Capítulo 45
Narra Violette
Rota, destruida y desecha, eran los sinónimos perfectos para describir mi estado. Me sentía vacía y un dolor en el pecho agonizante, un dolor indescriptible.
Me sentía una pésima mujer, cada noche que pasaba los recuerdos me atormentaban, recordándome una y otra vez que lo que pasó fue mi culpa, por mi imprudencia al recibir a ese hombre. Por mucho que los demás me dijeran que no pensara así y que no había sido así, pero aquellas palabras no eran suficientes para calmar mi ser.
Lo único que me confortaba era saber que tenía a Adrián a mi lado, sabía que él también sufría en silencio. Me consolaba y permanecía a mi lado pendiente de lo que necesitará.
Hacía dos días que habíamos venido a la isla privada, necesitábamos un tiempo a solas lejos de la civilización. Lejos de las cámaras, la noticia de mi aborto estaba en primera plana de varias revistas importantes de la ciudad. Adrián me había traído aquí para que descansase de todo eso, y se lo agradecía.
Era por detalles así que cada día me enamoraba más de él, le amaba más. Por la simple acción de rodearme con sus brazos por las noches, me derretía mi corazón.
-¿Quieres ir al pueblo? -preguntó entrando al pequeño salón ubicado en el segundo nivel de la mansión.
-No, no tengo ganas. -Dije dejando el libro a un lado.
-Cariño no puedes pasar tanto tiempo encerrada. Tienes que salir y distraerte. -Dijo sentándose a mi lado.
-Duele, Adrián. No tienes idea cómo me siento -sollocé acurrucándome en su pecho.
Él me recibió con un abrazo y un beso en la coronilla.
-Se que duele. A mí me duele, me había ilusionado tanto con ese pequeño ser, pero ahora ya no está. Tenemos que soltarlo y dejarlo ir, no debes aferrarte a ello por siempre. Más adelante vendrán más hijos, no será él pero ellos te darán felicidad y al igual los amarás. Tienes que levantarte, y enfrentar la realidad.
-Lo sé, pero no sé si sea capaz.
-Claro que serás capaz. Eres Violette Miller, una de las mujeres más ricas del mundo. -Tomó mi rostro entre sus manos depositando un pequeño beso en mis labios -Quiero ver a la Violette que conocí.
-Y la tendrás de nuevo -sonreí besándolo.
[...]
-¡No! ¡No por favor! -clamé pero fue en vano. Mi cuerpo ya había golpeado contra el agua salada.
De fondo se escucha la carcajada masculina con el sonido de las olas. Furiosa salí a la superficie y lo observé con total desagrado.
-¡Adrián! -grité nuevamente.
-¿Qué pasa, mi cielo? -preguntó con inocencia parando de reír.
-Me las pagarás -dije lanzando sobre él.
Como pude lo hundí al agua, pero rápidamente me quitó de él y salió a la superficie. Me miraba con una sonrisa burlona. Se acercó a mí atrayendo a su cuerpo. Pegó su frente contra la mía con sus brazos rodeando mi cintura.
-Me saliste bastante vengativa, cariño. ¡Ah! ¿Qué haré contigo, Violette?
-Amarme. -Susurré contra sus labios.
-Eso hago, amarte todos los días y lo haré por el resto de mi vida. Te amo, Violette.
Poniendo mi mano sobre su nuca lo atraje hacía mi eliminado el poco espacio uniendo nuestros labios.
-Yo también te amo. -dije separándome de él.
Jugamos en el agua el resto de la tarde, olvidándonos por un momento del dolor que nos agobiaba. Por la noche salimos a cenar a algún lugar del pequeño pueblo que había cerca de la isla.
Estuvimos allí todo el fin de semana, ya el lunes al mediodía estábamos llegando a la ciudad. Teníamos muchas cosas que resolver, para el miércoles nos habían citado para el juicio.
Según me había informado Adrián, después de haber visto el video lo envió a los abogados para que lo utilizasen a nuestro favor y su condena fuera más grande.
Fuimos directamente a casa dónde nos estaba esperando uno de los amigos de Adrián, que según dijo estaba deseoso de conocerme.
-Llegamos, Señor -informó el chofer.
Bajamos en silencio, habían dos de las empleadas sacando las maletas del auto. Eran de las nuevas, estas me dieron miradas despectivas, distrayéndose dejaron caer una de mis maletas, cerré los ojos al recordar que precisamente en esa traía objetos de porcelana que había comprado.
-¡Oh, Dios! Te cuidado, muchacha -dije con molestia.
-Si, perdón Señora.
-Tienes que concentrarte en lo que estás haciendo, no estar dando miradas fulminantes a tus jefes.
Me di la vuelta y caminé a la entrada ingresando al interior de la mansión, encontrándome a un hombre alto, fornido y de hermoso aspecto.
-Por fin tengo la dicha de conocer a la mujer que le robó el corazón a mi amigo -dijo el hombre acercándose a mi.
-Usted es...
-Perdone mi falta de educación, soy Vladimir Merosov -respondió tendiéndome la mano.
Nerviosa por la intensa mirada le di la mano, este la tomó y depositó un beso en ella.
-Es un placer. Mi nombre es Violette Miller, ahora, Williams.
-Vladimir, ¿qué haces? -preguntó Adrián llegando a mi lado.
Hasta ese entonces me di cuenta que Vladimir aún sostenía mi mano. Cuidadosamente la aparté, no quería parecer maleducada.
-Alexandre, déjame decirte que te has sacado la lotería con ella. Ahora comprendo por qué tanto halago hacía ella. -Comentó metiendo sus manos a los bolsillos de su pantalón.
-Lo sé, y no sólo su belleza me impactó sino también su inteligencia. Violette es una mujer excepcional.
Sentí mis mejillas calentarse al oír aquellas palabras. Era tan dulce de su parte.
-Si me permiten caballeros iré a mi habitación y descasaré un poco. Estoy bastante agotada.
-Ve, cielo. -Dijo Adrián depositando un pequeño beso en mis labios.
-Que descanse, Violette.
-Muchas gracias, Vladimir.
Me alejé de ellos y subí las escaleras hasta llegar a la habitación. Allí me deshice de todos los accesorios y me desnudé para luego ir a darme una ducha.
Me coloqué alguna ropa cómoda y me acosté a dormir. Fue cuestión de segundos para caer dormida.
[...]
Caminaba por los pasillos de la empresa, la mayoría de los empleados se me acercaban para darme su pésame. Otros parecían asombrados al ver que mi abultado vientre se había vuelto plano nuevamente.
-Vaya, ¿qué se siente perder a un hijo, querida? ¿Qué se siente ser una mala madre incapaz de cuidar a sus propios hijos? -preguntó con la evidente burla.
Traté de conservar la compostura ante sus hirientes comentarios.
-Deberías preguntárselo a nuestra madre. -Dije ignorándola y siguiendo mi andar.
-Dentro de dos semanas me caso, mis padres con lo bueno que son conmigo estarán allí presentes. Y cómo siempre lo soñamos, mi padre me entregará en el altar -dijo ocasionando que me detuviera abruptamente.
Tragué el nudo que recién se formaba en mi garganta y tomando fuerzas de donde no tenía, respondí;
-Felicidades entonces. Si me permites, tengo mucho trabajo que hacer. -Comencé a caminar.
-Claro, ¡oye, por cierto tu marido besa bastante bien!
Me detuvo una vez más y la volteé a ver con indiferencia.
-Eso lo sé. -Dije con simpleza.
-También lo h...
-Mira... -la interrumpí -no sé que estás tramando, pero sé que él no me traicionaría y menos contigo. Así que deja de inventar cosas, que ganas quisieras que él te voltease a ver de otra manera que no fuera la despectiva que siempre te da.
Forcé una sonrisa y añadí: -Feliz día.
Seguí mi camino a la sala de reuniones. Sabía con certeza que Adrián jamás me traicionaría con ella, pero había una pequeña duda en mi y para mí paz mental necesitaba sacar esa duda de mi mente.
Marqué su número, me contestó al según tono.
-Hola cariño.
-Violette, ¿ocurre algo?
-Candy dice que tú la besaste, yo sé que no harías algo así pero... necesito que me tú me lo confirmes.
-¿Qué? ¿De dónde sacaste ese disparate, cielo? Sabes que nunca lo haría, ni con ella ni con otra mujer.
-Ella me lo dijo.
-No creas en nada de lo que dice.
-Si, te dejo voy entrando a una reunión. Nos vemos en casa.
-Adiós, cielo.
Corté la llamada y entré a la reunión que eran con los directivos de todas las sedes de la empresa.
Todos dieron su reporte, en todas iba bastante bien.
-Señor Mendoza, déjeme felicitarlo en este último semestre las ganancias de la empresa han subido mucho.
-Muchas gracias, Señora Miller. La verdad es que los empleados están bastante animados y han hecho lo mejor, esto ha aumentado la clientela. Y me atrevería a decir que si usted fuese a la sede y los felicitase en persona, eso los animaría aún más. Claro, si usted lo desea.
Medité un poco sus palabras, pero como en todas las ocasiones que me planteaban regresar a mi país de origen, lo rechazaba rotundamente.
-Me encantaría hacerlo, pero lamentablemente usted tendrá que darle las felicitaciones de mi parte. En este momento no puedo viajas a España y menos si la empresa marcha bastante bien.
Vi la cara de desilusión del vicepresidente de la sede. Pero mi miedo podía más y no me permitía viajar allí. Ir me traería demasiados recuerdos.
Tal vez algún día decidiría ir allí, pero si lo hiciera sería para cerrar un ciclo de mi vida.
Gracias por leer❤️
Espero les haya gustado.
En el capítulo anterior me preguntaron si haría otra historia de Tessa y Vladimir, y la respuesta es un no.
Me divierte un poco lo masoquista que pueden llegar a ser. O sea, el tipo le habló bastante pesado a Tessa.
Pero pueden dejar sus comentarios aquí respecto a esta pareja. Sin más, me despido.
Los quiere,
Jakelin Amaya
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