Capítulo 55
Narra Violette
Había pasado alrededor de dos meses desde que había tenido aquella conversación con mis padres. Estos dos meses nuestra relación había mejorado, todavía era un poco tensa. Ya que los recuerdos y el resentimiento de por medio no se iría de un día para otro. Sin embargo, lo estábamos intentando.
Con Candy, todo era diferente. Como no había vuelto a mi empresa me vi en la obligación de romper el contrato, debido a que ella había cometido demasiadas faltas.
Lo que me sorprendió mucho fue el hecho de que ninguna agencia la quería contratar, de un día para otro las puertas del mundo del modelaje se le habían cerrado. Sospechaba quién era el responsable de que sucediera, una modelo de su talla era bastante cotizada. Sólo alguien con sumo poder podía lograr que eso sucediese.
Y ese alguien era mi esposo. Estaba segura que había sido él, más no le había dicho nada. No era quien para reclamarle algo, después de todo ella le hizo mucho daño.
Adrián era otro caso, después de que fue con sus padres me narró todo lo ocurrido. Me indigné mucho con la esas personas que no merecían para nada ser llamadas padres, sentí tanta ira hacia ellos, no habían tenido consideración al decirle aquello con palabras rudas y groseras.
No me resistí y fui a su casa. Conseguí la dirección gracias a Andrés, quien también estaba indignado y furioso.
Bajé de mi auto, observé a mi alrededor. Era un sitio bastante acogedor pero se veía peligroso, en las esquinas habían muchachos que parecían sospechosos, también habían niños jugando en las calles y alguno que otro padres vigilando a sus hijos.
Todos me observaron con curiosidad, me reprendí mentalmente al haberme vestido un tanto extravagante. Venía vestida con un pantalón de tela color beige y una blusa manga corta color verde esmeralda y tacones del mismo color. También traía un collar con una esmeralda que hacía unos días Alexandre me la había regalado como regalo de cumpleaños. Y mis anillos de matrimonio.
Escuché silbidos por parte de los chicos que se encontraban en la esquina. Los ignoré todos y caminé en dirección a la entrada de la casa. Toqué la puerta con suavidad y esperé. La puerta no tardó en abrirse dejando ver a una joven señora, pero un poco maltratada, que según me imaginaba se debía al estilo de vida.
-Buenos días, ¿se le ofrece algo, señorita?
-Buenos días, ¿es esta la casa de la familia Johnson? -pregunté
-Si, ¿puedo ayudarla en algo?
-Si, quisiera hablar con usted y su esposo. -dije mirando sus ojos grises que eran tan parecidos a los de Adrián.
-Pase -dijo apartándose de la puerta y abriéndola un poco para que pudiese pasar.
Entré al interior de la casa, parecía acogedora. Observé cada cuadro, en todas aparecían los dos muchachos de los cuales me había mencionado Adrián. No imaginaba el dolor que había sentido al ver esto.
-Mamá, ¿quién era? -preguntó una chica entrando a la sala, se detuvo de golpe al verme. Al igual que el muchacho que venía tras ella.
-Dimitrio ve por tu padre -ordenó la señora. -Por favor, tome asiento.
Negué con la cabeza, no me esforcé por sonreírles. Permanecí sería e impenetrable.
-No, gracias. Seré breve.
Ella asintió aplanando los labios, y se dedicó a observarme detalladamente junto con su hija, cosa que me incomodó en demasía, pero el cual también disimulé.
Un señor entró a la sala junto a su hijo, se veía disgustado y más al observarme.
-¿Quién es esta mujer? -preguntó con brusquedad.
-Soy Violette Williams, esposa de Alexandre Williams. Supongo saben quién es o me equivoco.
La señora se sorprendió, al igual que sus dos hijos. Ellos aún no me conocían ya que no había ido aún a la empresa de Adrián.
-Si, sabemos quién es. -murmuró la chica.
-Seré breve, señores. Únicamente vine aquí para conocerlos, aún no me cabe en la cabeza lo cruel que fueron con él. Intento ponerme en sus zapatos para comprenderlos pero no lo consigo. Me indigna el tipo de persona que son ustedes.
》Abandonar a un pequeño que no tenía la culpa de sus errores, un ser inocente que pagó sus errores. ¿Saben lo triste que fue para él enfrentarse al mundo solo? No sólo fue triste, también fue doloroso y difícil.
-Lo dejamos en un orfanato. Allí los cuidan -interrumpió la señora.
-¿Cuidarlos? Allí hacen lo que pueden, son tantos niños los que tienen que cuidar, ¿usted piensa que les ajustará el tiempo para preguntarles a cada uno los problemas por los que están pasando? No, señora. Tal vez les brindan un techo y comida, pero ¿qué hay del amor que ellos necesitan? ¿Quién cree que estaba con él cuando se despertaba porque había tenido una pesadilla? Nadie, únicamente le tocaba abrazarse a él mismo, aún lleno de terror se trataba de dar valor. Algo casi imposible.
》Una verdadera madre no abandona a sus hijos, ni siquiera a uno. En cambio da la vida por ellos. Tal vez se haya portado bien con sus otros hijos, pero abandonó a uno y eso la convierte en una mala madre. Y a usted señor, en un mal padre.
》No solo por abandonarlo de pequeño, sino también cuando él los buscó lo rechazaron y lo hicieron sentirse como nada. Agradezco a Dios, que le brindó una segunda oportunidad ofreciéndole unos padre maravillosos, que aunque no comparten ningún lazo sanguíneo, lo aman, y eso es algo admirable. Espero algún día se arrepientan de lo que cometieron y que Dios los perdone. Que tengan buen día.
Me di la vuelta dejándolos a ellos en silencio, subí a mi coche y arranqué saliendo de aquel barrio.
Llegué a mi empresa y me dispuse a trabajar en nuevos diseños, los cuales serían algo nunca antes visto. Quería sorprender al público con ideas innovadoras, con ideas de las cuales me había inspirado mi amado esposo. En cada noche que me hacía el amor me inspiraba un nuevo diseño, en cada momento que el me mimaba y me decía lo mucho que me amaba sucedía lo mismo.
Observé con una sonrisa la pequeña caja azul con un lazo rosa, hoy tenía una sorpresa para él. Algo de lo que sin duda lo pondría feliz como yo lo estaba.
La puerta de mi oficina se abrió entrando por ella mi madre y Dylan con nuestra pequeña Arabelle.
-¡Tía! -exclamó la pequeña corriendo hacia mí con los brazos abiertos.
La tome entre mis brazos abrazándola, le di un pequeño beso en la frente para luego devolverla al suelo.
-Hermana -saludó Dylan envolviéndome entre sus brazos.
-Dylan, ¿qué hacen aquí? -pregunté apartándome de él para que mi madre me abrazase.
-Venimos a corroborar que vas a asistir a la fiesta en honor a tu cumpleaños.
-Ya les dije que allí estaremos.
-También quería saber si ya tenias tu vestido.
-Si, ya lo tengo.
-Yo venía porque quería preguntarte algo, ¿será que nos dejas un momento a solas, madre? -habló Dylan.
-Está bien, te esperaremos afuera con Arabelle. Adiós hija, nos vemos mañana en la noche.
-Adiós, madre.
Arabelle se despidió con un beso y salió con su abuela de la oficina.
-¿Qué pasa, Dylan? -pregunté yendo a sentarme junto a él al sofá.
-Es sobre Tessa, supe que está embarazada. Salió en el periódico esta mañana. -dijo con la mirada decaída.
-Si, está embarazada.
-¿Es de Merosov, cierto?
-Así es -él agachó la cabeza decepcionado -ese jodido también la engatusó a ella. Esta mañana anunció su compromiso con la verdadera mujer que ama, una modelo rusa bastante hermosa.
-¡¿Qué?! -exclamé.
Vladimir estaba causando mucho daño a mi única amiga, cada vez sólo lograba decepcionarme más y más. Le había comentado a Adrián lo ocurrido, se enojó mucho con él. Había dicho que hablaría con él, pero al parecer no había funcionado o Adrián lo había olvidado y al final no le había dicho nada.
-Ese bastardo la está dañando mucho, ¿verdad?
-Si, tanto como tú lo hiciste.
Él solo negó con la cabeza, no le gustaba que le hablasen de lo ocurrido con ella.
-Si, pero yo no fui el único que dañó en esa relación, Vio. -dijo levantándose y yendo a la puerta.
-Nos vemos luego, hermanita.
-Adiós, Dylan.
Salió de mi oficina dejándome con la duda de qué fue lo que verdaderamente ocurrió con ellos. Eso era algo que al parecer nunca sería aclarado, y lo entendía habían cosas en la vida que simplemente no se sabrían nunca.
A eso de las cinco de la tarde llegué a casa, Adrián aún no llegaba de su empresa. Me dio tiempo de subir a la habitación a darme una ducha.
Me vestí con un vestido negro y sandalias rojas. Me dejé el cabello suelto, y pinté mis labios en carmín.
Fui en busca de la pequeña caja a mi bolso y la puse sobre la cama cuando escuché unos firmes pasos por el pasillo. La puerta no tardó en abrirse, dejando ver al hombre que me arrancaba suspiros y al cual amaba con mi ser.
Caminé en su dirección para besarlo, no lo veía desde la mañana. Contaba cada hora para verlo, y besarlo hasta que mis labios dolieran.
-Hola, mi cielo. -dijo dándome un pequeño beso y abrazándome por la cintura.
-Hola, cariño. ¿Qué tal tu día?
-Cansado, lo único que quiero es darme un baño y que mi esposa me mime. -dijo sonriendo con picardía.
-Tus deseos son órdenes.
Lo ayudé a quitarse el saco y la corbata. Él se empezó a desabrochar la camisa, su pecho y su marcado abdomen se dejaron ver, mi boca se secó y intenso deseo empezó a surgir en mi interior. Aunque estaba acostumbrada verlo, no dejaba de parecerme irresistible.
-¿Te gusta lo que ves, amor? -preguntó él con diversión.
-Por supuesto, por algo me casé contigo -contesté guiñándole un ojo.
El soltó una carcajada.
-Eso ya lo sabía, caíste rendida a mis pies desde el primer día que me viste -habló con sorna.
Puse las manos en su nuca y lo atraje hacia mi para unir nuestros labios.
-Desde que era una niña, cariño -me separé de él -Fui a visitar a los Johnson.
Lo sentí tensarse y ponerse un poco serio.
-No debiste ir.
-Lo sé, pero es que no podía quedarme con todo lo que pensaba. Además no les dije nada malo, te lo prometo.
-Yo sé, Clarisa y Dimitrio me lo contaron. Dijeron que eras una mujer admirable por como fuiste a defender a tu hombre -dijo sonriendo y volviéndola a besar.
>No sé que tienen tus labios que son tan adictivos. -Añadió separándose.
-Me pasa lo mismo con los tuyos -hice una pausa -tengo algo para ti.
Me observó con curiosidad, me alejé de él para ir en busca de la pequeña caja. La tomé entre mis manos y fui a entregársela.
-¿Qué es? -preguntó con curiosidad detallándola.
-Descúbrelo.
Con mucho cuidado deshizo el lazo rosa, destapó la caja y observó el interior. Se quedó callado viendo el objeto alargado, para luego regresar su vista en mi.
-¿Estás...? -dejó la pregunta al aire, su mano estaba temblorosa y su rostro se llenó de completa alegría.
-Si, mi amor. Estoy embarazada, vamos a ser padres.
Me alzó entre sus abrazos y dio varias vueltas exclamando Te amo, es la mejor noticia que he recibido el día de hoy.
-¿Cuánto tiempo tienes?
-Tres semanas y media, perdona que no fui al ginecólogo contigo, pero en uno de mis chequeos me dieron la noticia. Y cómo no sabía de qué forma decírtelo, compré una prueba y me la hice.
-Esto es maravilloso, mi cielo. Gracias por hacerme tan feliz.
-Gracias a ti, por darme otro ser tan especial. Gracias por complementar tu vida con la mía de la mejor manera.
Él me fue a depositarme a la cama con suma delicadeza. Me besó con armonía, exploró con sus manos una vez más mi cuerpo. Al igual que yo lo hacía con el suyo, terminamos haciendo el amor, de forma lenta y suave.
[...]
Tomada del brazo de Adrián entré a la mansión de mis padres, quienes estaban llevando a cabo una fiesta en honor a mi cumpleaños que hacía unos días había pasado. También estaban felices porque los ingresos de la empresa habían aumentado e iba creciendo, convirtiéndola nuevamente en una empresa estable.
Y no, nosotros no metimos ni un dedo para ayudarlos. Fueron Dylan y Damien quienes la sacaron adelante.
Habían cientos de paparazzis, al vernos entrar comenzaron a hacernos diversas preguntas.
-Violette, ¿Tú diseñaste ese vestido? ¿Qué relación tienes con los Miller?
Mi vestido exactamente lo había diseñado únicamente para mí, era de un color carmín no tenía escote y llegaba hasta el cuello. Pero por la espalda era descubierto únicamente habían dos tiras para poder sostener la tela de la parte de adelante. Era corte sirena, este se adhería a mis curvas.
Llevaba unas sandalias de tacón negras con pedrería blanca alrededor del tobillo. Mi cabello extendido en ondas.
Mientras Alexandre iba enfundado en un traje negro, sin corbata. Se veía bastante apuesto y jovial.
-Si, lo diseñé exclusivamente para mí. Respecto a los Miller, ellos son mis padres.
Sin dar más detalles entramos a la casa donde fuimos saludados por cientos de invitados. Todos querían tan siquiera tener la oportunidad de hablar con mi esposo y claro, también conmigo. Ya que éramos los empresarios que liberábamos la lista de Forbes.
La velada pasó tranquila, excepto cuando Candy se acercó a nosotros. Sentí que Alexandre se tensó al tenerla de frente.
-Tranquilos, vengo en son de paz -dijo, seguramente al ver nuestras expresiones.
-¿Se te ofrece algo? -pregunté
-Sólo quería pedirles perdón por todo el daño que les causé. Alexandre perdóname por hacer causados estragos en tu vida, en realidad no quise hacerte daño, yo te quería pero preferí mi popularidad ante todo. Tal vez no sea suficiente pero no quiero seguir en guerra con ustedes.
》Y tú, Violette, perdóname. Siempre envidié tu forma de ver la vida y enfrentarla. Te admiro, siempre lo hice, pero mi soberbia actuó y cometí horrores contigo. En fin, ya que las puertas del modelaje se cerraron para mí, y que los años comienzan a caerme encima decidí irme a vivir a Italia. Y quería irme dejando solucionadas las cosas, para poder irme en paz.
No me esperaba esto de ella. Que alguien tan arrogante como lo era ella, era sorprendente. Lo era, porque veía la sinceridad en sus ojos.
-Lo intentaremos, pero puedes ir en paz. Comprenderás que las cosas no se pueden olvidar de un momento a otro. Pero ya no te guardamos resentimiento.
-Gracias, eres una excelente mujer, Violette. Felicidades por todo lo que has logrado por ti misma, al igual que tú Alexandre, te lo mereces, al igual que mereces una mujer como lo es Violette -Dijo dándose la vuelta y perdiéndose en la multitud.
Y con eso daba por cerrado todo aquello que nos ataba al pasado, que aunque no le hayamos dicho que la perdonábamos pero estaba segura que en nuestros corazones ella está perdonada. Ella simplemente ya no existía en nuestro ser.
Era momento de dejar el odio, el rencor, la venganza y la desconfianza a un lado y comenzar una vida nueva, junto a nuestro pequeño bebé y los siguientes que tendríamos.
-Me siento en paz -susurró Adrián a mi oído.
-Yo igual, ya es tiempo de comenzar de nuevo.
-Una vida donde únicamente nos dediquemos a ser felices entre nosotros. Te amo, Violette.
-Yo también te amo, Alexandre.
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