Capítulo 51
Violette se encontraba nerviosa, ya que el día que por fin se volvería a reunir con su familia había llegado. Alexandre trataba de calmarla diciéndole que todo saldría bien, pero ella sabía que ese encuentro no traería nada bueno.
Sus hermanos cuando se enteraron que Alexandre iría a cenar con ellos al instante comprendieron que aquel ansiado encuentro por fin se llevaría a cabo. No dudaron ni por un instante en llamar a Violette y comunicarle que ellos estaban de su lado. Que sucediera lo que sucediese ellos estarían a su lado para apoyarla.
Y ese simple detalle Violette se los agradecía, ellos siempre estuvieron con ella a pesar de todo. Fueron los únicos que la apoyaron y no la abandonaron. Junto a ellos celebró sus triunfos y derrotas que vivió en el transcurso de estos últimos cinco años.
-No sé que atuendo usar, Tessa -dijo Violette a su mejor amiga, la cual se encontraba al otro lado de la pantalla de su computador.
Violette había decidido hacerle una video llamada a su amiga para que le ayudase en ese detalle.
-Uno con el que te sientas tú misma, pero a la misma vez que demuestre lo segura y poderosa que eres. Ve como la gran Violette Williams, la dueña de un imperio de moda, con una exitosa cadena hotelera y unas excelentes constructoras. Y, como la esposa del gran Alexandre Williams, el hombre más millonario del mundo. -alardeó su amiga.
-No ayudas en nada, Tessa.
-Cariño, ve con lo que quieras. Al final siempre te verás bella, tú más que nadie sabe que vestir en esta noche. Por favor Vio, recuerda que ¡la moda es tu pasión!
Sonrió ante las palabras de su amiga.
-Tienes razón -se quedó pensando -¡Ya sé! Hablamos luego, Tessa.
-Está bien, suerte. Y no olvides restregarle en la cara tus logros a tu madre.
Ella solo sonrió forzadamente y cortó aquella llamada. Ahora con más ilusión sacó uno de sus mejores diseños que había traído a España por su se presentaba la ocasión de usarlo.
Quería ir con algo que la hiciera sentir jovial, con el cual representara la verdadera edad que tenía y no una que que la hiciera unos cuantos años mayor.
El vestido era corto llegaba a la mitad del muslo, era de encaje forrado con una tela rosa brillante. Este mostraba gran parte de la espalda y en la parte frontal mostraba un poco de pechos, solo cubriendo lo necesario. Optó por acompañarlo con unas sandalias negras de tacón aguja.
Se hizo un perfecto recogido, y aplicó un maquillaje suave. Se veía hermosa y muy jovial.
Alexandre entró a la recámara y quedó deslumbrado al observar a su bella esposa. Se sintió afortunado al tenerla a su lado, por instantes sentía que no la merecía.
-Estas hermosa -dijo acercándose a ella y abrazándola por la espalda.
-Gracias -contestó ella, recostándose un poco al cuerpo de su esposo.
-No sé que hice para merecerte. -susurró besando su cuello.
-Amarme.
La besó unas cuantas veces más y se separaron, ya que Alexandre tendría que cambiarse. Aún no se encontraba listo.
-Ve, apresúrate.
-Como ordenes, corazón -dijo él con un marcado acento español.
A pesar del tiempo él no olvidaba su acento cuando hablaba español, pero cuando hablaba el inglés era imperceptible ese acento. Se había acostumbrado a sus dos nacionalidades.
Minutos más tarde ambos ya se encontraban listos para marcharse e ir a la casa de los padres de Violette. Alexandre iba bastante elegante con un traje color azul marino, quiso combinar su atuendo con el de su esposa.
Su cabello perfectamente peinado, y sus zapatos negros bien lustrados. Pero lo que sin duda lo hacía lucir perfecto, era esa aura de poder, seguridad y seriedad. Y claro estaba, su rostro atractivamente masculino.
Subieron al auto, una Ranger Rover color negro, a la parte de atrás. Habían decidido por llevar a su nuevo chofer, a ninguno se le apetecía conducir.
Violette iba hecha un manojo de nervios, pero con ayuda de Alexandre logró tranquilizarse.
-Me imagino que tus hermanos estarán allí, ¿cierto?
-Si, así lo dijeron.
Media hora después ya se encontraban entrando por los jardines de aquella mansión. El chofer abrió la puerta del coche para que ellos pudiesen bajar, Alexandre ofreciéndole una mano le ayudó a bajar.
Decididos caminaron a la puerta de entrada, y con mucha seguridad tocaron el timbre. Y como si los estuviesen esperando en la puerta, la abrieron en instantes.
El mayordomo de aquella casa abrió la puerta para darle paso a los invitados principales de aquella noche.
-Señores Williams ¡Bienvenidos! Los Señores Miller los están esperando -habló el mayordomo.
El viejo mayordomo los condujo hasta la sala de estar, donde se encontraba bastante gente. Violette se tensó al reconocer a aquellas personas, eran sus tíos y sus primas por parte de su madre. Ya que su padre carecía de familia, había sido hijo único.
Al vernos entrar todos callaron y centraron la vista en nosotros.
-Buenas noches -saludó Alexandre.
Violette divisó a sus padres que se acercaron con enormes sonrisas en sus rostro. Mientras ella trataba de controlar sus emociones, manteniéndolas ocultas con una expresión neutral.
-¡Buenas noches! ¡Sean bienvenidos a nuestro hogar señores Williams! -saludó la señora Elizabeth, quien a pesar de los años lucía bastante joven y atractiva.
-Muchas gracias, les presento a mi esposa; Violette Williams -dijo Alexandre volteando a ver a su esposa.
Todos los presentes centraron la vista ella, haciéndola sentir incómoda. Pero una vez más no lo demostró.
-Mucho gusto, querida -dijo mirándola con curiosidad. Su rostro le parecía extremadamente familiar.
El señor Alejandro estaba igual que su esposa, la miraba con curiosidad. Pero no tardó un minuto más para reconocerla, sus ojos brillaron y se aguaron al verla ¡era su hija! Su pequeña, a la cual por mera cobardía la había abandonado.
-Que rápido olvidas a tus hijos, ¿no madre? -dijo de pronto Violette, quien ya había observado con antelación la reacción de sus padres.
El rostro de Elizabeth se desencajó por completo al escuchar a aquella mujer, decir aquello. La observó una vez más para luego retroceder algunos pasos.
-No puedes ser tú -balbució tapándose la boca con una de sus manos.
Dylan y Damián al observar la escena no dudaron en acercarse a su hermana. La abrazaron efusivamente y le dieron dos besos en la mejilla.
El resto de los familiares estaban confundidos al no saber que ocurría. Pero una de ellos lo sabía, la observaba con envidia y rencor desde una esquina rodeada de sus primas, sabía que ella era su hermana. Miró al hombre, ese al que ella había humillado, con mucho rencor. No dejaba de culparlo por lo sucedido en su boda.
-¡Tía! -chilló una pequeña quien corría y abrazaba las piernas de Violette.
-Arabelle -saludó Violette, agachándose para dejarle un beso en la frente.
-Nos da gusto verte de nuevo, Vio. -dijo Dylan -Igual a ti, Alexandre.
Alex solo asintió y volvió a acercar a su esposa a su cuerpo, tomándola por la cintura.
-Sigues sin recordarme, madre. Soy yo, Violette. Tú hija a la que siempre despreciaste.
-Violette, hija... -dijo Alejandro acercándose a ella, con la intención de abrazarla.
-No te acerques papá -dijo ella de forma dura.
Esas palabras le dolieron a Alejandro.
-No es posible, ¿cómo es que estás tan... -empezó a decir Elizabeth, pero fue interrumpida por Violette.
-¿Cambiada? -rió irónicamente -¿sorprendida madre? Claro que lo estás y más al saber que soy la esposa de Alexandre.
-Pero que altanera -escuchó decir Violette, a la que reconoció como su tía Gertrudis.
-Pero bien, por qué no pasamos a cenar , por negocios es que hemos venido aquí. No por asuntos familiares -dijo Violette.
-Mi esposa tiene razón -habló Alexandre luego de haber permanecido callado por un buen rato.
-Siendo así pasemos al comedor -señaló Damien quién tenía a su hija en brazos.
Todos pasaron al comedor, quedándose únicamente Elizabeth y Alejandro, junto a sus tres hijos.
-¿Qué hemos hecho, Elizabeth?
Gracias por leer❤️
Se que es corto, pero por hay dicen que peor es nada.
Este capítulo es el que había prometido por los comentarios.
Opinen que les pareció el capítulo, si era lo que esperaban o sino cumplió sus expectativas.
Los quiere,
Jakelin Amaya
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