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MingJun soltó el cinturón del asiento de seguridad de Junhi, para tomar a esta en brazos. La bebé estaba algo inquieta, pero el omega ya tenía práctica a la hora de sacar a su hija del auto.
Tomó el maletín que llevaba las cosas de la infante, y cerró las puertas del auto con seguro. Acomodó la ropa de su hija, y entró a esa cafetería en la que Seongmin lo esperaba.
Abrió la puerta del lugar, para ingresar, de forma rápida busco a su amigo con la mirada, y lo encontró sentado en una mesa ubicada en un rincón.
El omega Suh camino hacia ese lugar al ver la sonrisa de su amigo.
—¡Junnie!—exclamó Seongmin levantándose de donde estaba para correr y abrazar a su amigo—. Los extrañe tanto, odio la universidad me tiene super ocupado—dijo arrebatándole a Junhi de los brazos de MingJun, que no supo cómo reaccionar ante eso.
Su mejor amigo le había quitado a su hija sin más. Pero lo que hizo que el omega Suh se sintiese más indignado era que su propia hija se veía más feliz en los brazos del omega con aroma a caramelo.
—También te extrañe, Seongminnie—murmuró el omega mayor tomando asiento en una de las sillas, mientras veía a su amigo hacer lo mismo, sentando a la pequeña Yang en su regazo—. Traidora.
Seongmin no pudo evitar sonreír ante la exclamación de MingJun aunque se viese como un omega cruel por dentro era como un algodón de azúcar. ¡Un maldito algodón de azúcar que te podía sacar un diente si se lo proponía!
—¿Dónde está el mapache?—el Suh que veía la carta del menú miró a su amigo, que jugaba con la cachorrita que se aferraba a su peluche de Piu Piu.
—¡Es un zorro! Se encuentra en la universidad, está tomando clases extra, le dije que no se sobre-esfuerce pero no me hace caso, tonto alfa—Seongmin le hizo una señal a uno de los meseros que pronto se acercó a los omegas.
—Tenemos unos alfas medio idiotas—aseguró Seongmin a lo que MingJun estuvo de acuerdo.
El omega de cabellos bicolor, paso la punta de su lengua por su labio inferior, humedeciendo éste, pero frunció el ceño al notar la mirada intensa que un hombre le estaba brindando.
—Buen día—dijo el chico beta—. ¿Qué van a ordenar?
—Yo quiero un batido de fresa, y una porción de pastel de vainilla—dijo Seongmin sonriéndole al chico, para luego mirar a MingJun, que tenía la vista fija en otro lugar—. ¿Qué vas a pedir, Junnie?—el omega no respondió—. ¡Junnie!—ninguna respuesta—. ¡Suh MingJun!—y fue donde el bicolor lo miró.
—¿Qué pasa?
—Te estoy preguntando: ¿qué vas a pedir?
—Solo quiero una taza de té negro y un pedazo de pastel de limón—el beta apuntó la orden y al ver que no pedirían nada más, se dio la vuelta para buscar los pedidos.
—¡¿Qué mierda te pasó?!—el Suh miró a su amigo y cuñado sin comprender—. Tenías esa mirada de asesino en serie, y dabas miedo.
—Hay un hombre a unos cuatro metros de distancia y su mirada me hizo desconfiar.
—Solo ignora a ese tipo—indicó el peliblanco posando su mirada en la pequeña niña.
En cambio MingJun miró de reojo hacia la dirección donde estaba el hombre, pero este ya no estaba ahí.
MingJun tenía cargada a Junhi la cual solamente miraba mal a su padre. Sí, era difícil pensar que eran padre e hija, pero era así. Seongmin se despidió de forma apresurada al recordar que debía ir a la universidad ya que tenía un examen.
El omega mayor fue a pagar a la caja pero en el momento en que sacaba su tarjeta de crédito está cayó al suelo. El omega miró apenado a la cajera y antes de agacharse a tomarla, un joven se la extendió.
—Gracias—murmuró sosteniendo su tarjeta, alzó la mirada y a la persona que se encontró fue al mismo joven que lo estaba mirando cuando se encontraba con Seongmin.
—No debe agradecer—el omega ignoró la sonrisa prepotente del hombre junto a él y le extendió la tarjeta a la cajera que se dispuso a cobrar—. Tiene una hermosa hija.
MingJun volteó a ver al hombre a su lado, él cual le sonreía.
—Gracias.
—¿Cuál es su nombre?—inquirió el contrario a lo que el omega lo miró mal.
—No le diré el nombre de mi hija—exclamó molesto el Suh.
—No preguntaba el nombre de la cachorrita, preguntaba el suyo—y el bicolor frunció el ceño.
—No hablo con extraños—indicó el omega.
—¿Acaso eres un pequeño omega temeroso de lo que te pueda hacer un desconocido?—a MingJun le enojó ese comentario, pero su lobo y él se paralizaron cuando sintieron el fuerte e inestable olor del contrario.
Ese joven no era un Alfa común, ni un beta, él era algo más. Un Alfa puro.
El bicolor tomó la factura y su tarjeta de crédito para guardarlas en su maletín y caminar hacía la salida del lugar de forma apresurada.
Junhi que abrazaba su peluche favorito miró extrañada a su padre omega al notar la molestia en este, y solamente ocultó su rostro en el cuello del mayor.
MingJun quitó los seguros de las puertas de su auto, y fue cuando sintió ese fuerte aroma a tabaco. Era ese Alfa.
—Joven—Mingjun miró al contrario—. Disculpé mi atrevimiento, pero es que soy muy directo—el alfa sonrió—. Es que me pareció un omega muy hermoso, y quería entablar una conversación con usted, es que no pude apartar mi vista de su bella presencia.
—Mira alfa desconocido, no deseo conocerlo y si cree poder coquetear conmigo se equivoca—Mingjun abrió la puerta del auto, y dejó a su hija en el asiento de seguridad, colocó los cinturones y cerró la puerta del auto para encarar al contrario—. Tengo un alfa y una cachorrita.
—Lo sé, MingJun—y el omega abrió sus ojos de forma desmesurada al escuchar su nombre de los labios del contrario.
—¿Cómo sabes mi nombre?—el mayor sonrió y tomó el borde de su suéter para alzar este, dejando ver una larga cicatriz en el abdomen del alfa.
—Acaso no me recuerdas bonito omega—Mingjun negó—. Soy el alfa al que le rompiste tres costillas hace dos años.
—¿Ying ChamKi?—inquirió el omega sin poder creerlo.
—El mismo—aseguró el alfa acomodando su ropa.
El mayor fue rápido al atrapar el cuerpo del omega que se le había lanzado en brazos para abrazarlo.
—Pensé que te había matado bastardo.
—Te falta mucho para lograr eso, omega—aseguró el mayor viendo los rojos labios del omega.
Quería besarlos
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