capítulo 8:|Despertar|
-Narra la otra:
En las tristes y largas noches de primavera, y hasta con la llegada del verano, fragmentos de añorozos recuerdos hacían una visita en mis memorias.
Por lo general, todo sabía empezar con la primera vez que me había cruzado con Gabriel, cuando apenas comenzaba a transcurrir el tercer año de la universidad y aún era humana. Luego, acababa con el último día que, puede ver la luz del sol.
Más tarde, me volvía a confundir en el espacio y en el tiempo. Sucesos que, ni siquiera reconocía haber vivido, se presentaban en mis sueños. Lo cual, resultaba un poco fuera de lugar, ya que estoy durmiendo hace mucho tiempo. ¡Peor..! creó que estuve durmiendo por una eternidad.
Entonces, ahí me encontraba. Estaba corriendo por el final de un túnel oscuro que, conducía a una calle posiblemente infinita. Pero y de acuerdo a esta vez, en la línea que separaba el horizonte, comenzaban a verse casas con diversas arquitecturas.
Entré en una de las tantas de ellas, tratando de escapar de la amenaza desconocida, y obligando al dueño a que me invite a pasar. La casa, se encontraba habitada por un padre y una hija. La hija, se encontraba enferma y el padre la cuidaba.
-¿Que es lo que le sucede?-le pregunté mientras me acercaba a ella.
Sin importar el hecho de que, irrumpía en un hogar ajeno, el hombre de unos treinta y siete años me contesta:
-Esta enferma.
Apenada, por tal escena, insistí en preguntar su causa.
-Le diagnosticaron Sanglasfonosis que, es similar a la hemoptisis. Desgraciada mente, se desconoce el factor que lo origina. Sin embargo, ocasiona la expulsión de pequeñas cantidades de sangre junto con secreción en la garganta, al toser. Además de esto, presenta dificultan para respirar, como también dolor de espalda y entre otros síntomas.
-¿Y por qué no la ha llevado a un doctor?-le comenté.
-Los medicamentos y los mismos doctores no pueden sanarla. Ellos no tratan a los vampiros. Además, se dice que, se propaga a través del contacto con el enfermo. -frota sus sienes y agrega- Este es nuestro fin.
-Lo siento tanto. Sin embargo, no deberían de perder las esperanzas. -le susurré acariciando su hombro.
-¡Usted no lo entiende!-expresa precipitado- La oscuridad ya ha cubierto a el cielo y a la ciudad por completo. Sólo, falta cuestión de tiempo, para que su sangre bañe a más como nosotros y nos infecte.
-¿Qué oscuridad? ¿La sangre de quién?
-Mire...-dice el hombre, mientras me arrastraba del brazo hasta la ventana y me enseñaba el cielo-¡Tiene que irse, ya es tarde! Debe evitarlo, se lo rogamos.
La voz del hombre se alejaba en la distancia, cuando cruce nuevamente la puerta de entrada. De hecho, lo dejé de escuchar mucho antes, cuando comenzaba a concentrarme en un líquido dulce y familiar que, se posaba sobre mis resecos labios.
Recobrando el oxigeno y la vida, poco a poco mis párpados se abren. Los rayos solares, invaden mi rostro. No obstante, no tardé en sobresaltarme ante tal escena, ya que mi piel se empezaba a quemar.
Rápidamente, estoy sobre la tierra y fuera de aquel pozo. Los brazos de un chico me sostienen firmemente y me llevan a un lugar con sombra.
-¡Eva..!-me susurra aquel, esperando una respuesta.
Pero y debido a que, ansiaba tanto beber un poco más de aquel líquido rojo, solo logré contestar:
-¡Necesito más!
-Prometo darte más de donde vinieron estas, pero por el momento necesito que, te calmes. -me advierte Gabriel- No comes hace mucho y es normal que te encuentres así.
-¡No, ustedes no saben como me siento!-anuncié marchándome del lugar a velocidad vampírica, hacia algún otro sitio alejado de los vampiros que, creí haber considerado mis amigos.
-Narra Gabriel:
Esa tarde, regresé a casa de Julian. Eva estaba suelta por ahí y terrible sería ahora con dos personas que, tenían sus rostros totalmente iguales.
Dispuestos a encontrarla, fuimos hasta la casa de su madre, ya que supusimos que iría a visitarla. Pero, cuando llegamos, nos dimos cuenta de que nos habíamos equivocado.
En la casa no había nadie. A lo mejor, debió de estar de aquella forma por mucho tiempo. Lo que, me llevo a pensar que, en parte pudo ser producto del plan de Silvia.
Entonces, recorrimos todo y no la encontramos. Sólo nos faltó el sótano, así que comenzamos a bajar por las escaleras de madera que, rechinaban con cada una de nuestras pisadas.
Julián fue el primero en llegar abajo y encontrar un ataúd. A lo que rápidamente, decidimos abrirlo.
-Es Marta...-expresa asustado- ¿Crees que pueda seguir con vida?
Me apresuró a tomar su pulso y escuchar su corazón que aún bombeaba.
-Esta aparentemente sumida en un sueño. -dije afirmando su estado- Hay que sacarla de aquí y llevarla a su cama.
-Debemos decírselo pronto a Eva-anuncia.
Asintiendo con mi cabeza, no tardé en agregar:
-Silvia, esta convencida de que arruino por completo la vida de su hermana, pero en realidad se ha equivocado. Ella, sin darse cuenta de su accionar, nos dio la cura para que Eva sea la de antes.
-Narra Egan:
Regresando a la mansión de los Realistas, veo a Eva tratando de matar a su doble y una cantidad de guardias rodeándolas con sus armas. Inmediatamente, corrí a velocidad vampírica evitándolo.
-¡Eva no!-expresé.
-¡Ella, arruinó mi vida!-dice observándome, mientras la mantiene agarrada del cuello y en el aire.
Aquella, procede a azotar la cabeza de su hermana contra la pared. A lo que, un hilo de sangre no tarda en derramarse hasta su rostro.
-¡Te mereces mucho más que la muerte!-agrega.
Antes de que pudiera sacarle una daga a los guardias y clavárselo a Silvia, la detengo quebrándole su cuello. Silvia escapa, mientras que su doble esta en el piso tratando de luchar, para terminar lo que había dejado por la mitad.
En ese momento, dicidí llamar a Alessia y a Sophia Donson para que vinieran hasta la mansión, para tratar de mantener el orden.
-Narra ella:
Aterrorizada por la locura de Eva y lo enojada que se hallaba, me dirigí hasta la casa de la única bruja que, hasta el momento había dejado con vida.
Toqué la puerta una y otra vez sin parar, hasta que finalmente me abrió.
-¡Necesito tu ayuda!-le dije- Debemos comenzar con el conjuro lo más rápido.
-Pero miren quien esta asustada ahora...-formula Gretel.
-Me asusta no cumplir mis objetivos, no mi hermana.
-¿Y como me aseguras de que esto no afectara a mi gente?-insistió aquella.
-La lucha no es contra las brujas, es contra los vampiros. -dije negando.
-Entonces, necesitaré un poco de tu sangre-agrega y me invita a pasar.
-Narra Alessia:
Hace dos días atrás, ni siquiera había alcanzado a despedirme de Darwin, sólo me basto para concentrarme en localizar por última vez a Sophia y traer a mi madre de regresó a Oregón.
Todo resultaba al principio una pérdida de tiempo, ya que la bruja no quería meterse más en problemas de vampiros y ni mucho menos que terminarán siendo los suyos.
Sophia, finalmente y junto a Devan, terminaron aceptando. Debido a que, conocía a Eva y fue su amiga durante la primaria. Y fue así como se rompió el círculo de protección y el sello que evitaba sacar a Eva.
Recuerdo como perfectamente Julián, Gabriel, Gisela, Egan y algunos de sus hermanos, peleaba con el clan de los Cazadores, mientras que Sophia y Devan realizaban el hechizo. Desgraciadamente, Eva no la reconoció de inmediato, porque se concentro demasiado en el hambre y el enojo.
-Silvia escapó...-le digo a Sophia y Devan.
-Vayan ustedes, yo me quedaré con Ada. -formula Devan.
Subiendo rápidamente al auto, empecé a conducir hasta la mansión.
-¡Espera!-expresa.
-¿Por qué? ¿Qué es lo que sucede?-pregunté.
-Lo mejor sera que, trate de localizar a Silvia. Eva no es un peligro, sólo esta furiosa y hambrienta, por haber pasado mucho tiempo encerrada en ese aljibe. No obstante, Silvia siempre tiene un plan que, puede utilizar en nuestra contra. Ella es más peligrosa.
-Tienes razón...-contesté.
-Narra Egan:
Eva había despertado y lo primero que hizo fue mirar las cadenas que, tenía en sus muñecas que le impedían escapar.
-¿Por qué a mí?-preguntó gruñendo.
-Hasta que no se te pase tu enojó y no te calmes, no te soltaré-le respondí.
-¡Juro que cuando logre sacar las cadenas de mis muñecas, te ahorcaré con las mismas y te pondré en mi lugar haciéndote sufrir!-gritó nuevamente furiosa.
En eso, escuché como desde el primer piso se abren las puertas del salón y de fondo la voz de Evolet Miracle junto a sus hermanos dicen:
-¿Donde diablos esta Eva Martinez? ¡Quiero su cabeza!
La observé a Eva y ella no tarda en responder riéndose a carcajadas:
-Pierdes tu tiempo teniéndome encerrada aquí. Ellos ya me encontraron.
Salí de la oficina, sin importar su cometario y dejándola al cuidado de los guardias.
-Evolet, no debes hacer esto...-le indiqué, mientras sus hermanos se ponían en movimiento a recorrer la mansión.
-No descansaré hasta verla sufrir. Ella, mató a mi hermano y a mi padre. Ella, nos hizo la vida imposible desde que la conocimos y se que la tienes aquí encerrada.
-Te estas equivocando en un cierto punto: Los que mataron a tu hermano y a tu padre, fueron los Cazadores, no Eva-agregué- Permiteme arreglar el desastre, pero no de esta forma. Además, eres consciente de que hay una amenaza peor, por la cual debemos pelear, que estar tratando de buscar venganza.
-Esta bien, nos iremos. Pero, no porque me lo pides, lo haré porque estoy cansada hasta de ti-me dice señalándome con una estaca apunto de ser clavada en mi pecho.
Antes de que pudiera marcharse, la sujeté cerca de mi rostro, para posar ambas frentes la una contra la otra. Aquella, trata de no cerrar sus ojos, mientras una lágrima se le caé.
-Voy a solucionarlo, ¿si?-le susurré.
Deposité un beso en sus labios, para luego marcharse, sin decir ni una sola palabra.
-Narra Alessia:
Llegamos hasta la casa de una bruja, gracias al hechizo de localización que utilizó Sophia, para Silvia.
-¡Sabemos que ahí dentro se esconde Silvia Martinez, así que, si no sale entraremos a la fuerza!-le adviertí.
Nadie contestó del otro lado. Así que, mi bruja abrió la puerta, dejando ver a Silvia con su acompañante en el fondo. La misma, estaba pronunciando unas palabras y luchaba contra nosotras.
-¡Acaso no saldrás!-sugerí.
Gretel, se resistía a pesar de ser una de las más fuertes y continuaba dañandonos. Hasta que, Sophia la derrota y termina con ella, mientras Silvia ve su oportunidad e intenta escapar nuevamente.
-¡Tu no te iras!-formulé.
-Sí me matas, te arrepentirás y no solo eso, porque traeras consecuencias.
-¿Que quieres decir?-insistí.
-El conjuro ya esta hecho, solo tengo que morir y podré acabarlos a todos. Su fin llegará y no podrán evitarlo.
Revoleando los ojos y poniéndolos en blanco, maldecí tanto el no poder matarla, así que acabé quebrando su cuello.
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