguien?
Martina puso atención a lo que las dos mujeres estaban hablando. De repente le interesaba mucho la vida amorosa de la profesora. Quería saber cómo se lo había montado estando fuera estudiando. Pero por lo que había insinuado su tía, Lorena se había encerrado en sí misma y apenas había salido para conocer gente. Osea que esa mujer no era de acostarse por acostarse con alguien. De repente Martina estaba muy contenta.
-Bueno Marta, salí muy harta de la relación que tuve aquí con Marcos. De hecho el otro domingo, Martina me lo tuvo que sacar de encima en el parque.
-¿Qué?¿En serio?¿Y por qué no me lo habéis contado ninguna de las dos?
-Bueno, porque me acabo de acordar. Y justo ahora sacamos el tema de los hombres.
-¿Y qué pasó exactamente con Marcos, Lorena?
Martina miró a los ojos a Lorena. Quería saber más sobre ella y ese cabrón de hombre. Sólo sabía que él quería volver con ella pero Lorena no estaba por la labor.
-Pues que yo estaba leyendo en un banco tan tranquila cuando lo vi aparecer de la nada. Se sentó conmigo y al principio muy simpático y agradable. Pero cuando vio que yo no quería saber nada de él, se puso agresivo y justo apareció Martina.
-Vaya, Lorena, me alegro que apareciera Martina. Martina, cariño, estoy muy orgullosa de ti...Sabes, Lorena, Martina será una chica rebelde, pero te defenderá siempre delante de quien sea. ¿verdad Martina que no miento?
Martina y Lorena se acordaron las dos a la vez de lo que había ocurrido esa mañana en la clase, y mientras Lorena miró a la joven con orgullo, Martina lo hizo con vergüenza por no haberse sabido controlar.
-Sí, Marta. Sé perfectamente que Martina me defendería delante de quien fuera…-Ahora le dedicó a la joven una preciosa sonrisa muy sincera.
Y Martina sólo pudo sonrojarse y mirar para el suelo.
-Lorena, ya puedes tener cuidado con Marcos. En la cuadrilla era un tío muy pesado. Estoy segura que no ha cambiado nada. Y siempre ha estado muy enamorado de ti...Así que no te confíes.
-No lo haré, Marta. Bueno, yo sé de una que se tiene que ir. Mañana tengo clases en la facultad. ¿Te importa que nos vayamos ya, Martina?
-Claro, ya es tarde. Bueno tía, gracias por invitarme.
-Tonta, ¿Por qué me das las gracias? Sabes que esta casa es también tuya. Eres bien recibida siempre, cariño. Por cierto, dales un beso a Cris y a Diego.
-Se los daré de tu parte, descuida.
Se despidieron las dos mujeres de Marta y se dirigieron al coche de la profesora estando las dos muy nerviosas por estar tan cerca una de la otra en un sitio tan pequeño como era el coche de Lorena. El corazón de ambas iba a mil por hora.
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