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💎 Capítulo 9

Heidi miraba por la ventana del carruaje el pueblo de Arbezela con una pequeña sonrisa. Los plebeyos saludaban eufóricos ante su llegada y la de su gemelo. Saludaba dulcemente a los pueblerinos agitando su mano de un lado a otro. Harchie se encontraba haciendo lo mismo por la otra ventana, sonriendo e igual saludando.

El Imperio de Arbezela los recibía con alegría y respeto, algunos estaban eufóricos que inclusive se empujaban.

—¡Príncipe Harchie!

—¡Princesa Heidi!

—¡Los gemelos son tan hermosos!

—¡Princesa Heidi es usted tan preciosa!

—¡Que hermosa!

—¡El Príncipe es tan apuesto!

Heidi sin borrar su sonrisa y continuaba saludando ladeó la cabeza interesada en las palabras de los plebeyos que gritaban. Todos elogiaban la belleza de ella y su gemelo, consideraba normal que Reinos e Imperios extranjeros les alabarán su belleza. Aunque en Arbezela lo estaban haciendo más de lo común.

En la estancia de Luella en el Reino de Mahira, había mencionado que Arbezela era muy exigente con la apariencia. Debías verte lo mejor que pudieras para tener la aprobación de todos y tener mejores oportunidades fueses hombre o mujer. Tenías que ser perfecto en pocas palabras.

Heidi no podía creer que esto ocurriera en Arbezela, puesto que antes de conocer a Luella, Heidi había escuchado todo aquello sobre el Imperio custodiado por el Dios Astotelia, pero que Luella se lo confirme y ahora por primera vez que visitaba Arbezela la dejaba atónita ¿Debía sentirse afortunada de ser bonita ahora mismo? ¿Que hubiera pasado si Heidi no era bonita?

—¿En que tanto piensas Heidi?

La voz de su hermano la sacó de sus pensamientos y centro toda su atención hacia él. Heidi inspiró y expiró aire, pasó una mano por su cabello castaño.

—Sobre como Arbezela está elogiando mucho nuestra belleza.

—Es normal que lo hagan, lo han hecho en otros Imperios y Reino.

—Si pero no de una forma exagerada como Arbezela.—Heidi señaló con su cabeza discretamente hacia el pueblo.

Harchie carcajeo divertido por la respuesta de su hermana.

—Al parecer lo que nos dijo Luella, no estaba tan alejado de la realidad.—Harchie pasó una mano por su cabello castaño sin borrar esa sonrisa divertida.—Eso explica porque Luella es como es.

De los labios de Heidi salió una pequeña risita, pero era más una risa sin emoción. Por extraño que sonará, Heidi podía sentir oscuridad más que luz ¿Como el Dios Astotelia permitía esto en el Imperio? Que todos solo observarán lo valiosos que son solo por su apariencia física en vez de sus logros.

Después de pasar por varios minutos en el pueblo, el carruaje finalmente llegó al palacio y se detuvo frente a las escaleras con un ligero chirrido. El cochero bajo de su asiento y abrió la puerta del carruaje a ambos gemelos. Harchie fue el primero en bajar y tendió su mano para Heidi y ella la sujeto y finalmente salio del carruaje con cuidado, sosteniendo su vestido para no tropezar.

El castillo de Arbezela era inmenso y de color blanco y dorado brillante con inmensos caminos y balcones. Ventanas inmensas y resplandecientes con innumerable belleza. El palacio era la clara representación de la luz y la perfección de Arbezela.

En lo que Harchie hablaba con el cochero, Heidi fue hacia los caballos y de su bolsillo saco un poco de alfalfa.

—Aqui tienen su premio chicos, hicieron un gran trabajo al traernos aquí.—dijo con una sonrisa.

El primer caballo comió de la mano de Heidi y relincho con alegría. Heidi saco otro poco de alfalfa y se lo dio al otro caballo quien comió gustoso e igual relincho feliz. Heidi acaricio a ambos su cabeza en lo que esperaba a Harchie de que terminara de hablar con el cochero.

La sonrisa de Heidi desapareció y en su rostro se formó una expresión seria, sus ojos vagaron a su alrededor. Alguien la estaba observando como si ella fuera una presa fácil. Harchie dejo de hablar con el cochero cuando este se fue y miro a su alrededor, alguien los acechaba.
Ambos hermanos se miraron entre si al darse cuenta de lo que sucedía.

Heidi se alejo de los caballos y fue junto a Harchie mientras prosiguieron escrutando su alrededor, moviendo sus ojos esmeraldas por todas partes. Heidi escucho un deslizamiento rápido como una ráfaga, levanto su mirada al cielo. Le dio un codazo a Harchie y señaló con su barbilla en el techo del palacio.

Arriba se encontraba un hombre con la piel bronceada de cabello rojo y largo con unas grandes alas rojas, con plumaje de ave en su región frontal, temporal y orbitaria. A lado suyo se encontraba otro hombre igual moreno, cabello castaño oscuro y con una mascara de ave en el rostro.

El pelirojo enía la mirada encima sobre Harchie y no era muy amigable que digamos. Harchie tampoco quitaba su mirada de aquel hombre, ambos se encontraban en un desafío de miradas. Heidi no le agradaba mucho que alguien estuviera observando a su hermano con resentimiento sin explicación alguna.
El peli rojo se centro ahora en Heidi y ladeó la cabeza con incredulidad por qué ella se atrevia a desafiarlo.

Se giro hacia el hombre de a lado suyo y pareció susurrarle. El castaño asintió y desaparecieron de la vista de ambos gemelos.

—Por lo visto será interesante nuestra estadía Heidi.

—Será más que divertida.

Otra sensación invadió a Heidi por completo y escaneó el lugar nuevamente. Alguien más los estaba observando ¡La ventana! Los ojos esmeraldas de Heidi se encontraron con unos preciosos ojos azules como el océano. Un hombre estaba asomado por la ventana del tercer piso del palacio, su cabello azulado oscuro brillaba como el agua. Vestía con un traje azul marino, en sus manos cargaba con unos cuantos papeles y un bolígrafo como si hacía unos instantes estuviese escribiendo en ellos. Era bastante guapo.

Aquel hombre la miraba con intensidad a pesar de que no poseía ninguna expresión en su rostro. Heidi sentía su corazón golpear fuertemente bajo su torso como ligeras puñaladas.

El peli azul parpadeo saliendo de su trance y se alejo de la ventana dejando a Heidi con una pequeña sonrisa.

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Al entrar al salón del trono, fueron recibidos por el Emperador Jaider y la Emperatriz Roserice quienes sonreían con cordialidad.

—Saludos al Sol y la Luna del Imperio de Arbezela.—saludo Heidi con una sonrisa.

—En nombre de mi Padre, el Rey Yuuta y de mi Madre la Reina Meredith es un placer conocerlos.—continuo Harchie.

—Es un gusto recibirlos Príncipe Harchie y Princesa Heidi.—les respondió el Emperador Jaider con una sonrisa.—Pasado mañana será el gran banquete real como celebración de nuestra reciente alianza. Sientasen cómodos en nuestro palacio.

—Se lo agradecemos Majestad.—respondieron ambos gemelos al mismo tiempo.

—Mis sirvientes les guiarán a su habitación, y su equipaje ya están en sus respectivas habitaciones.

—Se lo agradecemos mucho Majestad, pero espero acepte las disculpas de mis Padres al no poder asistir.—dijo Harchie con suavidad.

—No se preocupen, se lo agotador que es el gobernar un pueblo entero. Así que cuando puedan, le dicen al Rey y la Reina que no hay de que discutir.

Heidi sonrío ante la hospitalidad del Emperador, lo imaginaba un poco más joven dada su reputación de Emperador temido. Pero esperaba que su habitación estuviera cerca de la habitación de Luella y pudieran hacer noche de chicas. Y hablando de su amiga, la Princesa de Mahira observo por todos lados el lugar en busca de Luella o de sus hermanos pero no encontró a nadie, excepto los sirvientes y guardias.

—Disculpe Emperador Jaider.—hablo Heidi dando un paso.—¿Podría saber dónde están los Príncipes y Princesas?

—¡Oh!—exclamo sorprendido el Emperador.—Mis hijos deben estar haciendo sus deberes, pronto los conocera a excepción de mi segunda hija la Princesa Luella.

—¿Donde está la Princesa Luella?

—Debe estar en sus aposentos ahora mismo.

—Entiendo.—contesto con una sonrisa la castaña.

—Puede conocer a mi hija la Princesa Ariana.—hablo la Emperatriz Roserice está vez.—Le aseguro que se volverán muy buenas amigas y estoy completamente segura que mi estrellita le gustará al Príncipe Harchie.

—Estoy segura que así será.

Ambos gemelos hicieron reverencia y siguieron a los sirvientes junto a dos guardias hacia sus respectivas habitaciones. Heidi y Harchie caminaban con elegancia y la frente en alto. Hacer enfadar a los famosos "Gemelos Depredadores" de Mahira no era muy conveniente para los sirvientes.

Habían puesto a Harchie en la habitación de en frente de la de Heidi. Las habitaciones eran muy grandes y espaciosas, lo normal para un palacio con grandes riquezas. Heidi se decepciono mucho al ver que su habitación no estaba cerca de la de Luella como le solicito en su carta ya que las otras habitaciones se encontraban vacías.

Heidi se sentó en el sofá cercano para tomar un poco de té que le habían traído sus damas de compañía. Les ordenó que se aseguraran de avisar a Luella sobre su llegada al palacio cuanto antes.

Un pequeño golpe se escuchó en la puerta captando toda la atención de Heidi. Sus damas abrieron la puerta de inmediato y afuera se encontraba la Princesa Ariana.

—Buenos días soy la Primera Princesa de Arbezela, Ariana de Secramise.—saludo con una sonrisa.—Me gustaría conocer a la Princesa Heidi.

—¡Oh!—exclamo la dama sorprendida e hizo una rápida reverencia.—Saludos alteza, lamento decepcionarla pero la Princesa está ocupada ahora mismo.

—Solo será unos minutos ¿No puede convencerla?

—Creo que no, la Princesa...

—Ruby déjalo.—interrumpió Heidi dejando su té en la mesita y se puso de pie.—Dejala pasar tengo unos cuantos minutos extras.

Ruby asintió con la cabeza y le permitió el paso a Ariana. Ella entró e hizo una reverencia frente a Heidi.

—Hola mucho gusto Princesa, soy Ariana primera Princesa de Arbezela es un honor conocerla finalmente.

—Mucho gusto igualmente Princesa Ariana, igual es un honor conocerla.

Heidi la miro de arriba a abajo con discreción, Ariana era bastante preciosa. Cabello blanco y lacio, ojos morado intenso y buena figura curvilínea. Ariana desprendía sensualidad que a diferencia de Luella desprendía elegancia cuando la conoció por primera vez. Pero ambas hermanas se parecían mucho, su tono de voz y forma de caminar eran similares pero la diferencia era el aura que desprendían.

Señaló con su mano el sofá de a lado con elegancia.

—¿Gusta tomar asiento?

—Por supuesto Alteza.

Ariana camino hasta el sofá y se sentó mientras alisaba su vestido blanco, seguida de Heidi que también tomaba asiento en el sofá de a lado.

—¿Té?—ofreció la castaña a la peli blanca.

—Si, claro.

Heidi sirvió un poco de té sobre la taza y le dio una cuchara a Ariana para que se la preparará a su gusto.

—Tenga cuidado está caliente.

—Gracias.

—Y bien Princesa ¿A qué se debe su visita?—pregunto sonriendo mientras cruzaba las piernas.

—¡Oh!—exclamo Ariana sonriendo y ponía un poco de azúcar a su té.—Tenia bastante curiosidad por conocer a la famosa Princesa Heidi que es experta en la piedras magicas.

—Me halaga mucho alteza pero no es para tanto.

—¡Claro que lo es!—grito Ariana haciendo un puchero como niña pequeña.—Me impresiona mucho que una Princesa como usted tenga tanto poder autoritario, aquí en Arbezela no es así.

—Recuerdo que la Princesa Luella me dijo algo como eso.

—¿Mi hermana?

—Asi es, igual mostró impresión por el nivel de poder autoritario que tengo.—dijo con una sonrisa.

—No puedo culparla. Aquí en el Imperio, muchas personas hablan de usted y del Príncipe Harchie sobre todas sus grandezas.

—Por lo visto tenemos buenas opiniones en Imperios extranjeros.—dio un sorbo a su té y sonrió.—Eso significa que debo seguir manteniendo a mi Reino con mucho cuidado junto a mi hermano gemelo.

Ariana sonrío por la respuesta de Heidi, le impresionaba el nivel de confianza que poseía. Parecía mucho más confiada y fuerte que la misma Princesa Tetra.

—Si me permite preguntarle Alteza —dio un pequeño sorbo a su té para darse tiempo en buscar las palabras adecuadas
— en algún futuro ¿Quién gobernará, usted o el Príncipe Harchie?

—Si soy sincera Alteza, mi hermano y yo no tenemos problemas en quien pueda gobernar.—respondio con una sonrisa.—Si mi hermano debe gobernar yo estaré de acuerdo, pero si yo gobierno mi hermano estará de acuerdo.

—¿Los dos pueden gobernar?

—No. Solo uno debe gobernar pero uno de nosotros se convertirá en la mano derecha del Rey o Reina.—bajo su mirada hasta la taza de té que tenías en sus manos y miro su reflejo con una sonrisa tierna.—Mi hermano y yo, odiamos pelear por cosas que puedan dañar nuestra relación de hermanos.

Los ojos de Ariana se abrieron un poco. No lograba entender cómo esque Heidi y Harchie no les gustaba pelear entre si. El tono de Heidi se escuchaba sincero y sin ninguna clase de hipocresía ¿Era posible tener esa clase de conexión con tu hermano? Ariana quería a sus hermanos pero no se sentía tan apegada a ellos, con Luella es la más cercana pero no llegan al punto de ser exactamente cercanas una de la otra. Por primera vez en su vida, Ariana sentía envidia de dos hermanos y sentía ese vacío en su corazón.

—¿Es muy unida a su hermano?

—Por supuesto. De niños siempre lo hemos sido, nose si se deba a que somos gemelos.—carcajeo Heidi.

Ariana sonrío de forma tierna y un silencio las inundó a ambas, sin embargo Heidi lo rompió a los pocos segundos.

—Alteza, no es por se entrometida pero escuché que usted decidió tener un harem ¿Como le dicen?—se tocó la barbilla pensativa.—¡Ah, si! Joyas ¿No es así?

—¡Oh!—exclamó Ariana con una pequeña risa.—Por lo visto la noticia llegó hasta el Reino de Mahira también.

—Asi es Alteza y con todo respeto, me es imposible no negarme a escuchar un buen chisme para alegrar mi día.

Ambas rieron divertidas, Ariana tuvo que dejar su taza de té en la mesita de centro para no tirarla al suelo.

—Bueno, si le soy sincera Alteza tener joyas a sido una de mis mejores decisiones ¿No le provoca desagrado?

—¿Porque me provocaría desagrado?

—Usted misma sabe que nosotras las Princesas debemos seguir protocolos muy estrictos como llegar vírgenes al matrimonio y concentrarnos en nuestros prometidos. Los Príncipes tienen más libertad en ese aspecto.

—Alteza, no me provoca desagrado en lo absoluto.

Los ojos de Ariana se abrieron de forma sorpresiva. Ella ya se había acostumbrado que muchos la criticarán por eso pero escuchar que alguien no le desagradaba, le resultaba raro.

—¿No?

—No.—Heidi volvió a dar un sorbo de su té y prosiguió.—Si un hombre puede acostarse con cuantas mujeres quiere, una mujer también tiene ese derecho respecto a los hombres y eso no la hace menos valiosa.

—¿Y como considera a alguien menos valioso?

—Que lo haga sin consentimiento de la otra parte.

Un silencio pesado las invadio a ambas y Ariana se le vino a la cabeza a Jade ¿Heidi sabía de que lo trajo a Arbezela en contra de su voluntad? No, Heidi no lo sabía, puesto que sigue ahí sentada en el sofá tomando su té como si nada. No ha forzado a Jade a hacer nada con ella, a respetado sus límites de no tocarlo en lo absoluto.

—¿Y el Príncipe Harchie, que piensa?

—Mi hermano comparte los mismos pensamientos que yo, aunque...

La castaña dejo su taza sobre la mesa con un leve azote que podría considerarse intimidante. Ariana trago saliva nerviosamente.

—...cuando vaya a hablar con mi hermano espero respete sus límites ya que recientemente se comprometió.

—¿Está comprometido?—pregunto con un ligero toque de decepción.

—Asi es, con una mujer noble de mi Reino. Espero respete a su prometida ya que respeto mucho a mi futura cuñada.

—¿Y si fuera al revés?

—Entonces tendré que ir a matar a mi propio hermano por ser tan imbécil.—sonrío Heidi de forma atemorizante.

Ariana sonrío de forma nerviosa, esta Princesa era de verdadero temer ¿Como esque Luella logró hacer que el Reino de Mahira firmara alianzas con Arbezela? ¿Que estrategia uso Luella? Heidi parecía que con cualquier mínima provocación actuaría de forma agresiva.

—Princesa Ariana ¿Puedo saber porque vino a verme?—el tono de Heidi cambio a uno serio.—Estoy segura que no es para hablar de mi vida personal.

Ariana optó por un comportamiento más serio y firme.

—Si me permite decirlo alteza, en realidad vine porque quiero pedirle un favor.

—¿Que clase de favor?

—Como usted sabrá fui nombrada "Creyente de la luz" y porto la espada sagrada.—dijo Ariana y trago saliva.—Quisiera pedirle que con sus habilidades y conocimientos en las piedras magicas, pudiera ayudarme para estabilizar el poder de la misma.

—¿Y que ganó yo?

—¿Disculpe?

—Alteza, estoy al tanto de lo que pasó en la ceremonia del sol. Y como sabrá, mi Reino hizo una gran donación para los afectados.—explico Heidi.—Deberia agradecérselo a su hermana la Princesa Luella, ya que convenció a mis Padres el Rey y la Reina de hacer la donación. Pero mis Padres, mi hermano y yo no hemos visto nada de ese dinero ocuparse para los afectados desde hace algunos meses.

Ariana abrio los ojos pasmada ¿Una donación? No sabía que el Reino de Mahira hizo una gran donación para los afectados del ataque de aquellos monstruos en la ceremonia.

—Yo no sabía que Mahira hizo donaciones.

—Pues así lo hicimos y no hemos visto resultados con nuestra donación. El Rey y la Reina no han dicho nada por qué no quieren que haya malos entendidos ahora que Mahira y Arbezela son aliados.—una sonrisa pequeña se formó en los labios de Heidi.—Y si me disculpa, no puedo ofrecerle mi ayuda a menos de que me dé pruebas suficientes de que el dinero se usó para los afectados.

—Pero yo no entiendo nada.—frunció el ceño Ariana completamente confundida.—Mi Madre no tiene ningún registro de haber recibido dinero por parte de Mahira ni siquiera mi Padre. No nos llegó ningún mensaje.

—Mandamos mensaje su Alteza. Y desde hace meses no hemos recibido respuesta. Ya que no es por sonar grosera o de mal corazón, pero no puedo arriesgar la economía de mi gente por ayudar a una Princesa de un País extranjero.

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Luella corría por el pasillo a todo lo que daba, apenas le avisaron que Heidi y Harchie ya estaban en el palacio. Tuvo que arreglarse a toda prisa y salir de la habitación. Paso toda la noche investigando y estudiando sobre todas las Joyas de su hermana como ayer, pero principalmente sobre algunas cosas del Imperio y el tema del escaramujo. Si debía ganarse el puesto de Emperatriz entonces tendría que descubrir ciertas cosas. Desde su regreso a Arbezela se dio cuenta que la donación del Rey y la Reina de Mahira no fue utilizada en las personas afectadas por la ceremonia de la luz ¿Entonces en que se utilizo? La Emperatriz Roserice estaba a cargo de la administración del Imperio, y tenía entendido que ese dinero debió haberlo recibido ella e informarle al Emperador. Pero parecía que la Emperatriz no recibió ni un centavo de ese dinero. No hay registros de que se haya hecho alguna donación caritativa por el desastre a excepción del de Ariana.

Luella se había escabullido en la noche para visitar a Caius el hombre al que le salvó la vida de Slade hace unos días. Lo llevo a él y a su hija a un lugar seguro como le prometio por si la familia de Slade se le ocurría buscarlo. Al preguntarle específicamente por ese dinero, Caius arqueó una ceja confundido.

—Lo siento mucho alteza pero no hemos recibido ayuda de Imperios extranjeros solo la de su hermana la Princesa Ariana.

Luella cayó en cuenta que alguien debió haber robado ese dinero y fue una gran suma. Ariana había donado mucho pero no fue mucho lo que dono dado que había registró de todo el financiamiento que hacia la familia real. Alguien debió haber robado ese dinero y hacerlo pasar como perdido y tal vez en algún punto exigirle al Reino de Mahira que volvieran a mandar la donación. Una especie de estafa muy bien cubierta.

Llegó al pasillo donde estaban Heidi y Harchie hospedándose, la puerta del lado izquierdo se abrió y de esta salió Ariana con el ceño fruncido y sacando uno que otro gruñido molesto. Se fue del sentido contrario al que Luella había llegado y ni siquiera se dio cuenta que su hermana menor estaba ahí ¿Hablo con Heidi? La conversación debió haber sido mala para que Ariana esté de mal humor.

Después que Ariana desapareció al fondo del pasillo, Luella se acercó a la puerta y tocó levemente. La puerta se abrió de inmediato y la recibió Ruby la dama de compañía de Heidi.

—Hola Ruby, busco a Heidi.

—¡Ah! Príncesa Luella que gusto volver a verla.—saludo Ruby sonriendo.—Su alteza la Princesa Heidi estaba esperándola.

Ruby dejo pasar a Luella con una sonrisa. Heidi se encontraba sentada en el sofá con la expresión seria e igual parecía de mal humor. Por un momento Luella pensó si era buena idea hablar con su mejor amiga ahora mismo.

—¿Heidi?

La castaña alzó la mirada y sus ojos verdes estaban fríos pero drásticamente empezaron a brillar.

—¡Luella!

Grito con una sonrisa y se levantó casi saltando del sofá. Corrió hasta Luella y la rodeo con sus brazos, mientras que Luella tuvo que hacer un gran esfuerzo por no caerse al suelo. Había olvidado que Heidi tiende a tener cambios de humor muy drásticos.

—¡Estoy tan feliz de verte!—exclamo sonriendo.

—Yo igual, pero me estás asfixiando.

—¡Ups! Lo siento.—La castaña soltó a su amiga e hizo un puchero mientras se cruzaba de brazos y se ponía seria.—¿Y puede decirme usted jovencita porque mi habitación no está cerca de la tuya?

Luella saco una pequeña risita sin poder evitarlo.

—Lo lamento mucho Heidi, mi Padre se encargó de que te pusieran aquí. Intenté convencerlo para que te colocarán cerca de mi habitación pero dijo que lo correcto era que estuvieras aquí.

—Ese Emperador Jaider ¿Quién se cree que es?—gruño entre dientes.

—Amm... ¿El Emperador de Arbezela?

Heidi bufó de mal humor y regreso al sofá pero antes de sentarse se dirigió hacía su dama de compañía.

—Ruby te molestaría traernos un poco más de té junto con algunas galletas por favor.

—Por supuesto Alteza.

Ruby retiro las dos tazas junto a la tetera vacía y salió de la habitación dejando a Heidi y Luella solas.

—Toma asiento Luella.

—Gracias.—agradeció Luella y ambas se sentaron en el mismo sofá a cada lado de una.

—Me alegra mucho volver a verte ¿Como ha sido tu regreso?

—Ha sido... bueno... no es...—balbuceo Luella sin saber que decir.

Heidi entrecerró los ojos dándose cuenta de la incomodidad de su amiga. Coloco una de sus manos en la de Luella.

—¿Difícil como siempre?

La peli blanca asintió con la cabeza con melancolía.

—Han pasado muchas cosas desde que volví, he tenido que ponerme al corriente.

Un pequeño silencio se apoderó de ambas, cuando Heidi intento hablar Luella ganó la palabra.

—¿Y a ti, como han ido las cosas? ¿Que tal Harchie?

—Han ido bien, de hecho recientemente Harchie se comprometió.—revelo con una sonrisa.

—¿Con la hija de aquel Vizconde?

—Asi es y tengo entendido que Harchie te invita a la boda que será en 6 meses.—se acerca a Luella y le susurra al oído.—Nada más no le digas que yo te dije.

Luella volvió a reír y negó con la cabeza. La puerta de la habitación se abrió y entró Ruby con una bandeja con té y algunos bocadillos.

—Aqui tienen altezas.

—Gracias Ruby.

Ruby hizo reverencia y salió de la habitación para darles privacidad a ambas Princesas. Heidi sirvió dos tazas y le dio una a Luella con cuidado quien agradeció.

—Vi a mi hermana salir de tu habitación.—Heidi no respondió y solo dedicaba a llevar a su boca una galleta de chocolate.—Se veía de muy malhumor ¿Te dijo algo que te ofendió o acaso tú..?

Heidi paso la galleta por su garganta y suspiro fuertemente, puso sus ojos sobre Luella sin ninguna expresión.

—Tu hermana mayor fue muy amable, pero tuve que negarme a su pedido.

—¿Que clase de pedido?

Heidi se quedó callada para elegir las palabras adecuadas y finalmente hablo:—Me pidió si podía ayudarle a estabilizar el poder de la espada sagrada.

—¿Y te negaste?

—Por supuesto.

Luella se llevó un dedo a sus labios pensativa sobre la situación. Ariana no pedía apoyo a mienbros extranjeros a no ser que fuera para conseguir una joya. Pero tenía entendido que con el tema de las piedras magicas, Haveron era el encargado y el cual Ariana recurría para la regulación de poder a la espada sagrada.

—¿Porqué te negaste?

Heidi se centro totalmente en Luella y la miro sin ninguna expresión en su rostro.

—Es bueno que lo preguntas por qué a eso quiero llegar.—dejo los bocadillos en la mesita y continuó.—El Imperio de Arbezela no ha usado el dinero que mis Padres donaron cuando los monstruos atacaron en la Ceremonia de tu hermana, no quiero que haya malos entendidos entre Arbezela y Mahira.

Luella le mantuvo la mirada a Heidi sin inmutarse. A pesar de que eran amigas y eran inseparables, sabían que cuando se trataba de asuntos políticos tenían que dejar su amistad por un momento y arreglar los problemas de frente. Luella le costó mucho trabajo convencer al Rey y la Reina, incluyendo a Harchie y Heidi de que Arbezela tenía buena intenciones. Pero parecía que su mismo Imperio le estaba mal pagando el esfuerzo que hizo.

—De hecho eso quería hablarte también.—respondio la peli blanca en tono firme.—Pase toda la noche investigando sobre los asuntos económicos de Arbezela.

—Te escuchó.

Luella asintió con la cabeza y prosiguió:—En efecto tienes razón, el dinero que ustedes enviaron no se usó para los afectados. Ni siquiera hay registros de que la Emperatriz Roserice recibiera tal cantidad.

—¿Y como es posible esto?—pregunto Heidi alzando la voz.—Mis Padres siempre se aseguran de proteger muy bien cualquier cantidad de dinero y que llegue a su destino.

—Tal parece que desapareció.

—¿Qué?

Heidi se levantó del sofá y empezó a caminar de un lado a otro sin poder creerse las palabras de Luella.

—¿Y por el simple hecho que haya desaparecido quieres que mis Padres vuelvan a hacer la donación?—pregunto en tono incredulo.—Cuando se enteren de esto le exigirán a Arbezela que paguen por ese dinero perdido.

—Heidi —se levanto Luella con firmeza.— no hay registros de que ese dinero haya llegado a Arbezela.—trago saliva nerviosamente.—Aunque tengo una teoría.

—¿Que clase de teoría?

—Pienso que fue alguien de Arbezela y robo ese dinero para hacerlo pasar como perdido y hacerlo ver cómo descuido de ustedes para que vuelvan a dar dinero.

—¿Como sabes exactamente que pudo haber sido eso lo que pasó?

—Solo piénsalo bien, es una de las formas más fáciles de estafar un Reino. Hacer pasar que el dinero se perdio por culpa suya y como no lo protegieron adecuadamente deben mandar más dinero.

Los ojos de Heidi se abrieron perplejos, la teoria de Luella tenía sentido. La mejor forma de sacarle mas dinero a una persona es hacer pasar que ese dinero se perdio y está se vea forzada a pagar una suma más alta.

—Tambien deduzco que cuando Mahira se diera cuenta y exigieran una explicación a Arbezela, ustedes quedarían como los descuidados y sean obligados a enviar una suma más alta.

—Tu teoría es lógica pero —apreto los labios la castaña temblorosa.— alguien más pudo haber tomado ese dinero y no necesariamente alguien de Arbezela o que tal si simplemente se perdió.

—Cierto, pero ponte a pensar Heidi ¿Porque mi Padre no les envió un mensaje sobre lo ocurrido si él ya sabía de la donación?

—Los que estaban a cargo de mandar ese dinero nos hubieran avisado.—contradijo Heidi.

—Entonces alguien los soborno para que no dijeran nada o si llego a su destino pero alguien lo robó, o se lo dieron a la persona equivocada.

La Princesa de Mahira se quedó callada y se acaricio la barbilla pensativa. Era lógico la teoría de Luella, alguien había ocultado toda evidencia sobre el paradero de ese dinero. En Arbezela no hay ningún registro que se haya recibido ese dinero, sin embargo hay algo que seguía sin tener sentido.

—Entonces ¿Porque el Emperador y la Emperatriz no han dicho nada?

La Segunda Princesa de Arbezela permaneció callada ante la pregunta. Se encontraba frustrada porque se daba una idea quien pudo haber tomado ese dinero pero necesitaba las pruebas suficientes.

—Tienes una idea de quién fue ¿Verdad?—miro Heidi a Luella de arriba a abajo.

—Si, pero no estoy del todo segura. Necesito pruebas para poder acusar a cierta persona.

Heidi no hizo más preguntas, porque sabía que Luella no le daria el nombre de la persona sospechosa hasta estar segura. Luella siempre era precavida y jamás acusaría a alguien sin tener pruebas.

—Heidi ¿Puedo pedirte un favor?

—¿Tú también?

Luella soltó una pequeña carcajada irónica y miro a Heidi a los ojos.

—Si yo también.—le puso una sonrisa y entonces su rostro cambio a uno serio.—Es de suma importancia.

Heidi conocía esa mirada en Luella, sabía que era bastante serio o preocupante.

—¿Que ocurre?—pregunto y volvió al sofá.

Luella permaneció callada un minuto y finalmente se armó de valor.

—Heidi, no te pido esto como amigas porque se que tú tienes deberes en tu Reino. Mas bien te lo pido como Princesa de Arbezela a Princesa de Mahira.—otro silencio las inundó a ambas y Luella tomo aire y finalmente dijo:—He decidido que entraré en pelea por el trono para ser yo la Primera Emperatriz de Arbezela, y solicito tu absoluto apoyo.

Un pequeño gritito salió de la garganta de Heidi y sus ojos esmeraldas se abrían de sorpresa.

—Pero no habías dicho...

—Se lo que dije.—interrumpio.—Desde que regrese a Arbezela me he enterado de muchas cosas y no puedo quedarme con los brazos cruzados.—Luella se puso de pie y observo a Heidi con determinación.—Quiero pedirte tú absoluto apoyo, el de Harchie y el de tus Padres. Se que no debería por lo que a ocurrido con el dinero pero puedo demostrarte que yo misma encontraré al culpable de esto.

—Tu hermana mayor tiene mucha ventaja Luella, sus joyas la tienen muy bien protegida.

—La pelea no será fácil eso es seguro —levanto la voz siendo firme— pero si me ayudas a ganar suficiente poder de Países extranjeros la pelea será más reñida y si yo resuelvo mucho más rápido lo que pasó en la ceremonia del sol tal vez gane más influencia. Y con el tema del escaramujo sería lo mismo.

—¿Y las joyas?

Luella volvió a sentarse en el sofá junto a Heidi y coloco sus manos sobre su regazo.

—Ellos son el objetivo principal. Ariana no es nada sin ellos y se que yo igual caere en el mismo error de solicitar ayuda —inhalo y exhaló profundamente.— y se que soy una vergüenza por pedir ayuda y mas cuando se trata de ti Heidi. Pero no lograré obtener el trono sin ti y Harchie, así que por favor solicito tu ayuda.

La Princesa de Mahira permaneció callada y con los ojos ligeramente aún más abiertos por la sorpresa. Luella debio haberse enterado de algo increíblemente preocupante para que haya tomado la decisión de convertirse en la Primera Emperatriz de Arbezela. Analizando bien las cosas, Ariana ya tenía mucha ventaja desde hace más de un año. Sus logros eran lo de menos, su Joyero era un arma de doble filo y para atacarla se debía atacar a esos 5 hombres. No cualquiera podía vencerlos, tenía que ser personas con mucho más poder que ellos y "Los Gemelos depredadores" de Mahira estaban más que calificados para destruir a las Joyas junto a Luella.

Heidi tomo la mano de Luella con suavidad y le dio un ligero apretón.

—En las guerra políticas no importa si recibes ayuda o no, lo importante es rodearte de gente que pueda ponerte en la cima...—Heidi tomo la otra mano de Luella con suavidad.—...siempre y cuando tú no les dejes todo el trabajo sucio, porque en un futuro todo el trabajo sucio que ellos hicieron en tu nombre lo harán contigo. Debes demostrar que eres superior a esas personas para que después no quieran tirarte.

—Estoy dispuesta a ser fuerte, no planeo que alguien haga el trabajo sucio por mi. Los gobernantes siempre tienen las manos manchadas aún si esas personas eran malas.

—Si te ayudo en la pelea por el trono ¿Que gana Mahira?

—Buena pregunta, no puedo prometerte nada ahora pero te aseguro que te daré armamento militar y alianzas comerciales mucho más fuertes que mi Padre se encargó de forjar con ustedes.—sonrio con malicia.— Puedo darles conocimientos en el arte de la magia para futuras guerras.

Heidi soltó una pequeña risita divertida ante el acuerdo de Luella, su amiga era increíble negociando y muy buena en tentar cuando se trataba de negociar. Mahira tenía problemas respecto a la magia hace más de 30 años. Con esfuerzo sobrevivían a las guerras y a otra especie de ataques con magia muy limitada y sus magos —a excepción de Heidi y Harchie— eran los que se llevaban todo el trabajo duro para proteger el Reino en caso de que un visitante extranjero intentase atacar de sorpresa. Arbezela solo les había prometido mejores comercios puesto que Mahira se caracterizaba por ser un Reino muy rico pero limitado en magia, lo cual al Rey y la Reina buscaban con desesperación alguna fuente de magia pero no podían solicitar ayuda de otros países porque podrían forjarse alianzas y atacar el Reino con una guerra mágica. Luella era la única que se había dado cuenta de esto por su capacidad de sentir el aura mágica de las personas, ella observo que el Aura de Mahira estaba débil.

—Si que sabes negociar.—alago con una sonrisa.—Muy bien, te ayudaré a convertirte en la Primera Emperatriz de Arbezela.

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Heidi y Luella había permanecido sentadas sobre la mesita conversando sobre todo lo que Luella se había enterado y de las intenciones de su hermana mayor al sacarla del palacio cuando se convierta en Emperatriz.

—¡Que egoísta!—exclamo Heidi furiosa.—¿Como puede hacerte esto, a ti y tus otros hermanos? Ahora entiendo porque no me gustó del todo tu hermana mayor cuando vino a verme.

Luella se levantó del sofá y fue hacia la ventana para mirar el cielo, se sentía agotada y exhausta pero no podía descansar ahora que la pelea por el trono acaba de iniciar.

—Ni yo misma entiendo porque hace esto ¿Que hice mal?

Luella soltó un puñetazo contra el marco de la ventana, apretó sus párpados con fuerza. Las lágrimas querían salir de sus ojos pero ella las contuvo, su garganta le dolía por la rabia contenida y como palpitaba de dolor.

—Ella no merece el trono. Mi Imperio no cambiará en lo absoluto si Ariana gobierna.

Heidi se levantó y fue hacia Luella. Puso una mano en la espalda de su amiga y empezó a acariciarla con ligeros círculos para reconfortarla. Podía sentir el dolor de Luella, la desesperación de no tener opción mas que combatir en una guerra que ella jamás pidió. Heidi no dijo nada y permaneció callada para que Luella se recomponga y decidiera abrirse.

En unos minutos Luella respiro hondo y abrió los ojos al sentirse un poco más tranquila, miro hacia la ventana y se encontró con el rostro de un océano en medio de una tormenta eléctrica. Ahí estaba él, de pie con su traje color café. La observaba desde abajo con una intensidad que le provocaba escalofríos y sus mejillas se ponían de un ligero precioso color carmesí ¡Ese maldito! Luella dejo de asomarse por la ventana y se escondió a lado con las mejillas rojas.

Heidi ladeó la cabeza confundida y al observar por la ventana sonrió.

—¡Oh! Vaya es el Príncipe Edward.—agito la mano de un lado a otro saludando con una sonrisa grande mostrando los dientes.

Edward sonrió e igual le regreso el saludo y se fue por donde vino.

—¿Conoces al Príncipe?

—Claro.

—¿Desde hace cuanto?—pregunto Luella aferrándose a la cortina.

—Desde hace unos 4 años más o menos. Visito Mahira como invitado de honor por el cumpleaños de mi Madre.—se cruzo de brazos e hizo un puchero.—Mi Madre según lo invitó para ver si me gustaba y lo escogía como esposo pero no era para nada mi tipo y lo descarte.

—Ya veo.

Le fue imposible ocultar su descontento de que la Reina Meredith se haya atrevido a invitar a Edward como posible candidato a matrimonio para Heidi. No le gustaba para nada esa idea de Edward con Heidi ¿En que mierda estaba pensando? No podía tener celos de su amiga nada más por eso ¡Es ridículo! Hermana menor de Ariana tenía que ser.

—¿Y porque te escondiste del Príncipe? Se que a simple vista es aterrador pero es buen tipo, siempre y cuando no lo hagas enojar ¿Verdad?—se rasco la nuca con diversión.

—¡No le tengo miedo! Es solo que...—agarro la cortina para tapar la mitad de su rostro sonrojado.

Heidi se dio cuenta del sonrojo y de la forma en como Luella se estaba escondiendo. Así no reaccionaba una persona cuando estaba asustada.

—¡Oh por dios, te gusta!

—¿Que? Edward no me gusta en lo absoluto, me parece amable y educado.

—Lo llamaste por su nombre.—sonrio con malicia.

—¡Fue un descuido de mi parte!—Luella sentía su rostro bastante caliente por las insinuaciones de Heidi.—Apenas lo conozco.

—¿Que no has oído hablar del amor a primera vista?

—Ni siquiera sé como funciona eso. Pero sea lo que sea el Príncipe no me gusta y ni una palabra más acerca de esto.—Heidi estaba por abrir la boca de nuevo pero Luella le ganó.—Hablo en serio Heidi.

—Esta bien no diré más.

Luella salio de detrás de la cortina y regreso a sentarse en el sofá. Heidi solo carcajeo divertida, algo se traían Luella y Edward. En cualquier momento los dos no aguantarían en lo absoluto en irse encima de sus bocas y besarse.

Y hablando del Príncipe...

—¿Has pensado en el Príncipe Edward como aliado?—pregunto mientras tomaba asiento junto a Luella.

—Ariana lo quiere como su sexta joya.—revelo Luella mientras se servía una taza de té.—Ya se lo pidió.

Heidi abrió los ojos como platos y un poco más se le caería la mandíbula en el suelo.

—¿Y el Príncipe..?—se callo abruptamente y apretó los labios.—No, su alteza jamás se prestaría para esas cosas aún si la mujer es muy hermosa.

—¿Y tú cómo sabes eso?

—Porque una vez visite el Imperio de Gantrick junto a Harchie. En el baile muchas mujeres intentaban llamar su atención pero ninguna lo logro, su Alteza solo se la paso sentado con una copa de champán como compañía.

—Entiendo, pero Edward tuvo un combate con Ariana y le dijo que si le ganaba sería su joya. Pero Ariana perdió.

—Entonces puedes tenerlo como aliado, él sera una buena opción.

—Eso he estado pensando.—Dio un pequeño sorbo a su té para calmarse.—Pero mi hermana no va rendirse, de alguna forma volvera a pedirle a Edward que sea su joya. Y si yo le pido que él se una a mí, podría decirle a Ariana todos mi planes.

—¿Y no has pensado que él pueda desmantelar el Joyero desde adentro?

Luella centro toda su atención en la Princesa de Mahira con sumo interés y perpleja. No había pensado en eso, convencer a Edward de formar parte del Joyero y que desmantele desde adentro. Era una excelente idea, alguien en el Joyero sería mucho más fácil de destruir a las Joyas. En lo que Luella y sus aliados de afuera se encargaban de ayudarla a ganar el apoyo de Arbezela, Edward se estaría encargando desde adentro para después llegar a Ariana y hacerla caer.

Pero Edward ha mostrado muchas veces su desagrado a Ariana y es claro que él no siente ninguna especie de atracción por ella. Ordenarle a Edward que desmantele desde adentro sería mucho pedir y técnicamente estaría obligado a tener que tocar a Ariana para que sea más creíble y no sospeche de nada. No quería obligarlo a tener que recurrir a esas sucias artimañas como si fuera un objeto de guerra política.

—Es buena estrategia pero el Príncipe a mostrado desagrado por Ariana y no quiero que se sienta en la obligación de tener que tocarla cuando él sentirá asco.—frunció los labios incómoda.

—Entiendo.—asintió Heidi comprensiva.—Pero ambas sabemos que el Príncipe es el adecuado para que te ayude. Tambien su hermana la Princesa Lilith.

—¿La Princesa Lilith?—acaricio sus manos nerviosas.—No he tenido la oportunidad de hablar con ella.

—Esque es algo tímida y suele estar siempre en la cocina escondida. Cuando la conocí la encontré en la cocina de mi palacio bebiendo té. Pero te aseguro que es muy amable y muy influyente en su Imperio.

—¿En serio, y que ha hecho?

—Es conocida por ser la siguiente al mando en el ejercito de Gantrick. No suele ir al campo de Batalla pero se encarga de la seguridad en su Imperio.

—Vaya quien lo diría, le patea el trasero a los delincuentes pero es bastante tímida.

—Asi es.—empezo a reír Heidi.—Pero te aseguro que ella es buena opción.—sostuvo las manos de Luella y su semblante se transformo a firme.—Y sea como sea, Edward y Lilith son los mas indicados para poder tenerlos de tu lado.

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Salió caminando algo apresurada de la biblioteca después de haberse quedado estudiando desde la mañana. Se maldijo así misma por ser tan descuidada y no fijarse en la hora. En tres horas comenzaría el banquete y no le daría tiempo suficiente para arreglarse. El banquete era en su honor por haber logrado forjar alianzas con el Reino de Mahira, este logro haría que Arbezela la reconociera y se hiciera más notar en poder ser Emperatriz. No podía opacar a Ariana con belleza pero la opacaria con el cerebro.

Ariana le había dicho a Luella que cuando saliera de la biblioteca le avisara para comenzar a vestirse puesto que sus dos damas de compañía Marina y Chessy habían tenido que ir a ayudar a las cocineras del palacio por el enorme banquete.

—Ni que yo fuera su sirvienta ¿Porque no le pidió mejor aquello a sus Joyas?

Luella se detuvo frente a la puerta de Ariana y dio unos leves golpes

—Ariana.

No hubo respuesta y golpeo una vez más.

—¿Ariana estás ahí?

Sin respuesta otra vez.

—¡Ariana!

No hubo respuesta por parte de su hermana mayor ¿No estaba en su habitación? Ariana dijo que a estas horas estaría en su habitación a parte que sus joyas no estaban cerca. Luella gruñó de fastidio y tomo el pomo de la puerta y empujó hacia dentro.

—¡Ariana estas..!

Luella se quedó en shock y su mundo dejó de moverse. Su pecho le dolía como una puñalada con una espada de doble filo. De todos los malos recuerdos que tenía; deseaba olvidar este nuevo que se acaba de formar. En la cama se encontraba Ariana completamente desnuda, encima de un hombre, montandolo con frenesi. No era ninguno de sus Joyas era Marker Krytiel.

Los dos estaban sumergidos en un torbellino de placer mientras se movían juntos en cada embestida. Ariana estaba despeinada y completamente roja de la piel debido a los azotes de Marker. Él estaba igual de desalineado y sonrojado mientras gemía de placer, movía sus caderas para encontrarse contra las caderas de Ariana.

—Ariana... Eres tan bonita...—dijo Marker sonrojado y agitado.

—¡Ariana! ¡Marker!

El grito de Luella provocó que Ariana se asustara y se quitó de encima de Krytiel rápidamente. Agarro la manta y cubrió su desnudez mientras el Duque Krytiel agarraba una almohada para cubrir su zona inferior.

—¡Maldita sea Luella!—grito Ariana molesta.

Luella miraba hacia el suelo y cubria sus ojos con su mano.

—Por lo visto interrumpo algo importante ¿No hermanita?—dijo Luella con los dientes apretados.

—¿Porque no tocaste la puerta?

—La toque varias veces y no recibí respuesta, creí que no estabas en tu habitación.—inhalo y exhaló varias veces para guardar la calma.—Para la otra tú y Marker pongan seguro a la puerta.

Ariana se giro hacia Marker molesta.

—¡Dijiste que le pusiste seguro!

—Perdón esque estaba desesperado.

Que respuesta tan más sin vergüenza. Penso Luella inundada de rabia. El corazón le dolía como un maldito alfiler ardiente clavándose en ella. No tenía idea que le dolía en este momento, si aquella respuesta o haber encontrado a su hermana y al hombre que anhelaba desde la infancia en pleno acto sexual.

—Me dijiste que te avisara para que te prepararas, el banquete empieza en 3 horas así que date prisa.—hablo hacia Ariana con los dientes apretados. Después de dirigió hacía Krytiel.—Va para ti igual ¡Termina de correrte en mi hermana y después arreglate imbécil!

Salio de la habitación dando un fuerte portazo y se fue hacia su habitación dando otro portazo. Ines se encontraba adentro arreglando los últimos detalles del vestido de Luella que estaba en el maniquí.

—Alteza —hizo reverencia— su baño ya está listo ¿Quiere que la ayude?

—Ahora no Ines, yo...—inhalo para no romper en llanto.—...me bañare yo misma, tú encárgate de mi vestido.

Entro al baño sin mirar a Ines y se encerró dentro. Fue hacia la bañera y se quitó la ropa sin mucho esfuerzo y la dejo en el suelo. Entro a la bañera y cuando su cuerpo estuvo sumergido en el agua caliente perfumada con rosas y lirios, Luella rompió a llorar. Sabía que no tenía porque llorar ya que Marker y ella no eran nada mas que simples amigos. Pero verlo con Ariana le dolía como mil cuchillas, este dolor era mil veces peor que las torturas a los que sometían a los delincuentes con tal de sacarles información.

Las lágrimas se negaban a dejar de salir y preferían empapar sus mejillas y combinarse con el agua caliente ¿Porque le dolía tanto? No valía la pena derramar lágrimas, sin embargo las lágrimas eran un método efectivo para finalmente convencerse asi misma de que Marker Krytiel jamás sería de ella.

—No llores más... por favor Luella no llores...

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Luella escogió un vestido lila brillante con aretes del mismo color. El vestido la tendría hacer ver hermosa. Tardo más de la cuenta en salir de bañarse porque la Segunda Princesa de Arbezela no quería que Inés la viera en mal estado. Aún tenía las enormes ganas de romper a llorar pero estaba conteniendo todo dentro suyo, lo importante ahora era centrarse en la pelea por el trono y no en su situación amorosa —para nada amorosa en realidad—.

Inés le hizo unos últimos retoques al peinado de Luella y finalmente la dejo lista.

—Esta lista su Alteza, quedo increíblemente hermosa.—dijo la mujer mayor con una sonrisa.—Estoy segura que deslumbrará a más de una persona con su belleza.

Luella se miro al espejo y una leve sonrisa adorno su rostro de verdad que lucia increíble con aquel vestido, el peinado y el maquillaje.

—Te lo agradezco Inés.

Se acercó a Inés y le dio un pequeño beso en su mejilla como agradecimiento por dejarla radiante.

—No hay de que agradecer alteza.

Luella tomo su vestido con cuidado de no dañar nada y salió de la habitación, afuera se encontraba Bavilo y Kamal con una sonrisa.

—¿Y ustedes dos que hacen aquí?

—Querida hermana te hemos venido a escoltar hacia el baile.—dijo Kamal sonriendo y haciendo una reverencia.

Una pequeña risita salió de la garganta de Luella.

—Hermana dame el honor de ser yo quien te escolte.—se arrodillo Bavilo con elegancia.

—¡Oye quedamos que seríamos los dos!—exclamo Kamal enojado.

—Pero primero que nada hermanito, yo por ser el mayor me corresponde llevar a Luella al banquete.

—¡Eso me toca a mí también!

Antes de que ambos se agarraran de los cabellos, Luella interfirió a tiempo.

—Chicos calmados, ambos pueden escoltarme.

—¿Y quien lo ordena?—pregunto Kamal enojado.

—Lo ordeno yo, su hermana mayor.

Bavilo y Kamal se pusieron pálidos del miedo, Luella había puesto un semblante intimidante y terrorífico. No era buena idea hacerla enojar o llevarle la contraria porque jamás salías muy bien parado.

—Esta bien esta bien.—se apresuró Bavilo.

Se coloco a lado de Luella y Kamal del otro lado.

—Te escoltaremos ambos.

Luella sonrío victoriosa y camino cogida de los brazos de Bavilo y Kamal hacia el gran salón de baile.

—¿No van a escoltar a Ariana?—pregunto curiosa.

—Sera escoltada por sus joyas o por el Duque Krytiel.—respondio Kamal.

El Duque Krytiel, tan solo nombrarlo brevemente provoca un fuerte dolor en el pecho a Luella y ese asqueroso recuerdo de haberlo encontrado con Ariana en pleno acto empezaba inundarla.

—Entiendo ¿Y Haveron?

—Dijo que no asistirá al baile por asuntos de trabajo pero que te envía felicitaciones.

Caminaron por el gran pasillo y finalmente las puertas al gran salón finalmente se abrieron y entraron al baile. Muchas personas de Arbezela ya habían llegado, algunos estaban bailando otros riendo y otros simplemente bebiendo. El Emperador y la Emperatriz ya se encontraban en el lugar. Luella bajo por las escaleras con sus hermanos con cuidado y puso una sonrisa cortes, debía fingir que estaba bien y que no estaba afectada por lo que vio en el cuarto de Ariana.

Al ir bajando escalón por escalón, sus ojos se encontraron con los bellos ojos azul tormenta de Edward. Estaba vestido con un traje gris que se ajustaba muy bien a sus músculos, con algunos adornos dorados y azules que combinaban muy bien con sus preciosos ojos. Su cabello largo y negro estaba atado en una coleta, lo hacía ver increíblemente apuesto.

—¿Te dejamos aquí Luella?—pregunto Bavilo sacandola de su trance.

—¿Eh? Ah! Si aquí estará bien chicos.—dijo suavemente.—¿Tienen que ir con Benela?

Bavilo y Kamal fruncieron los labios incómodos, su silencio era una respuesta para Luella.

—Entiendo, no tienen porqué responder a la pregunta.

—Te lo agradecemos.—declaro Bavilo.—Madre ha estado muy insoportable últimamente.

—¿Y cuando será el día que esa mujer no esté insoportable?

La pregunta sarcástica de Luella ocasionó que Kamal se echará a reír divertido y Bavilo no pudo contener una risa.

—Bueno Luella te dejamos.

Kamal hizo una reverencia seguido de Bavilo y ambos se dieron la vuelta para desaparecer entre la multitud. Y cuando sus hermanos desaparecieron, un montonal de hombres se le fueron encima como perros en celo para pedirle un baile ¿Donde estaba Ariana? Su hermana se encontraba arriba en el balcón hablando con sus joyas ¡Justo en este momento tenía que estar lejos! Si Ariana no estaba cerca todos los hombres se iban contra Luella.

—¡Princesa baile conmigo!

—¡Usted es preciosa alteza!

—¡Princesa Luella está tan hermosa como siempre!

Luella acepto unos cuantos bailes con algunos hombres y duro en la pista de baile por una hora maximo. Ya le dolían los pies por bailar con idiotas que no sabían cuál era su pie izquierdo. Debía sentirse suertuda por no ser más bonita que Ariana ¿Como esque ella ha lidiado con todos ellos por tanto tiempo?

Al terminar el baile número veinte, la segunda Princesa de Arbezela se apresuró a ir a la mesa de bocadillos y tomo un cupcake de chocolate y le dio un gran mordisco. Gimió de placer ante el sabor delicioso que inundaba su paladar. Dio otro mordisco y se pasó la lengua en los labios para limpiarse los restos del cupcake.

—¿Te quedaste sin energía?

Luella se atraganto y se dio la vuelta rápidamente, Edward la observaba con una sonrisa de lado ¡Que vergüenza! La sorprendió comiendo con modales no dignos de una Princesa.

—¡Príncipe!—tosio fuertemente y limpiaba sus labios de los restos del cupcake con un pañuelo.—Estaba disfrutando de mi cupcake antes de que usted llegara a darme un susto de muerte.

—Mis disculpas Princesa —sus ojos la escanearon de arriba a abajo.— pero no pude evitar acercarme, estar rodeada de todos esos hombres debe ser agotador.

—¿Me estuvo observando?

—Soy muy observador alteza.—se cruzo de brazos y sonrió aún más.—¿No esta divirtiéndose?

—No cuando tengo a varios hombres encima de mi —miro hacia los hombres y la gran mayoría se apartaron ante la presencia intimidante de Edward.— y parece que gracias a usted no me molestarán por un rato.

—Usted es famosa entre los hombres igual que su hermana ¿Verdad?

—En realidad no, mi hermana es la que los atrae. Como no se encuentra presente terminó siendo yo a la que se le van encima.

—Tipico de los hombres sin cerebro —solto una risa divertida.— piensan que por no tener a la mujer que desean creen que pueden obtener a otra como si fuera un premio de consolación.

—No soy un premio de consolación.—lo miro con mala cara.

—Exacto no lo eres. Tu eres mucho más que un premio de consolación.

El rostro de Luella se suavizó ante las palabras de Edward, nunca nadie le había dicho ese tipo de palabras gentiles. Su corazón latía con fuerza y miraba con intensidad al Príncipe, sus ojos reflejaban tormentas. Desde que lo conoció él siempre desprendía tormentas en su ser y a Luella le resultaba radiante. Si con Marker Krytiel era amor ¿Con Edward que es exactamente lo que siente? Apenas lo conocía y no podía decir que era amor, eso era muy pronto todavía.

—¿Porque dice aquello?

Edward dio un paso y ladeó la cabeza con una sonrisa en su rostro.

—Porque me resultas interesante Luella, brillas más que una estrella.—susurro

Luella hizo un gran esfuerzo para no ponerse roja de la cara y mantenerse firme. Este Príncipe tenía la habilidad de destabilizarla fácilmente ¿Como podría resultarle fascinante a un Príncipe peligroso y apuesto como él? No debía haberse ilusiones, el Príncipe Edward seguía siendo sospechoso y algo se traía entre manos. No por algo él ya estaba en Arbezela mucho antes de su llegada acordada. Si se dejaba atraer con facilidad, sus planes de volverse la Primera Emperatriz de Arbezela quedarán destrozados.

—¡Luella! ¡Príncipe Edward!

El grito de Heidi los saco a ambos de su burbuja, la castaña venía hacia ambos con una sonrisa radiante junto con Harchie. Heidi llevaba un precioso vestido azul marino y Harchie traía puesto un traje negro con adornos azules que hacían juego con el vestido de Heidi.

—Estaba buscandote por todas partes Luella —hizo un puchero y después volvió a sonreír.— pero me alegra haberte encontrado.

Beso su mejilla y Luella sonrío.

—Y me alegra que me hayas encontrado.—se giro hacia Harchie.—Hola Harchie que gusto verte.

—Igual es un gusto verte de nuevo Luella.—saludo Harchie sonriendo.—Príncipe Edward es un gusto volver a verlo su alteza.

Harchie hizo reverencia y Edward regreso la reverencia del mismo modo.

—Igual es un gusto volver a verlo Príncipe Harchie. —sonrio con cortesía. Miro hacia Heidi e igual se inclino.—Princesa Heidi que gusto me da verla.

—Para mi igual es un gusto Alteza.

Los cuatro sonrieron y entonces una chica rubia con aspecto de angel venía corriendo a toda prisa hacia ellos sosteniendo su bonito vestido negro.

—¡Oh! Edward ahí estás.—dijo agitada y frenando cerca de Edward a tiempo.—Te estuve buscando por todo el baile.

—Lilith te dije que solamente iba por un poco de comida —miro a Luella con intensidad y volvió hacia Lilith.— no tienes porque estar al pendiente de mi todo el tiempo.

Antes de que Lilith respondiera, Luella interrumpió.

—¿Es usted la Princesa Lilith?

—¡Oh!—solto Lilith sorprendida y un poco sonrojada.—Asi es Alteza —se inclino hacia delante en señal de vergüenza.— lamento mucho no haber hablado con usted aún Princesa Luella.

—No tienes porqué hacer eso.—susurro Edward con la mandíbula apretada.

—Espero me disculpe Alteza.

—No se preocupe Princesa. He sido yo la descuidada por no buscarla en el palacio.

Lilith se enderezó nuevamente y sonrió con amabilidad hacia Luella.

—Ya que se disculparon ¿Porque no las formalidades de forma adecuada?—sugirió Harchie.

—Si, claro.

Lilith miro a Edward y este frunció el ceño.

—¿Que?

—¿Me presentas?

—Ya estás grandecita para eso.

—¡Por favor Edward!—chillo Lilith y le hizo ojitos de perrito.

Edward tuvo un tic nervioso en el ojo pero termino aceptando, no le negaría ese pedido a su dulce hermanita. Luella no pudo evitar reírse un poco ante la escena de los dos hermanos, Lilith sera tímida pero cuando se trata de avergonzar a su hermano mayor la timidez se convierte en una extraña para ella.

—Bien, está bien.—bufó molesto.—Princesa Luella, le presento a mi hermana menor la Primera Princesa de Gantrick, Lilith Clifford.

—Un gusto Princesa Luella.—reverencio.

—El gusto es mío Princesa Lilith espero llevarme muy bien con usted.—regreso la reverencia y ambas rieron juntas.

—Algo me dice que usted y yo nos llevaremos bien.—dijo Lilith sonriendo.

—Espero que así sea Alteza.

Heidi le dio un leve codazo a Luella en el brazo, la peli blanca se centro en su amiga y los ojos verdes de Heidi le señalaron discretamente a Edward y Lilith. Era ahora o nunca de negociar con ellos y contar con el apoyo de los dos ¿Como podía ganárselos? Edward aún era objetivo de Ariana y si aceptaba formar parte del harem era probable que Lilith no tendría más opción que apoyar a su hermano mayor y a Ariana.

Esto llevaba tiempo el tener que negociar con los dos. Y más cuando su estadía en Arbezela no acababa y debían permanecer en tensas reuniones con el Emperador Jaider. Edward no iba ser fácil debido a su reputación de Príncipe sádico, pero Lilith aún se debatía. Parecía ser idéntica a Haveron de no querer meterse en guerras política ¡Debía intentarlo! ¡Debía confiar en sus habilidades de negociación! Al primero y el más acertado de llegarle era al temido y apodado "El dragón de la muerte".

—Principe Edward —lo llamó con voz firme. Edward centro toda su atención en ella.— me gustaría...

—¡Príncipe Edward!

Luella rechinó los dientes molesta por la voz de su hermana mayor. Se acercaba a ellos con una sonrisa radiante como siempre ¿Porque tuvo que venir ahora y no vino cuando los hombres la tenían acorralada? Ariana se había puesto uno de sus glamurosos vestidos blancos con los pequeños adornos dorados y su tiara del mismo color, dándole un aspecto majestuoso.

—¿Que?—respondio en tono seco Edward. Parecía molesto.

—¿Le gustaría bailar conmigo?

—El Príncipe Edward planeaba hablar con su alteza Luella ahora mismo.—interfirió Harchie con una sonrisa amable.

—Pero solo será un baile de 5 minutos.—dijo Ariana y colocando un mechón de cabello atrás de su oreja.

—Alteza —habló ahora Lilith.— mi hermano mayor no creo que pueda bailar con usted ya que él...

—Lilith —interrumpio el de ojos azules colocando suavemente la mano en el hombro de su hermana menor.— puedo bailar un momento con la Princesa Ariana, necesito estirar las piernas.—una sonrisa fría se apoderó de él.

Lilith no estaba del todo segura si Edward en verdad quería bailar con la Primera Princesa, conocía muy bien ese tipo de sonrisas. Pero que podía hacer, Edward tenía cambios de humor muy drásticos de repente.

—Si tú lo dices.

—¡Estupendo!—brinco Ariana feliz.—Vamos a la pista de baile.

Ariana se dio la vuelta y Edward la siguió de mala gana. Cuando ambos llegaron al centro del baile los invitados empezaron a murmurar entre si. La música empezó a sonar y empezaron a bailar con elegancia. Ariana se veía feliz pero Edward lucia frío y distante del baile. No se esforzaba en lo mínimo para fingir descontento en medio de todos los invitados. Era un gran bailarín pero su compañera de baile le provocaba no desear ser buen bailarín.

—¿Soy yo o el Príncipe está molesto?—arqueo la ceja Heidi confundida.

—Esque...—se sonrojo Lilith y observo avergonzada a Luella sin poder decir una palabra.—Ire a buscar algo de ponche, le avisan a mi hermano por favor.

Harchie y Heidi asintieron y Lilith se fue por donde había venido.

Luella observaba la imagen de ambos bailando con los puños apretados, sentía que la ira se le estaba subiendo a la cara. Odiaba que su hermana mayor intentará de alguna forma atrapar entre sus manos a Edward como si fuera un objeto para su uso personal. La forma en como estaba bailando tan atrevida y sensual como forma de provocar a Edward era lo más bajo que pudo haber caído. En si el Príncipe de Gantrick no se inmutaba ante las provocaciones, pero si Luella se enteraba que tuvo una mínima reacción iba ser capaz de darle una paliza por primero decirle palabras bonitas y después irse a desear a Ariana como si nada.

—¿Está molesta?

Preguntaron a lado de ella y sacandola de su trance. Jade Meldea había llegado sin haberse dado cuenta en lo absoluto.

—Jade.—trago saliva incómoda.—No realmente.

—No debe mentirme su alteza, está enfadada. Usted y su hermana se parecen mucho en eso de que su ira se les nota en sus ojos aún cuando intentan ocultarlo.

Una risa irónica emergió de Luella y se cruzo de brazos frente a Jade.

—¿A que vienes Jade?

—Queria decirle que lamento mucho el como la trate cuando nos conocimos, creí que usted era como su hermana pero me he dado cuenta que no es así.—su voz era suave y tranquila.

Los ojos de Luella se abrieron un poco ante la disculpa, Jade se escuchaba sincero y arrepentido.

—Y también quería decirle que tenga cuidado con su hermana, ella no es la excelente hermana mayor que usted cree.

Luella sabía a qué se refería Jade. No dijo nada sobre los planes de Ariana cuando la escucho hablar con sus joyas aquella noche. Jade parecía sincero a pesar de que su rostro no había expresión alguna pero en su voz se escuchaban cosas muy distintas.

—¿Y podría decirle a su amiga que deje de mirarme?—cerro los ojos avergonzado.

Luella miro por encima de su hombro y Heidi estaba observando a Jade fijamente a los ojos.

—Heidi es de mala educación observar a la gente de esa forma.

—Lo siento, es solo que —se acerco dando un paso.— él estaba asomado por la ventana cuando llegue al palacio. Mirándome fijamente.

Jade desvío la mirada completamente avergonzado y llevándose la mano a la nuca.

—Solo fue curiosidad por saber quién había llegado, no fue mi intención le pido disculpas.

—Bueno, fingire que no pasó nada solo porque se está disculpando.—se acaricio los labios con interés y una sonrisa juguetona.—Por cierto soy la Princesa Heidi ¿Y usted quien es?

—Yo... bueno soy...—balbuceo Jade nervioso. Se arrodillo frente a Heidi colocando una rodilla en el suelo y agachando su cabeza.—Soy Jade Meldea de la casa Meldea del Reino de Marloe. Y una de las Joyas de la Princesa Ariana.

Heidi sonrío de forma cálida ante la reverencia de Jade, nunca había visto una reverencia tan perfecta.

—Un gusto señor Meldea, por favor levántese no es necesario que haga muchas formalidades.—se llevo su mano en su mejilla y la otra la agitó un poco riendo.—A veces me incómoda muchas formalidades.

Jade se levantó y por un momento le pareció tierno aquella actitud de Heidi, como un tierno y salvaje león de atlas.
La música dejo de sonar dando por finalizado el baile, la Princesa Ariana no tardaría en volver con las demás joyas y no debia darse cuenta que se escabulló por unos momentos

—Tengo que irme. Fue un gusto hablar con ustedes altezas debo regresar con las demás Joyas.

Luella asintió al igual que Heidi. Jade se fue a toda prisa entre la multitud ignorando algunas mujeres que gritaban por él.

—Que tierno.—hablo Heidi para si misma mientras miraba a Jade irse.

Los ojos rojos de Luella brillaron de inmediato, una idea entro a su mente. Jade podría ser el más indicado para desmantelar el Joyero desde adentro, no solo porque era al único el que Ariana no  tocaba, también era que sin importar que tan grosero fuera con ella, Ariana le seguiría contando sus planes.

—Heidi no será necesario introducir a Edward en el Joyero.

—¿No?—pregunto Heidi confundida.—¿A que te refieres?

—Te lo explicaré después —le sonrió a su amiga— pero lo que si estoy segura, es que tal vez muy pronto... Mi hermana perderá una joya.

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El Emperador Jaider dio leves golpecitos en su copa de vino para llamar la atención de todos los invitados.

—Amigos míos —empezo a recitar con elegancia. — hoy no es una celebración cualquiera.

El Emperador Jaider dejo de hablar para dar suspenso y después continuó.

—¡Hoy celebramos nuestra alianza con el Reino de Mahira!

Todos los invitados empezaron a aplaudir y gritar de emoción. El Emperador levanto la palma de su mano y dio la orden a todos de guardar silencio y los invitados obedecieron sin dudar.

—Y por eso hoy, tenemos a dos invitados especiales al Príncipe Harchie y la Princesa Heidi.

Los señaló con su mano y todos volvieron a aplaudir, Harchie y Heidi solo sonrieron y agradecieron por los aplausos.

—Sin embargo este banquete no solo está hecho en honor al Príncipe y a la Princesa —busco a Luella con la mirada y la encontró cerca de Heidi y Harchie.— este banquete está hecho también en honor a mi querida hija, la Princesa Luella ¡Quien pasó un año en el Reino de Mahira encargándose de representar Arbezela y lograr forjar esta poderosa alianza!

Los invitados volvieron a aplaudir y felicitar a Luella con entusiasmo. La Segunda Princesa sonreía radiante ante las felicitaciones de Arbezela, era la primera vez que se sentía querida. Finalmente Arbezela tendría otras opiniones respecto a ella, y su influencia en el Imperio subiría para convertirse en la futura Emperatriz de Arbezela.

—Asi que amigos míos ¡Brindemos!—Jaider alzó su copa en lo alto.—¡Que nuestro querido Dios Astotelia nos siga bendiciendo con logros como estos!

—¡Que así sea!

Tras los aplausos y las bendiciones de todos, el baile siguio su curso normal. Luella se mantuvo cerca de Heidi y Harchie en lo que quedaba del baile. De vez en cuando algunos hombres seguian invitándola a bailar. Heidi y Harchie terminaron por irse a sus habitaciones a las pocas horas y Luella se quedó todavía en el baile junto a la mesa de bocadillos, disfrutando del queso y los macarrones que estaban por ahí.

—¿Me permitiría este baile alteza?

Luella reconoció al instante esa voz, se dio media vuelta y se encontró con la persona que menos quería ver ahora. Marker Krytiel.

—¿No te incomoda bailar conmigo después de lo que vi en la habitación de Ariana?

El Duque Krytiel se sonrojo y bajo la mirada al suelo con su mano extendida hacia Luella.

—Es baile de amigos Luella.

Luella suspiro frustrada y acepto la mano del Duque Krytiel y él sonrió complacido. Ambos fueron a la pista de baile y empezaron a bailar, girando por la pista y algunas personas mirándolos con asombro. Si él hubiera sido su prometido, estaría bailando con él hasta el amanecer. Pero solamente era su amigo y el prometido de su hermana.

—Lamento que hayas tenido que ver eso.—dijo Krytiel sonrojado.

—¿Acostumbras no ponerle seguro a la puerta?—dio una vuelta completa y regreso a sostener a Krytiel de la mano y el hombro.—Deberias controlar más tu calentura por mi hermana.

—Sigues igual de directa como siempre.—dijo con una risita.

—¡Por supuesto!—exclamo.—Debo ser yo a que sea otra persona y difunda el rumor de que "La famosa Princesa Ariana fue encontrada intimidando con su prometido el Duque Krytiel, hay imágenes sobre los hechos."

—Esta bien esta bien, lo entiendo.—interrumpió Krytiel más avergonzado que nunca.—Prometo ser más cuidadoso.

Luella se centro en los ojos de Krytiel y por un momento recordó a ese niño pequeño y sonriente que la cautivo aquella primera vez en el palacio. En el Duque ya no habia rastro de ese niño con buen corazón. En cambio ahora mismo estaba bailando con un hombre desconocido que no le importaba si lo trataban como objeto y no se daba cuenta de sus sentimientos. Quería decirle que lo amaba, pero hacia tanto tiempo que él perdió aquel privilegio de saber sus sentimientos. La imagen de él con Ariana encima suyo le resultaba asquerosa y repugnante, quería llorar de nuevo pero contuvo las lagrimas a un punto que podría desmayarse. Debía alejarse de él, tenía que dejar ir a Krytiel y aceptar que no había futuro en ambos.

—¿Estás bien?—pregunto Krytiel mientras la hacía girar suavemente.

—Si, lo estoy.

Aseguro Luella mientras ambos seguían bailando y la música se detuvo. Los invitados aplaudieron eufóricos y los músicos anunciaron otra canción.

—¿Quieres bailar otra vez?

—La Princesa me prometió un baile a mi.

Edward hizo acto de presencia y Luella tarareo confundida. Edward se paró cerca de ella y le sonrió. Tendió su mano hacia ella y sin dejar de observarla como la cosa más increíble de este mundo.

—¿Me permite?

Luella miro a Krytiel por si a él le causaba algún inconveniente pero él solo le sonrió.

—No te preocupes por mi.

La Segunda Princesa asintió levemente y lentamente coloco su mano en la de Edward, su palma era increíblemente caliente y sofocante. Krytiel se fue y Luella coloco su otra mano en el hombro de Edward suavemente, se tenso un poco cuando rodeo su cintura y la pegó a su cuerpo. La música empezó a sonar y ambos empezaron a bailar, girando y estirándose por el salón de baile. Sus miradas permanecían en la una a la otra, una tormenta y un oceano de sangre observándose para crear caos.

—Bailar con usted es menos difícil.

—¿A qué se refiere?

Edward la hizo girar y volvió a pegarla a su cuerpo.

—Me encuentro de buen humor alteza y si soy sincero... es difícil que un baile me tenga entretenido.

—¿Le parezco entretenida?—pregunto con una sonrisa burlona.

—Prefiero el terminó "me encuentro de buen humor."

—¿No estaba de humor cuando bailo con mi hermana? ¿Y porque acepto en primer lugar?

Una risita divertida se apoderó de Edward.

—Si esa es una manera de quitarme a su hermana de encima, no hay más remedio que arriesgarse.

Luella sonrío divertida y prosiguió bailando con Edward, bailar con él era como bailar en una tormenta.  Pero una tormenta que se disfruta y te deslumbra con sus preciosos rayos eléctricos. Edward sin dejar de bailar con Luella su mirada se centro en otro lugar en específico y sus ojos se oscurecieron. Luella miro por encima de su hombro y observo que Bavilo estaba bailando con Lilith.

Bavilo y Lilith se miraban a los ojos con ternura y en cierta parte con inocencia, ambos se veían muy lindos.

—¿No le gusta ver a su hermana bailar?—pregunto curiosa y divertida.

—No es eso, simplemente me cuesta aceptar que mi hermana pequeña en un futuro tendrá que casarse.

—Lo entiendo —Edward se centro en Luella de nuevo.— igual me resulta difícil aceptar que mis hermanos menores se casarán en un futuro.

—Tenemos algo en común Princesa.

El baile finalizó con ambos pegados sintiendo el sofocante calor que emanaban de sus cuerpos.

.
.

Cuando el baile finalizó, Edward fue de mal humor a la habitación de Ariana como ella le había pedido ¿Porque tiene que ser tan insoportable esa condenada Princesa? Conocía a un sin fin de mujeres insistentes y tercas pero Ariana les ganaba increíblemente. Su forma de ser intensa lo sacaba de quicio.

No le gustaba comparar pero está situación lo tenía hasta las puntas de furioso. Luella era más tranquila pero su mirada desprendía intensidad y sensualidad, en tanto Ariana al ser más lanzada solo lo incomodaba y su mirada no desprendía más que lujuria y frialdad.

Le pondría fin a esto de una vez por todas y dejarle en claro a Ariana que no deseaba ser su joya.

Afuera de la puerta se encontraban las dos damas de compañía de Ariana. Al verlo, sonrieron educadas.

—Principe —reverencio la morena.— la Princesa Ariana lo está esperando adentro.

La dama de cabello naranja abrió la puerta y dejo entrar a Edward. Al estar dentro de la habitación, la puerta se cerró detrás suyo.

—Príncipe Edward lo estaba esperando.—dijo Ariana con una sonrisa.—Por favor siéntese.

Edward coloco sus ojos azules en ella y una expresión en shock y de repulsión se hizo presente en su rostro. Ariana vestía un ligero camisón para dormir demasiado ¿Buscaba excitarlo? ¿En serio?

Edward tomo asiento en el sofá de enfrente y evitar todo contacto físico.

—¿Que quiere de mi ahora? Hablé rápido porque quiero irme a dormir.

Ariana sonrío con sensualidad.

—Me gusta mucho su actitud fría y distante, será muy difícil quitársela.

—¿Disculpe?

Ariana volvió a reírse. Se inclino hacia la mesita de centro y se sirvió una taza de té.

—Principe Edward se que usted no desea ser mi joya —se cruzo de piernas de forma provocativa.— y me venció en el combate. Pero si soy sincera yo no me rindo fácilmente para alcanzar un objetivo..

—Y yo soy el objetivo.—completo Edward sin prestar atención a la pierna descubierta.

—Asi es Alteza, tengo la esperanza de que sea mío.

Edward puso los ojos en blanco, como tenía ganas de ahora mismo agarrarla del cuello y matarla sin piedad alguna.

—¿Cree que usando un camisón revelador me hará caer?—pregunto irónico.—No soy un retrasado mental que se excita con ver un poco de piel.

—¡Oh vamos! No sea difícil.

Ariana dio un pequeño sorbo a su té y dejo la taza en la mesa de centro. Una sonrisa descarada se formó en su bonito rostro.

—Entiendo si no quiere ser mi joya, de vez en cuando no le gustó a uno que otro hombre —carcajeo.— pero dudo que quiera que Arbezela y Gantrick entren en guerra.

Edward le hizo mala cara y apretó sus puños sobre el sofá, la rabia subía por su cuerpo. La mandíbula le empezó a doler de lo tan apretada que la tenía y la garganta se le comprimia de dolor.

—¿A qué se refiere?

Ariana sonrío victoriosa al ver que finalmente le saco una reacción.

—Para que sea más fácil —se puso de pie.— si usted no acepta ser mi joya, una guerra entre nuestros Países estallará y dudo mucho que su hermano el Emperador Zayn quiera una.

Lo estaba amenazando con una guerra no había ninguna duda ¿Como está Princesa era capaz de poner en riesgo su propio pueblo solo por un hombre? Estaba loca de remate, no, estaba completamente enferma. El silencio los inundó a ambos y Edward no dejaba de observarla con rabia y desdén. Ariana se le acercó y puso una de sus piernas en medio de las de Edward de forma seductora.

—Si acepta ser mi joya prometo darle todo lo que usted me pida —sostuvo la mandíbula de Edward con la mano— siempre y cuando usted me profese lealtad y me de su cuerpo y habilidades para convertirme en la Primera Emperatriz de Arbezela.

Edward respiraba rápidamente por la rabia ¡Lo tocó! ¡Esa maldita lo tocó!

—¡Hija de...!

El Príncipe de Gantrick no pudo decir más puesto que Ariana coloco sus labios sobre los suyos y de un movimiento rápido lo tumbo en el sofá y se le subió encima ¡Estos labios asquerosos! Esos ojos morado oscuro de está maldita le asqueaban, jamás en su vida había sentido tanta repulsión por un simple beso. Era idéntica a su Padre de cruel, egoísta y sin escrúpulos. Aquel hombre que le arrebato a su Padre y a su Hermano.

Su hija legítima era la más parecida a él, ahora entendia porque la prefería por encima de sus demás hijos... y de Luella.

Ariana dejo de besarlo y se sentó en el regazo de Edward, mordiendo su labio inferior deseosa mientras bajaba sus manos hasta los botones de la camisa de Edward y desabrocho solo dos dejando ver un poco sus pectorales. Sin embargo las venas de Edward se tornaron negras, sus ojos se estaban poniendo negros hasta su esclerótica, un ligero brillo blanco apareció en ellos. Sus musculos se pusieron duros como una roca. Una sonrisa siniestra se hizo presente y empezó a reírse.

Ariana iba a apartarse pero antes de hacerlo la enorme mano de Edward la aferro de la garganta obstruyendo el aire a sus pulmones.

—¡Ah!

Edward se levantó del sofá y aferró con más fuerza a Ariana de la garganta y la observo como si de un animal que no vale la pena dejarlo vivir se tratase.

—Sueltame.—dijo Ariana forcejeando.

—¡Te vas a morir!

El suelo empezó a temblar y en el cielo surgieron rayos furiosos que chocaron contra arboles en el mismo techo del castillo. En la mano de Edward apareció su famosa espada "El rayo de las tinieblas" con claras intenciones de matar a la Primera Princesa de Arbezela.

Ariana intento invocar su armadura y la espada sagrada pero Edward se encargaba de sostenerla con fuerza del cuello para matarla. Sentía que Edward estaba absorbiendo su poder, estaba asustada por primera vez en su vida. No debió haber intentado meterse con él, no debió tentar a la suerte.

Al Principe de Gantrick no le importaba si una guerra estallaba, porque eso era lo que él quería.

Una guerra.

Hacer sufrir al Emperador Jaider de la misma manera que lo hizo sufrir a él, a sus hermanos... y a su Madre.

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Primera vez que escribo un capítulo tan largo ^^
Espero les guste mi regalo de navidad para ustedes. Luella y Edward les desean una feliz navidad.
Imagen hecha por IA.

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