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25

—¿Alguien puede explicarme qué sucede aquí?  Por un momento pensé que estaba en la casa equivocada.

—No, no lo estás —respondió Cooper.

Sacudí la cabeza varias veces.

—Deme unos segundos, que voy a tardar en procesar todo esto.

Howie soltó una risita.

—¿Cómo…? —jadeé.

Su presencia no me resultaba incómoda, más bien era inesperada.

No obstante, la agitación en mi pecho empezaba a doler.

—Vine en cuanto pude —murmuró.

Me acerqué muy despacio y me senté, a escasos centímetros de él, sin responder.

Coloqué mis manos sobre mis piernas, que no paraban de moverse inquietas y nerviosas. Tori y Cooper, por otro lado, mantenían una conversación bastante animada, aparentemente.

El murmullo que surgía entre ellos era un poco alentador.

Sin embargo, no podía dejar de lado aquella sensación de incertidumbre que me estaba escociendo.

Tener a mis amigos reunidos me hacía sentir bien, porque con ellos podía olvidarme por un momento de las tragedias y sin importar las ocurrencias, disfrutaba el ambiente tranquilo y no tomarme las cosas demasiado personal.

—¿Estás bien? —preguntó Howie.

No quise responder.

—¿O prefieres que me retire? —dijo en voz baja.

—No, no lo hagas —susurré—. Quédate, Howie, por favor.

Howie asintió.

—Será un gusto.

Guardé silencio.

No quería hablar ni expresar cómo me sentía, porque estaba seguro que nada de eso mejoraría mi estado de ánimo.

Howie se percató de mi reacción y sin importar la presencia de Cooper y Tori, alargó el brazo por encima del sofá y le sujetó mi mano.

Ese pequeño gesto me reconfortó.

Cooper advirtió lo que sucedía, así que tosió de manera intencional.

—¿Por qué tan callados? Esto no es un funeral —comentó con burla—. Bueno, no por ahora.

—¡Cooper! —exclamó Tori, horrorizada, mientras se giraba bruscamente y le daba un golpe sonoro en el brazo—. No seas grosero, ¿quieres?

Ella sacudió la cabeza, como si deseara borrar ese espantoso pensamiento. 

De hecho, hasta yo lo hice.

—Ay, lo siento —contestó Cooper, haciendo un gesto fingido de dolor.

Eran normal que Cooper sonara aburrido y sarcástico, o que hiciera comentarios hirientes sin sentir ninguna chispa de arrepentimiento, ese era un claro ejemplo de su sutil comportamiento en instantes críticos.

A veces daba pequeñas muestras de gratitud y humildad; era cuestión de humanidad y sentido común, según lo he notado.

Y las muestras más constantes eran de odio y resentimiento, normalmente hacia sí mismo o personas con las que no se llevaba bien.

Sentí lástima por Howie, pues no quise que se llevara una mal impresión de mis amigos.
Pero eso… era de otro nivel.

Por un momento, como otras veces, quise estrangularlo.

Quizá eso bastaría para liberar la frustración que me amargaba.

En lugar de eso, me aclaré la garganta y comenté:

—Gracias, gracias por estar aquí —las paredes internas por donde mi voz era emitido, me quemaba un poco y los ojos me empezaron a arder—. Sé que nada de esto estaba planeado, aun así, agradezco que me acompañen.

—¿Cómo no íbamos a hacerlo? Eres muy importante para nosotros, Klehr —dijo Tori. Mantenía apretados los labios, haciendo un esfuerzo en no llorar—. Estamos contigo, pase lo que pase.

—Es cierto —agregó Cooper, cambiando completamente su semblante. Se veía más serio, algo que a veces me gustaba de él. Se removió de su lugar antes de decir—: Estuve presente anoche y no me imagino lo ocurrido si no hubiese estado. Por esa razón, aquí, frente a todos, te pido disculpas.

Me percaté la mirada confusa de Howie, aunque permanecía silencioso y atento.

Tori, por otra parte, estaba llorando en silencio.

—Tal vez no he sido bueno, pero lo compensaré en lo que sea —repuso Cooper—. Cada día que pase, valoraré más tu compañía.

—Gracias —le dije.

—Mamá y papá se preocupan por ti —manifestó Tori—. Todos lo hacemos, en realidad —reiteró, sorbiendo la nariz.

Tuve que tragarme la amargura que estaba emergiendo de mi ser.

El impacto que estaba causando el malestar me tenía impresionado.

—No te preocupes, todo saldrá bien —murmuró Howie, sin quitar su mano de la mía, realizando movimientos sutiles.

Asentí con la cabeza.

Muy lentamente levanté la mirada y me encontré con los ojos de Howie; mientras este me sonreía de una manera suave y segura, transmitiendo a su vez la tranquilidad que tanto necesitaba.

Nos quedamos en silencio, mirándonos mutuamente.

Era extraño sentirme perdido, en ese instante no sabía si todavía encajaba en el mundo o había perdido algo de mi esencia cuando estaba al borde de la muerte. 

Sólo sabía que ya no era el mismo.

Había cambiado.

De cualquier forma, ahora veía todo de una manera diferente.

—¿Cómo supiste que me encontraba mal? —le pregunté.

Howie hizo una mueca, deslizando su mirada hacia Cooper.

—Pues…

Cooper nos sostuvo la mirada durante varios segundos.

—Por una vez en tu vida deberías agradecer que me sé tu contraseña del celular —aclaró con una sonrisa—. ¿O no lo crees, Howie?

Él sabiamente decidió permanecer callado.

—No estoy entendiendo nada —intervino Tori, eliminando los últimos rastros de las lágrimas en sus ojos—. ¿Alguien sería tan amable de explicarme? ¿Esto es bueno o malo?

—Yo me hago la misma pregunta —dijo Howie.

—Bueno para ti, Howie, malo para Klehr —contestó Cooper.

Puse los ojos en blanco.

—¿Y bien? ¿Hay otra cosa que deba saber? —repliqué.

—Sí que lo hay. He reservado lo mejor para ti.

¿Cuándo iba a tener un día tranquilo?

¡La vida era muy injusta!

—¿De qué se trata?

—Solo levanta el culo y date prisa.

—¿Para qué?

—Tu cita con el doctor —contestó Cooper con calma—. Howie aceptó llevarte personalmente.

Aquella dulzura en su mirada me generó nerviosismo.

Me puse de pie, pero no avancé ni un centímetro. Necesitaba sostenerme de lago o me caería, porque a duras penas recuperaba el aire que me faltaba.

Todo mi cuerpo tensado comenzaba a traspirar.

El impulso inquieto me recorría la espalda y me susurraba cosas al oído.

—¿Y si nos acompañan? —sugerí.

Tori abrió la boca, aunque no formuló ninguna respuesta.

—Estarás en buenas manos —dijo Cooper sin dejar de sonreír—. ¿O me equivoco, Howie?

—Será mejor irnos —contestó Howie de pronto, mientras se levantaba.

Avanzó hacia la puerta, giró el pomo y salió, sin mediar otra palabra.

No supe si él se sentía inquieto por el asunto, porque no esperó que yo hiciera lo mismo.

Tori y Cooper tampoco dijeron algo al respecto, simplemente observaron la escena en silencio.

—Bien… nos vemos luego —dije.

Me despedí de Tori, intercambiando un abrazo.

—Estaré al pendiente de ti —susurró.

Ella me dio un beso en la mejilla, luego nos separamos.

—Aquí te espero —afirmó Cooper, estrechando mi mano.

—Por supuesto. Estaré de vuelta cuando menos te lo esperes —dije.

—De eso estoy seguro —concluyó Cooper, sonriendo con picardía.

En sus ojos había algo, un destello fulminante… de una sospecha que no podía evadir.

Aun así, sabía que Cooper era hombre muerto.

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