Deseos y consecuencias 2
Yamato caminaba a paso rápido por la avenida, la frente comenzaba a perlársele de sudor y su respiración agitada delataba que llevaba un buen tramo recorrido a ese ritmo. Entre sus brazos Yoshino intentaba quitarse del rostro la manta con la que su padre lo cubría, el niño parecía feliz de estar fuera de casa y se agitaba queriendo ver todo lo que le rodeaba.
—Te prometo que de regreso iremos más despacio y podrás mirar todo lo que quieras, pero por ahora... quédate así —decía Matt tapando de nuevo al bebé y escuchando sus protestas infantiles.
Ayer al regresar a casa encontró a Sora sola con Yoshino, un hecho de por si extraño, pues se lo había encargado a Tai y él no era de separarse del niño, a menos que fuera una emergencia. Preocupado se acercó a Sora para preguntarle por la obvia ausencia de su amigo, ella simplemente contestó sin retirar la vista de su hijo.
—Se ha ido.
Matt torció la boca, y con delicadeza le quitó el niño de los brazos, sabía que había mucho más de lo que ella le estaba diciendo pero no insistió, al menos no en ese momento porque un rato después cuando Yoshino se durmió, no tuvo reparo en demandar le contara con puntos y comas el motivo por el cual Taichi se marchó dejando al bebé con ella.
—Reclamas como si él fuera un padre irresponsable que dejo a su hijo al cuidado de una amistad y no al revés. —Sora se sentía ofendida, luego bajo la cabeza y... tuvo que admitir, muy a su pesar, que sin querer había sacado mucha de su frustración con Taichi quien en todo momento solo se comportó como un gran amigo tanto con Matt como para con ella.
Yamato apretó los labios evitando gritarle todas las cosas que se guardaba dentro, por el bien de Yoshino, de Sora y de él mismo por ahora debían mantener una situación estable.
Tai no regresó al día siguiente, por eso hoy era Yamato quien intentaba llegar lo más deprisa posible a la residencia Yagami.
Aunque... lo que realmente le preocupaba era que al llamar por teléfono para preguntar por Tai, Hikari quien contestó, no tuvo reparo en contarle de la llegada de Jordán hace tres días.
—Jordán estaba preocupado por mi hermano así que...
Matt no quería pensar que cada que parecía avanzar en su relación con Tai siempre se interponía algo que los hacía volver al principio. ¿Es que acaso no estaba en su destino ser feliz?
Subió las escaleras del edificio de dos en dos y sin detenerse a meditar en lo que le diría a Taichi, tocó el timbre.
El hombre de ojos verdes que abrió la puerta le sonrió con tristeza y sin decir absolutamente nada lo dejó pasar. Jordán no era un desalmado que cerraría la puerta, tampoco era un hombre ciego de celos que buscaría apartar a Taichi de la tentación. No, Jordán O'donell era un joven que comprendía la trágica eventualidad que llegó a la vida de Yamato, y por eso mismo también entendía que al final era Tai quien decidiría con quien deseaba estar.
Ambos se miraban, azul chocando contra verde en un silencio incómodo.
—¿Quién era, Jordán? —preguntó Tai saliendo de la cocina.
Matt se quedó sin habla, Taichi vestía únicamente un pantalón de lino holgado y una playera por demás ligera que le sentaba de maravilla. Esa que a Matt le fascinaba porque el cuello era lo suficientemente amplio para tirar de ella y dejar un beso en la piel de su hombro.
—¡Matt! —exclamó Tai sacándolo de su ensoñación.
Yoshino al reconocer su voz comenzó a removerse en los brazos de Matt hasta poder verlo y entonces sus manitas se extendieron deseando ser cargado por Tai, quien no tardo en tomarlo entre sus brazos.
—¡Hola! Hola, Yoshi... ¿Extrañaste a tío Tai? Claro que lo extrañaste, yo también te extrañe precioso —acoto con firmeza mientras lo apretaba en un abrazo. —¿Ya desayunaste? ¿Quieres un poco de papilla de fruta? ¡Oh! Para que pregunto, claro que quieres, porque seguro que tu padre solo te da verduras.
Para los presentes era obvio que Tai acababa de olvidarse del mundo, ahora solo existía esa pequeña criatura que él adoraba y que se desvivía por complacer.
—¿A qué has venido Ishida? —cuestionó Jordán con tono precavido, nada de amenazas o malas intenciones.
—Necesito hablar con Tai.
—Espero que no seas tan egoísta para pedirle que se quede más tiempo —acotó Jordán apretando las manos en puño. —Sabes que Yale es una universidad de alto rendimiento que no tolera ausencias injustificadas. Él no puede seguir postergando sus estudios o va a perder su lugar.
Yamato desvió la mirada, pues cada palabra salida de la boca del norteamericano era cierta y él lo sabía de sobra, sin embargo, no quería dejarlo marchar, no sin decirle, sin pedirle que lo esperara, que pronto sería libre... aunque en realidad, la paternidad ahora cortaba esa palabra.
—Nos vamos en dos semanas —afirmó Jordán.
—Tai no me ha dicho nada —alegó Matt realmente sorprendido por la noticia.
—Eso fue porque lo convencí ayer en la noche después de... bueno, de una discusión muy acalorada... ¿si puedes imaginarte a que me refiero, verdad? —pico con saña dejando en el aire la actividad que realizaron.
Yamato apretó las manos, por supuesto que cualquiera lo entendería viendo su lujuriosa y burlona cara, mentiría si dijera que en ese momento no quería estampar sus puños en su hediondo rostro. Deseaba que desapareciera de la faz de la tierra, que un enorme Digimon lo devorara. Tal vez no sería mala idea decirle a Garurumon que lo masticara.
—Sé que no puedo competir contra ti —continuó hablando, y Matt miró a Jordán asombrado por lo que acababa de decir. —Sé que si le pides quedarse él aceptará y yo tendré que volver solo... pero... Tai no se merece una vida a medias. Está haciendo a un lado su sueño, su vida... así que... te lo pido por favor... es más, te lo suplico, déjalo ir. El futuro de Tai está en la embajada, en el gabinete... no encerrado atendiendo un niño que en cualquier momento puede ser reclamado por su madre. Ella no se ara aun lado. Su madre debe amarlo, y eso solo significará una enorme herida para Tai cuando tenga que separarse de él.
Yamato entendió el punto, Sora no renunciaría a Yoshino y era un tormento hacer que Tai se encariñara más con el niño. Estaba hiriendo a Tai y aprovechándose de él en más de un sentido.
—Si no regresa a Yale...
—Yama... mira Yama... —dijo Tai apersonándose en la estancia y cortando aquello que Jordán fuera a decir. —Mira Yoshino ya hace globitos...
Jordán se mordió el labio para no soltarse a reír, Taichi era todo un amor estando junto al niño; Matt por su parte se acercó a Tai para mirar como Yoshino juntaba sus manitas y volvía a crear una burbujita de saliva entre sus labios. La pequeña pompa crecía y crecía hasta que Tai la tronaba con la punta de su dedo haciendo reír a Yoshino.
—Se ven muy bien juntos —murmuró el americano grabando en su memoria la imagen de la pareja perfecta. Con dolor salió discretamente del departamento para no interrumpir tan tierna escena. Jordán le daría su espacio a Matt esperando que llegado el momento Yamato comprendiera que su tiempo junto a Tai se había acabado y lo dejara marchar.
Había llegado a Japón con solo una idea y no pensaba marcharse sin Taichi. A pesar de todo Jordán lo único que deseaba era la felicidad de Tai aun si para eso debía convertirse en el remplazo, en el sustituto, en una burda imitación. Pero con la esperanza de que Tai entendiera que en realidad la única mentira era la que estaba viviendo en este momento junto a Ishida.
—Quiero mostrarte que la felicidad real no está sujeta a la desidia de una persona, sino al deseo mismo de conseguirla —dijo Jordán mirando la puerta cerrada a su espalda. No pensaba rendirse.
Continuará...
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