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Capítulo 18:|Autocontrol|

-Narra Eva:

El fuego lograba intensificarse cada vez más. Gabriel, estaba devastado como nunca antes, pero con la única suerte de que la daga no había sido clavada en su corazón. Parecía tratarse de un milagro.

Una exploción se escuchó a lo lejos de la mansión, mientras lo sacaba de ahí junto a Egan, antes de que las llamas se expandieran. Sus ojos se cerraron de un momento a otro, su herida por más profunda que fuera cicatrizó y trató de asegurarme de que este sería su fin, pero yo le demostré lo contrario. Aún sentados en el piso, aquel decide apoyar su cabeza sobre mi pecho, mientras acariciaba los mechones de su pelo y lo acunaba entre mis brazos.

La nostalgia se apodera de mí, al ver como en la distancia se quemaba toda la mansión sin poder hacer nada como siempre, porque por más que trataran de apagar las llamas, la corriente del viento no ayudaba mucho. Era increíble haber luchado por tanto y ahora no tener nada.


Por otro lado, los demás miembros de mi clan o al menos los que quedaban, trataron de ayudar. Pude apreciar la tristeza y el terror en sus ojos por Gael, causante de tal hecho. Y equivocada estaba si dijera que aquel se había atrevido a escapar; no, no lo haría y ahora en más que tenía a la mitad de mi clan de su lado. Algunos de ellos trajeron a una niña, trajeron a Aurora, pero la pequeña no había venido por su propia voluntad sino que la traían obligadamente a la fuerza.

-He aquí a su nueva reina. ¡Mi hija, su salvación, Aurora Elizabeth Callen! -anunció su padre con orgullo.

Él le colocó una corona, no muy pequeña en su cabeza, que se la dejaba ver cómo parte de la realeza, como una digna sucesora del trono. La misma, llevaba un vestido de color rosado claro, que hacía resaltar aún más sus mejillas.

-¡Esto es absurdo!-levante la voz aún desde mi posición- La niña no tiene la suficiente edad para liderar los clanes, ni siquiera es vampiro, es una humana y apenas ha cumplido siete años.

-Mientras yo esté a su lado podrá hacerlo, porque soy líder del clan de los Cazadores y como es mi sucesora al igual que la tuya, está en todo su derecho. En situación de crisis, esta gente, estos vampiros necesitan una reina. -expresa- Una reina que no les mienta.

La niña, aturdida y confundida, me miró a los ojos esperando respuestas.

-¿Tía que ocurre? -pregunta mientras desviaba la mirada.

-Aurora, debe saber la verdad. -dice su padre y se pone de rodillas ante aquella tomando su mano- Eva Martínez mató a tu madre. ¡Ella es la responsable de su muerte!

La misma, centra su mirada fija en mí, pero no cualquier mirada, una mirada fría y asesina, tanto que la hizo capaz de generar irá en ella. Su boca, sus difuntos y pequeños labios, se curvaron con maldad en ese entonces.

-¿De qué estás hablando? -protesté al ver su reacción- ¡Guardias, arrestenlo de inmediato!

Mis guardias peleaban contra los de aquel mientras dejaba a Gabriel a cargo de Eula, quien apareció en el lugar, para que sea atendido en su mansión. Al tomar del brazo a la niña para sacarla de allí, plantó fuertemente sus pies sobre la tierra, para que así su peso evitará que hiciera más esfuerzo para arrastrarla conmigo. Inmediatamente, llega Julián con Alessia entre sus brazos, dejando ver a la vista de todos en la boca de aquella un tinte azul. Al parecer, había consumido Armigreza.

-¡Basta ya! Están peleando por un liderazgo que no vale ni la pena. Sí alguien tiene que poner orden en este lugar, ese soy yo, porque soy el siguiente después de mi padre y no Aurora. -Alessia abrió sus párpados confundida- Y como el líder del clan de los Cazadores, el cual reclamó, ordenó que se retiren del lugar a excepción de Gael.

Los vampiros al mando de aquel, se retiran y dos de los guardias retienen al mismo.

-Julián reclama su lugar y al hacerlo, pierdes poder sobre Aurora y sobre cada uno de los clanes. -agregué- Mi sobrina vivirá conmigo y mi madre hasta que tenga la mayoría de edad para independizarse o lo que prosiga después.

Es ahí cuando consideré la idea de mi casa, la cual está en venta, pero haciendo algunos cambios podría ser el futuro hogar para la niña. Será un regalo para cuando esté dispuesta a aceptar su estilo de vida.

Julián asiente. Alessia ya se encuentra de pie, con un poco de dificultad para hablar, pero aún así atenta a nuestra conversación.

-En tanto a ti, hablaremos con los habacos de la orden, serás llevado al calabozo y serás condenado a muerte. Además, devolverás las dosis que obtuviste de la sangre de la madre de Alessia. -dije.

-¡No, no le hagan daño a mi padre...! -expresa la niña entre sollozos- Se que él es malo, pero es lo único que tengo.

-¿Lía, puedes llevarla con mi madre? Estará mejor allí. -Lía asiente y Gisela esperando una orden, le indiqué que la acompañe.

Y ahora, entre escombros y el humo que quemaba nuestros ojos, solo quedamos nosotros en el lugar. Para entonces, la mansión ya no existía y teníamos a Gael enfrente de nuestros ojos, viendo las posibilidades de tendernos una trampa y escapar.

Alessia mira a Julián y saca una daga que llevaba con ella, a velocidad vampirica enfrenta a Gael y se lo clava en la espalda que logra atravesar hasta parte de su esternón. El mismo casi sin aire, se lo saca y la corta en el estómago a Less, cae al piso retorciéndose y Julián se interpone. Egan lo rodea, Julián trata de sacarle el arma y yo intento tomarlo por el cuello para romperselo. En ese momento, mientras peleábamos y lidiamos con el enemigo, aparece Chloe usando su poder y nos paraliza en cuestión de segundos a todos.

-Narra Gabriel:

Estaba recostado sobre la cama de Eula, herido, soportando el dolor que me provocaba al curarme. Una vez que finalizó, me trajo una remera de Egan, para que pueda tapar mi torso desnudo y al descubierto. Mi camisa estaba manchada y rota, por lo que no tenía sentido seguir usándola.

-El daño fue mayor esta vez. Deberías tener más cuidado. -dijo y en un leve suspiro agregó- ¿Por qué lo haces?

-¿De qué hablas?-pregunté mientras me acomodaba mejor en la cama y terminaba de ponerme la remera.

Comenzando a guardar las cosas en el botiquín de auxilio y llevándolas hasta una mesita, Eula me mira de reojo. Al ver que, me había percatado de que me estaba observando, cerró la caja rápidamente y volvió hacía mí.

-Sacrificar tu vida. Volver al pasado, a lo de siempre, torturarte y...-contestó y mirando hacía la puerta de su habitación esperando a que nadie la interrumpiera, agregó- buscar siempre a la misma persona que ya no te ama.

-Siento culpa. -expresé- No siento ser el mismo de antes. La perdí una, dos y casi tres veces, y en la mayoría nunca logro hacer nada. Es como una especie de bucle del tiempo que juega conmigo, para tratar de ver cuántas veces seré capaz de impedir tal tragedia y cuando dolor seré capaz de soportar.

Parpadeó dos veces pensativa.

-Sentir culpa, no se trata solo de castigarnos, se trata más que eso. Tiempo y mucha reflexión, porque lo que estás haciendo es seguir dañándote y cuando hay culpa hay dolor y eso es lo que no puedes evitar. -suspiró apoyando su mano sobre la mía- Me imagino, que has luchado toda tu vida por las personas que amas, pero a veces está bien abandonar aquello que pesa sobre nuestros hombros. Dejar ir se siente bien, ¿Sabes?. Se siente libertad, aire puro y no tener que depender de ello nunca más.

De repente, un impulso me llevó a querer besarla. Me acerqué, coloqué mi mano en su cuello y la atraje hacia mi. Y ambos nos dejamos llevar por la pasión que sentíamos. Al parecer, sus palabras buscaban algo más que hacerme reflexionar: cautivarme.

Se me hizo imposible creer que, mi cuerpo una vez le perteneció a Eva y ahora le pertenecía a otra persona. Sus caricias me hacían enloquecer, sus besos, sí esos mismos, se volvían adictivos para mi. Sin dejar de mirarla, se me escapa de los labios un: «no me dejes».

Circunstancias, circunstancias son aquellas que me dejan con la duda de que esto sea más que otra simple distracción, una necesidad que busca ser saciada, y no ser capaz de amarla como realmente se lo merece. Es por eso que maldigo tanto al recordar y al amar, maldigo aquella vez que Eva conoció a Egan, maldigo el seguir pensando en ella al estar con otra mujer, maldigo todo y cada segundo que pasan juntos. Sin embargo, Eula tiene razón, debo dejarla ir, pero por el momento no puedo seguir con esto.

-Lo siento, no puedo, debo irme. -le susurré y juntando mis cosas salí de la mansión.

-Narra Alessia:

Chloe nos había paralizado en nuestros lugares con su magia y de un momento a otro, un vacío se sintió en mi interior y al parecer en cada uno de nosotros. Algo me faltaba y ella lo había robado, se adueñó de algo muy valioso. Gael, en cambio, se había parado junto a ella tomando la daga que estábamos utilizando, para que luego ocurriera lo que creí que pasaría: la daga se iluminó.

-¿Sientes lo mismo, cierto? Ese vacío en el interior...-le digo a Eva una vez que ya podíamos movernos.

Eva se lleva una mano al corazón, como si lo estuviera agarrando para evitar que cayera, como si le costará respirar.

-Se siente como si el diablo se hubiera robado mi alma. -expresó.

-Yo no siento ningún cambio. -agregó Julián y mirando a Egan le preguntó- ¿Y tú?

-Confirmo lo que sientes-respondió- , nada.

-¡Jaja! -rió Gael- Ya no poseen sus poderes, a excepción de algunos que ni siquiera eran los portadores, pero ambos con Chloe buscaremos a los restantes.

-¡Hasta luego! -saludó aquella con la mano en el aire, para luego cruzar sus brazos por detrás de su cintura y caminar sobre las pisadas de Gael.

-¿Qué demonios acaba de pasar? -formuló Eva sobresaltada- Hay que apresurarnos a buscar a los demás, antes de que lleguen a ellos.

Eva comenzó a tambalearse y Egan la llevó hasta el tronco de un árbol viejo para que se siente.

-Estoy de acuerdo, pero no somos demasiados, solo falta Gabriel. Silvia tenía poderes y murió. Lucas tenía poderes y también murió. Todos los vampiros no tenemos poderes al convertirnos, solo éramos algunos y teníamos un fin, debíamos haber averiguado el por qué éramos portadores y con qué propósito. Definitivamente, lo hemos perdido todo.

-Tienes razón. Sin embargo, no debemos demostrar debilidad ante nuestros enemigos. -responde Eva- Tratemos de advertir a Gabriel. Además, trataremos de turnar las reuniones en la mansión de los Van Amster y de los Miracle. Ahora y en más, debemos estar unidos.

-Creo que esa última frase ya la he escuchado antes, no sé por qué. -dijo Alessia poniendo los ojos en blanco- Algo singular de Eva, sin dudas y sin ofender eh.

-No comencemos a pelear, ¿si?. Entonces, busquemos a Gabriel y hablemos con los demás. -contestó Lían.

-Narra Eva:

Crucé la entrada y ahí estaba, una gran mansión, la mansión de los Van Amster, que privilegio se sentía poder decirlo así. Cuando apenas puse un pie allí, pude sentir un ligero y dulce olor a vainilla que expulsaban algunos aromatizadores de ambientes, que hizo que provocará un cosquilleo en mi nariz seguido de un estornudo. Y por lo que apreciaban mis ojos era muy diferente a la morada de los Miracle, de hecho contaba con un salón principal del lado izquierdo a la entrada, en la que en vez de tener una biblioteca o una pista para fiestas o reuniones, era una mesa ovalada larga que perfectamente podría ocupar hasta el más mínimo espacio en la habitación con sus sillas de madera bañadas en barniz.

Del lado derecho, se halla la oficina convenientemente cerca de la salida, con puertas corredizas que eran incapaz de provocar un chirrido al moverlas de lado a lado; sobre la mesa se puede observar algunos cuadros con fotos familiares y uno enorme en la pared de atrás de el sillón movible que acompaña al escritorio. Egan, era el vivo retrato de su padre.

Un pasillo algo pequeño hacía que el recorrido se dividiera en dos, en donde en uno de los caminos podías llegar hasta el sótano y una posible bodega de vinos tintos y quién sabe qué más, y el otro a las escaleras que podían llevarte a las primeras habitaciones del segundo piso. Al decir verdad, la casa estaba demasiado tranquila como para saber que había dejado a cargo a Eula de Gabriel, por lo que intuía que estaban juntos.

Egan apoyó su mano sobre la perilla de la puerta, apenas sintió lo fría que estaba, bufó y en vez de hacer fuerza para abrirla, cerró su puño y retiró su mano de aquella. Creó que una parte de él había comprobado mucho antes que la puerta estaba bajo llave, por lo que era algo inútil intentarlo.

-Con gusto les mostraría a todos el resto de la mansión, pero hay cosas más importantes que tratar, el tour es una de ellas que puede esperar. -indica Egan- Mientras tanto, pasemos al salón dónde podremos estar más cómodos.

Estando de acuerdo la mayoría, comenzaron a bajar nuevamente por las escaleras y, en eso, decidí detener a Egan al bajar el primer escalón.

-Está ahí, lo sé, con una mirada basta para decirlo todo. No me importa que es lo que haga con su vida o lo que decida hacer, créeme, pero me genera una especie de molestia por el incumplimiento de mis órdenes por parte de tu hermana.

-Te contradices, dices que no te importa, pero luego dices que te molesta. Es más, ha cumplido con lo que pediste, ¿Qué más esperas? Puso a salvó a Gabriel luego del ataque y lo ha cuidado. -respondió.

-No es solo eso, estaban desprotegidos y sabiendo que Gael puede atravesar esa puerta, derribarla y atacarnos nuevamente en cuestión de segundos, salvarnos sería un milagro. Sabes que una mordida de ellos, de Gael que es un Cazador, es suficiente para matarnos.

-Lo que a ti te preocupa es otra cosa, Eva. Y además, siempre pones primero a Gabriel antes que a tu clan. -expresa haciendo una morisqueta- Dudo mucho que también lo hagas por mi.


-Te equivocas, siempre buscaré lo mejor para mi clan y para las personas que amo. -tomé su rostro entre mis manos y agregué- Yo te amo Egan, más de lo que te puedes imaginar.

-Yo también, te amo Eva, pero también se me hace difícil entender el porqué te cuesta tanto aceptarlo. Me tratas diferente, ojalá pueda ser esa persona que tanto deseas, la persona que cure tus heridas, la que esté a tu lado cuando despiertes por las mañanas, la que esté siempre para ti en tanto así sean los momentos más extraordinarios y felices de tu vida, como en los más tristes y malos. Pero, al parecer no lo soy. Y te lo advierto, yo no seré Gabriel Gonzales, si es lo que estás buscando. -expresó apartando mis manos de su rostro, para luego marcharse.


-Bien, empecemos con esto. -habla Egan en el salón, mientras su voz retumbaba hasta las escaleras.

Evolet y Caleb llegan justo a tiempo para escuchar la charla y mientras me sentaba en una de las sillas en la otra punta de la mesa, aparece Eula atando su pelo con un colero.

-¿Dónde está Gabriel?-le pregunté mientras se sentaba a mi lado.

-Se ha ido. -respondió de inmediato.

-¿A dónde?-proseguí.

-No sé, no me lo dijo.

Me mordí el labio inferior asintiendo con la mirada fija en Egan. Aquel, se desprende los primeros botones de la camisa para dejar un leve espacio entre su mentón y su cuello. En eso, su frente comienza a sudar, pequeñas gotas se desprenden de su piel y la falta de aire se pone en juego.

-¿Egan estás bien? -formulé yo y Evolet asustadas corriendo a su lado a velocidad vampirica.

-Estoy bien. -dice tosiendo para aclarar su garganta.

-Deberías acostarte. -contesta Evolet.

-¿Se puede saber qué haces?-pregunté disgustada y exaltada.

-¿Tú qué piensas?-expresó.

-¡Eva no!-me advierte Egan.

-Maldita...-grite y me lance sobre ella.

Comenzamos a pelear en el piso y podía decir que nunca antes estuve tan furiosa como lo estaba ahora, era alguien irreconocible. Golpeaba su rostro sin parar y ella de la misma manera, mientras también nos agarramos de los pelos. Los demás se levantaron de la mesa, Egan me tomó de los brazos para apartarme y Caleb de la misma manera con su hermana.

Evolet comenzó a reírse cuando comenzó a limpiar la sangre de su rostro. La miré desafiante y también limpié con mi brazo la sangre que caía de mi nariz. Y como si no fuera suficiente el escándalo, abrió su boca dejando ver sus afilados colmillos y rompió una copa de vidrio con vino, el cual al hacerlo manchó toda la mesa y la comida que había en ella, para luego cortarme con el mismo y que uno de los fragmentos del vidrio quedarán impregnados en mi piel.

-¡Suficiente! -levantó la voz Egan al ver que mis ojos cambiaban a un color rojo intenso llenos de irá. Saqué los pedazos de uno de mis brazos y la sangre no tardó en brotar de las heridas abiertas. Antes de que Egan agregará algo, rompió un pedazo de la tela del mantel que ya estaba deshecho y me lo ató al brazo- Tenemos asuntos que tratar, la vida de todos corre un gran peligro y ustedes peleando para sacarse la bronca que se tienen.

No fue necesario que dijera una palabra más, ni mucho menos que nos pidiera a ambas que nos retiremos de su casa, porque con gusto fui yo quien abandonó el lugar con la cabeza en alto y sin mirar atrás, como si no sintiera lástima por lo que acababa de ocurrir.

-Narra Gisela:

Íbamos en el auto de camino a la casa de la madre de Eva, en la parte del conductor estaba Lía y yo del acompañante, en la parte trasera se encontraba la niña de mal humor con los brazos cruzados sobre su pecho y mirando por la ventanilla.

-¿A qué hora llegaremos?- preguntó impaciente- Ya no falta mucho para que vuelva a amanecer, tengo sueño y mucha hambre.

-No estamos muy lejos. Trataré de esquivar los semáforos. -dijo Lía.

-¿Por qué mi tía asesinó a mi madre? ¿Acaso no la quería? ¿Por qué es tan mala con todos? -insistió con más preguntas.

Nos miramos unas a otras con Lía, a lo que yo agregue:

-Es complicado pequeña Aurora, son asuntos de adultos, no lo entenderías.

Respiro profundo y solo permaneció callada. Puse un poco de música en el estéreo del auto para tranquilizar el ambiente, pero de repente tras sonar un poco más de la melodía de la música, el volumen se bajó sin ni siquiera hacer algún movimiento de mi parte. En ese momento, mire a Lía, pensando que a lo mejor ha sido ella.

-¿Qué acaso no te gusta therapy de Anne marie? -le pregunté.

-¿Qué? Yo no baje el volumen, puede que haya una interferencia en la radio.

Miré a Aurora, suponiendo que a lo mejor podría haber sido ella, pero estaba dormida o al menos fingía estarlo. Cuando volví a mirar hacía delante, le advierto a Lía sobre Nora que, se encontraba en el medio de la calle impidiéndonos el paso. Aquella detiene el auto.

-Al fin se hace presente...-dije susurrándole a Lía mientras se desabrochaba el cinturón de seguridad.

-Veremos qué es lo que quiere. -contesta y bajamos del vehículo.

-¿Qué se te ofrece Nora? No crees que ya estamos cansados, de que quieras vengarte todo el tiempo de todas las maneras posibles. ¿No tienes algo mejor que hacer? Como sacar a pasear el perro jaja.

-Eres Ingenua, Gisela. Quiero saber por qué falta gente en mi clan y por qué aún no han vuelto. Seguramente los están matando uno por uno. -gritó furiosa con los puños cerrados.

-No han vuelto porque gran parte de ellos estaban afectados por la peste, ¿Que no eres consciente de lo que ocurre afuera? Gran parte de ellos murieron quemados junto a otro grupo de vampiros de otro de nuestros clanes, por culpa de Gael y sus hombres. Los cazadores nos están dominando cada día, cada segundo, cada minuto. Nos están cazando. -respondí.

-¡Todos ustedes hacen que nuestra vida sea un infierno! No nos dejan tranquilos y ya es suficiente. -expresa Nora.

-¿Y qué esperas que sea, flores y colores acaso? Abre los ojos Nora, esta es la vida que llevamos, esta es la vida que nos tocó. Aprende que en la vida se gana y se pierde, que no siempre obtenemos lo que queremos y que no siempre salen las cosas como las planeamos. Somos vampiros, matamos, comemos, saciamos nuestros deseos en función de nuestras necesidades y tarde o temprano siempre nos vemos afectados por nuestras acciones. -informó Lía.

Nora permaneció en silencio por algunos minutos, pero sin dejar de bajar la guardía, agregó:

-Les quitaré a cada una de las personas a las que aman, -sacó un cuchillo y le hizo señas a una chica que estaba detrás de un árbol. La misma, empujó a otra que tenía en la boca un pañuelo, para evitar que hablara. Nora la atrae hacia ella y la agarra del cuello al mismo tiempo que la apunta con el objeto punzante. La segunda chica desaparece nuevamente entre los árboles.- Empezando por Bianca Johnson.

-¡Desgraciada...!-dije entre dientes.

-Un solo movimiento y cortaré su cuello. -una sonrisa se formó en su rostro y abrió su boca para mostrar sus colmillos- O una mordida podría cambiar su vida, solo imaginate las posibilidades de que comience a beber su sangre y no pueda parar, ni siquiera sea capaz de controlarme, de seguro para ella será su fin.

-!La tocas y te mato Nora!-le advertí.

-Quiero ver qué la intentas, tú y los que quieran. -nos desafío.

En ese momento, no supimos con certeza qué es lo que pasó con Lía, ya que Bianca corrió hacia nosotros asustada cuando vió que Nora empezó a escupir sangre mientras trataba de mantenerse en pie. Cuando aquella perdió el equilibrio, cayó al piso de rodillas, dejando ver a Aurora y la estaca de madera que había clavado en la espalda atravesando su corazón.

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