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Detención 6

Seokjin había cerrado sus ojos y sintió tranquilidad a su alrededor cuando su madre comenzó a acariciar su cabello desde hace diez minutos, cuándo le pidió que necesitaba un poco de su cariño. Seokjin se había recostado, manteniendo la cabeza en su regazo mientras ella le entregaba cariño y amor.

Seokjin no se sentía devastado por lo que estuvo a punto de suceder con Kyung. Se había asustado, si y había temido que lo peor sucediera por su debilidad de no poder alejarlo, pero gracias a Namjoon nada ocurrió y eso evitó que una desgracia lo marcara.

Su devastación ocurría debido al chico que le salvo la vida. Ahora tenía en claro que le gustaba, todo en él le encantaba, tanto para desear salir con él, pero tenía un miedo profundo invadiendolo. Uno que lo traumatizo desde que era tan sólo un niño.

Desde que él recuerda, su madre siempre tuvo una sonrisa para él, lo cuidaba, amaba y hacía todo para que siempre estuviera bien. Pero nunca pudo notar que detrás de esa mirada y sonrisa maternal, la máscara desaparecía y mostraba a una mujer llena de dolor y sufrimiento debido a su marido.

Él sabe (debido a que ella le contó) que su sufrimiento comenzó cuando Seokjin tenía sólo cinco años, antes de eso todo marchaba muy bien, pero cinco años después de su nacimiento, comenzó el tormento para la señora.

Su esposo comenzó a maltratarla. Primero fueron sólo gritos o insultos, pero eso sólo fue el inicio para pasar a las cachetadas o jalones de pelo, seguido de ser golpeada con el cuero del cinturón de forma violenta. Ella no entendía que estaba pasando con él, estaba destrozada, porque aún lo seguía amando aunque supiera que estaba mal por todo el daño que ya le había hecho.

Todo ese tormento siguió ocurriendo durante dos años. Muchos se preguntarán "¿Por qué no lo dejó desde el comienzo?" "¿Qué sucede con ella que no hizo nada?", ella estaba asustada, su esposo ya la había amenazado incluso de muerte a ella y a su hijo si se atrevía a decir algo a quien sea. O en otras ocasiones decía que a ella la mataría para después dejar a su hijo en un orfanato. La mujer no podía hacer nada si por sus acciones le pasaba algo a Seokjin, ella moriría si lo perdía.

Antes de que todo terminará, un día decidió seguir a su marido en un taxi cuando este se iba al trabajo por la mañana, ya que descubrió que el hombre tenía maquillaje en su camisa y un olor a perfume de mujer impregnado en ella. Ella ya tenía la sospecha de que esto estaba sucediendo desde hace tiempo, pero nesitaba verlo con sus propios ojos para confirmarlo.

Cuándo lo vio, lloró y lloró, importándole poco que el taxista estuviera allí. Era tan doloroso ver a esa mujer siendo tratada cómo en un principio ella lo había sido. Cuándo regresó, con los ojos inundados de lágrimas y soltando jadeos lastimeros, Seokjin, que estaba sentado en el sofá principal viendo una caricatura, se asustó y corrió a ella tomando su mano.

—Mami ¿Qué te pasa? —Preguntó con su pequeña voz y la abrazó. Los ojitos de Seokjin picarón y tuvo que tallarlos con sus pequeños puños para no comenzar a llorar. La mujer se incó frente a él y besó su frente, dándole un sonrisa rota.

—Mi amor, no llores, no tienes porque hacerlo. Ven, vamos a preparar tu almuerzo para que vayamos a dormir un rato ¿te parece?.

—Pero mami está llorando, no pue-des hacer el almuerzo si lloras, mami.

—Mi bebé... —La mujer lo abrazó con amor y dolor, dejándose caer de rodillas y llevándose consigo al niño para sentarlo en su regazo. Seokjin se acurrucó en su pecho y su propio pechito dolió al ver a su madre tan destrozada ya que había comenzado a llorar fuerte otra vez.

Cuando la noche llegó, ella ya estaba tranquila. Había llevado a su niño a dormir pero el dolor en su cabeza le impedía conciliar el sueño para ir a hacer lo mismo. Así que decidió ir a la cocina para tomar una pastilla y ver si el dolor desaparecía, al menos iría a recostarse para ver si el sueño llegaba y la pastilla surgía efecto.

Lo que no esperaba era que su marido llegará antes de su hora y la viera en la cocina. Después de que el hombre se retiró el saco y lo botó sobre el sillón, se dirigió a la mesa y le exigió por la cena.

—Muévete que tengo mucha hambre —Fue lo primero que soltó de sus labios.

Ella no se movió. El crudo recuerdo de verlo a él con esa mujer tan sonriente y acaramelado la hizo enfuerecer de nuevo, seguía doliendo, pero ya había llorado suficiente por eso cómo para volverlo a hacer.

Cuándo el sujeto no escuchó movimiento alguno, se giró a verla con esa mirada fría y despreciable.

—¿Qué haces que no te mueves? ¿No me escuchaste?

—Hazlo tú, infeliz.

No supo de dónde sacó la valentía para decir aquello, pero se arrepintió al instante al ver que el hombre se levantó sin poder creer lo que había escuchado y con la sangre hirviendo se acercó a ella.

—¿Qué fue lo que dijiste pedazo de inservible? Repítelo en voz alta perra mal nacida —Apretó su cuello y la acorraló. Sus ojos se abrieron con pánico cuando la falta de aire no llegaba a sus pulmones— ¿Muy valiente, no? ¡Quiero escucharlo de nuevo para ver si así te atreves a hacerlo teniéndome en frente! —Su mano se apretó más fuerte y ella comenzó a golpear sus manos y patalear para que la soltara. Estaba aterrada.

A los pocos segundos el hombre la soltó, dejandola caer de rodillas. Ella dio fuertes bocanadas de aire y tosió repetidas veces. Sus mejillas estaban húmedas de las lágrimas que no pudo controlar. El hombre se rió y la miró desde arriba.

—¿Cómo te atreves a hablarme de ese modo jodida perra? ¿Crees que esto lo pasaré por alto? ¿¡eh!? —Se giró, dándole la espalda, escuchándola suplicar y no pudo evitar soltar una carcajada—. ¿Por qué mejor no te guardas tus suplicas para cuándo te este reventando la cara a golpes hasta que se te deforme más de lo que ya esta?

Y en el momento en el que se giró para darle un fuerte golpe en la boca con su puño, el hombre volcó la cabeza en la dirección del niño que gritó por su madre.

—¡Mamá! —Seokjin corrió a ella y se arrodillo a su lado, tratando de tomar su rostro con sus pequeñas manos. Sus ojos no tardarón en llenarse de lágrimas para así mojar sus mejillas regordetas— ¡Pa-Papá! ¿¡qué le hiciste!?

—¿Qué haces levantado Seokjin? Lárgate a tu cuarto sino te irá peor que a tu madre.

—¡No! —La mujer gritó y abrazó a su hijo— ¡A él no lo tocas mal nacido!

Al escucharla, la tomó de su cabello y la jaló con fuerza, importándole poco que su hijo estuviera allí. Seokjin chilló y trató de separarlo.

—¡Déjala papá, de-déjala! —Lloró con fuerza e hizo todo lo posible por alejarlo, pero claramente sería imposible.

Seokjin depronto cayó al suelo por la cachetada que su padre le había dado y lloró aún más, completamente asustado.

—¡No! —Ella gritó y forcejeó contra él, sin importar su dolor punzante en su rostro, tenía que sacar a su hijo de allí. Esto sería lo último que ella le permitiría hacer, a su hijo no, él no.

Hizo todo lo posible por alejarlo. Lo araño, golpeó el pecho y hasta que dió una fuerte patada en su estómago, pudo librarse. Rápidamente se puso de pie y cargó al niño en sus brazos para salir corriendo de ese infierno. Corrió sin rumbo fijo, tenía que salir de ese vecindario, no podía detenerse con ningún vecino en ese momento para pedir ayuda, él la volvería a atrapar si hacía eso.

Llegando a la carretera, donde los centros comerciales comenzaban a aparecer, entró a una cafetería, recibiendo miradas sorpendidas por todos los presentes. Estaba tan mal físicamente que incluso la cajera y un hombre que estaba como cliente fueron a ella.

—T-Tienen que ayudarme, por-por favor, se los pido —Lloró y tembló. Una mujer se levantó de su mesa al notar que el niño que llevaba en brazos también estaba llorando.

—Esta bien, señora, llamaremos a una ambulancia para que venga por ustedes —Dijo el hombre sacando su celular y marcó.

—Tranquila, por favor —La cajera la tomó del brazo y la sentó en una silla junto con el niño en brazos que se aferraba a ella— ¿Cómo se llama?

—Su-Sunhe —Murmuró con los labios temblando— ti-tienen que ayudarnos, po-por favor. No de-dejen que nos atrape ese ho-hombre, se lo suplico...

—¿Qué hombre? ¿Él les hizo esto?

Ella asintió y meció a su niño, susurrandole que todo estaría bien mientras le acariciaba la espalda para que se tranquilizara.

—¿También golpeo al pequeño? —Preguntó la mujer que se había puesto de pie también. Sunhe la observó y asintió con dolor mientras le daba repetidos besos en la mejilla a su bebé ya que no dejaba de llorar— Necesitamos llamar a la policia también.

Sunhe lo demandó, pero nunca lo encontraron. Al parecer el sujeto había escapado después de no encontrarlos a ellos, suponiendo que probablemente Sunhe lo denunciaria y atraparian si no escapaba.

Sunhe pudo superar esa estapa asistiendo a terapias junto con su niño y poco a poco trataron de dejarlo en el olvido. O al menos eso intentaba Seokjin ya que a causa de eso, su temor por enamorarse de alguien y llegar a emparejarse, terminará en eso que su madre sufrió.

—Nunca pensé que Kyung fuera así, de verdad que lo creía diferente. Es un infeliz —Comentó ella sin dejar de acariciar el cabello de su hijo. Seokjin salió de sus pensamientos al escucharla.

—Ya no me importa ese idiota. Al menos lo expulsaron para ya no tener que volver a verle la cara otra vez.

—Mi niño... —Sunhe se inclinó un poco y besó su cabeza— ¿Estás seguro de que estas bien?

—Namjoon fue el que me salvó —Soltó derepente. Sunhe frunció el ceño.

—¿Namjoon?

—Un chico... —Seokjin pensó por un momento en si sería lo correcto confesarle a su madre lo que sentía por él para que pudiera ayudarlo con esa inseguridd que cargaba.

—¿Qué tiene ese chico?

—Él alejó a Kyung de mi cuando estaba intentando tocarme de más

—Oh...

—Y...

—¿Y? —Lo tomó de la barbilla e hizo que girara su rostro hacia ella para que hablara bien de una vez. Seokjin desvío su mirada a sus manos sobre su pecho y se mantuvo callado—. Seokjin, puedes contarme lo que sea, yo siempre te escucharé y apoyaré, mi amor.

Él la miró devuelta y soltó el aire que no sabía que estaba conteniendo ¿Por qué era tan difícil hablarlo?. Después de unos cuantos segundos, por fin se decidió a hablar.

—Creo que... Creo que él me gusta...

—¿Tanto drama para eso? —Sonrió con ternura.

—No es ningún drama, mamá —Se incorporó y acomodó a su lado— tú no entiendes. Estoy seguro de que él me gusta, tanto que aceptaría salir con él para conocerlo y ser novios, pero... tengo miedo, por todo lo que tuviste que pasar al enamorarte de... Él.

—Cariño —lo abrazo rodeando sus hombros con su brazo y lo atrajo hacia si misma— Deja de mortificarte por eso, ya pasó y no volverá a ocurrir.

—¿Y si sí?

—Claro que no, deja el pasado atrás, cariño. No puedes detenerte en tus relaciones amorosas por eso, no porque haya pasado en mi tiene que ocurrir en ti. Y si eso llegará a suceder, no estarás sólo, yo estaré contigo y a la primera alerta, lo mandas a volar.

—Mamá, por esa razón no quiero enamorarme de él, ¿y si termina sucediendo? No podría soportar que el amor de mi vida me lastime de esa manera.

Sunhe giró su cuerpo en dirección a su hijo para poder mirarlo a los ojos y  tomó sus hombros para que le pusiera atención a sus palabras.

—Seokjin, escucha bien lo que te diré. Entiendo tu temor, sé por lo que pasamos y que no es fácil olvidarlo, pero no podemos aferrarnos a eso para toda la vida si eso nos hace infelices ¿entiendes? —su mano izquierda descendió a la mejilla de su hijo y lo acarició— Debemos salir adelante cómo la doctora lo mencionó ¿recuerdas? No podemos ni debemos impedir que la comodidad y felicidad se aleje de nosotros por algo que alguien más nos provocó. Si la vida te puso a este chico en tu camino y has visto que él es adecuado y bueno para ti, significa que tu vida necesita que aceptes esa felicidad que te quiere regalar porque piensa que tu rostro y corazón necesita estar lleno de luz, Jin.

El corazón de Seokjin se achicó y se lanzó a los brazos de su madre, llorando silenciosamente. En verdad sus palabras habían tocado su corazón.

—Te amo mamá, gracias —cerró sus ojos y dejo que la calidez de su madre lo cobijara— Yo también quiero que tú seas feliz.

—Seré feliz cuando te des la oportunidad de serlo tú también —acarició su espalda— y yo también te amo, mi niño.

—Ya no soy un niño, mamá —Se quejó con una sonrisa.

—Para mi siempre lo serás —
Ambos rieron y se mantuvieron unos minutos en esa posición—. Espero conocer a Namjoon algún día —Sunhe comentó con una sonrisa cuando se alejaron.

—Algún día... —Susurró sonriendo con un poco de timidez.

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