Pasado, Presente y Conan
Iris
Al llegar a mi cuarto, me quite el descansa-brazos y lo tire al suelo, me saque las zapatillas, sólo me puse el pantalón del pijama y salte a la cama, los ojos me pesaban y el cuerpo me dolía, en todas las formas posibles, estaba jodidamente cansada.
Dormí a lo mucho dos o tres horas, pero de ahí a volver a caer en el sueño, ni lo más cercano. Me movía en la cama, la respiración se me hacia pesada, y lo que veía era a Mina cayendo al vacio una y otra vez, eran pequeñas pesadillas, hasta que apareció la que más me aterro.
-No se acerquen a mi familia, hijos de p*ta-grite produciendo un eco.
-¡Iris! Se fuerte- un hombre de negro mata a una rehén de un disparo.
-¡HERMANA!- un pequeño grita desgarradoramente.
Los gritos se hacían más y más fuertes, veía imágenes fugaces y horribles, cadáveres de una mujer y un hombre, mis manos ensangrentadas, la voz de... Edward.
No resistí más, me levante enseguida de la cama, más bien de la zona de desastre que había creado, me limpie el sudor de la cara y del cuerpo, llevándome la mano a mi cabellera color zanahoria, en un esfuerzo de no llorar.
-Tengo...tengo que salir... salir ahora-dije jadeante y ronca de enojo.
Y era cierto, no podía estar en ese lugar, no podía respirar, así que cambie la ropa, mis zapatillas favoritas, un jean negro y una chaqueta de cuero (1.cortesia del profesor Agasa, 2. ¿Qué? Verona necesita estilo), salí de la habitación corriendo mientras en la escalera me ponía la chaqueta.
Al escapar hacia la calle suspire aliviada, me puse la capucha y camine, mi mirada fija al suelo e intentando olvidar todo.
-¡Fíjate niña tonta!-había chocado con un joven, que estaba consumido en su móvil.
Apreté el puño con tanta fuerza que empezaba a lastimarme la mano, después solo suspire y seguí caminando, me sentía adormecida, no me importaba nada ni nadie, solo camine hacia adelante... sin rumbo fijo.
Llegue hasta el parque donde conocí a Ayumi y a los demás, iba a cruzar la calle hasta que un ruido me saco de la burbuja mental en la que estaba y reaccione, el auto había frenado antes de atropellarme, el aire me faltaba de nuevo y empecé a correr, no me detuve por nada ni nadie. Cuando vi un banco de madera, me tumbe pesadamente en ella, baje la cabeza y la levante mirando al cielo, como buscando algo en esa inmensidad.
-Me dijiste que fuera fuerte, pero no sé si pueda mas, te necesito-susurre con la mirada al cielo y una lagrima silenciosa cayendo en mi mejilla.
Me gire y vi a una pareja caminado cerca de mí, con un niño de la mano de su mamá y una niña dormida plácidamente en los hombros de su padre, me causo ternura, pero luego una puñalada amarga en el pecho, entonces recordé lo que me alegraba siempre cuando era "más pequeña"
Cuánto vacío hay en esta habitación
tanta pasión colgada en la pared
cuánta dulzura diluyéndose en el tiempo
tantos otoños contigo y sin ti
Millones de hojas
cayendo en tu cuerpo
otoños de llanto
goteando en tu piel
iluminada y eterna
enfurecida y tranquila
sobre una alfombra de hierba
ibas volando dormida.
Un imposible silencio
enmudeciendo mi vida
con una lágrima tuya
y una lágrima mía.
Iluminada y eterna...
Con una estrella fugaz
te confundí la otra noche
y te pedí tres deseos
mientras duraba tu luz
déjame llorar.
Sabía que la letra era triste, pero me levanto el ánimo, me quede mirando las estrellas hasta que me perdí en mis pensamientos, en los cuales estaba la opción de irme de la casa de Claudia y arreglármelas sola.
-Con que aquí estas- alguien posa su mano en mi hombro.
No lo pensé dos veces, tome su brazo y lo puse detrás de su espalda con toda la fuerza que tenia, hasta que un pequeño crujido se escucho, luego vi un flequillo inconfundible...
-¡AY! ¡Blassy lo siento, en serio! ¡PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN...!- lo solté de inmediato y la cara casi me explota de la vergüenza.
-Ok, solo... ¡Ay!, fue mi culpa, te asuste... ¡Auu!- me daba mucha risa ver como chillaba de dolor como niño pequeño.
-Si tienes razón, fue tu culpa-me cruce de brazos sonriéndole.
-Ahora entiendo como tienes la fuerza para resistir el balazo-se sentó en la banca y me miraba con un ojo cerrado.
-¿Porque me seguiste?, ¿o eres un acosador de menores disfrazado de Conan?- me miro con una cara de horror tan graciosa, que cambio por una media sonrisa.
-Solo quise ver si no sufrías otro accidente en menos de 24 horas- mira hacia el cielo al igual que yo-¿hay...algo que quieras decir?
-A ti, no Blassy- le digo en una fingida indiferencia-¿Y algo que me quieras decir a mi?
Me acerque a él, era algo muy parecido a lo de Tarzan y Jane.
-Te diré que quiero...que hables tu primero-los dos nos reímos al instante.
-Ok, ok ¡que terco!, soy Iris Atribuko, tengo...tenía 23 años, vivía en las cercanías de Osaka hasta los 16, cuando nos mudamos a Beika, y después bla bla bla bla... hasta que llegue a conversar sobre mi vida con un detective adolecente encogido.
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Conan
Vaya, que honestidad, se la tenía que retribuir, pero como, además... no estoy tan encogido.
-Cuando...cuando te encontré en ese callejón, me dijiste que tratabas de matar al hombre de negro de esa noche, porque.
-Wow, creí que...creí que lo había soñado, es verdad quería matarlo, había encontrado una de sus guaridas, solo tenía una pistola y mucha ira, entre como una ladrona disparando a todos los que estuvieran ahí, casi mataba a uno que tenía el pelo largo, algo rubio y la mirada fría...-
Lo recordé enseguida, era el mismo que me dio el veneno, respire un poco para no levantar incertidumbre en Iris.
-Pero antes de hacerlo, uno de ellos me golpeo en la cabeza, desperté amarrada una silla, y frente a mi hicieron algo que...no tengo la fuerza de decirlo-cierra el puño con mucha fuerza-me dejaron con un torpe que se durmió cinco minutos después de que lo dejaran a cargo de mí, me escape cuando él despertó y me vio desmayada, el único error de ellos fue no amarrarme los pies y dejar las armas a la vista.
-Entonces saliste como una agente como la de las películas- ladeo mi cabeza sonriendo.
-Sip, la diferencia es que yo no necesite un doble de acción, ni una cara bonita, porque lo ultimo ya lo tengo-tomo un mechón de cabello y lo lanzo al aire, que diva.
-Oye, no te pases de presumida... ya excediste los limites-le di un empujoncito, ella me lanza una mirada tierna.
-¿Me dejas terminar?, en fin antes salir, alguien me atrapa, me obliga a tomar una píldora, le di un codazo y salí corriendo como si el mismo diablo me perseguía, aunque no había tanta diferencia con esos hombres, pero la cabeza me empezó a doler, caí al suelo y sentí que el quemaba por dentro y... ¡taran! Me encogí, no perdí tiempo y seguí huyendo por los menos tres días...-
-¡Tres días!, ¿Qué comías?, ¿Dónde vivías? ¿Cómo...sobreviviste?-tenía más preguntas pero no quise hacerle más, porque seguro me quebraría el brazo.
-Agua y lo que encontraba-enumeraba con los dedos todo lo que decía- en la calle o en casa vacías, y sobreviví en parte por mi astucia-ensancha el pecho con orgullo-y... en parte por ti Conan.
Me quedo viendo un rato, luego miro a su alrededor, con una sonrisa picara, se paro del asiento y salió corriendo hacia lo profundo del parque.
-Oye espera, ¡Verona!-
No tenia de otra, la seguí hasta que llego a una fuente, en medio del parque, miraba el agua, entonces saco algo del bolsillo de su pantalón.
-¿De dónde sacaste esas monedas?-me acerque ella, mirando el dinero.
-Unas personas me vieron en el banco cantando, y me lanzaron unas monedas-lo ultimo lo dijo ahogada en risa-seguro me vieron cara de artista callejera (mis respetos a ellos).
Una carcajada se me salió, ahora pensar que me pueda decir alguna sensatez, sería una locura.
Toma-me da una moneda-pide un deseo, te servirá más a ti-se sienta al borde de la fuente mirándome.
-Porque no lanzas tu moneda y pides tu deseo- ella tenía su moneda en la mano-que la guardas de ahorro.
-No, Conan yo ya no creo en los deseo, hace mucho tiempo mis deseo no se cumplieron-se aleja de mi, dándome la espalda- pareceré una niña, pero no creo en nada como ellos, trato de creer en cosas concretas, como en las personas, un ejemplo, tu.
-A...a... ¡Achu!-estornude, solo había salido con las pantuflas y un chaleco ligero.
-Vamos a casa, no quiero que te enfermes y te cuide, ¡hermanito!-me toma la cabeza y me despeina.
-Pensé que ya olvidaste lo de "hermanito", además no necesito que me cuiden- me cruce de brazos y no la mire.
-Créeme Bobby, algún día te arrepentirás de lo que dices ahora-copia mi postura y su sonrisa se borra.
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En la mañana, estábamos Haibara, Verona y yo en la casa del profesor, para preparar una salida al bosque.
-Entonces será el fin de semana-tome una taza de chocolate caliente-y ¿en dónde va a ser?
-En unas montañas, cerca de aquí-dijo el profesor al lado de Ai- además, esta niña no se la puede pasar solo en Beika, en casa de Claudia ¿no Iris?
Pero no le contesto, estaba encorvada, con la una izquierda sosteniéndole la cara, y roncando.
-¡IRIS!-le grito moviéndola un poco.
-¡Conan FUE, YO FUI, FUE EL PEQUE...! ¿Ah? Perdón, que decían.
-A mi me da igual, ustedes vayan, yo prefiero quedare aquí-Haibara se levanta del sillón y se dirige al sótano.
-Vaya, la reina del entusiasmo, de verdad matas con tu indiferencia-Verona susurra, mientras bosteza.
Ai gira y lanza una mirada que dejaría petrificada hasta la misma Medusa, a lo que Verona le responde con una sonrisa de oreja a oreja, Haibara solo le da la espalda con una ademan, y como una preescolar, la pelirroja de saca la lengua.
-Bueno, escuche algo de el bosque, y en todo lo de la naturaleza, me postulo para ir...y si e apoyan, podemos cumplirle el deseo a Haibara, dejarla aquí con todas la puertas cerradas y a pan y agua, y para matarla sin la laptop.
Ella y el profesor comenzaron a reír, vaya, esta no se guarda nada, le tendré que enseñar a pensar para sí mismo.
-No puedo -dije sentándome al lado del profesor.
-¿Qué cosa?-Iris respondió riéndose.
-Entenderte bien, a veces eres blanco, a veces negro, no sé como comprenderte-
-Si es un problema para muchos, hasta para mí, porque como dice "necesito alguien que me entienda para que me explique", en tu caso, solo busca a otro intelectual presumido.
-Presumido, tu abuelo, sin agraviar profesor Agasa- Iris carcajea hasta caer al suelo, mientras que el profesor me miraba queriéndome decir "ya verás lo que te espera"
Me fui dejando a Iris en la casa del profesor, necesitaba dormir y yo pensar.
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