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Como hacer que él caiga rendido a tus pies


Sora meditó a conciencia si deseaba aplicar los consejos que una "Muy" reconocida psicóloga de parejas de Internet le estaba recomendando. Había recibido una invitación por parte de una amiga que aseguraba era excelente.

Y ahora, después de leer el artículo en donde según la Doctora debía seguir siete sencillos consejos para poder ganarse el corazón de cualquier hombre, o en el caso de ella mantenerlo, pues como que sentía que era demasiado simple.

—Bueno no pierdo nada con probar —se dijo ya decidida a poner en práctica los consejos al día siguiente.

La mañana era gloriosa, el sol brillaba y los pajaritos cantaban saltando de rama en rama. En una esquina, bien escondida una chica pelirroja sujetaba con fuerza entre sus manos una máscara de Halloween, mientras esperaba el momento adecuado para provocarle un susto a cierto rubio que sabía no tardaría en pasar por ahí.

—... y entonces simplemente comenzó a cantar.

Sora escuchó quejarse a Yamato, y se agazapó preparándose para cuando llegara a donde estaba escondida.

—Tuve que aclararle que no estábamos haciendo audiciones, que ni siquiera estábamos interesados en tener más miembros en la banda —el tono de Matt era de total cansancio. —Es el tercero de este mes... piensan que...

Sora escuchó todo con atención, calculando la distancia y cuando lo tuvo cerca saltó sobre él con la esperanza de provocarle un susto.

—¡Ahaaaa! Una botarga — grito Taichi cayendo hacia atrás sobre su trasero todo aterrado de que aquella monstruosidad pusiera sus manos sobre él. —No te me acerques.

Yamato vio todo el cuadro, y entonces movido por su instinto de protección golpeó con su mochila al adefesio que osó atacar a Tai, mientras se colocaba frente a él guareciéndolo con su cuerpo.

—Auch... —se quejó Sora al estrellarse contra el muro mientras apresuradamente se quitaba la máscara.

—¡Sora! —gritaron los dos muchachos al reconocerla.

—¿Pero en qué diablos estabas pensando? —reclamó Yamato.

Sora simplemente sintió las lágrimas asomarse de sus ojos al ver que Matt le había tendido su mano a Tai para ayudarlo a levantarse mientras a ella la miraba exigiéndole una explicación. Sora esperó y esperó... pero la mano, el gesto galante jamás llegó.

—Y bien... —presionó Matt y ella se sentía cada vez peor.

—Sólo fue una broma, nada más —cortó Taichi al ver como su amiga aguantaba por muy poco sus lágrimas, Matt se giró hacia Tai, odiaba que sacara la cara por ella, que la soliviantara como si fuera una niña pequeña, y se encontró con dos ojos color avellana que lo miraban con una advertencia implícita de que dejara por la paz el tema.

Matt desvió la mirada molesto, luego continúo su camino rumbo a la escuela sin mirar o esperar a cualquiera de sus dos amigos.

—Sora... —llamó Tai ofreciéndole la mano para que se levantara mientras le sonreía conciliadoramente.

Sora lo miró un tanto recelosa, se puso en pie y salió corriendo. No quería verlo, no a él.

Consejo 1: Busca una "pequeña" dosis de miedo. La respuesta del cuerpo ante esta emoción es la adrenalina: Sustancia química que secreta el cerebro para mantenernos alertas. En el caso de los hombres actúa como un estimulante de la atracción sexual, pues perciben a su pareja más hermosa.

Sora se limpió las lágrimas apretando las manos en puño, esa Doctora debió especificar qué clase de miedo, pues el que ella pensó provocarle a Matt era nada en comparación del que Yamato experimentó cuando Taichi le lanzo esa mirada de advertencia.

Con una mirada... con solo una mirada Taichi le había ganado.

Pero Sora pensaba meditar muy bien el siguiente consejo, para aplicarlo adecuadamente. No volvería a caer en un error tan obvio.

Consejo 2: Créetelo. Aunque creas que él es más guapo que tú, sí es posible que él se enamore de ti.

Sora sonrió, porque le estaban aconsejando mejorar su autoestima y eso era algo que haría no por Matt, sino por ella misma. Fea no era, tampoco se creía Miss Universo, pero sin duda tenía su encanto, por lo tanto comenzaría por actuar segura de sí misma.

Consejo 3: Escúchalo. Es clave importante para conquistar un hombre.

Ok.... El principal impedimento de ese consejo es que Yamato casi no hablaba... y pensó que si pasaba más tiempo con él quizás terminaría abriéndose a ella.

Con esa idea en mente se presentó al siguiente día en el salón de Yamato apenas terminar las clases. Matt la miró un poco desubicado por su comportamiento, pero no se negó ni opuso queja cuando ella lo siguió.

—¿Y a dónde vas? —preguntó Sora al ver como en lugar de salir de la escuela parecía ir adentrándose por los pasillos que daban a los almacenes.

—Pues veras... —comenzó a decir Yamato un poco indeciso de contarle.

—Yama... apúrate —gritó Tai asomando la cabeza de uno de los espacios.

Sora apretó las manos. ¿Qué iban a hacer esos dos ahí solos? Pero cualquier cosa que pensara se borró al ver a todos los integrantes de la banda de Matt con sus instrumentos.

—¿Aquí ensayan? —Se sorprendió Sora —pensé que lo hacían en el gimnasio.

—Y lo hacemos... —respondió el baterista con una sonrisa tonta. —Pero aquí se hace el armado de las canciones porque...

—Porque suenan horrible al principio —completo Tai y casi de inmediato Yamato le soltó un coscorrón por bocazas.

Sora se quedó a escuchar igual que Tai, la diferencia radicaba en que ella solo estaba ahí, torturando sus tímpanos mientras que Tai, ya acostumbrado llevaba su tarea para adelantarla y unos audífonos enormes que protegían perfectamente sus oídos de todo el barullo.

Pasaron dos horas y Sora estaba francamente aburrida, cada quien trabajaba en lo suyo y cada instrumento por separado en lugar de crear algo bello solo era ruido disonante parecido a cuando todos hablaban al mismo tiempo, se escucha el sonido, pero no se entiende absolutamente nada.

Cuando concluyeron el ensayo Taichi recogió sus cosas igual que todos los demás, casi había terminado la tarea.

Ya afuera y mientras marchaban de camino a sus respectivas casas, Tai no dejaba de tararear una canción que Sora no reconocía, pero que extrañamente hacia sonreír a Matt.

—Debo suponer que te ha gustado —al fin hablo Yamato sin poder contener más la curiosidad.

Taichi sonrió ampliamente y continúo canturreando. —Voy a soñar con ella esta noche —contestó feliz Yagami.

Sora no entendió de que hablaban hasta que cayó en cuenta de que los audífonos enormes que Taichi tenía puestos seguramente estaban conectados a la bocina de la guitarra de Yamato, por tanto, esas tres horas que Yamato estuvo tocando Taichi lo había escuchado.

Yamato había estado tocando para Taichi.

Sora apretó los labios, eso era una gran injusticia. Taichi debió de prestarle los audífonos para que ella pudiera escuchar por lo menos una vez la canción de Yamato.

Al llegar a casa Sora dio un suspiro, no estaba haciendo ningún avance y los consejos que al principio le parecieron tan simples ahora los creía imposibles de aplicar.

—Bien, el cuarto... —suspiró resignada a terminar lo que empezó.

Consejo 4: Salgan a correr. Un estudio revela que la alteración de la respiración y el latido cardiaco provocada por dos minutos de carrera (la adrenalina de nuevo) hace que un hombre vea más atractiva a una mujer.

Sora lo estuvo considerando toda la noche, ¿cómo hacer que Yamato corra? Era bien sabido por todos que Matt no hacía que digamos mucho ejercicio, aunque...

—Forzosamente tiene que hacer algo de acondicionamiento físico porque Taichi practica deporte y ambos tienen casi la misma musculatura.

Con un enorme pesar Sora se tragó su orgullo para marcar el número de Taichi y preguntar si sabía de algún deporte que practicara Yamato.

A las seis de la tarde de ese día Sora se encontraba retorciéndose las manos afuera de un club de box. ¿Qué hacía ahí?

Tai le había comentado que Yamato practicaba Box por lo menos 4 de los siete días de la semana. Aunque en realidad su comentario fue...

—"¿En verdad creías que sus puños de acero son mera herencia? —y rió —¡oye!... estas menospreciando mi resistencia como atleta"

Y tenía razón, si Yamato no practicara ninguna disciplina muy difícilmente podría llevarle el paso a un adicto al soccer como Taichi. Pero ahora lo difícil era saber a qué hora salía a correr Yamato, porque es bien sabido que los boxeadores corren.

Dieron las siete y Sora comenzaba a sentir el viento refrescar, en poco tiempo la temperatura bajaría y ella no podría permanecer ahí.

Media hora después ya resignada a dejar para otro día su propósito vio a Yamato salir del club, traía puesto un pants negro, una sudadera gris perla y una toalla sobre los hombros.

Sora sonrió, Yamato se veía tan diferente a su look siempre cool.

Matt observó su reloj de pulsera comprobando que estaba a tiempo y entonces comenzó a trotar.

Sora se apresuró a seguirlo sorprendiéndose de lo rápido que podía llegar a ser.

—No pensé que tuviera tan buena condición física... —se quejó la pelirroja tragando aire, solo había logrado seguirlo unas calles, las suficientes para alcanzar a ver como en la entrada del parque se topaba con Taichi y continuaban juntos su recorrido.

—Así que por eso Yamato miraba la hora —se dijo ella al encajar la acción. —Comprobaba que estaba a tiempo para alcanzar a Taichi.

Sora dio un suspiro, por ahora tendría que dejar ese consejo de lado, al menos hasta que lograra mejorar su condición física para poder seguirle el paso a Matt.

El jueves en la mañana, Sora se sentía cansada sin embargo, no estaba dispuesta a cejar en su intento, por lo tanto...

—Sora... —llamó Yamato tomando a la chica por el brazo —ten más cuidado por donde caminas.

Sora sonrió, sí que había visto el poste con el que supuestamente estuvo a punto de chocar, y por supuesto también noto que Matt caminaba de frente a ella y la vería... —sí, muchas gracias Matt, es solo que este libro me tenía completamente atrapada.

Yamato elevó una ceja al ver el tema del libro, algo sobre meretrices y directrices en un vórtice... ¡Dios! Pensó que solo Koushiro leía cosas así.

—No sabía que te gustara tanto las matemáticas.

—¡Oh! Sí, me encantan, las encuentro, intelectualmente hablando, estimulantes.

—Ya... —Yamato meneo la cabeza, él no leería algo así a menos que tuviera que ver con la escuela. —Pues que lo disfrutes... y cuídate —dijo en forma de despedida.

Sora asintió feliz. Se convertiría en un reto intelectual para Yamato.

Consejo 5: Sé un reto. Si representas un desafío mental llamarás su atención; en la medida que no sienta que tiene el control total te apreciará más como alguien que le ofrece un reto, y, peor si eres algo que él no puede tener, obtenerte se vuelve un desafío que lo motiva.

El viernes Sora quiso sorprender a Matt llevando un clásico de la literatura. Y el sábado...

El sábado por mera casualidad, porque era un día asignado para los clubs, escuchó discutir a Matt y Tai en una de las aulas vacias, algo que pensó estaba en el pasado porque ellos ahora arreglaban sus diferencias de manera más madura.

—¿Me estás diciendo que no comprendo tu intrínseco razonamiento Yagami? —preguntó Yamato medio en serio medio en broma. Su tono quiso ser de burla, sin embargo, sus ojos gritaban lo herido que se sentía al no saber cómo tomar las palabras de su amigo.

—Así es, aunque lo dudes Ishida, hay cosas de mí que no conoces y que no pienso compartir contigo.

Yamato frunció el ceño dolido. —¿Desde cuándo tenemos secretos el uno para el otro? —reto el vocalista ciertamente irritado.

—Desde que somos dos individuos con voluntades propias, que piensan y sienten por separado. Vamos Matt no es el fin del mundo, solo voy a... pues a irme dos semanas.

—El problema no es que te vas, el problema es que no quieres decirme ¿A dónde? o ¿por qué? —recalcó Yamato con reproche.

—Pues que mal por ti, porque no voy a cambiar de opinión. Lo siento —acotó Taichi cruzándose de brazos.

—Como quieras. Pero no te molestes después cuando sea yo quien te oculte cosas.

Taichi apretó los labios en un rictus serio mientras sus manos se convertían en puños. ¿Es que Yamato estaba amenazándolo?

—Te estas comportando como un niño —acusó Tai. —Este viaje no tiene nada que ver con...

—Cuando me voy de gira tampoco tiene nada que ver contigo, pero aun así, te digo a donde voy y cuánto tiempo.

—Te estoy diciendo que me voy dos semanas...

—¿A dónde?

Taichi desvió la mirada, ese silencio era su respuesta.

—Que te vaya bien —soltó Matt con un tono tan seco que Taichi sintió sus palabras como una bofetada que prácticamente le volteo el rostro.

Matt se alejó a paso rápido y Tai lo único que pudo decir antes de perderlo de vista fue.

—Lo siento. Pero no puedes atarme, ni controlarme, esto es algo que debo hacer por mí y para mí. Es personal, un reto que debo superar solo...

Sora no dijo nada, pero se quedó mirando como Taichi se limpiaba con fuerza las lágrimas que salían de sus ojos, ella no había considerado ese tipo de desenlace al tratar de poner en práctica el quinto consejo, la independencia de un individuo iba directamente en contraposición de compartir todo con tu pareja.

A Taichi sin duda debió dolerle las palabras y la actitud de Matt empero, ahí estaba, todo destrozado manteniéndose firme en su decisión. No se doblegaría y eso solo le demostraría a Yamato que si bien, lo quería y a juzgar por sus lágrimas, mucho, eso nunca sería un impedimento para que él creciera como ser humano y buscara sus propios ideales.

Sora torció la boca, tenía ganas de ir a consolar a Tai, pero entonces comprendió...

—Yamato deberá trabajar duro si quiere seguir siendo el centro de la vida de Taichi —murmuró ella al ver el ejemplo más fiel de convertirse en un reto, de ser un desafío, alguien que no está anclado a caprichos. —Quizás es hora de buscar mi propio desarrollo personal —se dijo Sora con amargura.

Ella dio media vuelta y se marchó dejando atrás la estampa lamentable que era Taichi Yagami con los ojos y las mejillas rojas como granadas que sorbía sus mocos mientras lloraba en silencio.

El lunes Sora llegó a clases notando de inmediato cierto aire lúgubre rondando el salón y no tuvo que pensar mucho para saber que se debía a la ausencia de la sonrisa de Taichi. De hecho el chico se mantenía con la cabeza gacha sobre su escritorio como si dormitara.

—Tai —llamó Sora un poco apenada por su estado.

—Buenos días Sora —saludó intentando sonreír.

—¿Te sientes mal? —preguntó, después de todo la conversación que presenció era privada y no quería que Tai supiera que la escuchó.

—No, es solo que no dormí mucho y estoy cansado...

Ella asintió y cuando el profesor entro al aula, se dispuso a ocupar su lugar.

Toda la semana fue igual, Taichi parecía muy deprimido, y casi ni hablaba, se la pasaba mirando hacia afuera con un aire reflexivo que Sora consideraba impropio del chico, pero que al mismo tiempo llamaba la atención por lo profundo de su mirada.

El viernes por la tarde la mayoría del alumnado apenas escuchar el timbre que daba por finalizadas las clases tomo sus cosas y salió a tropel. Taichi por el contrario ni se movió.

—Tai —dijo Sora parada junto a él.

—Sí, Sora —respondió sin retirar su mirada del punto fijo al frente en que la había clavado desde hacía rato.

—Yo... —comenzó tentativamente la chica, quería decirle que dejara de lastimarse de una buena vez y terminara por rendirse, que le confesar a Matt lo que quería saber y volviera a sonreír.

—Taichi, Sora —nombró Yamato desde la puerta.

Sora lo miró, Yamato también lucia triste. Y sus ojos azules le pedían, le suplicaban que lo dejara a solas con Tai.

Ella asintió, tomó sus cosas y salió del salón más no se fue, quería escuchar, ver como se arreglaría esa riña y quien de los dos sedería.

—¿No vas a decírmelo? —abrió la conversación Matt con tono cansino.

Tai únicamente meneo la cabeza en forma negativa.

Yamato dio un suspiro derrotado y se dejó caer sobre el pupitre contiguo. Ninguno se miraba solo estaban ahí, el silencio los envolvía.

—Debo irme —dijo Tai tomando sus cosas con calma.

Yamato observó cada movimiento como si fuera la primera vez que lo veía, sus ojos apagados completamente carentes de ese brillo que tanto amaba, sus movimientos lentos, faltos de su característica vivacidad. Matt resoplo vencido mientras tomaba la mano de su amigo y entrelazaba sus dedos con los del contrario atrayendo su atención.

Tai sintió y observó aquel gesto fascinado, sus mejillas tomaron un ligero tono carmín.

No hubo palabras, solo miradas y sus manos unidas que cambiaban de vez en vez de posición como si buscaran una mejor manera de acoplarse. Sus dedos se acariciaban casi besándose mientras sus palmas rozaban suavemente deseando tener más de ese delicioso tacto.

Sora se sonrojo completamente, ellos solo estaban ahí, tomados de la mano, sin ningún contacto de connotación romántica y sin embargo, ella sentía que se estaba inmiscuyendo en la intimidad de una pareja.

Y recordó el Consejo 6: Utiliza el sentido del tacto. Científicos de Harvard asegura que el contacto es el elemento que asegura exista una mayor satisfacción en la relación; permite que en la pareja se sienta cómoda a solas.

—Debo irme —volvió a repetir Taichi dando un firme apretón a la mano que lo sostenía y que tras sus palabras tembló ligeramente. —Volveré en dos semanas.

Yamato asintió

—Me traes un souvenir —respondió Matt y Taichi caminó hacia la salida soltando de a poco la mano del vocalista, sus dedos se sujetaban como si tuvieran vida propia y no quisieran soltarse.

 Al final se separaron.

Taichi salió corriendo sin mirar atrás, sabía que si volteaba se arrepentiría y Yamato se quedó estático en el salón consiente de que debía darle el espacio suficiente a Taichi para crecer y que él también debía hacerlo.

Sora suspiró, el amor era un sentimiento complicado, pero mantener una relación de pareja que fuera íntima y fuerte, al mismo tiempo que libre e independiente, lo era aún más.

Continuara...

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