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Capítulo 52

La tensión era palpable en aquel comedor, muchos entablaban conversaciones para poder eliminar aquello. Pero hicieran lo que hiciesen no funcionaría.

Alexandre le había tomado la mano por bajó de la mesa, diciéndole que no estaba sola, que él estaba allí con ella.

En varias ocasiones le había dicho al oído que si ella lo deseaba podían marcharse. Pero Violette estaba decida a enfrentar aquello que por años huyó.

-Dígame señor Williams, ¿cómo es que ha logrado tanto éxito a su edad? -preguntó Mario, hermano de Elizabeth, tío de Violette.

Alexandre lo miró fijamente, y alzando una ceja respondió

-Trabando arduamente, Señor... -soltó al aire ya que no sabía su apellido.

-Navarro, Mario Navarro.

-Señor Navarro.

-¿Solamente eso? No mienta, Señor Williams. Todos sabemos que esas empresas que maneja son heredadas por su padre -intervino Candy, a las vez que sonreía con maldad.

-¿Y qué sabes tú de negocios, Candy? Lo único que sabes hacer es posar para la cámara y fingir una sonrisa -dijo Violette desinteresada a la misma vez que le daba un sorbo a su vino.

Escuchó algunos jadeos por la parte femenina, sintió también las miradas asesinas por parte de Candy y su madre.

-Es cierto que heredé el imperio de mis padres, pero yo también construí el mío propio. Con mucho esfuerzo y dedicación, no durmiendo muchas noches por estar creando estrategia de como lograr gran impacto en el mercado -contestó Alexandre.

-¿Y qué fue lo que lo inspiró, Señor Williams? -preguntó esta vez Alejandro, padre de Violette.

-Gran parte fue el ver a mi padre trabajar con dedicación en sus empresas. Ver la pasión cuando ideaba un nuevo servicio o producto. Y otra parte fue el ver la maldad en algunas personas, que si no tienes dinero y poder, no vales nada ni eres nadie. -contestó con simpleza.

Ya el rencor que le tenía a Candy se había ido para algún lugar profundo de su ser, el cual estaba condenado al olvido. Sólo se expresaba así porque fue por ello que se había propuesto llegar a ser quien es.

-¿Cómo conoció a mi hija, señor Williams? -preguntó Alejandro.

-En una junta de trabajo, quedé hipnotizado desde el primer momento en qué la vi y supe que con ella quería todo -dijo mirándola a ella con dedicación. Ambos se sonrieron enamorados y se miraron con amor.

-¿Cuando se casaron? -preguntó con frialdad Elizabeth.

-Hace un par de meses.

-Violette, ¿por qué te fuiste de casa? -preguntó una de sus tías.

Violette volteó a ver a sus padres con resentimiento.

-Porque no me quise casar a la fuerza, y con alguien que me doblaba la edad. -respondió con acidez.

-¡Era por tú bien! -exclamó Elizabeth.

Esa simple frase enervó a Violette.

-¡¿Por mi bien?! Sería por el de ustedes querrás decir, madre. -se exaltó Violette.

-¿Es que no te viste en un espejo como te veías en ese tiempo? ¡Eras gordísima! -Se metió Candy.

-¡Tú cállate! ¡Madura de una vez por todas, Candy!

-¡No le hables así a tu hermana mayor!

-Ustedes dejaron de ser mi familia desde el momento en que puse un pie afuera de esta casa hace cinco años.

-Aunque no lo quieras somos tu familia. -dijo Alejandro.

-¿Familia? Pero, dígame señor Alejandro, ¿una familia es aquella que obliga a uno de sus miembros a hacer lo que les conviene a los demás sin importarle lo que ella quiere? Una familia ¿es aquella que abandona a la intemperie a uno de ellos? Pues déjeme decirle que no. Ustedes no son dignos de llamarlos padres.

Esas palabras de ella causaron estragos en los presentes, pero sobre todos en sus padres.

-Cariño, ¿quieres que nos vayamos? -preguntó Alexandre quien estaba de pie a la par de ella.

Violette reaccionó y confundida al no darse cuenta en qué momento ella se había levantado de aquella silla, miró a su esposo.

-Sácame de aquí, no soporto mirarles ni un minuto más -susurró.

-Vayámonos entonces -volteó a ver al resto de personas en la mesa, quienes lucían pasmados. -Con permiso y buenas noches.

Ambos salieron de aquella mansión , condujeron hasta el hotel en silencio. Violette iba sumida en sus pensamientos, Alex decidió no interrumpirla y solo se dedicó a recostarla sobre su cuerpo mientras la acariciaba.

Le dolía ver a su esposa tan afectada, ella se había convertido en alguien indispensable en su vida. La amaba mucho como ella lo amaba a él.

Ninguno de los dos pensó algún día terminar tan locamente enamorados como lo estaban ahora.

Cuando llegaron al hotel se despojaron de sus ropas y se acomodaron para dormir.

-¿Por qué te casaste conmigo, Adrián? ¿Por qué me propusiste aquello, qué buscabas? -preguntó ella una vez que estuvieron abrazados en sus camas en completa oscuridad.

Alexandre guardó silencio ante aquella pregunta, cuya respuesta estaba guardada en lo profundo de su ser, había prometido no revelarla a nadie.

-¿Por qué preguntas eso? Te di la respuesta, no querían que siguieran tachándome de...

-La verdad, Adrián -lo interrumpió ella.

Alexandre dejó salir todo el aire que sin darse cuenta estaba conteniendo.

-Porque quería una familia, porque quería a alguien que estuviese allí conmigo y tú eras la indicada para ello. Eres la mujer perfecta para mí.

Ella unió sus labios con los de él al oír aquella respuesta. Jamás se esperó aquello, siempre había
imaginado lo peor.

-Te amo, te amo, te amo -dijo dándole pequeños besos.

-Yo también te amo mucho, cariño. -dijo él abrazándola más a él.

Luego de unos besos más se quedaron dormidos.

[...]

Al día siguiente la pareja estaba llevando sus pertenencias a su nueva casa. Muy de mañana les habían avisado que ya la mansión ya estaba lista para ser habitada.

Entraron a la casa con sumo entusiasmo, ya no soportaban estar durmiendo en el hotel, no porque estos fueran incómodos. Sino porque ellos estaban acostumbrados al exceso de espacio como lo tenían en sus enormes mansiones.

En la sala los nuevos empleos se encontraban alineados esperando por sus jefes y que les dieran los lineamentos a seguir.

-Buenos días -saludaron ellos.

-Buenos días, señores Williams -saludaron al unísono.

-Señores Williams, que bueno que llegan. Me gustaría mostrarles la casa para que vean los diseños, por si algo nos les gusta podremos cambiarlo -dijo la organizadora acercándose a ellos.

Violette se sorprendió al reconocer a la organizadoras, pero como no hacerlo si era unas de sus antiguas "amigas" Clara.

-Claro, a mi esposo y a mí nos encantaría. Quiero supervisar si de verdad has hecho un buen trabajo -dijo desdeñosa.

Alex se sorprendió ante la actitud de su esposa. Ella no era así, pero decidió no decir nada.

Hicieron el recorrido por toda la casa, ambos estaban satisfechos con el trabajo realizado. Violette le dio su aprobación, pero había añadido que podría haber sido mejor.

La organizadora estaba molesta con la actitud de ella, tuvo que morderse la lengua para no hablar. En cambio solo podía fingir una sonrisa, dándole la razón a ella.

Ya cuando la estaban despidiendo, Violette no pudo resistirse y habló.

-Es un placer volver a verte, Clara. Después de cinco años no has cambiado mucho. -Dijo Violette abrazando el brazo de su esposo.

-Disculpe, señora Williams ¿la conozco de antes? No la recuerdo. -dijo Clara bastante confundida.

-Que raro que no lo hagas, cuando muchas veces les pagué la renta a ti y a tus amigas. También las hice gozar de otros beneficios.

-¿Violette? No, no puedes ser ella. -dijo luciendo avergonzada.

-Si, si puede ser.

El rostro de Clara estaba pálido, le daba vergüenza su comportamiento en esos tiempos. Ella se había arrepentido de haberla dañado, al final ella si la había querido como una amiga. Pero necesitaba guardar las apariencias con sus otras amigas. Después de ese día que las oyó hablando había ido a buscarla, pero era demasiado tarde. Ella se había marchado sin decir a dónde y sin planes de retorno.

Pero hoy estaba allí, frente a ella. Entonces vio la oportunidad que por mucho tiempo estuvo esperando, pedirle perdón.

La observó a detalle, había cambiado mucho. Ahora lucía sumamente hermosa, y estaba casada con un hombre que se veía que la amaba y que también era bastante atractivo. Eran perfectos, la pareja perfecta.

Y ella se veía que también lo amaba, y se alegró en su interior al ver que logró lo que ella tanto anhelaba. Un hombre que la amara, valorara y respetará. No como el patán que tenía por novio.

-Perdóname Violette, se que esa palabra no remendará los errores y los daños causados. Pero estoy arrepentida de mis actos hacia a ti. -dijo ella diciendo lo que por todo este tiempo.

Violette solo fingió una sonrisa sarcástica.

-Te perdono, a ti y a las demás. Pero el daño ya lo causaron, pero si eso necesitabas escuchar para poder dormir. Está bien, ese tema es algo que quiero cerrar.

-Gracias.

Clara se marchó, Violette evitó a toda costa la mirada de Alexandre. Sabía que no había actuado de la forma correcta, pero le había sido inevitable contenerse.

-Ahora entiendo tu actitud. Sabía que tú no eras así -dijo abrazándola y depositando un pequeño beso en la coronilla.

-Pero no fue la mejor -susurró.

-Nunca dije que lo fuera -rió él. Ella atinó a darle un golpe en su estómago. Él soltó un quejido ante aquella acción.

-¿Qué planes tienes para ahora?

Él exhaló profundamente para luego responder;

-Ir por las respuesta que desde niño me agobian. Quiero oír cada una de ellas para poder seguir con mi vida, es mejor saber la verdad aunque duela, pero se supera, a vivir con una duda que te condena a la tortura.

Gracias por leer❤️❤️

En el próximo capítulo sabremos el por qué los padres de Alex lo abandonaron. También no crean que con lo de Violette y sus padres ya terminó. Se viene puro drama porque esto aún no termina.

Pd: Alexandre en multimedia.

#Últimoscapítulos

Los quiere,

Jakelin Amaya

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