Capítulo 3
Kiara Wilson
5 de agosto de 2011
Soy Henry Cooper, su tío, el hermano de Mike...
Repase su voz amistosa tumbada en el diván. Era normal que mis ojeras cayeran como una sombra de penumbra cuando no pude conciliar el sueño. Generalmente al pasar un evento traumático mi desaliento se fue para el insomnio sin frenar mis registros de ayer.
Al continuar el paseo no concentre mi absorto en otro tema que no fuera ese. Realmente estresante, como un imán incapaz de despegarse de lo metálico, y mi persona no podía ubicarse en la zona presente por dejar que lo oscuro intervenga evitando la fabulosa claridad de la ventana. Acaso, las palomas con plumas grisáceas apoyaban sus cortas patas a isodáctilas en el grosor del marco. Así de consoladoras.
―Kiara…te estoy hablando―protesto quitándole su poca paciencia.
Sus pronunciados tacos hacían un sonido único a el suelo de madera. Desviaban mi diminuta comprensión de hacerla entender.
―Oh, lo siento Carol― me levante de golpe―. No voy a mentirte, tengo sueño―estire impávida cada uno de mis músculos agregando un rugido de dragón.
―Entonces…quieres realizar un encuentro de admiradores―tomo aire caminando como toda una señora a mi alrededor.
―Si eso deseo desde hace tiempo. Algo…algo que sea divertido…como una firma de autógrafos…
Los orígenes de ese concepto no provenían de mí, sino que la había generado Michael. Ese proyecto traería buenos resultados a mi iniciación como artista y no solo sería la primera persona en lograrlo, ya que muchos famosos lo han hecho. En esa simple opinión de un hermano gemelo me cambiaria la vida para el bellísimo bien.
―Me parece bastante buena la idea―esboce una sonrisa―. Pero…tiene que ser en un sitio formal.
Carol acaparaba con su elegancia en todos sus aspectos y atraía su personalidad de madurez combinado con su simpatía.
―Claro…en esos que no tienen derecho a moverse ¿A esos te refieres? ―asombre en bromas.
Tardo en contestar inclinándose hacia el diván clavando su fiel mirada en la mía. Intente de que no saliera de mis labios una desubicada carcajada. Era significante divisarla de ese modo y más cuando su faceta te convencía automáticamente.
―Kiara…toma en serio tu fama―me advirtió con un movimiento de cejas lento.
―Oh, está bien, está bien. Fue un chiste―farfulle.
Ella interpuso una seña con su dedo en negación y palpo la punta de mi nariz con este. Su comportamiento hizo delirar mi ternura llevada dentro. Carol llegaba a ser dura como una roca, pero su verdad era preservar su colorido universo a los seres indicados.
―Kiara―me corto furiosa―. De enserio lo digo. No desperdicies tu tiempo en bufonadas…al contrario tienes que aprovecharlo. Aprovechar en tenerme como manager y eso es más que apoyo… ¿Prometes a tomarlo con responsabilidad? ―asentí torciendo mi sonrisa.
―Así me gusta―palmo mi nuca―. ¡Esa es la artista que quiero! ―se separó con las máximas energías.
― ¡Le prometo que lo seré para mi publico! ― exclame orgullosa captando un hondo hueco en el diván blanco―. Y creo que me parare.
Organizamos por horas el objetivo que tenía por encarar. No era uno sencillo, aun así, sin distracciones pudimos encajar lo que teníamos en desorden. Carol me guio con sus consejos de una profesional que profundamente necesitaba aprenderlos. Sus discursos facilitaban mi proceso como principiante y de seguro esta estructura iba a estacionar lejísimo, tenía cero limitaciones en eso.
En relación con lo formal, le di la finalidad de escoger un salón pulcro para los invitados. Se que hay llenos en el centro de la ciudad, en cambio uno marca la diferencia. Elogiado como “Shakespeare Globe”, este exclusivo recinto se suele considerar el mejor lugar para ver las obras del dramaturgo inglés William Shakespeare. Francamente rompería las normas pudiendo cantar, además de que se contaran relatos. Sería la numero uno y si lo es así, lo apruebo.
Debemos hacer incontables trabajos para llevar a cabo este sueño y como espaldas de mi manager lo notaba entretenido y no pesado. A lo contrario, en mi era un reto por atropellar y los desafíos me gustaban igual que a ella.
― ¡¿En qué día se llevará a cabo esto?! ―le exigí con impaciencia al pisotear el césped húmedo del jardín de entrada a mi casa.
Había salido a las afueras sorpresivamente cometiendo el error de no agradecer el bendecido día favorable por mis apuradas ansias de lo que aproximaba la futura fiesta. La cual podía lanzarme a esa desesperadamente. Carol oyó la esencia y con una vuelta se ocupó en escuchar mis palabras un tanto cansadoras.
― ¿Qué paso ahora? ―sujeto su cadera con unos de sus bolsos caros.
Rememore la pregunta para expresarla manipulada mente.
―Es la última…lo juro―me apure torpe―. ¿En qué día se llevará a cabo esto? ¿Sus horarios, los anunciados…? ―lo deje en el aire con una pizca de intriga.
―Esto no se logrará de la noche a la mañana―se pauso con severidad―. Tengo fe de que se hará con perseverancia y lo principal es tener paciencia.
Retrase al contestarle ya que la destreza de esta mujer ejercía de una enorme influencia.
―Concuerdo.
Carol me saludo en una breve despedida echándome la vista desde la entrada de rejas como signo de no derrotar en la promesa. En un sombrío camino de tierra se despidió. Por lo tanto, en puntillas de alegría cruzando los pastizales con roció y en dichas florecitas color anaranjadas, volví en secreto a buscar a mi madre en la luciente biblioteca. Lo más lindo de visitar ese salón era normalizar que circulaba el sabroso olor a madera de pino. Daban vibras positivas y era tentador.
Sin hacer adivinanzas la halle apelotando un par de libros románticos en una mesa de vidrio. En su particularidad leía de vez en cuando que su reloj no la engañaba y disfrutaba de sus vacaciones al máximo fuera de las cámaras. Acerca de eso, era incomprensible saber los temas de relajarse sin tener un medio de comunicación. Nunca lo supe porque es divertido tenerlos en mi poca fama.
―Hija ¿Carol se ha ido? ―floto su frente secando su sudor.
―Lo ha hecho. Y para que te informes ya estamos organizando todo de todo. Lo haremos en ese teatro, no recuerdo su nombre solo sé que es precioso―la acapare con mi extravagancia.
Gisela junto su corto cabello en un rodete redondo e inflo sus pulmones en un suspiro ordenando alfabéticamente la estantería.
―Es bueno de tu parte hija. Estas cumpliendo tus sueños―me dijo concentrada en las letras de las portadas.
― ¡Lo sé, lo se! ¿Y tú, tienes algo que decirme? ―la manipule con mi aterradora energía.
Mi madre se encantó a hacerle rondar el presentimiento de una noticia sumamente previsto. Al verla esperanzada, hizo que mi barriga se golpease en pinchazos.
―En realidad sí―se adelantó―. ¡¡Participaras de una entrevista mañana por la noche!! ― subió su tono de voz llamativamente.
Era dócil manipular mis imágenes mentales con fantasías propiamente dignas de tenerlas. Ya, en estas ocasiones un pie se deslizaba por una nube a caer y el otro estimulando el esqueleto de mi madre parada en la biblioteca. No sabía cómo llevarme los miles de noticias que de repente decaían sobre mi yo. Y solo mi mandíbula caída podría confirmarlo.
―Mi amor… ¿Estas bien?
Gisela contorneo mis ojeras fantasmales con la yema de sus dedos en cinco segundos. La visibilidad de lo que recibía de mi cara era solo un amor interminable, como un hilo de oro que nos conectaba. Le devolví un solo gesto de desmayo. Lo que hacía lo vi desprevenir de mi parte, solo intentaba bajarme del cielo porque admitía que era significante.
― ¡Madre juro que mi felicidad no da más! ¡Estoy en llantos!
Aun juntas mi iris con el suyo se encontraron y eran totalmente unos espejuelos que abrigaban cualquier tipo de sentir. Está comprobado científicamente que el lenguaje corporal vale más que mil palabras y estoy segura de que es cierto. En ellas se reflejan hasta los detalles más inútiles, pero los más sinceros.
―Nunca podría dejar de amarte―plasmo su loca dulzura en el brillo de mi concentración en sus explicaciones.
Me genere vibras de satisfacción al oírla transmitirme eso. Por lo que fue en plan de armonía, sabiendo que Angela jamás permitiría quererme.
―Y sin ti no sería nada, mama.
Las arrugas de mi barbilla lo menciono todo. Me colocaba en el hogar indicado.
…
En la cena, no fueron más que utensilios partiendo el cristal de los platos. El ritmo melódico de estos, con los gruesos mordiscos de mi hermano se frecuentaban en todos los ámbitos de los días. No solíamos debatir disputas mientras revolcábamos un bocadillo entre la salsa rojiza de la boloñesa. No podíamos estar perdiéndonos a la ligera comida sumamente deliciosas. El aromático frito de mi prenda cobro sentido y aspire un poco de ello. Tendí el tenedor metálico sobre mis glándulas salivales y tragué veloz por culpa de mis futuras recordaciones. Antes de causar que mis pulmones se alteraran, me di un momento suficiente para recuperarme y estar lista. El entorno cautivador me alentó a que siguiera mis pasos.
― ¿Adivinen qué? ―dije escandalosamente enrollando las largas tiras de espaguetis sobre mi tenedor.
Mi padre frunció su frente.
― ¿Qué sucedió mi Rapunzel? ¿Es algo bueno o malo?
Un cosquilleo molestaba mi estomago que con inconciencia mi pecho iba en adición.
―Algo…bastante bueno y…decir bueno es poquísimo…―aprete con entusiasmo la fina manta que se montaba en la mesa.
Lo que me provoque fue un estado de bienestar maravilloso y, presionar un objeto hasta el punto de desprender fuego en mis puños es como sobreabundante para mi dificultosa personalidad.
Mi madre esbozo una sonrisa gigante renunciando a su alimentación en cuanto me oyó en las últimas. Tanto así, que contuve no atraparme con su dulzura. Quise dejarla llevar por su libertad y, no sonrosarla.
―Bah, como sea―leve pausa―. ¿Puedo adivinarlo? ―floto sus dos palmas con cierta velocidad y, se generó un cálido ambiente entre ellas.
Reserve todas las espinas; siendo una chica honesta me lamentaba tener que romper murallas con mi hermano. No era la hora indicada.
― ¡Si, si! ¡Averígualo! ¡¡¡Hazlo Michael!!! ―lo alenté ejerciendo vigor a la mesa. En definitiva, las marcas de mis uñas no eran visibles, a pesar de escarbar con una pala en la tierra, asumí que los trozos de madera estaban ahí.
Al crujir nuevamente estas, mi madre desprendió sus sutiles ojos hacia mi lugar. Me llamo a estar en alertas a retener mis impulsos.
―Seguro que lo bueno sería que hubieses besado a Harry…―sin mostrar sus dientes, se le disparo un hoyuelo deshilachado en su barbilla. Lamio sus labios y, arqueo unas de sus castañas cejas.
Mis padres ingirieron un sabor amargo en sus barrigas. Fue como domar un par de críos en un solo recreo. En ese reciente comentario, la carne de mis músculos se tensó, porque el fastidio de mis progenitores se tornaba pésimo.
― ¡¡Por favor!! ¡¡Me haces sonrojar!! ― sacudí mi cabeza atrapando un mechón entre mis narices. La calidez que se sumergía en mis mejillas eran extremas y, estoy segura de que miles de personas lo reconocerían. Que me vibraran su nombre a un centímetro, era esplendido; realmente lo halagaba.
― ¡Michael Peter Wilson un poco de respeto por tu hermana! ―mascullo desgarbada. Diana se atemorizo por el temblor del cómitre y su piel se estremeció en incontables puntitos blancos.
Delate las posibilidades de alegrarme así delante de mi familia. No podía desmerecer la realidad. Lo aceptaba con la mayor satisfacción del universo; era deseable.
―Y…lo malo es que una hormiguita uso como excusa tu brazo para caminar ¿Lo adivine? ―empujo irónico mi codo derecho y contoneaba sus caderas para conseguir una posición estable.
Mis ganas de contenderme se manifestaban en un caedizo. Mi humor había desaparecido al igual que colocarse entre los campos, caliginosos y sin luces acompañando la solitaria ruta.
― ¡Rayos! ¡No seas pesado! Pónganle límites―exclame con un reclamo cuantioso.
Michael forzaba una risa menos disimulada, levanto su huesudo tobillo y, la apoyo en su caliente muslo. No le afectaba sus graves condiciones burlistas.
―Okay, okay. Se terminan acá las peleas.
Gisela lo negaba custodiando a mi hermano con sus desaprobaciones y, el reforzaba sus conductas rebeldes bajando su nuez de adán al beber de su vaso lleno.
―Dilo Kiara todos estamos esperando―dijo mi padre impaciente.
Radiante, ignore la silla hacia atrás y mis piernas soportaron pararse. Borrascosa aclare mi garganta, tanto que, arrastre una molestia ardiente en ella. Generalmente, rondaba la noticia de horas y tembleque lo anuncie:
― ¡MAÑANA POR LA NOCHE ESTARE PRESENCIANDO UNAS DE MIS PRIMERAS ENTREVISTAS!
Gire sobre mi eje entusiasta y, al estar en equilibrio de vuelta, mi familia callo una eternidad su asombro. Sus facetas demostraron la calidad de un brote de locura y pensé que en cualquier segundo se empaparían en lágrimas.
― ¡Oh dios santo! ¡¡Nuestra Rapunzel está creciendo parece!! ―sorbio su nariz con un pañuelo y contento echo su respaldar atrás.
Mack, enrojeció de afecto. Lo comprendía, valoraba muchísimo que celebrara cada paso de mi meta. Asimismo, lo copio mi madre; contagiando el virus de la vivaz. Un festín por así decirlo.
― ¡¡Esto es como un sueño hecho realidad!! ―acapare la vibración de mi voz con un corto brinco.
― ¡¡Es asombroso hermanita!! ¡¡Mañana me disfrazare de payaso para alentarte antes de la preparación!! ―se cortó a sí mismo y continuo―. No sé si me lo permites―ladeo crédulo.
―Eso suena muy alentador de tu parte―sonreí de mala gana aun estando de pie. Mis zapatos alarmaban un descanso.
― ¡¡Es impresionante hija!! Estamos muy felices por ti y, también por ustedes Diana y Michael―apunto sus declaraciones con un acento precioso. Jamás lo había oído relatarlo de ese modo; aunque sabía que sus parentescos provenían de Carolina Del Norte, un deslumbrante estado del sur de los Estados Unidos.
Nos quedamos mudos ante el elogio. Teniendo en cuenta que merecía todo lo bueno; era un sentir valorable en cada punto de partida.
― ¿Vieron? pueden lograr grandes cosas quitando los insultos entre hermanos ¿O no? ―prosiguió Gisela con la destreza a que la respondiéramos.
―Esa promesa no creo que pueda cumplirse―agregue mirando a Michael amenazadora. ―Ahora, denme un solo minuto necesito procesar esto en mi cuarto.
Volvieron los repentinos cambios de humor bajos y me reencontré con el foco amarillo del pálido techo despejando mis críticas. No soy una chica que de costumbre pare atropelladamente con una pared enfocándose en lo que no puede soltar, solo…me centraba en la oscuridad por un rato. Me conformaba con ser risueña y, saber que retenerme hacia atrás no concordaba con lo que era.
Tensa como piedra a la contradicción de mover mis pestañas, repasaba lo del día anterior. Si…con el tío Henry. No lo tome como un insulto hablarle, lo incorrecto fue equipararle lo negativo a él, cuando la culpa no es suya. Esto es más que un abandono, es…una cerradura quebrada difícil de reparar. Es finito…es…temblor al reiterarlo.
Henry quisiera…quisiera…abrazarte como sobrina, pero…no lo logro; cuestione en un sonido más bajo de lo normal boca arriba. Entendí que lo extrañaba…extrañaba sus entretenidos juegos de mesa, esos que eras incapaz de frustrarte. Echaba de menos a mi tío.
Al concentrarme tanto en reflexiones dolorosas, termine fijándome en un punto medio. Es decir, en mi desordenado escritorio que en miniatura se detectaba unas de mis libretas nuevas con anotaciones llenas de garabatos tontos. Moví mi cuello hacia delante y con seguridad lo cogí. No había escrito nada reciente al revisarlo y debí obligarme a usar el bolígrafo. Ese objeto me ayudo a crear una máxima composición sin haberlo hecho. Sin fundamento, dispare los útiles en el suelo a pasar a implementar todo lo que considere suficiente a fin de encender la lampara.
Las primeras dos hojas se sumergieron de música en tan solo quince minutos. Fue estresante que la tinta no se fuese y volque enseguida mi inspiración basada a mi situación. Deje muy en claro que volcarlo todo me ha desahogado.
Estiré cuidadosamente la hoja para plancharla sobre el aire y solté un chillido. En esa había tanta historia; una historia sumergida en el agua largarse al público. Me sentía hermosamente orgullosa de lo que compuse. Juro que no era cualquiera, debió ser especial. La releí unas tantas veces para asegurarme de que algo no fallara, pero estaba limpio. Limpio como mi alma, que en esa ventana transparente las estrellas se venían encima de mí, dibujando constelaciones sobre el oscuro cielo.
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