
34
El resto de los detalles se los expliqué con rapidez.
No requería de tiempo, porque realmente no eran muchos y algunos carecían de importancia.
De todas formas lo que pretendía era tener completa las etapas de mi vida encubiertas y dejar que Howie supiera por qué tome la decisión más controversial.
Me sorprendía que él no se aburriera al escucharme hablar, rara vez tenía la liberta de expresarme y cuando lo hacía, me dejaba llevar y en ocasiones dejaba mi alma expuesta como mi corazón también.
—Deja que te cuente el resto de la historia como mejor sé hacerlo —le dije a Howie.
—¿Cómo?
—Cierra los ojos y ven conmigo, no quiero volver solo a este camino hacia la tragedia.
Howie torció el gesto, aunque no dejaba de sonreír.
—Claro, será un gusto —contestó.
Finalmente hizo lo que le había pedido.
Entonces yo empecé a narrar.
—Esa chica de ahí no te quita los ojos de encima, amigo —murmuró Cooper aquella inolvidable noche.
—¿Quién? —le había preguntado yo.
Levanté la cabeza muy despacio y logré mirar por encima del hombro de manera disimulada.
—¿Y si vas con ella a platicar? —sugirió Cooper.
—¿Crees que se podría interesar en mí?
—Pues tendrás que averiguarlo.
Y así lo hice.
La conversación que tuvimos ella y yo fue corta, todo se debía porque ambos ya estábamos subidos de copas y las palabras se mezclaban con la música, el humo de los cigarros y las risas de aquellos que nos rodeaban.
—¿Cómo se llamaba? —interrumpió Howie.
—Creo que ya lo sabes —dije.
—Nerea —repuso Howie—. ¿Y luego qué pasó?
—Ella se sorprendió al saber que era casi seis años mayor que yo.
—¿En serio tienes apenas diecisiete años? —me había preguntado.
Asentí con la cabeza, dócil por su mirada llena de ternura.
—¿Y alguna vez… lo has hecho? —siguió diciendo ella.
Asentí de nuevo.
—¿Y cómo fue? ¿Te gustó?
—La verdad… no —le confesé.
—¿Quieres saber algo? —repuso ella.
—Claro, dime.
—Mi fantasía siempre ha sido hacerlo con alguien menor que yo —murmuró.
—¿De verdad? —pregunté, mientras me sentía alagado—. Siempre he creído que el asunto era al contrario.
—Ay, pero que lindo e inocente eres.
Su voz era dulce, tanto como lo era ella y su personalidad.
—Te ves bien, ¿sabes? —repuso Nerea—. Aunque me gustaría ver qué tal te verías con el cabello alborotado —finalizó, soltando una risita traviesa.
Pronto me pidió que fuéramos a otro sitio más calmado.
Accedí y gracias a ella descubrí que yo mismo podía generar dinero vendiendo mi cuerpo…
—Sé que no es el trabajo más honesto que existe, pero nadie podía negar que la necesidad estaba por encima de la vergüenza o el arrepentimiento que generaba el placer —terminé contarle a Howie, sintiendo un alivio en mi cuerpo.
—¿Se lo dijiste a Cooper?
—Claro que lo hice.
—¿Y qué te dijo?
—«Parece que te ha ido bastante bien, ¿no es así?», afirmó Cooper, aquel día en que comencé a permitirme ciertos lujos. «Como no tienes idea», le confesé.
Algo en mi pecho se liberaba.
No supe si fue la culpa o el remordimiento, pero no me importaba.
Tantos años que llevaba atorado aquella sensación, y ahora dejaba que se fuera, porque ya no formaba parte de mi vida y me sentía bien confesándolo.
No sabía con exactitud si debía sentirme feliz o amortiguado, pues la sensación de tener a alguien en quien confiar sería la manera de seguir adelante y mejorar.
—Busqué una estrategia para que sucediera una vez más, no importaba si fuese con la misma persona o no —repuse, ya casi al final de la narración—. Se notaba cuando alguien estaba interesando en mis servicios, lo podía percibir en las miradas y en los gestos sinuosos que me dedicaban. Luego Wayde Connor me reclutó e hizo que yo fuera su empleado más solicitado. Me sugirió que instalara aplicaciones para las citas casuales y acepté.
—¿Wayde Connor?
—¿No te había hablado de él?
Howie negó con la cabeza.
—Pensé que sí —dije, enarcando una ceja—. A Wayde le gusta manipular a su antojo a aquel que está a sus pies. Cree tener el control de nuestras vida, pero después de todo, siempre hay alguien capaz de abrir los ojos.
—Y ese fuiste tú —convino Howie.
—Correcto.
—¿Cómo reaccionó cuando decidiste irte de ahí?
Tragué saliva con fuerza.
Eso era algo que no quería revelar.
Tenía que buscar una excusa.
La mejor que se podría ocurrir era que todo quedó en buen plan y que no hubo amenazas de ningún tipo, sin embargo, debido a lo mal que estuvo aquel encuentro…
Estaba bajo la mira de Wayde Connor.
Tenía dos opciones: podía irme lejos, buscar nuevo lugar donde vivir o quedarme y disfrutar el tiempo que me quedaba disponible y lo que él amablemente me está proporcionando.
Es posible que ya no pueda hacerlo más adelante.
—Wayde aceptó de buena manera —contesté—. Mi ciclo en El Portal había llegado su fin, como el de muchos.
Howie, desde luego, no me creyó.
En absoluto.
—¿Con cuántos te veías cada noche? —preguntó, fingiendo que mi respuesta anterior carecía de veracidad.
Me sentía acorralado.
Incluso una persona con el mejor entrenamiento mental y emocional, era demasiado duro tener que afrontar la realidad.
—Al principio empecé con tres… o cuatro —contesté.
Howie abrió la boca, sorprendido, sin embargo, no objetó.
—Con el paso de los años, empecé a interactuar y ganar más dinero. Parecía estar en la gloria, porque era solicitado y tenía varios encuentros con hombres, mujeres… incluso con…
Howie apretó los ojos y negó con la cabeza.
—Eso sí no lo quiero saber —dijo.
—Como quieras.
Hubo un momento de silencio entre nosotros, la verdad no estaba seguro si seguir hablando, pero de igual manera ya estaba por terminar.
Y el resto era lo menos importante.
Hasta cierto punto, parecía que todo marchaba en orden.
Suspiré y luego agregué:
—Así pues, se volvió para mí una rutina complacer a los demás. Y claro, no estaba seguro cuándo dejaría de hacerlo.
—Hasta ayer —corroboró Howie.
—Me resultaba aburrido hacer lo mismo. Tal vez por eso mi cuerpo reacciona de esa manera.
Deduje que eso, en parte, era cierto.
Quizá tuve suerte de sobrevivido aquella tarde.
Pero, me quedaba enfrentar las consecuencias y a pesar de eso, también tenía la esperanza de obtener un cambio, sin embargo, la única alternativa que me quedaba ahora, era seguir esperando a que eso ocurriera.
—Sí, tal vez. Pero, al fin de cuentas, hiciste lo correcto.
—Eso creo —dije.
Mi silencio dramático no resultó agradable.
—Ahora que no tienes trabajo, ¿qué vas a hacer? —cuestionó Howie.
—¿Conseguir otro? —contesté.
Eso hizo reír a Howie.
—Estaba pensando… ¿quieres ser mi asistente? —murmuró.
—¿Hablas en serio?
—Claro —dijo, sonriendo.
—¿Por qué harías algo así?
—Porque eres mi amigo. Y quiero ayudarte —se puso derecho y se recostó sobre el marco de la cama, sin dejar de verme—. ¿Qué dices? ¿Aceptas?
Reflexioné durante unos segundos.
Esta oportunidad no me la esperaba y mucho menos viniendo de Howie.
¿Será correcto aceptar ese trabajo? ¿Qué tan difícil sería? ¿Qué tal si era el menos indicado para el puesto? ¿Defraudaría a Howie? Eran tantas preguntas y tan pocas respuestas.
No obstante, si quería estar cerca de Howie, me tenía que arriesgar.
—Sí, acepto —contesté.
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