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Capítulo 23: |Hasta que nos volvamos a ver|

-Narra Eva:

Desperté y sé que cuando lo hice, el ambiente era otro, en el que reinaba la paz, sintiéndose increíblemente agradable. Mi madre andaba dando vueltas en la cocina, así que la acompañe. Aurora, aún dormía. Luego de lo sucedido, lo único que mantendrá con ella, es que vino de vacaciones a visitar a su tía y abuela. Sin embargo, a pesar de que ya era momento de partir a Astoria, iba a extrañar mucho a esa niña.

Bien sabemos que el terror ha acabado, pero la peste prevalece y bajo las condiciones que hemos estado viviendo, no creo conveniente que se quede por más tiempo. Mi sobrina seguirá con su vida como era antes, en cambio, nosotros aprenderemos a convivir con el virus hasta que acabe y se encuentre una cura efectiva para todos los vampiros. Mis planes de momento son esos, son esos...

Gisela, está algo grave, pero Sasha ha encontrado una forma de calmar el dolor y tormento que padece. Egan, ha tenido mejoras, a pesar de que los síntomas aun sean leves y no tan críticos como los de Gisela. Se supone que los signos actúan como una especie de escudo y sanación, es por esa razón que aún lo mantiene estable. No obstante, para aquellos que no cuentan con un tatuaje como este, se vuelve difícil y me incluyo, porque me he estado sintiendo un poco cansada y agotada.

La cura llevará mucho tiempo y tampoco queremos presionar a Sasha con ello, y más cuando apenas ha regresado. Supimos que lo más cercano a una cura, son las dosis que Gael había extraído de sangre de Ada. Hay posibilidades de que funcione y no solo acabe con el virus, sino también hasta con el vampirismo. Pero, no muchos desean llevar esa vida y lo peor de todo, es que no sabemos si las dosis aún existen.

-Entonces, antes de que te marches con la niña, quisiera que me dejes en claro aquella pregunta que te he hecho en mucho tiempo y nunca has logrado responder. -expresé y asintió- ¿Todo fue intencionado, no? Siempre y desde un principio quisiste que me involucrara en esto. Saber que ocasionó la muerte de Lucas, sería el inicio, el hilo que jalaría cada vez más para acabar hasta donde hoy estoy. Y aun así lo fingiste, fingiste no saber nada, no entenderlo, ¿Para qué? ¿Para que luego venga con mis historias y te cuente cosas que ya sabías? ¿Por qué, mamá?

-El hecho de que tu padre fuera un vampiro y formará parte de un clan, nunca fue secreto. No niego haber tenido desencuentros y peleas con aquel, a veces no estábamos de acuerdo en todo, como cualquier pareja y parte de nuestra separación fue esa. Además, Silvia, intervino mucho en los planes de tu padre, la sola idea de tener poder y descubrir lo que ella era y lo que podría ser, fue el detonante de las medidas que luego tuvo que tomar. Pero, eso ya lo sabes. -Bebió un poco de su café y continuó- Era arriesgado, pero debía, debía ingeniármelas para hacerte pensar que había una respuesta para todo cuando al final no siempre las hubo. Tuviste que investigar por tu cuenta y eso tuvo sus consecuencias, acabar con tu vida, tu humanidad, no era lo que planeaba. Eres tan joven, Eva. -dijo mientras caía una lágrima y resbalaba por su mejilla.

-Te entiendo. Pero, si sabías el peligro que era Silvia, el caos que podría ocasionar, ¿Por qué no tomaste esas medidas antes con ella, mamá?

-A veces, no tenemos el control sobre todo y no pude tenerlo sobre Silvia. Todo se me fue de las manos. -Secó las gotas cristalinas que humedecían su rostro. Pero, cada vez que reflexiona más sobre el pasado y el ahora, salen otras empapándola de nuevo- Lo siento, siento tanto que tuvieras que pasar por esto, siendo un problema de tu padre y tu hermana.

La acompaño con el sentimiento y la abrazo.

-Tuvo una hija y duele saber que no tiene ni a su madre, ni a su padre, ni a nadie más que a nosotras dos. A pesar de todo, está en nuestras manos, es nuestra responsabilidad y le enseñaremos valores, le enseñaremos que la respeten y a respetar a los demás. Quiero enseñarle a que sea una buena niña. No está preparada para todo esto, yo no lo estaba. Haría lo que fuera para que no tenga que enfrentarse a un futuro lleno de enemigos y gente que solo busquen su muerte.

-Lo haremos, Eva. Le daremos una mejor vida.

Mi madre besó mi frente mientras me acariciaba el cabello. Aurora se había despertado y era hora de empacar sus cosas para poder marcharse. Así que, subimos hasta su habitación al mismo tiempo que tomaba una de sus manos para acompañarla y la otra la utilizaba para refregar sus ojos cansados.

-Te quiero mucho, Aurora. No olvides llamarme cada semana. -le indiqué al terminar de cerrar la valija y su pequeña mochila, a la que sabía cargar todo el tiempo.

-También te quiero mucho, tía. Te prometo llamarte con la abuela todo el tiempo que pueda. -contesta aquella.

-De acuerdo. -le digo y le doy un último abrazo- ¡Vamos, ya es hora! La abuela está esperando abajo.

El tiempo pasó volando, el taxi llegó, se volvieron a despedir de mí y se fueron. La mirada de Elizabeth apoyada en la ventanilla del auto se perdió en el horizonte mientras le tiraba besos y la saludaba con la mano bien en lo alto.

Por la tarde, terminé algunas cosas de la universidad, ya que luego de que vuelva a la normalidad las clases, tendré que retomarlas. Puesto que también he recibido buenas noticias, la semana entrante comenzaré mis pasantías viendo un poco más como es la labor de una periodista. Luego, tras terminar la universidad, habiendo cumplido mis 22 años de edad, seguiré el posgrado para afianzar los conocimientos y así poder ejercer y trabajar de lo que me gusta teniendo mi título. Espero ansiosa llegar a ese momento.

Después de haber terminado mis deberes, me dirigí hasta el cementerio, donde se llevaría a cabo el funeral para conmemorar a todos aquellos que perdieron la vida, ayudándonos a derrotar a Gael y demás enemigos. Esta vez, solo nos acompañaron Lucas, Edison y algunos de sus hombres, Gabriel, Alessia, Julián y Sasha.

La ceremonia no duró mucho, no queríamos que fuera tan larga, siendo que la mayoría fue afectado y aún les dolía. Seguidamente de que algunos de ellos comenzaran a abandonar el lugar, fui hasta la tumba de mi padre y deposite unas flores sobre ella. Cuando unas lágrimas decide hacerse presentes, Lucas, aparece detrás de mí tomando mi hombro, para dejar también unas flores. Gabriel no tarda en llegar y hace lo mismo, pero apoyándose de mi otro hombro, haciéndome ambos compañía.

-Hace mucho que no le hago una visita. -les susurro tragando saliva- Cuando se fue de casa, se fue no solo del lado de mamá, sino también del mío y me sentí tan mal, que llegué a pensar que había sido por mi culpa. Creí que él se había ido porque no había lustrado bien sus zapatos o porque gritaba muy fuerte cuando cambiaba el canal de la televisión para que pusiera el que yo quería, cosas que son entendibles por ser una niña pequeña. O tal vez, fue porque deje la puerta abierta y no vi cuando se escapó nuestro perro y no lo supe cuidar bien. Lo amaba tanto. Capaz fue porque había roto el jarrón de la abuela y ver el objeto en pedazos le rompió el corazón, ya que era el único objeto de valor que le pudo dar en vida para recordarla. O simplemente, porque lo dejé irse así sin más, y cuando lo tuve no lo supe valorar, no supe disfrutarlo, no supe amarlo. Desperdicie mi tiempo, la vida, en otras cosas antes que en él. Y después de su partida, esa fue la segunda cosa que más me dolió.

-Pero no lo fue, nunca fue tu culpa, Eva. Tu padre se pudo haber molestado contigo unas cuantas veces, pero creo que si hubiera tenido la oportunidad de marcharse, lo haría por otras razones antes que estas. -expresó Gabriel- Tus padres habían tenido muchas peleas en los últimos meses y aun así no dejó de amarte por eso. Tampoco a Silvia, a pesar de como era.

-Siento no haber respetado a tu padre como se lo merecía. Siento no haber respetado a ambos. -agregó Lucas.

Silencio. Solo hay silencio después de tantas lágrimas. La vuelta a la residencia de Lucas es callada y no había notado que cuando empezábamos a irnos, Alessia visitaba la tumba de su madre y hermano, junto a Julián. Y debido a que no queríamos molestarlos, solo los saludé desde lejos.

Como mi mansión ha quedado destrozada por el fuego y solo son puros escombros, mandé a remodelar el lugar y volver a construirla. No podemos estar de acá para allá reuniéndonos al azar en las mansiones de otros. Lo justo sería que con uno sea suficiente.

Gabriel se despidió y se fue a la casa de Julián, dijo que tenía cosas que hacer. En cambio, Lucas, se quedó ahí conmigo y me invitó un trago. Así que subimos a su balcón y nos apoyamos en aquel.

-Y bien, ¿has tomado una decisión? -dice bebiendo un poco de whisky, señalando la sombra de Gabriel en la oscuridad.

-¿Decisión? No hay que decidir nada. -contesté y yo también bebo.

-No te entiendo, Eva. -Aquel se saca el saco negro y su corbata, para apoyarlo en la estructura de piedra. Desprende algunos botones de su camisa y se arremanga las mangas- Me dejaste a mí, por Gabriel, luego dejaste a Gabriel por Egan. Pero, ¿qué es lo que realmente sientes? Veo en tu cara la decepción que te genera tener que seguir con la mirada a Gabriel marchándose y no saber a dónde irá.

-Eso no es cierto. Primero, te dejé a ti porque te metiste con mi hermana. Tú me fuiste infiel. -tomé otro trago y acabé de tomar la bebida- Segundo, yo nunca dejé a Gabriel, él me dejó a mí. Se metió con Silvia porque aquella se había apoderado de mi cuerpo y apariencia, lo que lo llevo a confundirse y por eso, él se siente culpable. Eso lo hemos hablado tantas veces y cada vez que queremos intentarlo... -recuerdo aquella noche que ambos estábamos hablando y nos besamos. Sacudo la cabeza tratando de olvidarlo y continúo-. Tercero, Egan me ama y aun así...

-Y aun así, no sabes lo que sientes. -terminó por mí y me sirvió un poco más de alcohol en mi vaso- Te molesta que Eula esté con Gabriel. Pero, también, te molesta que Evolet quiera recuperar a Egan. Supongo que aún, lo amas y se te hace difícil soltarlo, aunque deberás hacerlo si no quieres lastimar a Egan y a ti misma.

-¿Y por qué se supone que debería de hablar de esto contigo? -fruncí el ceño- Yo estoy con Egan y punto final.

-¿Y lo amas o solo estás con él por conveniencia? No, creo que eso sería al revés. -comentó y movió su boca con desaprobación- Tal vez porque lo de ustedes no es amor, es otra cosa.

Mi mente se nubla y hago una visita a todos esos recuerdos vividos. Sin embargo, no debería de darle muchas vueltas al asunto, en vez de estar junto a aquel cuidándolo, estoy acá perdiendo el tiempo en ahogar las penas del alma.

-Ya es tarde, debo irme. Nos vemos después. -avisé- Ah, Lucas. -dije y volví a darme la vuelta.

-¿Sí?

-Me alegra que estés de vuelta.

-Lo mismo digo. -respondió- ¿Y gracias por la charla, no?

-Sí, gracias, ahora me dará mucho en que pensar y no podré dormir. -finalicé riéndome, dejándolo solo en el balcón.

Ya era de noche y no quería regresar a la casa de mi madre. Suponiendo que las cosas entre Egan y yo no estaban tan bien, por el ataque de Gael hacia él, fui hasta su mansión. Así que cuando llegué, coloqué mi puño sobre la puerta, pero no golpeé. ¿Y si ya estaban durmiendo y estaba molestando? Vine hasta aquí con la excusa de que tenemos que hablar y decirle que necesito que nos demos un tiempo porque realmente no se que es lo que está sucediendo, teniendo en cuenta aquella pelea con Evolet, estaba perdiendo la cabeza. Además, él quiere que vaya al casamiento de su hermano, que es en unos dos días y... ¿Qué estoy haciendo?

-¿Eva? -pregunta Lía- ¿Estás bien?

-Si, yo... iba a golpear, pero no sabía si aún estaban despiertos. -Hice una pausa y vi que el foco de la luz estaba prendida en la sala, se ve que hace un buen rato- Vine a ver a tu hermano. Quería saber cómo estaba.

-Ah, está bien. -asintió- No, de hecho, Egan está entrenando en la planta de arriba. Dice que está mejor. -me invita a ingresar- Sube tranquila, Eula no está en casa, dentro de un rato llega. Yo estaba de paso. Voy a salir con unos amigos de la universidad.

-Oh, bien. Gracias. -indiqué y subí las escaleras.

El salón se encontraba en una luz tenue. Egan estaba sin remera y descalzo, solo llevaba sus pantalones negros de entrenamiento. Su cabello estaba mojado y su abdomen, al igual que su espalda, bañada en sudor.

-¿Por qué sigues despierto? ¿No puedes dormir? -le dije apoyándome en el marco de la puerta para observarlo con los brazos cruzados.

-No, solo ejercitaba antes de poder hacerlo. -Tomó una toalla y secó su cara, para luego colocarla alrededor de su cuello- No esperaba verte hoy.

Se acercó a mí y me dió un beso corto en mis labios.

-Vine a ver cómo estabas, pero por lo visto, estás mejor. -respondí.

-Si, al parecer, hubo mejoras. Me siento bien. Ya no hay por qué preocuparse.

Me besó nuevamente y el sabor al alcohol se mezcló en su boca. Coloqué mi mano en su pecho, para intentar detenerlo, pero sus manos puestas en mi cintura hicieron que me mantuviera pegada a él.

-Escucha... -digo cortando el beso con la respiración pesada- tenemos que hablar.

-¿Has estado bebiendo? -pregunta.

-Sí, un poco. -Sus ojos verdes me miran con deseo- Tenemos que hablar.

-Si es sobre la pelea, no creo que sea necesario, no hay que darle importancia. Sabemos cómo puede ser Evolet y se que las cosas no anduvieron bien después de eso, pero tienes que confiar en mí. -Egan parecía haber leído mis pensamientos- Sabes que si estoy contigo, aquí y ahora, es porque quiero estarlo. No volvería con ella aunque me lo pidiera, porque yo te amo a ti Eva y a nadie más.

Apoyó su frente sobre la mía mientras llevaba un mechón de pelo detrás de mi oreja, con una de sus manos. Tenía una mirada tan profunda, que hacía que me perdiera en ellos, capaces de hipnotizar. Su torso desnudo estaba pegado al mío y mis mejillas estaban calientes, que insinuando por la sensación, de seguro era por el sonrojo de las mismas. Nuestras bocas estaban tan cerca, que casi podían rozarse, pero algo lo evitó antes de poder cometer tal acción.

Comencé a sentir el estómago revuelto. Sentí como un líquido atravesaba todo el recorrido digestivo de forma inversa a la ingestión de los alimentos, así que me tapé con las manos y salí corriendo a la dirección del baño. Es ahí cuando comienzo a toser para sacarlo de mí y grandes cantidades de sangre son expulsadas sin control desde mi boca. El malestar hace que me sienta peor y lágrimas bajan por mis mejillas, de tan solo hacerme la idea de poder morir a causa de esto.

-Eva, estarás bien. -Asegura Egan, pero los dos sabemos que eso no será así. Con solo mirarlo, veo como su rostro se llena de inseguridad, indecisión y preocupación ante no poder hacer nada.

Después de eso, tras ver mi reflejo en el espejo, termino golpeándome la cabeza contra el suelo y todo se vuelve negro.

-Narra Gisela:

He realizado largos días de reposo, en los cuales ya he perdido la cuenta, y hoy al fin puedo ponerme en pie. Sin embargo, aún cuando camino y me dirijo a algún espacio de la casa, se siente como si hubiera salido de alguna operación. Asimismo aún son notables los dolores y las ganas de toser desesperadamente.

Por otro lado, Bianca ha venido seguido a casa después de su turno, me ha estado cuidando más de lo que yo podría. Creo que desde aquella vez que la salve de Nora, nuestra relación ha mejorado. Somos muy amigas... o eso supongo, ya que ninguna está dispuesta a acabar con la vida de la otra, de momento.

-Gisela. -llamó desde afuera aquella.

La dejé ingresar y la abracé. Había traído unas flores, así que las puse en agua y las dejé sobre la mesa. Esta se sentó en el sillón del living y le ofrecí algo de tomar, pero no quiso.

-Vine a ver como estabas y a... informarte.

-Dime, ¿qué ha estado pasando? -le indiqué para que continuara hablando.

-Verás, como siempre tenemos a alguien en la comisaría, lo que es lo bastante normal debido a la inseguridad en la ciudad. Pero, ¿sabes qué es lo que veo? Mucho miedo en las personas. Mientras ustedes estaban con el problema de Gael Callen, detrás había muertes, y cuando empezaron a reclamar los cuerpos de estás que desaparecían, no sabíamos que decirles. Todos los días recibimos constantes reclamos de sus familiares.

-Entiendo. Sabemos que su llegada causó un lío enorme y muchas muertes. Nosotros no lo conocíamos bien y eso nos tomó por sorpresa. -contesté.

-De todas formas, no es solo eso. Hoy llegó una chica alta, de ojos verdes oscuros, de cabello rojizo y liso, y al parecer perteneciente a alguna familia adinerada. Ella se llama Nyra y busca a su hermana Minerva desde hace dos semanas y media, cree que pudo ser testigo de la matanza de Gael.

-¿Y qué esperas que haga? Sabes que las posibilidades de que esté con vida son menores y en las condiciones en las que estoy, no puedo hacer mucho.

-No, Gisela, no estoy esperando que hagas algo. Pero, esa chica me preocupa, son turistas, no pertenecen aquí. Nuestra responsabilidad es cuidar y proteger a las personas, y es lo menos que he hecho en este tiempo. -Su mente se nubla por unos minutos y vuelve a hablar- Pensé que te interesaría saber que son de Denver, Colorado, lugar en donde en dos días se casan Scott Miracle y Ross Van Amster.

-¿Crees que sea una coincidencia?

-Puede ser y eso hay que averiguar. -me miró fijamente a los ojos- Nyra, afirma que ambas estaban hospedadas en un hotel y estaban aquí con el propósito de comprar un vestido de novia, debido a que se casa dentro de un mes. No conozco a su pretendiente, pero me aseguro que si no aparecía su hermana, este se enfadaría muchísimo y no queremos verlo cuando se molesta. Es un hombre de un fuerte carácter.

-¿Y si tal vez Minerva huyó de su propio compromiso y se está escondiendo en algún sitio? ¿Qué nos asegura que está no quiere volver y piensa quedarse aquí? Si su futuro esposo tiene un carácter fuerte y es bastante controlador, cualquiera trataría de huir de ese tipo y más sin conocer como la trata. -argumenté.

-Si tiene desacuerdos con su marido, es su problema y mi responsabilidad encontrarla. Si nos comprometemos a ayudar a Nyra, aunque sea debemos decirle que es lo que sucede y lo que averigüemos de la misma. Entonces, ¿me ayudarás? -su rostro se llenó de felicidad antes de que pueda asentir.

-Está bien, -Bianca saltó sobre mí abrazándome- solo déjame avisarle a Lucas sobre esto. Si sabe algo también podrá colaborar.

Cuando aquella se apartó, dándome una mirada no muy convencida, tomé su rostro entre mis manos y deposité un beso en sus labios. Las ganas me pudieron y sus ojos se abrieron como platos ante mi inesperada reacción. Y aún así, esta vez no salió corriendo, se quedó ahí junto a mí aferrándose como nunca antes, dejando que pase lo que tenía que pasar.

Ante el irresistible deseo y su piel contra mi piel, clavé mis colmillos en su delgado cuello. Mi paladar y mis papilas gustativas danzaban ante el dulce sabor del líquido rojo. Y mis pupilas se dilataron ante semejante emoción que recorría mi cuerpo.

-Narra Gabriel:

Estaba en la casa de Julián, durmiendo con la televisión prendida, cuando la vibración de mi celular hizo que me despertará. Las llamadas y mensajes eran de Egan, avisándome que Eva había tenido uno de los ataques de la peste. Así que me vestí rápido y salí de la casa, en busca de Sasha, para que pueda encontrar una solución.

Con ella en el auto, nos dirigimos hasta la mansión de los Van Amster y subí a velocidad vampírica las escaleras al estar allí. Cuando entré en la habitación, lo primero que vi fue a Eva postrada en la cama, tapada y a Egan sin camisa.

-¿Cómo estás? -pregunté acercándome a ella mientras le tomaba la mano.

-Te dije que esto no era necesario. -expresó mirando a Egan, para luego concentrar su mirada en la mía- Estoy bien. No fue nada.

-¿No fue nada? ¿Sabes lo que te hace esa cosa una vez que entra en tu cuerpo? -protesté.

-Ok, debemos calmarnos todos. -indica Sasha- Necesito hablar con Eva a solas.

-Esta bien. -asentí y al igual que Egan salimos de la habitación hasta la sala, dejándolas solas.

-¿Puedes ponerte una camisa, por favor? -formulé molesto.

-Para tu información, estaba entrenando y si no fuera porque Eva vino hasta aquí, quién sabe en qué lugar se desmayaría sin poder encontrarla.

-Sabes que esto es tu culpa y no haces nada. -chasqueé la lengua.

-Si tuviera las dosis, sabes que se las daría... -lo detuve con el dedo índice en alto.

-Corrección, tienes las dosis. -Recorrí de lado a lado la sala-¿Acaso piensas que soy demasiado ingenuo como para saber que no las tienes?

-Tu lo has comprobado, no había nada en ese lugar. -respondió.

-Todavia tienes el descaro de mentirme en la cara... -comenté y aquel puso los ojos en blanco- Te vi cuando guardaste en uno de tus bolsillos esas dosis. Si sabes que está mal, ¿Por qué no se las quieres dar? Sabes que solo está haciendose la fuerte, pero está débil, a comparación de ti. Tu tienes signos que actúan defendiendote no solo del sol sino también como defensas ante este tipo de cosas.

Aquel se apresura a velocidad vampirica agobiado por mis comentarios y me toma de ambos lados de mi camisa, arrinconandome contra la pared.

-Escuchame bien, Gabriel Gonzales. -Sus ojos se volvieron rojos- Dije que se las daría, si las tendría y no las tengo. Haría todo lo que esté a mi alcance para que esté y se sienta mejor.

-¿Que está pasando aquí, Egan? -dice Eula acomodando la correa de su bolso en su hombro.

-Nada. Solo hablábamos. -aclaró y me soltó.

-¿A qué se debe está visita? -inquirió aquella.

-Eva, está mal. -comuniqué y su cara cambio por completo. Si antes estaba alegré por verme en su casa, ahora estaba desepcionada.

-Oh, está bien. -asiente y muerde su labio inferior pensativa- Esperemos que mejore.

Eula no agregó más nada que eso y subió las escaleras para ir a su cuarto, el cual no salió ni después de haber recibido las indicaciones por parte de Sasha de la situación de Eva. Supongo que esa era mi señal para ir a hablar con ella sobre aquello que sucedió entre nosotros.

-¿Eula? -llamé a su puerta.

No fue necesario esperar demasiado, la puerta se abrió, esperando mi visita.

-¿Puedo? No te quitaré mucho de tu tiempo. -dije y asintió apartándose de esta.

-Gabriel, sabes que no hay nada de qué hablar. Yo sabía por lo que habías pasado y tú lo has aclarado aquella noche. Fue un error.

-No puedo comprometerme y decirte que estaré contigo cuando sabes que no podré. No quiero estar junto a tí por una simple necesidad o porque ocurrió algo, porque estaríamos viviendo una mentira.

-Lo sé. -remarcó y se sentó sobre la cama con la cabeza baja- Si alguna vez, necesitas alguien con quién hablar, aquí estaré. Me encantó poder conocerte.

-¿Te despides? -Me senté junto a aquella.

-Sí, eso creo. -resopló y me miró a los ojos- Tranquilo, de ti no, pero de esto sí. Es mejor hacerlo antes, que desear tener algo que no puedes tener. Es como ponerle fin a un amor que duró poco, fue hermoso y es hora de dejarlo ir. De lo contrario, los meses pasarán y la única que saldrá maltrecha, seré yo. No quiero que mi vida se desgaste por esto y tú deberías hacer lo mismo.

-Gracias, por entender. A mí también me alegra haberte conocido, Eula Van Amster, no de esta manera pero si de otra. Estaré aquí cuando necesites alguien con quién hablar.

Su mano pequeña y delicada se posó sobre mi rostro, al igual que la mía en la suya, y depositó un beso en mis labios.

-Ahora ve, vete y haz lo que te he dicho. O dale tiempo a tu corazón y a tu mente, para que sepa que es lo que quiere. Después de todo, siempre sabrás dónde encontrarla.

-Narra Eva:

-Sasha, antes de que te vayas, necesito que mantengas en secreto lo que has hecho. -ordené- No debe saberlo Egan ni Gabriel, ni nadie.

-Tu salud está en peligro, Eva, correrías un riesgo no decírselo. -se quejó- No estás segura si el signo creará impactos positivos o negativos en ti sin necesidad de beber la fórmula. Además, me has pedido que experimente en ti, como si fuera tan fácil hacerlo.

-Si esto funciona, solo así lo sabremos.

-Eva, te han hecho tanto daño que no creo conveniente el que ahora tú te haces: moriste, viviste un infierno como vampira, sufriste varias traiciones por parte de tu familia, te encerraron en un aljibe, casi te matan otra vez y te han infectado. Ya es suficiente.

-Esto servirá, estoy segura de ello, si funcionó con Egan también puede conmigo. Y no quiero más negaciones.

-De acuerdo, me voy. -besa mi frente antes de atravesar la puerta- Descansa, nos veremos en dos días antes del viaje.

Egan llega, saluda a Sasha y se acerca hacía mí. Su mirada se posa sobre mi rostro y su mano sobre la mía. Besa mis labios y luego mi frente.

-Debiste decirme que estabas mal. No debiste esperar a que esto pasará. -comentó.

-Es que no noté el cambio. Solo sucedió. -mentí.

-Está bien. -suspira- Todo estará bien.

Aquel se acostó a mi lado, apoyó su cabeza en mi pecho mientras me rodeaba con sus brazos. Sus párpados se cerraron poco después de encontrar comodidad y los míos siguieron abiertos, dando vueltas a cavilaciones.


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