
P r e f a c i o
No sé cómo mierdas había terminado aquí.
Ahora me arrepentía enormemente de haber aceptado aquella llamada. ¿Enserio tenía que ser tan cabezota y hacer lo que se me plazca?
¿Porque simplemente no había evitado aquel teléfono que siguió sonando con impaciencia? ¿Porque no pude cortar aquella llamada? ¿O simplemente ignorarla?
La verdad es que siempre tenía que estar rodeada del peligro.
1...
Apreté el hombro del chico a un lado de mi, el cual observaba la escena con miedo bañado en su rostro.
2...
¿Enserio tenía que llegar hasta esos extremos? ¿Porque no hacía nada? ¿Porque no la detenía?
3…
¡Basta! ¡Ya basta! ¡Acaben con esto!
4...
Necesito terminarlo, no puedo seguir así. Y el menor que está a mi lado lo sabe perfectamente. Así que dirigiéndole una sonrisa por última vez, entre completamente a aquel cuarto tapándolo a él —aunque ya le hubiera dicho que se escondiera antes—, porque sabía las consecuencias que conllevaría aquello.
—Vaya..—dijo la mujer frente a mí. Quien sonrió cínicamente al verme. En cambio el albino que estaba en el suelo me miraba con horror. Quise matarla a ella por eso. — ¿Acaso no te enseñaron a tocar la puerta antes de entrar?
Maldita.
—Eres igual a tu madre.. —inmediatamente tensé mi mandíbula fuertemente haciendo presión en mis dientes, apreté mis puños hasta el punto de poner mis nudillos en blanco y clavar las uñas en la palma de mi mano sin importar dañarme. Aunque ésta sonrió enormemente al ver lo que había causado en mi. — Así que resultó ser cierto... Esta muerta. —ahora hizo una mueca de tristeza fingida. Que a los minutos fue sustituida por su estúpida sonrisa. Esa la cual quise borrarla de su rostro. — Me doy cuenta, que de nada sirvió que tu padre te llevara fuera del país, los estudios no te sirvieron. Tú madre estaría decepcionada de ello. Aunque ambas son iguales.
¿Como se atreve a insinuar que mi madre era una cualquier? ¿Con que derecho?
—Ya déjate de estupideces Irina.—solté con furia en mi voz.
Tenía que tranquilizarme, solo quería sacarme de mis casillas.
—Y mal educada también. —empecé a contar mentalmente hasta diez, no tenía que dejar que me manipulara, no sería uno de sus títeres a los que podría utilizar como se le plazca.
Observé como se iba acercando lentamente hacia mi, así que por inercia empecé a retroceder. Ya tenía una idea de lo que me podría hacer.
—¡Ya basta! No lo hagas mamá. —su suplicante voz. Esa voz que estaba rota por el simple hecho de decir ese apodo que era utilizado para los progenitores, hizo mi sangre hervir y que me preguntara; ¿Cómo podía existir un ser tan despiadado como ella? ¿Y como el podía ser tan idiota para apañarle todo?
Prácticamente era un demonio en cuerpo de mujer. No cabía duda a eso.
Ella giró su rostro hacia el dandole una sonrisa obviamente fingida.
—Veo que no has aprendido la lección. —habló mientras se arremagaba la camisa nuevamente como al principio. El mayor de pelo blanco abrió sus ojos como plato, temiendo de lo que haría a continuación.
Pero no podía permitir que pasara eso otra vez, no podía dejar que callera nuevamente en manos de esa bruja.
Porque eso es lo que era, una bruja sin corazón ni compasión por sus seres queridos.
Y antes de que sucediera lo inevitable, me interpuse en su camino haciendo que su mano impactará en mi rostro, haciendo romper mi labio en el proceso y haciendo que sintiera el ardor recorer mi cachete obviamente hinchado.
Un gemido salió de los labios del mayor de los Girikanan.
Y una sonrisa satisfactoria me dedico la mujer frente a mí.
No me quedó nada más que caer de rodillas agarrando el lado lastimado de mi rostro, dirigiéndole una mirada asesina a la mujer.
—Si a si lo quieres. Así lo tendrás. — y no pude moverme. Me quedé estática en la misma posición cuando ella misma había dicho aquello.
1...
Ahora su golpe era mucho más fuerte, sabía que le molestó el hecho de que me interpusiera en sus planes. Por eso descargaba su odio en mi, y su golpe había venido con más potencia.
2....
Mis piernas hormigueaban por estar flexionadas y poniendo todo mi peso ellas, pero no podía evitarlo. Tenía que aguantar.
3...
A este punto sentía náuseas, ¿Sería malo que justo ahora vomitara en su rostro?
4...
¡Que alguien la detenga! -suplique en mi mente.
Y como si hubiera sido escuchada por los ángeles o el mismísimo Dios, sentí como tomaban de mi cadera y me tiraban hacia atrás, haciendo que mi espalda chocará con su abdomen, y que sus brazos ejercieran presión en mi como si temiera el soltarme.
Quizá ahora comprenda un poco, y que admitiera que los golpes de aquella bruja hubieran servido de algo, para darme cuenta, de que aún seguía sintiendo algo por el albino.
El cual me apretaba más hacia el con una mirada preocupada. Me estaba protegiendo, me estaba abrazando, así como aquel primer día de primavera, o como aquella despedida de invierno.
Por el rabillo del ojo pude ver como el monstruo frente nuestro, miraba hacia aquella dirección por donde había entrado hace un rato, y ahí comprendí.
El menor del los Girikanan estaba en peligro.
Cuando reaccione intenté moverme de los brazos del hombre que me tenía apagada a él, pero solo conseguí una mirada angustiada de su parte.
Así que levante mi mano y la coloqué en su mejilla que se encontraba roja por los múltiples golpes que recibió, para darle suaves caricias, intentando trasmitirle un “todo estará bien” . Pero este solo suspiró con temor y su labio inferior temblaba por el miedo.
Lo entendía a la perfección.
¿Cómo podía decir un todo estará bien cuando dudaba de que las cosas salieran bien?
Pero aún así, tenía que protegerlos, se suponía que acabaría con ellos, y mi principal objetivo era ella.
Pero proteger a los Girikanan también formaba parte de ese plan.
Tenía que darlo todo, ser fuerte por ellos dos, por mi padre, por mi hermano, por mi madre.
Pero quizá ya era demasiado tarde, cuando al fin pude salir de mi burbuja, la mujer a la que odiaba utilizaría a él más menor bajo su mando. Quise rendirme, así que me di valor.
Pero aunque eso pasara, tenía que salvarlo, tenía que hacer algo, no podía quedarme de brazos cruzados.
Acabaría con toda esa farsa.
Eliminaría ese objetivo que tenían en mente.
Y aunque me doliera admitirlo frente a ellos, hundiría a aquella bruja que se había apoderado de esa organización.
Porque Yo, destruiría Orion.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro