Capítulo 17:|No derramarás sangre sobre los condenados|
-Narra Gisela:
Despertó. Posteriormente estuvo desmayada en el suelo, por algunas horas luego de haberle clavado los colmillos en su cuello, es por eso que ni bien abrió sus párpados la acosté sobre un sillón de su casa. Sin embargo, esta vez petrificada del miedo rechazó mi ayuda y comenzó a alejarse de mí.
-Perdón, descargue mi enojo contigo. -dije.
Bianca agarró un objeto punzante de la cocina y lo apuntó hacia mi, ya que no encontraba su pistola. Pasó la mano por su cuello y su herida aún sangraba, bajó su vista y vio que su camisa estaba manchada por la misma. Los mechones de su pelo caían sobre su rostro y se le dificultaba acomodarlos en su lugar.
-¡Llamaré a mis superiores si das un paso más! -me advirtió.
Desobedecí su advertencia y cada vez que me acercaba, mis pisadas parecían ser fuertes, lo que provocaba una desesperación aún mayor en ella. Arreglé su cabello sin ni siquiera saber el porqué y aquella se apresuró a clavarme el cuchillo en el abdomen, obviamente para protegerse.
-¡No te haré daño Bianca! -grité mientras sacaba aquel objeto de mi herida- Solo quiero hablar.
Subí a velocidad vampírica por las escaleras y al llegar a su habitación no había nada. De repente, sale detrás de la puerta y las balas de madera invaden todo mi cuerpo. Caí fuera de la cama y terminé en el piso; luego cuando vuelvo a estar de pie, Bianca tira del gatillo y la bala impacta en el vidrio de la ventana, ya que logré esquivarla.
-¡Bianca! -expresé retorciéndome del dolor al sacar bala por bala de mi cuerpo.
-Me has mentido. Confié en ti y resultaste ser uno de ellos.
-Todo tiene su explicación. -conteste- Y tú también mentiste, porque nunca confiaste en mí, de hecho ninguna lo hizo.
-¿Por qué me buscas? ¿Qué es lo que quieres?
Su arma aún me apuntaba para seguir jalando del gatillo.
-Alguien de nuestro clan se había puesto en nuestra contra. En realidad, todos lo están y necesitaba averiguar quien divulgó sobre nosotros a los humanos. Además, una chica quería reabrir los casos que ya habíamos cerrado con mi compañero y si tal vez confiabas en mí, podría quemar las evidencias que ibas encontrando.
-Me echarán de mi trabajo por esto y tú eres la responsable. Saber que tengo un vampiro delante de mis ojos y que no te he matado lo cambia todo, absolutamente todo Gisela. -informó de forma dramática- Quiero que salgas de mi casa y no regreses y tienes suerte que te dejé ir. De lo contrario, no me detendré en clavarte una estaca en el corazón y presentarle las pruebas a la justicia.
-Si Arley no te hubiera dicho nada.. -comenté sacándole el arma de las manos y guardándolo en el bolsillo de su uniforme.
-¿Arley? El hizo lo correcto. -protestó- Me buscó y me contó todo lo que le hicieron, su plan nunca funcionó gracias a que consumía la hierba que, lo hacía inmune a sus hipnosis.
-Lo sé, el error fue nuestro y nunca nos dimos cuenta de aquello, hasta que lo vi en la comisaría. -respondí y tras una pausa agregué- Me iré y haremos como que esto nunca sucedió. Sin embargo, tendrás que dejar todo lo que has encontrado, así sea la cantidad de personas que murieron y los responsables que conllevan a ellos.
-¡Jamás! -cuestiona.
-Entonces, seguiré viniendo y me seguiré alimentando de tu dulce cuello.
-Así que, ahora mi cuello es dulce. Es decir, te sientes atraída por mi sangre. ¿Qué clase de psicópata eres?
-No importa tu género, cómo vistas o como es tu apariencia, la sangre nos tienta siempre y siempre nos llama a más. Considerarme una psicópata porque simplemente saboreo y disfruto de la sangre que ingiero, me ofende, debería entonces pensar lo mismo de ustedes al estar alimentándose de carne de un animal muerto.
-¡Soy vegetariana! -respondió.
-Entonces, con más razón deberías probarla algún día. Ser vegetariana es aburrido.
Ella comenzó a enojarse y como nos estábamos desviando del hilo de la conversación, me insistió en que saliera de su casa. Me fuí de allí y cerró su puerta sin pensarlo. Me dirigí directamente a la mansión.
-Narra Eva:
Sentí como la mano de Egan sujetaba con fuerza la mía, al ver la exagerada escena del chico tosiendo sangre sin parar, mientras nos alejabamos hacia la salida del salón. Gabriel, no pudo evitar ver que aquel sujetaba mi mano, por lo que decidí soltarlo en seguida al ver su rostro.
-¿Cómo sabemos que está infectado? -pregunta para no concentrarse en lo que acababa de suceder.
-Estando en el aljibe puede ver muchas cosas y una de ellas fue la llamada peste, que al principio solo se había presentado como una enfermedad y ahora como la mismísima oscuridad. -conteste- No le decimos oscuridad o peste por ponerle un nombre, sino porque el cielo se tiñe oscuro y asfixiante, y una vez que uno es afectado no tarda en arrasar con todo lo que se encuentra en su camino. El contagio se produce de forma directa, es decir, en contacto con el otro vampiro en este caso que está o estuvo infectado.
-Y las posibilidades de encontrar una cura, es de una en un millón. No hay salvación. -comentó Egan- A lo mejor, podríamos intentar con las dosis que Gael extrajo de la sangre de Ada, aunque dejaríamos de ser vampiros.
-No me atrevería. Alessia no aceptaría que le robáramos las dosis a Gael para utilizarla nosotros.
-Al menos, salvará tu vida Eva. -dijo Gabriel.
-Gabriel, ya no soy una torpe humana que no sabe ni cuidarse.
-Lo mismo aseguraste antes de quedar encerrada en el aljibe y terminaste confiando en Silvia, la cual hizo un desastre. -formuló aquel.
-Era mi hermana, había tantas versiones de la historia que no era capaz de diferenciar la verdadera, todos me han mentido y me han traicionado. Debía equivocarme para saber lo que hacía mal. Es más, si fuera Julian, hubieras hecho lo mismo. -lo empuje con bronca y él retrocedió- ¿Qué es lo que te ocurre? ¿Por qué vuelves a recordarmelo? ¿Por qué no usaste tu poder? Si eras capaz de ver el futuro, hubieras visto lo que iba a suceder y lo que me iba a ocurrir, me hubieras salvado. Si hubieras ocupado tu poder, sabrías lo que nos esperaba después, hubieras visto llegar la peste y esto no estaría pasando.
-¿Crees que no lo sé Eva? - se exaltó y tomó mis hombros con fuerza- No podía diferenciarlas, estaba tan metido en mis asuntos, en la coronación y en nuestro último año en la universidad, las muertes que ocurrieron sin explicación y las amenazas. Debí saber que no eras tu y me odio por eso.
A Gabriel se le cayó una lágrima y tras ver que era mucha la fuerza que ejercía sobre mis hombros, me soltó. Los ojos se me cristalizaron ante su expresión y también derramé una lágrima. El recreo ya casi acababa y nosotros aún permaneciamos en el pasillo. Egan, que fue testigo de nuestra conversación, indicó que iría a buscar a Lia a su salón para avisarle que tenga cuidado.
-Te acompaño. -dije y sequé mis lágrimas.
Gabriel, se marchó y se fue a preparar para la siguiente clase. Caminé junto a Egan, tratando de localizar el salón de Lía y finalmente lo hicimos, pero no había nadie. A lo mejor, ya había entrado a su siguiente clase, cosa que también debería de hacer. Sin embargo, fue justo lo que no hice por un simple acto de rebeldía tal vez, como suele decir mi madre.
Entre el enojo y el dolor que aún venía aguantando desde la pelea con Gabriel, aproveche mi oportunidad y esta vez fui yo quien bese a Egan sin previo aviso, lo cual lo dejó un poco sorprendido ante mi reacción. Aquel, de inmediato correspondió. Sus besos cada vez se volvían más apasionados e irresistibles y odiaba tanto no poder controlarlo. Sus dulces caricias dejaban marcas en mi piel, que me dejaba rogándole que no se vaya, que no me deje sola en esta tormenta.
Quiero que me destruya de la forma más bonita como nunca me habían destruido. Que se adueñe de mi corazón y de mi cuerpo. Que rellene cada lugar vacío en mi que fueron perdidos u olvidados. Quiero que mi cuerpo arda en llamas junto a él. Quiero despertar por las mañanas y que lo primero en ver sean sus ojos verdes. Quiero que sus fuertes y fornidos hombros me sirvan de abrigo en las noches de invierno. Quiero recorrer el nuevo mundo que aún me falta por descubrir. Quiero estar junto a él efectivamente por toda la eternidad.
La manija de la puerta comienza a ocasionar un ruido insoportable, al intentar abrirla, por lo que nos separamos rápidamente y algunos estudiantes ingresaron a buscar sus pertenencias. En eso, Lía nos ve y nos saluda a ambos.
-¿Dónde estabas? Te estábamos buscando. -dice Egan y limpia con su pulgar el labial rojo que había quedado en sus labios.
Arrugué la nariz, mirando hacia el fondo del salón, tras darme cuenta de ello.
-¿Por qué no había nadie aquí? ¿Dónde se habían ido todos? -pregunté rompiendo el silencio.
-Si…-miró extrañada a su hermano- Tuvimos que salirnos todos porque dos de mis compañeras comenzaron a toser y a escupir sangre, por lo que llamamos a la enfermera para que pueda darle los primeros auxilios, pero eso no sirvió de mucho. Tuvieron que pedir algunas ambulancias, para poder llevarlas a ambas, por el estado crítico en el que estaban.
-¿No tuviste contacto con ellas, cierto?. -la interroga y comienza a contarle sobre el chico con los mismos síntomas.
-No, me asusté y llamé a la enfermera, eso fue todo. Luego, los especialistas se hicieron cargo. -negó- ¿Por qué comienzan a toser de esa forma? Eso no es normal.
-Creemos que son unos de los tantos síntomas de la peste. -comenté- Aunque, estoy segura que tiene que ver con lo que dijo Evolet, cuando me mantuvieron prisionera en su mansión.
-¿Qué te había dicho? -consulta.
-En ese tiempo, me hablaba sobre un desequilibrio que para equilibrarlo justamente, debíamos matar a Silvia y Lucas. El caso es que, Lucas ya está muerto y Silvia también. Los que nos lleva a pensar que era todo falso o resultaron ser las personas incorrectas. Es decir, ambos habían empezado con todo esto y ambos debían de acabarlo, ambos representaban la maldad, pero de lo que se logró no solucionó las cosas. Tal vez, el traer a Gael fue lo que faltaba para iniciar la catástrofe.
-¿Entonces dices que Gael debe de morir para restablecer el orden? -dijo Lía.
-Exacto. No obstante, aún nos quedarían las consecuencias de la peste y los vampiros contagiados. Escuché tantas veces que la sangre de alguien maligno caería sobre sus enemigos y que el cielo se cubriría de un negro oscuro, tal y como Gabriel escucho o en su mayoría a diferenciar las palabras en latín que Victor mencionó. -tomé aire y luego agregué- Esa persona maligna era Silvia, la cual murió en la guillotina, la muerte perfecta para que su sangre bañe a los participantes del juicio: en otras palabras sus enemigos.
-Quien haya sido manchado por su sangre ahora están infectados. -comunicó aquel- Ten asegurado que estuvimos ahí, pero en ningún momento una mínima gota cayó sobre nosotros, ya que yo andaba buscándote. Scott y Ryan, decidieron retirarse y se despidieron de nosotros ya que empezarían una vida juntos. Mantuvieron un romance en secreto que pronto se dió a la luz. Eula y Lía, estaban alejadas de la zona y luego regresaron a la mansión.
-De acuerdo, pero hay que averiguar si el resto sí fue manchado. Deberíamos ir lo más rápido a la mansión, en cuanto terminen las clases o que nos dejen ir a nuestros hogares debido a los que presentaron dicho chico y chicas.
-Activemos la alarma de incendios. -indica Lía y asentimos.
-Narra Alessia:
Darwin se quedó en casa tras la visita que me había hecho, conoció a Julián esa misma tarde del funeral, al regresar del bar. Encantada de su presencia, cocinamos durante el mediodía y luego lo llevé a recorrer la ciudad.
-¿Estás bien? -preguntó Juli.
Julián se preocupaba demasiado por mí, que era tan capaz de repetirlo tantas veces como pudiera, porque sabía que no quería mostrar debilidad. Sí, eso que me hacía débil y que me haría romper en llanto.
-Estoy bien. -contesté.
Tomó mi mano y depositó un beso en ella.
-No tengas miedo a expresar lo que sientes. -me susurró.
Retuve el nudo que comenzaba a formarse en mi garganta. Darwin iba delante de nosotros mirando algunas vidrieras del centro comercial, tomando fotografías de monumentos y paisajes, pero en un momento paramos la caminata y le informo Lían que estaba algo cansada. Aquel dijo que iría más tarde a la casa y que se quedaría un poco más.
De regreso a mi casa con mi fiel acompañante, compró unas flores, ya que después me llevaría al cementerio para dejarselas a mi madre. Algo muy lindo de su parte. Y llegando al mismo, ví la silueta de un hombre que conocía, al darme cuenta de que se trataba de mi padre corrí a velocidad vampírica agarrándolo del cuello.
-¿Qué haces aquí? -protesté.
-No es obvio. Vine a ver a tu madre. -respondió con lo que le quedaba de aire.
-Alessia, bájalo. -dijo Julián.
-No necesita tu presencia. Sabías dónde estaba y lo que hacían con ella, pero preferiste dejar las cosas como estaban y no buscarla. Mataste a Nick por tu obsesión con los vampiros y ahora a tu ex esposa, por la misma causa y por eso te odio. -expresé- ¡Te odio! -le grité aún más fuerte.
-Alessia, bájalo. -insistió Julián nuevamente.
Pero, no lo hice y por no hacerlo salí lastimada. Mordí su cuello con rudeza y me alimente de su sangre. Más tarde estaba en el suelo, mientras me retorcía y escupía lo ingerido. Mi padre había bebido Armigreza y todos sabemos que pasa cuando uno consume esa hierba.
-¡Alessia! -dijo Lían.
Mis ojos, comenzaban a cerrarse, dejando la última imágen de mi padre escapando.
-Narra Eva:
Salimos de la universidad y nos dirigimos en el auto de Egan a la mansión. Al llegar a la parte delantera de la misma, la entrada estaba cerrada con llave y era imposible abrirla, así que la rodeamos y fuimos a la parte trasera. Allí varios de nuestros miembros estaban afuera y Gael en la puerta trasera observando como lo veneraban.
Me miró desafiante y encendió un cerillo. Lo tiró adentro de la mansión y gritos desgarradores de vampiros se escucharon. Ahora estaban ardiendo en las llamas junto a toda la estructura antigua que caía en pedazos. Quise sacarlos o ayudarlos, pero Egan colocó una mano sobre mi hombro impidiendolo, ya era tarde la mayoría habían sido quemados.
-¿Qué has hecho? ¡Los quemaste a todos! -expresé.
-Estaban infectados y el fuego era la mejor opción. Acabé con los que arriesgaban la salud de otros. -anunció y les comunicó al resto.
Muchos estaban llorando, siendo que a otros les parecía lo correcto. Rápidamente llegaron Gisela y Gabriel viendo el desastre.
Tomé la daga de uno de los guardias y corrí a velocidad vampírica para clavarselo en el corazón. Fallé y me la quitó de las manos. Caí al piso y dando un paso en falso tratando de hacer lo mismo conmigo, Gabriel se interpuso y recibe el impacto.
-¡No, no Gabriel! -dije tomándolo entre mis brazos y quitándole la daga de inmediato.
-¿Vieron? Eso es lo que pasa cuando intentan atacarme. -les advirtió Gael secando la sangre de su rostro.
-No pude salvarte ni la primera, ni la segunda, por eso espero que haya valido la pena la tercera… -expresó Gabriel con su voz cansada y derrotada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro