Capítulo 2
Kiara Wilson
4 de agosto de 2011
Atropelle con la pared de la realidad al gemir con el acabado susto interminable de un sueño interpretado por el abandono de mis padres verdaderos. Supuse haber olvidado la noticia dada de mis abuelos, aunque en mi mente permanecía guardada. El estorbo era ese, abandonar los hechos, pero la inconciencia no lo olvidaba.
Tratando de quitarme de encima el pasado horroroso; me recupere frotando mis ojos con mis manos transformadas en puños y, bostece fatiga mente estirando como un chicle mis músculos. Me esforzaba muchísimo por salir de la cama acogedora, por lo tanto, mi positividad no me lo permitía. Entonces, arrastré mis pies en medias hacía mi armario mientras me encargaba de lucir mi cabello de la mejor forma posible y, desaparecí dentro del vestidor; de paso con la oportunidad de destacarme, retoque mi rostro con polvos brillosos reflejando mi lindura en el espejo.
Los minutos iban en aumento y, sin preocupaciones me encargaba de moldear mi belleza. El obstáculo fue oír la puerta de entrada de mi cuarto como un chillido y con atrevimiento mis pupilas se concentraron en la cerradura de llaves. Eran unos pantalones deportivos cortos, y sus zapatillas eran cubiertas en blanco. Su vestimenta me resonó, y se me hizo familiar.
No me vas a engañar, pensé. Sali a las afueras con intrepidez y me encontré con la cara desprendida de mi hermano mellizo. Él ni siquiera se atemorizo, mantenía su rebelde tranquilidad.
― ¡Te he dicho que dejes de entrar a mi cuarto! ―exclame con voz ronca.
―Valla, valla hermanita―desprendió arrogante―. Que linda manera de darme los buenos días―ironizo, enterrando sus dedos en su cabello.
―No me importa cómo te recibo...quiero saber las razones de porque estás aquí―apunte un dedo el suelo como una señal de privacidad.
Michael, desternillo sin parar sobre la contestación. A veces, me estresaba tenerlo enfrente porque no sabía si se dirigía con seriedad o, sin prudencia. Era un manejo de contradicciones.
―Bueno...es algo especial...―pensó con duda―. La televisión habla de ti.
Esto no podía estar pasando...
No gesticule nada durante el comentario. Me centralice en lo que sabía para huir de allí y, investigar lo que realmente pasaba. Sinceramente no confiaba en la boca de mi hermano; según mi mito eran puras mentiras.
―Ya...ya vuelvo―; lo atropelle salvajemente sin ninguna reacción de su parte.
Pase varias puertas sin avisar a Desmond por el remordimiento de ponerlo nervioso cada vez que cruzaba las mismas zonas tratando de conseguir mi serenidad. El hecho de estar en chismes en una pantalla desprendía mi satisfacción por superarme con mis propios sueños y no pude esperar de como destinarme a oír a esos periodistas.
Al bajar las escaleras, desde lejos las borrosas voces cubrían el living dejando un eco entre tantos muros. Detecte la ausencia de mis padres enseguida con una nota pegada en la heladera; ellos de vez en cuando visitaban a sus amigos, los Roberts. Una familia adinerada y conocida aquí en Reino Unido.
Aparte la anotación a un lado al acelerar mis pulsos con un llamado de mi nombre; me arriesgué adelantando mis pasos con el corazón en la garganta. Hasta que la televisión hizo que tapara mis labios al borde de expresarle todo a Poppy, aunque recordé que ella ayudaba a Diana a remodelar los vestidos de sus muñecas en la otra parte de la casa.
"Kiara Wilson es una jovencita muy simpática, tengo mucha curiosidad en conocerla...acaso me parece demasiado bonita, no sé qué habría que hacer para merecerla"
Mis luceros se plasmaron de una infinita felicidad. Mi barbilla se descoloco de inmediato al ver tanto alabo con esos admiradores locamente enamorados de mi idealización. Si de verdad aquel chico quería conocerme, no me debo imaginar los tantos que deseaban tener a futuro una relación ficticia. Me resultaba verdaderamente conmovedor.
La casualidad fue girarme, y notar el encuentro de Michael con su pelota de básquet a sus pies en el suelo. Sin discordia mediante señas le comentaba la situación entre volteretas.
― ¿¡Me estas oyendo!? ―parpadee sorpresiva―. Sabes lo que esto significa para mi Michael.
El pico su pelota en el piso como si dependiera de ello y, volvió con su misma postura. La que ponía al lucir guapetón si lo intentaba.
―Viste hermanita―emitió un chasquido con su lengua―. Ahora te ganaste unos cuantos chicos, y...lo mejor de esto también me los ganare como amigos―coloco el balón debajo de su brazo.
― ¡Eso también me orgullece! ―arque mis cejas sensualmente―. Pero...no solo eso, sino que también...bueno, tú sabes es un logro para mi poder triunfar de esta manera cuando nuestros padres verdaderos no creían en mi―murmure cabizbaja.
Angela y Mike antes de abandonarnos con crueldad, la vigilia enfermiza hacia su hija de tan solo cinco años fue un trauma constante. Desbordaban sus fastidios en mi cuando no lo merecía con palabras fueras de tono, hiriéndome profundamente con incontables cicatrices difíciles de olvidar. A pesar de todo lo malo, mis padres actualmente adoptivos se encargaron de nombrarme frases preciosas que a la larga manifestó mi cambio a la confianza no dada con métodos psicológicos.
―Bah. Deja ya eso hermanita. Tu ahora confías en ti, asique no mires hacia atrás―hablo con sentimiento.
―Tienes razón―suspire hondo―. ¡Yo solo quiero oír más alabanzas! ―desgarre mi garganta con mi voz.
No nos centramos en el tema y, calmados comenzamos a escuchar más de ellas que hacían elevar mi autoestima.
"Para mí, Kiara es una persona carismática y no puedo negar que tiene talento. En fin, hasta Selena Gómez dijo que su personalidad es muy inspiradora"
Me venía desprevenido este tipo de respuestas tan positivas. No pude contener dentro de una cajita mis extraordinarias emociones y dado a eso todo lo expulsaba contra mi hermano, que tenía semejanzas con una bolsa de boxeo.
― ¡¿Has oído eso?! ¡¡¡Selena Gómez ha estado mirando mis audiciones!!! ―chillaba como una niña.
―Ya veo―esbozo una sonrisa pícara―. Capaz que tenga una oportunidad con ella―me dio las espaldas y picando su balón se desvaneció.
Esto se lo voy a tener que relatar a todos; mentalice y dispare enseguida a un nuevo cuento que contar.
Horas luego...
―Nos alegra un montón. Estamos orgullosos de ti y de tus hermanos―prosiguió a coger su utensilio para dar otro mordisco a su carne asada.
Era el mediodía de un domingo sofocante de verano, en donde se percibía el sol en cada esquina de las calles que conformaban la parte central de Londres. En este día familiar, la sociedad inglesa abarcaba a casi todos los puestos de comidas y en especial porque los restaurantes anunciaban un "Sunday Roast" a las puertas de sus pubs; un capricho por la cual cumplir por mi familia de disfrutar con dignidad sus vacaciones de descanso y, acabar debatiendo los cuantos de hombres fortachones para traerlos como guardaespaldas.
―Ay papa, tú siempre amable―le respondí bufona con unos lentes cuadrados de sol arriba de mi frente.
Nos quedamos silenciosamente apreciando la exquisita carne asada, con la combinación de una música suave que acariciaba mis oídos placenteramente. La zona escogida era la más ostentosa del balcón con sus mesas pulcras y fuera de microbios.
―La hermanita dijo que quisiera hacer un encuentro con sus fans, no sé si eso sería posible―palmeo con un corto golpecito en mi hombro y, se acomodó en su silla crédulo.
Mis padres procesaron su dialogo para debatirlo.
―Eso es una maravillosa idea―asintió Gisela limpiándose la comisura de sus labios con un trapito―. Vas a necesitar la ayuda de tu manager hija. Ya sabes es tu guía y debes hacerle caso―volvió a ella.
Carol Adams, así se llamaba mi manager. Una mujer con demasiadas experiencias y con reflejos de decisión pura. A pesar de contratarla hace solo unas semanas atrás, desde el principio formamos un precioso vinculo.
―Carol te apoyara. La actitud de esa mujer es imparable―accedió Mack, cediendo un sorbo a su bebida.
―Listo. Lo hare―me anime a mí misma con excelso.
Un joven reservado se acercó discretamente con un delantal blanco transportando las cosas hacia su sitio. No entendía la razón de sospechar que antes lo había visto. Su cara me resonaba de alguna parte. Mi curiosidad no era atracción física ni mucho menos amor a primera vista, solo...me alborotaba querer consultarle.
―Michael―pellizque la piel de su muslo derecho―. ¿Ese chico...el mozo no te parece haberlo visto...de algún...?
No continue el disentimiento al fijamente venir con su mirada a los dos. Fue un vistazo de ser desolador, de estar acumulando tristeza al chocarse con lo inesperado. Es como apresurarse y atravesar paredes con moraduras.
Honestamente no logre ponerme nerviosa, porque sus expresiones faciales eran cubiertas de inocencia y pureza.
―Eh... ¿Kiara, Michael? ¿Qué...que hacen aquí? ―se impresiono embobado―. ¿O acaso son ustedes, cierto? ¿nos conocemos? ―tartamudeo con una pizca de pena.
Mis padres fruncieron el ceño al mismo tiempo que procesaban mis dudas internas. Supuestamente, era un desconocido, mientras que, al reencontrarme nuevamente con él, mis presentimientos decían lo contrario.
― ¿Cómo te llamas? ―hable después de helarme.
El chico se ruborizo al creer la desconfianza combinada con la tensión.
―Henry, Henry ¿no me recuerdas? Soy Henry, Kiara―advirtió quebrantado.
¿Cómo sabia mi nombre? ¿Me recordaba?
En el fondo del caso, capte recuerdos anteriores que fueron rondando por mi cabeza en etapas, en donde su gangosa voz estuviese en esos días repitiendo mi nombre. Si bien el misterio estaba casi resuelto, una parte de mi lo callaba.
―Lo lamento Henry...no, no puedo recordarte―desespere intimidada―. Me haces recordar a alguien similar a ti...―vacile.
Estudie su cara varonil y si... tenía bigotes iguales a los de Mike, esos que pinchaban. Cejas espesas y una nariz extremadamente puntiaguda. Menos podía decirse de su lacio y castaño cabello. Me lastimaba al tal punto de perforarme el pecho. Una hondura gigante.
―Es que...soy Henry Cooper, su tío el hermano más chico de Mike...―formo un gesto decaído.
Volver a almas pasadas era un completo castigo. Fue como arrojarme de un puente y solo estar flotando sobre el agua. Detestaba ese obsesivo miedo de hallar familiares que formaron parte de mi vida. Y esto era... humillante, no importaba si era mi tío Henry; el me brindo amor suficiente y puro; solamente me era doliente al venir de inmediato los malos recordatorios.
― ¡Tío Henry! ―festejo Michael―. Esto es una coincidencia.
Michael lo abrazo reluciente y Henry conmocionado saludo a cada uno ofreciéndoles una mano. Al alcanzarme, mi nudo en la garganta se presentó como una nuez y, padecía temblores por cada célula de mi cuerpo. Gisela y Mack, me lamentaron de reojo la situación, sabían lo mucho que me afectaba.
―Tío...tío Henry...es un gusto...―tartamudee con una sonrisa que disimulaba todo―. Te extrañábamos todos aquí...
―Es un gusto estar con ustedes...es una suerte verlos tan joviales a todos, en especial a los niños.
Lo culto de la verdad. Henry había descubierto la preciosa felicidad en sí, más tarde de mostrarnos con angustia en la edad de cinco años. Fue como haber cumplido una meta y lo transmitió espiritualmente.
―Igualmente Henry. Los niños están agradecidos por esto―asintió Gisela.
Antes de marcharse, el tío Henry se agacho a nuestra estatura con amabilidad y empatía. Examino por un segundo el piso del restaurante y, dirigió su palabra sin vergüenza alguna.
―Chicos, les debo unas disculpas por lo ocurrido. Bueno...durante su niñez―pensó―. Se que es imperdonable.
La disensión acudió al pronto.
―Tío...no tienes por qué perdonarnos. Tú no eres el culpable de todo esto. No elegiste tener un hermano así―murmure tragando la gran soga de mi garganta.
Henry, sacudió el cabello de los tres con diversión y vino a mi mente el clic de cuando lo hacía hace un decenio. La diferencia de su personalidad con la de mi verdadero progenitor era descomunal. Sabia a injusticia. Injusto a tener rasgos físicos parecidos y una caridad desigual.
Anteriormente de irse a cumplir con su trabajo, se detuvo en medio del pasillo y con su perfil nostálgico, agrego:
―También, te felicito Kiara por ser la gran ganadora. Buenas vibras.
Y se escondió como un fantasma en su recorrido como empleado.
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