Capítulo 10:|La reconciliación|
Toda la noche padecí de insomnio, como resultado de alguien que se quedó durmiendo afuera.Me tiraba piedritas en mi ventana y golpeaba mi puerta pronunciando mi nombre, a lo cual yo menegaba a responder. Todo un niño infantil arrepentido de sus actos.Eran las ocho de la mañana, así que decidí solo levantarme a desayunar, ya que esto habíasido un caso perdido. Al terminar de arreglarme, limpié la casa e hice los deberes, para finalmenteabrirle la puerta.—¡Ahora puedes pasar! Aunque no tendría por qué permitírtelo —comenté—. Sabes que por loque has hecho soy capaz de dejar de hablarte y muchas cosas más. Pero, como al igual quenecesito la ayuda de Julián, necesito la tuya para continuar con los casos. Eso no quiere decirque confío plenamente en ustedes, porque para mí aún siguen siendo completos desconocidos.Asimismo, por defecto terminaron siendo los únicos que tengo de mi lado.—Te dije desde un principio que no tenías que preocuparte por mí.—¿En serio, Gabriel? Llegaste a mi casa, como un simple favor, un simple invitado y pretendesque no me preocupe si te vas y no regresas. Acaban de encontrar el cuerpo sin vida de uno delos chicos que concurren a nuestra universidad, tú vienes y vas a donde quieres y sin ningúnproblema. Me preocupa volver a prender la televisión o contestar mi celular y que me digan:"Encontramos otro cuerpo y esta vez se trata de Gabriel Gonzales".Un nudo se formó en mi garganta, traté de esconder esa angustia, pero resultaba imposible.—Gabriel, tú eres mi responsabilidad, aunque te cueste aceptarlo como a mí desde unprincipio.Sin pensarlo, me besó. No era un momento muy indicado, pero fue algo lindo y acogedor. Lomiré algo sorprendida por su acción. Pero, desde un inicio, él supo que ambos sentíamos algo pormás raro que fuera. Luego de aquel cálido beso, nos separamos.—Tienes toda la razón. Pero, ahora dime, ¿por qué me temes?—Yo no te temo, Gabriel —le informé.—¿Entonces por qué tratabas de evitarme?—Te evité porque llegaste a mi vida esperando algo a cambio, considerando que tampococonfío en las personas que recién comienzo a conocer. Todos esperan que normalice mi vidacomo lo era antes, pero es algo complicado, no es fácil olvidar a alguien que se fue y esesentimiento todavía persiste en mí. Pocos entenderán que no busco formar una nueva vida, sinoarreglar la antigua y descubrir qué me llevó a aferrarme a aquellos recuerdos y no quereravanzar.—Lo entiendo, viví algo parecido.—De hecho, hay algo que me mantuvo inquieta durante este tiempo y la verdad necesitopreguntártelo, además de cómo te llamó Julián ayer. ¿Eres un vampiro, cierto? Dime que no hasmatado a ese chico.—Soy un vampiro, pero no el responsable de su muerte, no soy el único que vive por aquí.—Entonces has despertado en mí la curiosidad. Quiero saber más sobre ti —le compartí miopinión—. Quiero saber quién vive conmigo bajo el mismo techo.—Tengo 18 años desde 1990. Me costó acostumbrarme a este nuevo yo, a esta nueva vida, aeste nuevo ser insaciable que se apoderaba de mí en todo momento. La sangre es lo único queconsumimos, eso incluye tanto la animal como la humana. Tenemos el poder de hipnotizar y undon en especial, o al menos muchos lo consideran de esa forma. Nos quemamos a la luz del sol ylas veces que debemos salir cuando esta se encuentra, nos protegemos con una planta que sepuede mezclar en infusiones; aun así, preferimos salir de noche. Con recurrencia podemosalimentarnos de lo que comen los humanos, pero ya casi nadie lo hace porque simplementetenemos otra fuente o porque para nosotros no tiene ningún sabor.—Esto es muy...—¿Raro? —dijo, queriendo terminar la frase por mí.—Extravagante —le contesté.—Sí, lo sé —afirmó.—¿Y qué más puedes hacer?—Es solo eso, Eva. No somos superhéroes. —Se sentó en un lugar más cómodo,especialmente los sillones acolchonados, y agregó—: Mientras más aceptas lo que eres, cosasnuevas descubres. Por el momento, solo puedo decirte que cuando queremos alimentarnosnuestros ojos se vuelven intensos del color original, al igual que si nos enojamos.Todo lo que me contó era muy sorprendente. Me hubiera gustado que me contara más de suvida, pero mis dudas y preguntas sería mejor dejarlas para después. Volviendo un poco a larealidad, recordé lo que había pasado la noche anterior. Sabía que un cazavampiros y un vampirono se llevarían bien, pero si queríamos trabajar los tres juntos, sería mejor que empezaran a forjaruna amistad. Entonces decidí llamar por teléfono a Julián.—¡Hola, Julián! —lo saludé mientras me sentaba al lado de Gabriel.—¡Hola, Eva! Lamento lo de anoche. Pero, en fin, ¿sucedió algo?—Lo entiendo, cosas así entre ustedes es entendible que pasen. Bien, ahora escúchame,quiero que nos encontremos en el centro comercial. Tengo algunas cosas que hacer y megustaría que puedas acompañarme, ¿puedes?—Sí, está bien, ¿puedes contarme qué actividades tienes pensado?—Ya te enterarás cuando nos encontremos allá.—De acuerdo, nos encontramos ahí entonces.Ambos finalizamos con la llamada. Debido a la situación incómoda que había tenidoanteriormente con Gabriel, se me dificultaba mirarlo a los ojos, por lo que las palabras de mi bocaterminaron saliendo tan rápido que no sé si fue capaz de comprender.—Gabriel, voy a necesitar que te cambies, te arregles bien y nos vayamos al centro. Nopreguntes, solo hazlo, por favor.—Está bien... —respondió.
***
Gabriel«Fue un error, fue un error que nuestros labios se rozaran...», pensé mientras me cambiaba deropa.La besé por el simple hecho de apaciguar esas ganas de morder su delicado cuellovoluminoso. No me atrevía a terminar con este cometido; era mi obligación, pero esto se estabavolviendo cada vez más dificultoso. Solo sé que me estaba arriesgando y exponiendo a cavar mipropia tumba.Al llegar al centro comercial, me había tomado totalmente desprevenido, lo cual era imposibleevitar que se reflejara la furia en mis ojos. Quería matar a la persona que tenía en frente de mí.Esto no era más que otra simple manera de reconciliarme con Julián, con la firma de Eva en elfinal de un acta que ni siquiera existía.—¿Qué hace él aquí? —expresé.—Yo me pregunto lo mismo —dijo Julián.—Dos palabras: trabajar juntos —dice Eva contando con sus dedos.—¡Eso nunca! —contesta Julián.—¿Eva, no lo entiendes? Estás queriendo que el cazador y su presa se lleven bien.—Tarde o temprano tendrán que hacerlo. Terminen con sus diferencias, porque antes de ser loque son ahora fueron iguales: dos simples humanos como cualquier otro en esta ciudad.—¡No! —dijimos al unísono esperando que alguno diera el brazo a torcer.—¡Basta! Las mejores amistades empiezan por las peores y aun así no se pelean, como perrosy gatos, como ustedes. Entiendo que ambos son diferentes y que más de una vez lo he repetido,pero son conscientes de lo que está sucediendo y necesitamos estar juntos, porque de locontrario todos nos volveríamos enemigos de todos. —Eva suspiró y continuó—: Mañana es micumpleaños y quiero pasarla bien sin que ustedes se estén matando. Pero, por el momento,disfrutemos de lo que queda del día.
***
EvaFinalmente, llegaron a un acuerdo, en el que ninguno se lastimaría y en donde tratarían dehacer lo mejor el uno para el otro. Sin embargo, la excusa del cumpleaños es buena, aunque creoque solo terminé empeorándolo. Viéndole el lado bueno, hoy al menos solo habrá paz ytranquilidad.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro