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Capítulo 43

El médico entró a la habitación donde ya se encontraba Violette totalmente consciente, estaba ida mirando un punto fijo. Parecía estar ausente desde que le habían informado sobre la pérdida de su bebé.

No había llorado, sólo permanecía en ese estado ausente. Perdida con sus manos sobre su, ahora, plano vientre. Un poco hinchado debido a su reciente pérdida. Nadie de los presentes la hacía volver en sí, habían venida ya varias personas pero ninguna de ellas era su esposo. Quien no había tenido el valor suficiente para ir a verla.

¿Cómo hacerlo?, se preguntaba, si al entrar debería de transmitirle seguridad, serenidad y valor. Y eso es lo último que su ser albergaba.

Bajó del auto sacando un cigarrillo y llevándoselo a la boca para inhalar aquello. Hacía varias semanas que no lo consumía pero ahora necesitaba de alguna forma tranquilizarme.

-Alexandre -lo llamó Andrés. Pero él no le contestó.

Andrés, quien se encontraba a cinco pasos de distancia con las manos dentro de su bolsillo, soltó un suspiro al ver los ojos de su amigo tan vacíos.

-Ella te necesita -volvió a hablar.

Pero él no prestó atención, sólo estaba inmóvil fumando aquel cigarrillo. No era consciente de la presencia de su amigo ni mucho menos que esté le estaba hablando.

-Alexandre

Más otra vez no hubo respuesta, Andrés indignado se acercó a zancadas y arrebatándole el cigarrillo le dio una leve palmada en la mejilla.

-¡Reacciona Alexandre! Tu esposa te necesita se encuentra en un estado bastante preocupante, parece estar ida desde que le dieron la noticia no es consciente de nadie. Y tú en ves de estar con ella estás acá lamentándote solo. No sólo fuiste tú que perdiste a esa nena ¡carajo! ¡Ella también!

-No puedo, Andrés.

-¿No puedes o no quieres?

-No puedo. Se supone que debería estar con ella para darle fortaleza pero sé muy bien que eso sería de lo último en darle, al sólo verla me desmoronaría y no haría más que lamentarme junto con ella.

-Pues desmorónense juntos, ella lo que necesita es tu presencia, saber que no está sola que tú estás con ella.

Alexandre reflexionó e hizo caso a las palabras dichas por su amigo. Tratando de ser fuerte pero al entrar y ver a su esposa ida viendo a la nada y al doctor a punto de suministrarle algún medicamento ocurrió lo predicho por él mismo.

-¿Qué le pondrá? -preguntó al doctor refiriéndose a la inyección que tenía en mano.

-Son tranquilizantes, la paciente se encuentra en estado de shock. Será mejor que descanse un poco y cuando despierte estará mejor.

Alexandre sólo asintió de acuerdo con el doctor, le proporcionaron el tranquilizante , para que luego el doctor saliese y los dejase solos.

Adrián arrastró una silla y la puso al lado de la camilla, se sentó y tomó la mano de su mujer.

-Mi cielo, me duele verte en este estado. Estas toda golpeada, no sabes lo mucho que me recrimino por no haber estado allí para ustedes, para defenderlas a ambas, a ustedes mis dos princesas, a las dos mujeres a las cuales amo con mi vida entera, pero les fallé. Fallé como padre y como esposo. -Dijo derramando lágrimas al ver a su esposa cerrar los ojos lentamente cayendo en la inconsciencia.

Esta trágica situación había aclarado los sentimientos de Adrián, ese día descubrió lo mucho que amaba a Violette. La amaba con locura desde ya hacía vario tiempo pero había sido tan ciego, tan cobarde que hasta que había estado en una situación trágica lo había aceptado.

Recostó cabeza en la cama aún con la mano de ella entre las suyas y sin darse cuenta al cabo de unos minutos se quedó dormido.

Los padres de Adrián entraron bastante preocupados al enterarse del accidente, Andrés les había hablado avisándoles de todo y el estado en el que se encontraban su nuera y su hijo.

-¿Por qué le suceden tantas tragedias a nuestro hijo, Héctor?

-No lo sé, Marie. No sé porque simplemente no puede estar en completa paz.

Angustiados entraron a la habitación encontrándose con una enternecedora imagen, Violette tendida en aquella camilla dormida y su hijo sentado en una silla con la cabeza recostada en la camilla y con las manos entrelazadas con las de ella. También estaba completamente dormido.

-Míralos, Héctor. Pobrecitos, tan jóvenes y pasando por algo terrible como es la pérdida de un bebé -sollozó Marie tocando su vientre recordando las pérdidas que ella tuvo.

-Me recuerdan a nosotros.

Mientras Tessa intentaba comunicarse con el hermano mayor de Violette para informarle de la desastrosa situación.

-Dylan soy yo, Tessa. -dijo cuando al fin le contestó.

-¿Tessa? -murmuró confundido.

-Tú hermana acaba de sufrir un aborto, Dylan. Está muy mal, necesita de ustedes, de su ausente familia -dijo lo último a modo de reproche.

-¿¡Qué!? ¿Cuando sucedió esto? ¡Ni siquiera sabía que estaba embarazada!

-Y ¿cómo ibas a saberlo? ¿A caso la llamabas para preguntarle cómo estaba? No, no lo hiciste. Él único que ha estado pendiente de ella a sido Damien.

-Llego en algunas horas, estamos en Canadá así que no tardaremos mucho. Le avisaré a Damien.

Cortó la llamada y enseguida marcó a su otro hermano para avisarle del estado de Violette. Damien al enterarse inmediatamente tomó un avión junto a su hermano para ir a socorrer a su amada hermana pequeña, que aunque no se lo demostraban muy seguido ellos la amaban demasiado a tal punto de decir que era su hermana favorita, que en cualquier momento que ellos necesitaran de alguien sabían que contaban con ella. Y, ellos querían demostrarle que también estaban para ella.

Violette se despertó y lo primero que vio fue a su esposo dormido con sus manos entrelazadas a las de ella. Con mucho cuidado las apartó y empezó a sobarle el cabello mientras una lágrima recorría por su mejilla al recordar la trágica noticia que había recibido, de solo mirar su vientre plano le daban unas inmensas ganas de llorar a gritos hasta desgarrar su garganta.

-Adrián, mi amor despierta -dijo con la voz ahogada.

Adrián despertó de inmediato al llamado de su esposa, levantó su rostro encontrándose con el de ella. Su corazón se quebró al ver a la fuerte mujer, de la que se enamoró, destruída por completo. Llevó sus manos hasta la mejilla y borró las lágrimas derramadas.

-Ella ya no está, Adrián. Fui una pésima madre, no pude protegerla.

Él se levantó de la silla y se sentó en la camilla acomodándose para poder sostener el cuerpo de Violette en el suyo. La abrazó con fuerza y besó su cabellera.

-No digas eso, fuiste la mejor. No estuvo en tus manos protegerla, no hubieras podido competir con la fuerza de un hombre, cariño.

-Pero puede haber hecho algo, fue mi culpa. Por mi culpa nuestra hija está muerta. -Sollozó.

-No es tu culpa, mi amor. Se que duele, a mi me está matando este dolor inmenso. Pero tienes que ser fuerte y seguir adelante, meterte en la cabeza que no fue tu culpa sino de ese mal nacido de Scott. Te juro por nuestra pequeña que lo haré pagar caro.

Él la siguió consolando hasta que volvió a quedarse dormida. Jugó con los mechones de ella mientras la miraba con amor y ternura. Ella se había convertido en alguien esencial en su vida, en alguien indispensable para él. Estaba más que seguro que ella era el amor de su vida.

-Te amo demasiado, Violette -dijo besando su frente.

[...]

Hacía una semana que había pasado desde que Violette estuvo en el hospital, le habían dado de alta al tercer día. Sus hermanos habían ido a hacerle compañía, cosa que agradeció mucho. Pero en esos momentos únicamente deseaba estar con su esposo, la única persona que comprendía su dolor porque él mismo lo estaba experimentando con ella.

Ese bebé los tenía tan emocionados de comenzar una etapa nueva en su vida, pero la vida misma no se los había permitido. Dylan y Damien entendieron la indirecta y se marcharon al día siguiente que le dieron el alta.

Adrián pasaba todo el día con ella, abrazándola y dándole palabras de aliento. Pero cuando se encerraba en el baño allí derramaba las lágrimas que contenía, entre esas paredes se derrumbaba y lloraba a su hija no nacida.

Aunque sólo había llegado a los cuatros meses ellos la amaban, pero cómo no, si ellos eran sus padres. Desde el momento que supieron de su existencia se aferraron a ella, con incontrolables deseos de conocerla, pero esos deseos le fueron arrancados por la maldad de este mundo. Por las injusticias que suceden a diario, por el rencor de un monstruo como lo era Scott White.



Gracias por leer

Disculpen la tardanza pero como ya les había dicho tengo problemas personales. Se que muchos me van a criticar y van recalcarme lo que prometí, pero se y tengo la esperanza que algunos comprenderán. El tercer capítulo estará disponible hasta mañana, y lo siento por los disconformes.

Recuerden que los quiere,

Jakelin Amaya

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