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Ahora que estamos juntos


Taichi despertó un poco apretado, pero a gusto. ¿Hacia cuanto que no dormía tan bien? ¿Hacia cuanto que no descansaba de forma tan agradable? Taichi pensó que la única forma de volver a sentir esa frescura al despertar seria volviendo a casa, pero ahora, estaba desmentido, porque ahí estaba, todo relajado y listo para empezar el día.

—Buenos días —murmuró Yamato contra el oído dejando que su aliento chocara de forma deliciosa contra la nuca,  provocándole a Tai una sonrisa resplandeciente.

—Buenos días —respondió Taichi girándose para toparse de frente con los ojos azules de su mejor amigo.

¿Era extraña su relación? ¿Todos los mejores amigos del mundo experimentarían esa satisfacción y felicidad al estar juntos? Porque sinceramente Tai nunca fue presa de una dicha y tranquilidad como la que lo embargaba estando junto a Yamato.

Mientras desayunaban acordaron que el plan a seguir sería, Taichi iría a la universidad para entregar algunos trabajos pendientes y de ahí a su trabajo de medio tiempo, mientras Matt buscaba algunas viviendas de bajo presupuesto que fueran adecuadas para ambos. Por la tarde ambos se reunirían en la cafetería en donde Tai trabajaba.

Yamato vio salir a Tai, el mundo, su mundo volvía a ser perfecto.

Durante la mañana visito varios sitios, algunos eran, aparte de pequeños en exceso caros, otros estaban demasiado lejos de la universidad y otros... otros no eran ni por asomo habitables.

A eso de las cinco de la tarde Matt llego al discreto café cerca del centro, bastante cansado y fastidiado. Miró el establecimiento encontrándolo acogedor.

Al entrar el bullicio de la gente le lleno los oídos y su vista fue bendecida al contemplar a un Taichi vestido con atuendo de camarero.

La verdad, en Japón el cliché de la Maid sirviendo a su amo nunca logró despertar el interés de Matt, pero... aplicado a Tai la situación era completamente distinta pues, quien se iba a imaginar que Taichi Yagami luciría tan bien en un traje de camarero.

De hecho, la indumentaria lo que buscaba enmarcar era la cintura, acentuada por el chaleco negro tipo corset y el pantalón ceñido del mismo color, mientras una camisa guinda destacaba el color cobre de sus ojos y cabello.

Y lo que en un principio Yamato pensó era una bonita indumentaria, pronto comprendió era solo una buena estrategia de venta, pues varias chicas entraban al establecimiento para hablar un rato con el guapo camarero.

Matt dio un resoplido antes de acomodarse en la barra en espera de que su amigo notara su presencia.

—¡Ey! Tai —llamaron desde la puerta.

Matt se giró para ver como Jordán y Katy entraban por la puerta con una sonrisa reluciente.

—¿Lo de siempre? —preguntó Tai alzando la voz desde la otra esquina del local.

Los hermanos O'Donell afirmaron mientras tomaban asiento.

Taichi terminó de tomar la orden de la mesa que atendía y a paso rápido entro a la cocina para salir unos minutos después con una enorme charola en las manos. Con una habilidad sorprendente dejo el pedido de sus clientes y luego con total naturalidad la de los gemelos, quienes no desperdiciaron la oportunidad para iniciar una breve charla.

Matt sabía que la vida de Tai en ese lugar debía incluir a personas, lugares y actividades a las cuales él debería ir integrándose para volver a ser parte de su vida; que no podía llegar a imponerse porque al marchase Taichi había decidido dejar atrás muchas cosas y comenzar otras nuevas, pero... que mal se sentía ver como Yagami parecía estar rodeado de personas que buscaban su atención, de personas que se interesaban en él y que para Taichi, Yamato ya no era el centro del mundo.

—Te con leche y un pan tostado con poca mermelada —dijo Tai dejando lo mencionado sobre la barra frente a Matt. —Mi turno para descansar es en quince minutos, espérame solo un ratito ¿sí?

Matt le sonrió afirmando con la cabeza. Aceptando que, si Tai tenía personas nuevas en su vida, él siempre tendría un lugar especial en su corazón y por ahora eso bastaba.

Después de un rato Yamato escuchó un —Estoy libre —al tiempo en que Tai dejaba el mandil a un lado, y Matt no pudo menos que apreciar como casi la mitad de los ocupantes de la cafetería elevaban la cabeza como caninos al acecho.

Yamato rodo los ojos, al comprobar que de hecho Taichi parecía ajeno a todo eso y con sonrisa vivaz se sentaba a su lado. Matt meneo la cabeza, Tai siempre sería Tai.

—y bien ¿Cómo te fue? —pregunto Yagami tomando la taza de la que Yamato había estado bebiendo para llevársela a los labios.

—Pues supongo que más o menos —respondió encogiéndose de hombros. —La verdad es que la mayoría de los lugares que he visitado tiene un precio estratosférico —comentó desilusionado.

—Bueno, supongo que no hay prisa por dejar el cuarto que actualmente rento.

—Tai... no podemos vivir así de apretados. Necesitamos un lugar adecuado, además el miércoles de la próxima semana comienza mi curso propedéutico y no pienso sufrir por el traslado y espacio para realizar mis trabajos.

Tai resopló cual niño pequeño. Él había sufrido de eso cuando llegó, la diferencia radicaba en que aprendió a conformarse y vivir así en cambio Matt...

—Si lo que están buscando es un lugar para quedarse, tengo libre las habitaciones de arriba del local —mencionó un hombre mayor mientras se dedicaba a recoger las tazas y platos de la barra y atendía alguno que otro pedido con tranquilidad.

Tai se puso de pie y frunciendo el ceño contestó —Sabe que no voy a aceptar vivir ahí sin pagar completo el...

—Eso era antes, ahora tienes a un amigo que puede ayudarte con la mitad de la renta.

Matt elevo una ceja, ¿de qué se estaba perdiendo?

El hombre pareció leerle el pensamiento apresurándose a contarle que le hizo el mismo ofrecimiento cuando Tai comenzó a trabajar para él, pero nunca había aceptado pues no deseaba aprovecharse de su bondad pagando menos de la renta real por el mini departamento.

Yamato estuvo de acuerdo con ello, sería un abuso aceptar aquel ofrecimiento, aunque... el hombre también tenía razón, ahora que Matt era su compañero de vivienda pues entre los dos podrían completar el precio sin problemas.

Aun con las protestas de Taichi, Yamato acepto el trato y esa misma noche ya trasladaban las pocas pertenencias de Tai y las maletas de Matt a su nuevo hogar.

—Y ya que vas a estar viviendo aquí... ¿no te apetecería trabajar para mí?

A Matt le pareció que era una buena forma de mantener vigilado a Tai y de cuidarlo, después de todo a eso había ido... bueno, a eso y a estudiar.

Lo que Yamato descubriría al día siguiente cuando se encontró al igual que Tai, vestido de camarero con la diferencia de que su camisa era de un tono gris perla que resaltaba el color de sus ojos, fue que ese hombre, que al principio le pareció tan amable era sin duda un gran inversionista, pues si bien su establecimiento servía alimentos deliciosos también sabía como atraer clientela.

—O si... la pareja perfecta —mencionó el hombre mientras los observaba de arriba abajo. —Sonrían coquetamente a nuestra clientela femenina y sean sutiles con los varones... intenten darles cuerda... si saben a lo que me refiero, pero recuerden que esto es solo un trabajo, nada de relacionarse con los comensales.

Matt dio un suspiro. En un buen lió se había ido ameter.

—No es tan malo como parece. Sólo se amable y sonríe como actor de revista —aconsejó Tai mientras se entretenía acomodándole el cuello de la camisa a Yamato. Luego soltó una risa divertida. —¡Oh! Lo olvidaba. Tú ya sonríes de esa forma.

Matt negó con la cabeza antes de alegar. —y que me dices de ti. Por si no lo has notado tienes varios admiradores.

—¿Celoso? —cuestionó colocando sus manos sobre los hombros de Matt y acercando su cuerpo descaradamente al de Yamato.

—Nunca. Después de todo... tienes marca de propiedad.

Tai abrió los ojos trastocado, ¿Qué había querido decir Matt con eso?

—Taichi abre la tienda, Yamato pon la cafetera y los servicios de la barra —grito el hombre y ambos se miraron divertidos.

—Puedes preguntarme lo que no sepas, solo por esta vez, soy yo quien te enseñará algo en la cocina Matty.

Yamato agradeció el ofrecimiento y también internamente, el hecho de que todo parecía estar yendo demasiado bien. Tal vez demasiado bien...

Continuará...

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