Detalles que enamoran 1/2
Yamato miró su reloj de pulsera eran cerca de las tres de la tarde y el seguía ahí, parado en una esquina esperando a que Taichi se dignara a aparecer. Habían quedado en verse apenas terminar la escuela después de una rápida visita a sus viviendas para cambiarse de ropa y dejar sus mochilas.
¿Cuánto podría tomarle a Tai ir y volver de su casa? Se preguntó Matt mirando su reloj nuevamente y golpeando acompasadamente, con la planta del pie, el piso impaciente.
Aunque... eso le daba un tiempo para pensar en el reclamo que le hizo su hermano.
Tk había llegado dos días atrás a su departamento con el ceño fruncido y reclamando saber que sucedía entre él y Taichi.
Yamato obviamente no entendió a que se refería y así se lo hizo saber.
Tk resopló un tanto indignado antes de desplomarse en el sofá, con aire cansado y un tanto decepcionado.
—¿Enserio no lo captas? —cuestionó el menor sin retirar sus ojos azul cobalto de los celeste del mayor.
Yamato negó, y después escuchó atentamente el razonamiento de su hermano sin hallar absolutamente nada coherente en sus argumentos. Porque según las elucubraciones de su pequeño hermano, él estaba manteniendo una relación amorosa con el mayor de los Yagami y eso ni en sus sueños lo había considerado.
Matt dio un suspiro derrotado antes de recordar, cómo sin importar cuanto dijera Tk se aferró a la idea de que sucedía algo entre Tai y Matt. Pero regresando al presente, Matt miraba por enésima vez el reloj.
—Haber, para que termines enamorado de alguien antes que nada tiene que agradarte físicamente —enumero Yamato en voz alta, cavilando detenidamente la posibilidad, pues Takeru jamás le increparía nada de lo que no estuviera casi cien por ciento seguro. Por eso... —Bueno... Taichi no es que digamos un adonis pero...
Y justo antes de concluir la frase escuchó la voz de Taichi gritando su nombre y un instante después tenía delante de sus cristalinos ojos azules la imagen más tierna del mundo. Taichi jadeaba intentando recuperar el aliento mientras se apoyaba con las manos sobre sus rodillas. Parte del cabello se pegaba a su rostro debido al sudor.
"Seguramente corrió desde su casa" pensó Yamato acariciando la cabeza castaña con ternura.
—Al fin llegas. Pensé que ya te habías olvidado de nuestra cita.
Taichi elevo la mirada, sus ojos se agrandaron mientras su rostro se pintaba de un furioso color carmín y sus manos se agitaban delante de él en forma negativa.
Yamato rio con ganas, adoraba esas expresiones espontáneas. —Sólo jugaba. Ahora ¿a dónde crees que deberíamos ir? después de todo es tu recompensa por la ayuda con mis deberes.
Tai encogió los hombros luego pareció repensarlo cuando su expresión cambió a una de enorme alegría.
—Vamos al parque de Odaiba. Hoy seguro que no hay tanta gente y abrieron una nueva atracción interactiva —exclamaba Tai con las manos haciendo aspavientos y luego una pose de tiro. —Además si tú pagas las entradas yo pago la comida. ¡Ah! Y quizás podamos pasar a ver la parte cristalina de los estanques para delfines. ¡Oh! Se me olvidaba... tu prefieres los pingüinos...
Yamato rio suavecito antes de interrumpir toda la perorata de su amigo. —En primer lugar a mí me gustan los LOBOS, y en segunda, para que quieres TU ver delfines... hasta donde recuerdo después del documental sobre "Delfines seres siniestros", tuviste hasta pesadillas.
—Bueno, si... —admitió Tai inflando los mofletes. —Pero todo trauma se quita enfrentándolo, además, si tu estas ahí y te cojo de la mano pues seguro que hasta lo disfruto.
Yamato asintió antes de comenzar a andar. Pensando que la primera cosa que hace a un hombre enamorarse es que lo hagan reír y en definitiva nadie podía hacerlo sonreír tan seguido como Taichi.
Mientras caminaban Yamato no podía parar de mirarlo, Taichi era un chico agradable a la vista, y su sonrisa y voz podían embelesar a cualquiera. Quizás no era el típico chico súper guapo frente al que todos caían rendidos, pero sin duda su amigo tenía su "no sé qué" que atraía miradas y lo hacia el blanco sentimental de muchas personas.
Y para qué negarlo, cuando llegaba a descubrir que alguna o alguno andaba tras los huesitos de su mejor amigo una parte de Matt se molestaba... ¿Por qué? Pues porque él o ella intentarían acaparar el tiempo de Taichi y si sumamos la escuela, los entrenamientos y Kari... pues él se quedaba con el saludo matutino de antes de clases y nada más.
—¿Podemos subir a ese? —preguntó Taichi mientras sujetaba del brazo a Yamato jalándolo en dirección a la atracción que había acaparado su atención.
¿Quieres una crepa? ¿Quieres pizza? ¿Quieres entrar a la casa del terror? ¿Quieres...? y los quieres se amontonaba sin que Matt realmente contestara siendo llevado de un extremo a otro del parque. En cada salida ese era el modus operandi, Tai preguntaba pero en realidad lo arrastraba a donde él deseaba ir. Yamato simplemente sonreía.
Habían montado a varias atracciones y ahora mientras regresaban en el autobús, Yamato notaba el leve temblor en el cuerpo de Tai, pues su amigo había insistido en subir a una atracción acuática y Matt, sabiamente, se negó hasta que al final Tai tuvo que subir solo.
—Te dije que era tarde para mojarse —reprochó Yamato sacándose la sudadera para dársela a su amigo.
Taichi estornudó y se colocó mejor la prenda. Matt lo miró interrogativo pues su rostro tenía una mueca de asombro.
—¡Oh! Matt, ¿desde cuándo tu espalda es tan ancha? —dijo elevando los brazos para que Yamato apreciara mejor lo grande que le quedaba la prenda.
Yamato desvió la vista un poco apenado.
—Hago bastante ejercicio, pero ni con eso logro... tú sabes... más músculo —se quejó Tai.
Yamato lo miró enternecido. —¿Séra por eso?
Tai no comprendió a que se refería.
Yamato dio un suspiró, —Tai... es una comparación estúpida, pero... ¿Cuándo has visto a un corredor con grandes músculos?
Tai lo medito. —Nunca
—Tampoco has visto a un levantador de pesas delgado ¿o sí?
Tai negó.
—Eso se debe al tipo de deporte —siguió con su explicación Matt —un corredor desarrolla músculos fuertes y flexibles, porque le permiten adquirir mayor velocidad, es decir nunca los veras con grandes músculos porque serian pesados y les restaría resistencia y velocidad. En cambio jamás veras a un levantador de pesas delgado porque sus músculos se engrosan para soportar más peso. Por lo tanto...
—Me equivoque de deporte... —sufrió Tai dejándose caer sobre el asiento del autobús.
Yamato rio suavecito. Tai era perfecto tal y como estaba, con esas piernas hermosamente torneadas y fuertes. Con su vientre plano y ese pecho que mantenía su forma rectangular propia de la infancia.
—Seguramente no tarda en que se te ensanchen los hombros. De hecho deberías estar feliz, porque con tu constitución seguro que se marcarán más porque tu cintura es estrecha. Aunque tus caderas...
—¡Yama! —gritó Taichi tapándole los ojos con sus manos avergonzado de escuchar como Matt parecía estar evaluando su cuerpo mientras sus ojos barrían cada parte del mismo.
Yamato respingo al sentir su vista obstruida. —Quita las manos de mi cara Yagami —solicito divertido.
—Sólo si prometes no volver a mirarme como lo estabas haciendo.
—¿Y cómo te miraba?
Taichi sintió la sangre subirle a la cabeza, no pensaba contestar a eso porque entonces tendría que decir... "como si fuera algo comestible" y no pensaba humillarse aún más.
Yamato no pudo evitar reír divertido por la vergüenza que sentía e imaginándose el rostro todo contrariado del Yagami sin saber cómo responderle.
—Lo prometo —canturreó Matt cruzando los dedos de su mano derecha por detrás de su espalda.
Tai bajo las manos y Matt aprovechó para escanearlo completo y grabarse la estampa. Luego devolvió la vista al frente.
Se sumieron en un silencio agradable, Matt podía sentir el calor que desprendía el cuerpo de Tai y el leve roce entre sus brazos. Y entonces...
Una cabeza castaña se acomodó contra su hombro mientras su dueño dejaba salir un suspiro satisfecho.
Matt sintió un leve hormigueo en el estómago, el aroma a chocolate que era la esencia misma de Taichi le embargo los sentidos, su cuerpo se ladeo levemente y sin pensarlo siquiera dejo que durmiera recargado sobre él.
Adorable. Simplemente Taichi era adorable.
Era una posición cómoda para ambos y le gustaba mucho tener a su mejor amigo así de cerca, compartir con él todo, el espacio personal, sus respiraciones, el calor de su cuerpo... quizás hasta su saliv...
Matt frenó sus pensamientos, mas no deshizo la posición. Después de todo nadie se enteraría. El autobús estaba casi vacío y a ellos les quedaba como mínimo tres paradas antes de bajar.
Disfrutaría de su cercanía, cuando bajaran se olvidaría incluso de que ahora rozaba sus labios con los de Taichi en un casto beso.
Continuara....
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