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—¿Están seguros de esto?—inquirió JeongIn sin creer lo que sus padres le decían.

—Claro que lo estamos—respondió Seojoo, dejando aquella llaves sobre la mano de su hijo—. Es un pequeño regalo para nuestro nieto, y para MingJun.

—Mamá, eso no es un pequeño regalo. ¡Acaban de comprar una casa para MingJun y para mí!

—Es lo menos que podíamos hacer, además Junnie ya tiene 4 meses y medio de embarazo—dijo esta vez JeoGin sonriendo—. Ya están formando una familia, debían tener un hogar para cuidar a esa familia. Además Johnny está preocupado de que Ten invada sus momentos de pareja.

—Pero papá, es mucho....

—Nada de quejas, espero que el diseño le guste a MingJun.

—Le gustará, pero aún así es mucho.

—Solamente di que sí.

—Está bien, acepto pero les pagaré esto.

—No lo harás, tenemos el suficiente dinero para darte este regalo, el hospital produce lo suficiente...bueno, hospitales.

—No me restriegues en mi pobreza que tienes dinero—murmuró JeongIn, Seojoo se burló antes de abrazar a su hijo.

—Estudia medicina, y no te quejarás del dinero—y JeongIn negó.

—Ya me aceptaron en la universidad para estudias negocios internacionales.

Y JeoGin lo abrazó feliz.

—¡Qué alegría mi cachorro! ¿MingJun ya sabe?

—Sí, él fue quien me ayudó a estudiar para la prueba de ingreso, por poco y no lo logro.

—Hablando de MingJun—empezó Seojoo mirando su celular—, dice que ya está en el hospital a la espera de su consulta. ¿Quieren ir?

—Debemos ir—aclaró JeoGin tomando el brazo de su esposa e hijo para sacarlos de la casa, y subir al auto de la alfa.

JeongIn estaba feliz, ahora su padre omega estaría viviendo en Seul, ante las insistencias de Seojoo. Así que su familia estaba reunida otra vez, y su nueva familia apenas estaba empezando a crecer.

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—Suh MingJun—el llamado al omega hizo que este se pusiera nervios; soltó la mano de Seongmin para levantarse.

—¡Suerte!—chilló Seongmin rebosante de alegría

Estaba ahí para su consulta de control prenatal, y esa vez Seongmin lo acompañaba, porque JeongIn había salido con sus padres. Y el omega estaba feliz ante eso, su pareja se veía más feliz con sus progenitores cerca.

—¡Junnie!—JeongIn que corría por el pasillo se apresuró a sujetar al Suh por los hombros.

—¿Qué haces aquí, Innie?

—Vine ha acompañarte porque también quiero saber el sexo de nuestro cachorro.

Y el omega le dió un beso en lo labios para tirar se su brazo y entrar al consultorio. La doctora le dió la revisión rápida y procedió a la ecografía.

—Bien, veamos si este cachorrito colabora en saber su sexo—dijo la doctora moviendo la máquina en el vientre de MingJun, antes de brindarle una sonrisa—. ¡Ahí está!—y JeongIn miró el monitor viendo a la manchita que era su hijo— ¡Oh vaya! Parece que tenemos una linda cachorra en camino.

—¿Es niña?—preguntó un asombrado JeongIn a lo que la doctora asintió— ¡Tendremos una nena, Junnie!

—Así parece, Innie—habló un contento MingJun, que recibió pronto un beso en los labios de JeongIn.

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—¿Cómo está quedando?—preguntó MingJun a lo que Ten se le acercó para limpiar la pintura que estaba en la mejilla de su hijo.

—Muy bien, pero Junnie no te esfuerces demasiado—opinó el omega mayor sonriendo para mirar el abultado vientre del menor—. No puedo creer que ya tengas casi seis meses de embarazo y que te estés esforzando.

—Tranquilo papá, además el obstetra dijo que debo realizar actividades que me brinden paz y tranquilidad, y el decorar la habitación de mi bebita es algo que me hace feliz—admitió el omega para volver a mirar la obra de arte que estaba haciendo en aquella habitación de paredes color celeste pastel con detalles en rosado.

—De verdad que tienes el talento de tu abuela para dibujar—dijo Johnny apareciendo en la habitación de su futura nieta—. Se ve muy lindo.

—Gracias papá—exclamó  MingJun sonriendo, para dejar una leva caricia en su pancita de embarazo— ¿Dónde está Innie?

—Cocinando, y pendiente de que Allen no remodele la sala de estar como un calabozo.

—¿Por qué dejamos que Allen nos ayudará con la decoración de la casa?—preguntó el Alfa Yang entrando a la habitación de tonos pasteles— Quiere poner estatuas de demonios en medio de la sala, disque para ahuyentar malos espíritus.

—Yo hablo con él—dijo Johnny para salir de la habitación e ir en búsqueda del mayor de sus hijos.

JeongIn soltó un suspiro y sonrió al ver los dibujos de osos de peluche que adornaban la pared.

—Se ve hermoso—exclamó el Yang acercándose a su omega para abrazarlo por la espalda.

—¿Sentiste eso?—inquirió MingJun volteando el rostro para ver a JeongIn que negó— Acaba de patear.

Y el alfa llevó sus manos al vientre de su pareja para esperar alguna reacción de su hija, y pronto la sintió; pequeñas pataditas al vientre de MingJun que sonrió al igual que JeongIn.

Faltaba poco para que su bebé estuviese con ellos.

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—¿Estás bien, Seongmin?—el omega de apellido Ahn miró a su amigo, y asintió levemente— Mientes.

—Junnie...es que Allen y yo no estamos bien, y no sé que hacer—el Suh acarició el cabello de su amigo.

—¿Deseas qué la golpee?—el menor negó, y miró el vientre de su amigo.

—Él está muy feliz de ser tío, y creo que estaría mucho más feliz si fuese padre; pero sabes que yo no puedo darle esa felicidad—MingJun solamente lo abrazó.

—No te preocupes por eso, Allen no te despreciara por eso, y si lo hace, lo lastimare y mucho.

—Aún me siento algo mal—admitió el menor y sin más MingJun lo abrazó dándole su apoyo.

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JeongIn abrazo a MingJun que dormía sobre su pecho, y con cuidado dejó caricias en su estómago.

—Ojalá nazcas rápido mi pequeña cachorrita—susurró el alfa, pero lo que recibió fue una risita del omega que abrió sus ojos para verlo.

—Lo pides solo porque tú no sufrirás los dolores de parto—replicó MingJun, para acomodarse mejor en el cuerpo de su pareja—. Eso es lo malo de estar embarazado.

—No solo eso, también los cambios hormonales, y que subas unas cuantas libras.

—¡¿Me estás diciendo Gordo?!—inquirió MingJun irguiendose en la cama. —¡ME DIJISTE GORDO!

—N-No amor.

—¡Me dijiste gordo!—y el alfa tuvo miedo cuando se encontró con la seria mirada de su pareja— ¡Fuera. De. Esta. Habitación!

—¿Por qué?

—¡FUERA ALFA ODIOSO!

Y el contrario se levantó aún mirando de soslayo a su novio, que se veía enojado.

Muy enojado.

Regla número uno: nunca le digas gordo a un embarazado.

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