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36

Tori y yo estuvimos toda la tarde conversando sobre Howie.

La puse al tanto de lo que sucedía entre él y yo, lo que me había propuesto y lo que pretendía hacer más adelante.

Cooper también aportó detalles que ni yo mismo recordaba, como cuando él lo contactó el día en que enfermé y visité al doctor.

—Aun no me has dado las gracias —dijo Cooper, fingiendo estar decepcionado.

—Dejaré que sigas esperando, entonces —contesté.

Cooper alcanzó a cortar una flor de su tallo y me lo lanzó.

—Eso me gano por ser buena persona —agregó él.

—¡No hagas eso! —protesté.

La flor cayó en mi regazo, la tomé con fuerza y se lo tiré de vuelta.

Varios pétalos estaban sueltas y quedaron regadas en diferentes direcciones mientras viajaban en el aire.

—Demasiado tarde.

Era evidente que existían decisiones tomadas que resultaban buenas y otras tomaban un rumbo oscuro y totalmente negativo. Personalmente tenía varios ejemplos y no estaba orgulloso por eso, sin embargo, esto que hizo Cooper, ¿era buen o malo?

Si no lo hubiese hecho, ¿qué habría pasado?

¿Seguiríamos teniendo comunicación?

No estaba seguro.

—Eres muy pesimista —dijo Cooper, mientas limpiaba la mesa—. He notado que no permites que nadie pueda poner un pie en tu corazón.

—Es para que no lo pisoteen —contesté, regando el agua de las flores por las otras que trajo Tori esa tarde—. He visto la manera en que lo hacen, es horrible —repuse, dejando sobre la mesa el florero.

—Sí, claro. Es porque no has encontrado a la persona indicada —respondió mi amigo, soltando una carcajada.

Fui a ver cómo estaba mi amiga en la sala, supuse que estaba por terminar en esa sección.

Pasaban más de las cuatro de la tarde y nos preparábamos para recibir a Howie de la mejor manera posible.

Eso incluía limpieza general del apartamento, reubicación de ciertos muebles y decoraciones en la sala, aseo en la cocina y también en la habitación y baño.

Era un trabajo arduo, pero nada cansado cuando se contaba con la ayuda de Tori y Cooper.

—¿Necesitas ayuda? —le pregunté a Tori, pero me di cuenta que estaba ocupada en una llamada, porque giró hacia mí e hizo un gesto para que guardara silencio.

Me quedé quieto y guardé silencio.

—Claro, aquí te espero —dijo, en tanto acomodaba una almohada en el sillón individual que estaba junto al televisor—. Sí, no te preocupes. Él no te hará nada —repuso, poniendo los ojos en blanco.

Finalizó la llamada y soltó un suspiro, no sabía si era de cansancio o resignación.

—¿Alai aceptó venir? —quise saber.

—Al principio se negó a hacerlo. Dijo que era preferible guarda distancia.

—¿Es por Cooper?

Tori asintió.

—Tendrán que arreglar las cosas, de igual manera —murmuró ella. Se dejó caer sobre el sillón que acaba de mover y cerró los ojos un momento—. Con o sin nuestra ayuda, ellos tienen que poner en orden sus propios asuntos.

Instantes después, alguien tocó la puerta.

—¡Howie ya está aquí! —exclamó Cooper desde la cocina.

Salió disparado en dirección a la puerta, solo alcancé a ver aquella sonrisa en su rostro y sus manos ansioso de abrazar a Howie, y sin preguntar primero de quién se trataba, la abrió de par en par.

Su expresión se desdibujó casi al instante.

Cooper se hizo a un lado, aun sin poder hablar.

Tori y yo nos miramos, llenos de confusión.

—Buenas tardes —era la voz de Alai—. Lamento la tardanza —dijo, pero seguía sin atreverse a entrar—. Pero creo que mejor me voy.

—¡Espera! —Tori se puso en pie y se acercó a él—. Llegas justo a tiempo.

Lo tomó de los brazos y lo obligó a tomar asiento con ella, en la sala.

Cooper, sin embargo, después de cerrar la puerta con un fuerte estruendo, caminó despacio de nuevo a la cocina, sin nada de elegancia y luego de buscar mis ojos con la mirada, me indicó que lo siguiera.

Avancé con seguridad y lo confronté.

—¿Qué hace él aquí? —inquirió Cooper.

Genial.

Pronto habría una nueva discusión entre nosotros.

—Ayudarnos, como lo haces tú, como lo hace Tori —contesté.

Cooper negó con la cabeza, molesto e incrédulo.

—¿Es una broma, Klehr? ¿Por qué no nos avisaste?

—Porque sabía que te pondrías así… de quejoso.

Pude notar que Cooper se tragaba su amargura.

—¿Tori también lo sabía? —mi amigo se cruzó de brazos con una expresión mortífera en su rostro.

—Claro, ella fue quien le extendió la invitación. Bueno, de hecho fui yo, pero ella terminó por convencerlo —dije.

—Solo espero que se marche temprano —refunfuñó Cooper.

—Claro que no. Se quedará, igual que todos.

Cooper dio un respingo.

—¿Qué dijiste?

—Se quedará —repetí, tratando de no sonar aburrido e impaciente.

Cooper en serio resultaba infantil e incongruente en ese momento.

No obstante, ¿por qué se sentía molesto? Alai vino porque quería que también conociera a Howie, no para que pudiera estar cerca de Cooper ni que tampoco tuviera un confortamiento en medio de la reunión.

Sé que Alai representa muchas cosas para mi amigo, sin embargo, esto no era otra cosa que no fuese divertirnos y pasarla bien.

—Esto se planea en equipo, Klehr. No a escondidas, ¿sabes? —me espetó, pasando furioso delante de mí.

Chasqueé la lengua, irritado.

—Un momento —dije, luego de darme la vuelta—. ¿Es necesario hacer esto? ¡Es un drama completamente innecesario! Además, solo estamos desperdiciando tiempo muy valioso. Estamos juntos en esto…

—¡Debiste pensar en eso antes de incluirlo a él! —me reclamó Cooper.

—¿Cuál es tu problema? —protesté—. ¿Crees que va a arruinarlo todo? Es eso, ¿no?

Las mejillas de Cooper empezaron a arder.

—Sí, así es —masculló, la arrogancia era latente en sus palabras.

Por muy desesperado que estuviera, no me rebajaría ante él.

—Qué ridículo eres, Cooper —musité—. Entiendo que estás molesto, pero Alai vino porque yo quise. Está aquí por Howie, no por ti —le aclaré, entrecerrando los ojos—. Yo decidiré si se queda o se va, ¿quedó claro?

Cooper no contestó.

Era para nada extraño que se comportara de esa manera cuando estaban juntos.

Sus intereses nunca fueron compatibles, bueno, tal vez un poco. Eso era seguro, pero ¿en qué momento las inconformidades entre ellos fueron aumentando? Siempre habían actuado con normalidad…

¿Será que al fin se separaron?

Una suposición como esa era importante, aunque había lugar para la duda.

Luego de ver la expresión furiosa de Cooper, imaginé que tenía unas ganas enormes de patearme y abofetearme, o morderme incluso. 

—No sabes lo que dices. Seguramente no tienes buenas ideas en esa cabeza —me dijo con desprecio. Pude notar que su respiración se aceleraba, apretaba las manos con fuerza y su pecho parecía contener la molestia.

No pude más y en ese segundo perdí la paciencia.

Cooper, sin embargo, estaba por explotar.

—¿Y en la tuya sí? —repliqué.

Cooper vaciló.

—Tienes que calmarte, ¿entendido? Alai y Howie estarán con nosotros, veremos alguna película y luego comeremos algo —sentencié, mirándolo con aprensión—. El que quiera estar, está perfecto y el que se quiera ir, pues adelante —seguí diciendo, sin apartar la mirada de mi amigo—. El camino es libre y las decisiones también.

La dureza en los ojos de Cooper aumentó.

—No esperes que esté agradecido contigo. Puede que seas mi amigo, pero esto —declaró, moviendo un dedo de un lado a otro, casi temblando—, es imperdonable. Lo dejaré pasar, solo por esta vez.

Su cuerpo estaba rígido, su respiración volvía a su normalidad, aun así, con esa advertencia no conseguiría que me sintiera intimidado.

Por ahora, mi objetivo era lograr que nada se saliera de control.

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