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18

—¿Cómo te llamas realmente?

—Klehr Budowski.

—¡Ah! Pero que bello, me gusta.

Contuve una risita al escuchar su comentario.

—Supongo que no debo hacerte la misma pregunta, Howie Atkinson —repuse, ensanchando más la sonrisa en mi rostro—. ¿Dónde dijiste que vivías? —quise saber de repente.

—Ould Street. ¿Has pasado allí alguna vez?

Negué con la cabeza varias veces.

—En realidad, casi no salgo de casa —contesté.

—¿Por qué?

Me encogí de hombros, diciendo:

—La gente suele aburrirme bastante. No tengo muchas actividades por hacer, excepto… ya sabes, el trabajo.

—Ah, entiendo, entiendo —contestó Howie—. Dime, Klehr Budowski, ¿cómo es… que iniciaste en eso?

Vaya, era una de las preguntas más atrevidas que alguien me hubiera hecho antes.

No supe si fue intencional, aun así, no me sentí molesto, al contrario, me gustaba el hecho de que él se sintiera seguro de sí mismo.

Algo que no podía decir de mí.

No quise hacer evidente mi nerviosismo, así que forcé una sonrisa.

—Eso es algo que no tengo planeado contar, por ahora —murmuré.

Estaba mintiendo, pero en parte tenía algo de verdad.

—Comprendo, te pido disculpas por eso, no quería entrometerme en algo que no era de mi incumbencia.

Chasqueé la lengua, motivado por la diversión.

—No pasa nada, además, mi pasado es algo irrelevante.

Howie no quiso opinar al respecto.

El camino pavimentado facilitaba el trabajo para avanzar.

Me gustaba el suave murmullo propio de la zona, pues era como una canción relajante para mis oídos.

Incluso podía destacar el fresco aroma del parque que aún se filtraba en mis sentidos.

Doblamos hacia la izquierda y cruzamos por debajo de un gran árbol. Nada se interponía entre él y yo, excepto el nerviosismo y la incertidumbre.

—¿A qué te dedicas? —pregunté, luego de una pausa muy incómoda que hubo entre nosotros.

—Tengo mi propia oficina jurídica, ubicada en Long Carthson.

—Vaya, sí está un poco lejos —comenté—. El auto rojo, ¿es tuyo?

—De mi madre, en realidad —explicó Howie, como si la pregunta era algo que esperaba que ser respondida antes—. Ella decidió dejar de conducir hace mucho, prefirió que yo me hiciera cargo de los viajes y entonces me cedió todos los papeles.

—Suena bastante bien.

—Aunque, honestamente, es algo tedioso tener auto. Implica muchos gastos, no solo en trámites que se tienen que renovar cada cierto tiempo, sino en mantenimiento y reparaciones nada baratos.

—Sí, es cierto.

Seguimos avanzando si detenernos, la conversación era amena y me agradaba no tener que hablar mucho, sentía que no tenía algo interesante que decir.

Mi vida se trataba más de cosas malas que buenas.

Y poco a poco he aprendido a lidiar con ello.

—Cuéntame algo sobre ti —propuso Howie—. Algo que sea relativamente positivo en tu vida.

Me atraganté al escuchar sus palabras.

Hice mi mayor esfuerzo, buscando un recuerdo bueno, de los pocos que he tenido a lo largo de mi existencia.

—Me mudé a Chestown hace casi diez años. No conocía casi nada, desde luego, pero fue gracias a Cooper y Tori, quienes me ayudaron a que ese inicio no fuese la peor desgracias que me haya pasado.

—¿En serio? ¿Por qué?

—Mi familia… ninguno de ellos conocía con exactitud  la clara definición de felicidad, comprensión y apoyo. Me alejé, por mi propio bienestar, aunque eso no les pareció bien a mis padres —murmuré—. Dijeron que fue un acto de rebeldía, pero viéndolo ahora, sé que fue de valentía.

Howie asintió en silencio, dejando que me adecuara al ambiente que se estaba creando a nuestro alrededor.

—Cuando la vida no nos trata bien y decidimos hacer lo correcto, siempre suele afectar a los que nos quieren ver destruidos. Yo, por ejemplo, decidí ir a estudiar a lugares, para no sentirme presionado por mis padres. Regresé porque me sentía en deuda con Chestown y porque me sentía preparado para tener mi propio negocio.

—¿Cuántos años tienes?

—Treinta y uno.

—Oh, eso es excelente.

—Hay épocas que son muy complicadas, lo importante es no estar solo.

—Pero, tus padres, ¿no estaban contigo?

Howie negó con la cabeza, sin darle mucho interés.

—Compartimos algo, ¿sabes? —comentó, más alegre—. Ambos no tuvimos la oportunidad de formar parte de una familia completa y estable. ¿Y lo mejor? Debemos celebrar que eso ahora ya no nos importa.

—Claro, eso sería estupendo. ¿Adónde podemos ir?

—Al Oasis —concluyó Howie y sus ojos brillaron de emoción.

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