Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Seis

Narrador Omnisciente 

Era el primer día de clases para los alumnos de la preparatoria Taejon, marzo había llegado, y con él, la primavera y las llamativas hojas de los árboles de cerezo.

Faltaban cincuenta minutos para la hora de entrada y un joven pelinegro apenas abría sus ojos, la institución quedaba a unos diez minutos en auto y Kim Mingyu, mejor amigo de Jungkook, acaba de conseguir su tarjeta de conductor, por lo que este último aprovechó hasta el último segundo que se ahorraría al no tener que caminar.

Sin embargo, recordó un detalle de suma importancia, por lo menos de importancia para él.

Era el primer día de clases de la pequeña Baehye como estudiante de preparatoria.

Sin poder ocultar su emoción, se levantó de la cama y corrió hasta el baño para poder alistarse. Miles de preguntas invadían su mente, ¿cómo se vería la pequeña Kim con el uniforme escolar? ¿seguiría peinándose con coletas o sujetaría su cabello en una trenza?

Se había acostumbrado a observarla durante sus años de secundaria, siendo un año mayor que ella, pudo disfrutar de su compañía a lo largo de dos años. Exceptuando el anterior, cuando Mingyu y él entraron a preparatoria, mientras que Baehye permanecía en su último año de secundaria.

Sonrió a no más poder. Al ser vecinos y hermana de su mejor amigo, siempre tenía oportunidad para verla día a día, sin embargo, extrañaba molestarla durante los recesos y robar un poco del almuerzo que la señora Kim le empacaba.

— Parece que la pequeña Baehye finalmente está creciendo... — Pronunció para sí mismo en el interior de su habitación.

Como de costumbre, ninguno de sus padres se encontraba en casa, aun cuando el reloj apenas rozaba el número siete. El proceso de divorcio había sido un martirio para todos, sobre todo para Jungkook, aunque siempre intentase negarlo con la sonrisa que lo caracterizaba.

Después de diecisiete años de matrimonio, los señores Jeon habían decidido ponerle un fin a su relación. Ambos sabían que el amor se había acabado, lo único que los mantenía juntos era su hijo y confiaban en que era lo suficientemente mayor como para comprender la situación.

¿Y por qué negarlo? A Jungkook le daba igual, lo único que le importaba era cuál de sus padres obtendría su custodia, si querían compartirla o si siquiera habían pensado en ello.

Debido a los trabajos de ambos, en rara ocasión se encontraban en casa. El hogar Kim era su refugio habitual, disfrutaba el pasar el tiempo con ellos. 

Por supuesto, amaba a sus padres. Como todo ser humano, cometían errores y no eran perfectos, pero hacían lo posible para dar todo de sí y velar por el bienestar de su hijo.

Aún así, el concepto de amor que Jungkook conocía, perdía peso a medida que el tiempo avanzaba.

— Si me permiten escoger, preferiría permanecer con quien se quede con la casa. — Una vez más, habló hacia la soledad que lo acompañaba.

Sin más, cerró la puerta a sus espaldas y se encaminó hasta la casa de los Kim. Fue cuestión de segundos para que se encontrara siendo interrogado por la madre de sus amigos, a quien solía llamar de manera cariñosa.

— ¿Tomaste tus vitaminas? — Preguntó al señalarlo con una espátula.

— Lo hice, mamá Kim. 

— ¿Secaste detrás de tus orejas?

— Siempre lo hago. — Afirmó. — ¿Quién no lo haría?

— Mingyu. — Delató, haciendo que los dos rieran y el susodicho se sonrojara.

— ¡Sí lo hago! — Intentó defenderse. — Algunas veces lo olvido, pero lo hago.

La señora Kim seguía inspeccionando a su hijo ajeno de pies a cabeza, en la búsqueda de algún percance por el cual reprenderlo. Cuando estaba a punto de rendirse, Jeon fue delatado por su propio cuerpo.

— No desayunaste. — Afirmó.

— Pensaba hacerlo al llegar a la preparatoria. — Anunció, avergonzado porque su estómago había gruñido. 

— Come antes de que se haga tarde. — Colocó un sándwich de pavo y un jugo de naranja frente a él. — Tú también, Mingyu. No has comido por estar peinándote, ya te dije que te ves bien así.

El mayor de los hermanos Kim llevaba alrededor de diez minutos frente al espejo de la sala, intentando arreglar su cabello después de un corte. 

— Aún hay tiempo. — Sostuvo al tomar asiento al lado de su amigo. — Además, Baehye ni siquiera ha bajado. 

Su madre estuvo a punto de llamar a su nombre, cuando la antes mencionada apareció por la puerta de la cocina.

A diferencia de lo que Jungkook pensaba, el cabello de la menor no se encontraba recogido de ninguna manera. Al contrario, bailaba con elegancia sobre sus hombros, dejando ver el notorio corte que su madre le había realizado la noche anterior.

Ante los ojos del pelinegro, el uniforme se le ceñía al cuerpo a la perfección, resultaba el color de su iris y combinaba con el brillar de sus pupilas. Siempre había reconocido la belleza de la pequeña a la que solía molestar, pero nunca se había detenido a pensar en los estragos que causa en su corazón con el simple hecho de verla.

Sin poder evitarlo, un suspiro de asombro escapó de sus labios, al mismo tiempo que accidentalmente derramaba su jugo sobre los zapatos de su mejor amigo.

— ¡Jeon! — Se quejó. — Pedazo de... — Reprimió sus palabras al ver la mirada expectante de su madre. — Caramelo...

— Aún es temprano. — Pronunció la chica mientras tomaba asiento al lado de su hermano, quien ahora se encontraba limpiando su calzado con un trapo de toalla. — ¿Qué sucede? — Preguntó en dirección a su amigo, quien todavía mantenía su mirada fija en ella. — Mamá, Jungkook me está asustando, ¿le ocurre algo? ¿se siente enfermo?

— Creo que me gusta Baehye. — Susurró embobado para sí mismo, pero siendo escuchado por todos. — Empiezo a creer que siempre me ha gustado, pero hasta hoy fui consciente de ello.

En ese momento, Jungkook volvió a la realidad. Trago duro cuando notó la mirada de los presentes sobre él, acompañado de la sonrisa socarrona de la señora Kim y las expresiones de asombro de sus dos mejores amigos.

— Mamá, creo que sí está enfermo. — Pronunció Mingyu con preocupación. — Lo mejor será que se quede en casa a descansar.

— Sí, mamá. — Secundó Baehye con inquietud. — Tenemos que llevarlo al doctor, seguramente se golpeó la cabeza mientras dormía.

La mayor rio por las ocurrencias de sus hijos. No obstante, una sonrisa de plasmó en sus comisuras al saber que sus suposiciones habían sido correctas.

— Tienes mi permiso para invitarla a salir, Jeon. — Afirmó burlonamente, provocando el sonrojo de los dos involucrados. — Ahora solo te falta conseguir el ella. Suerte con ello.

Había pasado poco más de un año desde su primera e inesperada confesión, y aunque todos se lo tomaron como una broma, en el fondo de su corazón, sabía que estaba en lo cierto.

Le gustaba Baehye, pero tenía que encontrar la manera de que ella creyera en sus palabras.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro