Capítulo 10:|La sangre que nos une|
-Narra Gabriel:
Ahora nuestras vidas parecían haber cambiado de la noche a la mañana. Pues y al parecer, tales palabras bastaron para que aquel momento de felicidad que deseábamos, se acabara tan pronto. En aquel momento, terrible era el dolor que comenzaba a sentir en mi pecho, con el solo pensar que había visto nuestro final mucho antes de que comenzara. Y juro que en este momento, mataría por calmar ese malestar que no me deja dormir.
En la mañana del siguiente día, aún me encontraba en la casa de mi hermano, debido a que se quedó con Alessia y también dados por lo acontecimientos que habían estado sucediendo. Siendo así que, como tenía que ir a la mansión para saber que haríamos a partir de ahora, Gisela no tardó en llegar.
-¿Qué haces tan temprano aquí?-la examiné.
-Diría que vine a buscar a Julián, pero también eres una buena opción, ya que al parecer no se encuentra. -contestó asomándose para buscarlo con su mirada.
-¿Y para qué me necesitas?-formulé.
-Encontré información en cuanto a Silvia, pero el único problema es que estamos algo lejos del lugar y tal vez nos lleve algo de tiempo. -me índica.
Asentí, aunque eso requiera viajar alrededor de unos 157.8 kilómetros, hasta la ciudad de Astoria. Rápidamente, nos subimos al auto y aquella comenzó a conducir.
-¿Por qué Astoria?-fruncí el ceño pensativo.
-No diré que, he descansado luego de enterarme de que existe una relación entre Silvia y Gael. Así que hablé con ella y mediante algunos contactos pude encontrar algo que me ha dejado totalmente sorprendida.
-¿Y a quien nos enfrentamos exactamente?-insistí.
-A tu hermana, Gabriel.-expreso susurrando.
-Narra Alessia:
El sol se había asomado por mi ventana y una tenue luz comenzaba a molestar mis ojos, así que acabé despertando. Al abrir mis párpados, me encontré con la mirada de Julián, que al parecer me había estado observando mientras dormía.
Tanto sutil como intencionalmente, lo rodeé con mis brazos depositando algunos traviesos besos por sus labios, para luego incrustar mis dedos sobre su sedoso cabello y despeinarlo. Ambos reímos de inmediato por algunas horas y, tras una leve respiración profunda, ambos no tardamos en agregar: «Buenos días»
-Y bien, ¿Qué me tienes preparado para el día de hoy?
-Mmm...-agregué pensativa- Prometí llevarla a Mamá con unos viejos amigos, para que me ayuden con el tratamiento y para que pueda reactivar algunas de las funciones de su cuerpo. Los químicos y toxicidades a las que, fue expuesta su cuerpo, la dañaron casi por completo.
-Nada me haría más feliz que acompañarte, Alessia Lottus...-me susurra en el oído- Además, mientras tengas los medicamentos necesarios para que Ada vuelva a hacer la de antes, será lo mejor.
En aquel momento, golpean a mi puerta y la voz de Sophia nos interrumpe. La misma, nos cita para que bajemos al comedor.
-Y si Julián pudiera derramar algunas gotas de sangre en el cuenco, a lo mejor sería capaz de tener visiones, posibles fragmentos del pasado que nos llevarán a las preguntas que han estado surgiendo. La sangre que corre por tus venas, nos unirá con tu padre y a su vez con su vida pasada. -explica Devan.
-Entonces, intentémoslo...-respondió Julián.
Aquel, tomó una pequeña daga antigua que se encontraba sobre la mesa, pero con la única diferencia de que esta era más fina y larga. Así que, se cortó la palma de la mano, derramando algunas gotas de sangre en el sitio acordado. Cuando quisimos acordar, el hilo de sangre de la palma de la mano de Julián que, se había formado con anterioridad, se había sanado.
Rápidamente, Sophia y Devan, realizan el hechizo. Ambos toman sus manos alrededor del cuenco, invitándonos a que nosotros hagamos lo mismo, para formar un círculo. Pronto nos transportamos de una habitación a otra, en los recuerdos de Gael y Silvia para ser exactos.
Gael, en una primera escena, se encontraba enojado con los miembros de su clan por la lucha que tuvieron contra sus enemigos y el fracaso del mismo. A su vez, alguien mayor a él y con un posible experiencia en el tema, había dejado gravemente herida a Silvia. La cual, había arriesgado su vida humana, para salvar a Gael de la terrible bestia que habitaba en el exterior de la mansión.
-Debes dejar de luchar, Silvia. Sólo te estás dañando a ti misma. -le ordena.
-No quiero que mueras, Gael. No, no podría soportarlo, no definitivamente no podría soportar el perderte-expresa.
-Será mejor que esto acabe aquí...-finalizó.
El mismo, abre la puerta de su oficina, para marcharse. No obstante, las palabras de Silvia lo dejaron inmóvil que, le era imposible salirse de la habitación.
-¡Tendré una niña!-expresa- Si vuelves a irte, jamás podrás conocerla y crecerá sin su padre.
La visión acaba allí, una escalofriante nube oscura nos envuelve y volvemos a la realidad.
-Narra Eva:
Estaba cansada. Estaba afligida al desconsuelo. Me estaba ahogando en el suplicio. Y aun se me hacía inolvidable la pronunciación de su nombre. De hecho, mi ritmo cardíaco aumentaba cada vez que cruzábamos accidentalmente nuestras miradas.
Inicié mi escritura matutina en el computador, de la casa de mi madre, relatando cómo fueron mis últimos días luego de haber salido de aquel pozo y el gran peso que debía de cargar ahora en más sobre mis hombros.
El tormento, definitivamente lo vivía todos los días, pero aún así deseaba tanto que terminará pronto. Me supera en un gran número vivir de esta forma, en donde las lágrimas ya comenzaban a quemarme y mis rodillas gritaban con cada caída, que eran ocasionadas por las tantas que había tenido contra el suelo. Pues así, resultaban ser las noches de lamentos.
Por otro lado, aún no había encontrado la cura para lo que padecía mi madre, pero lo primero que vino a mi mente fue el hechizo de una bruja tan poderosa como lo es Sophia. Ahora sólo queda hablar y esperar a que todo problema pueda ser resuelto.
-Narra Gabriel:
Habíamos llegado hasta la calle Lexington Ave, en Astoria, después de haber viajado durante largas horas. En la misma avenida, además de poder apreciar algunas casas, había una escuela llamada Clatsop Community College y un paisaje deliberadamente magnífico. Caminamos por aquel lugar, mientras Gisela me relataba la historia que tenía esta ciudad y la cantidad de habitantes. Hasta que, cansado de tanta charla y pocas explicaciones, le dije malhumoradamente:
-¿Tengo una hermana? ¿Cómo es posible?
-Le juré a Silvia por mi vida que no la tocaría ni le haría daño, pero te lo explicaré...-contestó.
Gael Callen, es el padre de Julian, y a su vez Silvia es o en algún momento fue su mujer. Aquella tuvo una hija cuando aún era muy joven, por lo que, ya resultaba ser un problema para todos. Su hija, la convertía en mi hermana y a su vez convierte a Eva en su sobrina. Y dadas las circunstancias, ahora se encuentra viviendo en esta ciudad con una niñera y con apenas seis años de edad.
-La niña traerá problemas a los clanes y seguramente más de los que ya tenemos. Por lo que sugiero que, mantengamos en secreto este viaje, para no tener interrupciones de segundos. -Indica Gisela.
-¿Me estás diciendo que no podré decírselo ni siquiera a Julian? Desde un principio esto no tendría que estar pasando.
-¡Gabriel es la representación de todos los clanes! Es parte Cazador, Impuro e incluso parte realista. Esta posee mucho poder, lo suficiente como para reducir a los clanes y quedar como su líder-levantó la voz alterandose.
-La primogénita queda como líder y sabemos que Esteban no quiso considerar a Silvia, por lo que tuvo que quedar Eva. Sin embargo, ahora ninguna quedará, excepto su hija. -deduje.
-Exactamente.
-Considerando que, aún no cumple con la edad específica para tratar los asuntos de los vampiros, determinamos que tampoco no se ha convertido en uno de ellos.
-Es por eso que debemos protegerla, porque mientras más gente empiece a enterarse, querrá matarla para que pueda formar parte o no de nosotros. -concluyó Gisela.
-Narra Eva:
Había llegado hasta la casa de Alessia, pero solo se encontraban Devan y Sophia, en aquel momento. Por lo que, saludé a ambos y nos pusimos a charlar.
-¿Crees que pueda haber alguna forma de que mi madre despierte con tu magia?-pregunté.
-Podríamos intentarlo, hasta podría buscar en antiguos grimorios, sin embargo el único problema es que la mayoría están en Utah-responde aquella.
-¿Y tu no tenías una amiga bruja, Eva?-agrega Devan.
-Sí, de hecho ella no tenia mucha experiencia en la hechicería, apenas lo había descubierto. Aunque, podríamos ir hasta donde vivía y buscar en los libros que su familia guardaba.
-Lamentamos, por lo que tuvieron que pasar, pero creó que tomó una buena decisión. Si Sasha utilizaba su poder, aún herida, solo la debilitaría más.-expresó acariciando mi hombro.
-Lo comprendo...-contesté- Entonces, creó que iré a la mansión a hablar con una persona y volveré para que busquemos juntos el grimorio.
-De acuerdo-dicen ambos asintiendo.
-Ah y sugiero que luego de esto, puedan tomarse el día, ya que desde que los problemas han surgido no se han tomado un descanso. Definitivamente, todos lo estamos necesitando, en estos momentos.- indiqué para luego marcharme.
Es así que, estoy en la mansión y no puedo evitar mirar como Egan pasa por mi lado, sin ni siquiera saludarme.
-¿Acaso te moleste?-lo invadí, tomándolo de su brazo, para evitar que siga avanzando.
-No, para nada. Solo estoy algo ocupado.
-De verdad, lo siento, por todos los problemas que ocasione. Aunque, deberías entender que no era la misma persona.
Aquel, me observó detenidamente, para luego agregar:
-Lo entiendo y me alegra de que vuelvas a ser tu.
Inmediatamente, se retiró y siguió con lo suyo, mientras que yo me dirigí a hablar con Silvia.
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