Capítulo 42
Narra Alexandre
Reí ante las ocurrencias de mis amigos, llevamos un buen rato en mi oficina tomando y contando algunas cosas de nuestras vidas que han ocurrido en los últimos días.
-La verdad la chica era un completo desastre. Mira que por guiñarme un ojo se pegó en un poste porque cerró ambos ojos. ¡Hubieran visto su cara! -comentó un divertido Andrés.
Seguimos charlando y riendo de las experiencias de cada uno. Hasta que nos vimos interrumpidos por una llamada entrante de mi celular.
-Alexandre Williams
-Señor Williams habla Tessa la secretaria de Violette, su esposa -habló la mujer con la voz agitada. Cosa que me preocupó en un instante.
-¿Qué sucede?
-Es grave, Señor. La llevan de urgencias al hospital...
Mi mundo se quedó paralizado en ese instante, mi teléfono resbaló de mis manos ocasionando que este cayera al piso. No creía lo que había escuchado, me rehusaba a creer en aquellas palabras.
Escuchaba que mis amigos me hablaban pero sus voces eran lejanas, vi a Andrés recoger el celular y ubicárselo en su oído continuando la llamada.
-Alexandre reacciona -escuché decir a Vladimir.
Esa voz me trajo a la realidad, me levanté del sofá y echando a correr salí de la oficina rumbo al ascensor. Necesitaba estar al lado de mi esposa, de la mujer de la cuál estaba profundamente enamorado. No podía permitir que algo le pasara a ella o mi hija.
Mis dos amigos salieron tras de mi subiendo a un tiempo en el ascensor. Cuando este se detuvo en el estacionamiento salí casi volando a mi auto, quise abrir el auto pero Andrés no me lo permitió.
-Alexandre tienes que tranquilizarte...
-¿Tranquilizarme? ¿Cómo demonios hago eso? ¡Dime! Llevan a mi esposa grave a un hospital ¿¡Cómo quieres que haga algo así!?
-Sólo déjame conducir, no estás en las condiciones adecuadas para hacerlo.
No repliqué y le di las llaves mientras subía a la parte de atrás del auto. Mis dos amigos subieron en la parte de adelante.
Mi mente solo podía pensar en Violette y en mi bebé, rogaba a Dios que nada malo les ocurriese. No sé qué sería de mí si algo malo les pasar.
A los minutos llegaron al hospital y Adrián bajó a prisa del auto importándole poco si se llevaba por delante a alguien. Se detuvo en recepción preguntando en qué habitación se encontraba.
Una vez le dijeron corrió a los ascensores y marcó el piso donde se encontraba. Sus amigos preocupados por el estado de él lo siguieron y se sentaron a su lado en aquella sala de espera, dándole ánimos de que nada les sucedería.
Una hora pasó después de lo sucedido, Tessa entraba de forma agitado al hospital. Su amiga, la única mujer que había confiado en ella y le había dado una oportunidad de superarse se encontraba en un estado crítico, ella misma había visto la cantidad exuberante de sangre en el suelo y la angustia marcada en su cara. Si tan solo ella hubiese entrado a tiempo esto no hubiese ocurrido. Se culpaba por no haber impedido la entrada de ese hombre, y eso era algo que carcomía su conciencia.
Visualizó a Alexandre, quien daba incontables vueltas por la sala de espera mientras sus amigos le daban palabras de aliento.
Se acercó a ellos un tanto cohibida por el aura que emanaban aquellos tres hombres, quienes lucían imponentes con esos trajes de empresarios.
-Señor Williams -habló apenas en un susurró el cual acaparó la atención de los tres.
Alexandre al ver a la amiga de su esposa se acercó a zancadas a ella para bombardearla con algunas preguntas que rondaban sin cesar en su cabeza.
-Tessa dígame por favor que fue lo que ocurrió -preguntó con la voz angustiada.
-F-Fue Scott, él la golpeó y... -su voz se cortó y se lanzó a llorar.
Pero esas palabras fueron suficientes para enfurecer a Adrián, maldijo a ese hombre por los daños que seguramente le había causado a su mujer. Sabía que él mismo en algún tiempo había dado una bofetada a Tiffany, sólo Dios sabía lo mucho que se arrepentía de haber hecho aquel acto tan cobarde.
Rápidamente marcó en su celular el número de un buen amigo policía de un rango bastante alto, el cuál era el encargado de aquella zona.
-James -saludó
-Alexandre, mi buen amigo ¿a qué se debe tu grata llamada?
-Necesito un favor, Hutson.
-Tú dirás, soy todo oídos.
Alexandre se alejó del resto para poder tener en privado y en total confidencia aquella conversación.
-Señorita debería calmarse, ya verá que su amiga saldrá bien -dijo Vladimir tratando de consolarla.
-Usted no entiende es mi culpa que esto sucediese, yo no debí haberle informado a Violette sólo debí haberle hablado a seguridad para que lo sacasen.
-¿Acaso es usted una adivina para haber podido saber el futuro, Señorita?
-No pero debí suponerlo.
-No sea tonta, deje de llorar y mejor pídale a Dios que su amiga salga bien de todo esto.
Si había cosa que hiciera enojar a Vladimir era la sensibilidad. Esa debilidad que muchas personas poseían. Se apartó de ella y la observó a lo lejos.
¿Por qué se culpaba? ¿Cómo iba a saber ella lo que iba a ocurrir? En todo caso sería culpa de su amiga por haber hecho aquella insensatez de recibir a aquel hombre si sabía que era peligroso. ¡Cuanta ignorancia! pensaba él.
-¿Qué tanto vez a la Señorita Campbell? -preguntó Andrés acercándose a él.
Con la seriedad que distinguía al ruso miró a su amigo quien lucía bastante interesado.
-Nada, sólo la tontería que tiene de estarse culpando de lo que le pasó a la mujer de Alexandre. Como si ella hubiese podido hacer algo contra la fuerza de un hombre, no sólo sería una en el hospital sino dos.
-Eres bastante insensible, Vladimir. Deja a la pobre mujer lamentase, digas lo que le digas va dejar de sentirse culpable hasta oírlo de la propia Violette.
-Solo digo las cosas como son. Además ¿de qué sirve sentirse culpable si ni así podrás evitar lo qué pasó? Puras tonterías, Andrés él hubiera no existe.
-¡Oh, mejor cállate Vladimir! Iré por un café.
Andrés se manchó antes de volver a oír a su amigo abrir la boca. Era impresionante lo insensible que era aquel hombre, no se imaginaba lo que le había dicho a aquella pobre mujer.
Alexandre volvió y se sentó junto a Tessa quien lloraba a mares como si a su amiga le hubiese ocurrido algo terrible.
-Necesito que ni diga que fue lo que realmente ocurrió, Señorita Campbell.
Tessa dejó de llorar, sorbió su nariz y lanzó un suspiro para comenzar a narrar todo lo ocurrido.
-No debería sentirse culpable usted no podría haberlo sabido -le dijo cuando escuchó a la pobre muchacha lamentarse.
Iba a responder justo cuando entró el médico a la sala de espera preguntando por los familiares de Violette.
-Soy su esposo. ¿Cómo se encuentra ella, doctor? -dijo Adrián levantándose rápidamente del sofá.
-Por el momento está estable, no presenta ninguna quebradura en las costillas, solo magulladuras en su cuerpo que poco a poco irán sanando. No así el bebé, este no resistió y tuvo un aborto inmediato. Los golpes fueron demasiado fuertes y no resistió. Lo lamentamos, Señor.
Aquellas palabras hicieron estragos en su cabeza, sintió como su corazón el cual comenzaba a cicatrizar se desmoronó en un instante, su bebé había muerto. Se sentía inútil, completamente inservible; no había estado con ellas para impedir aquello. No las había cuidado y eso su conciencia se lo estaba recriminando.
Desconsolado se alejó y salió del hospital subiendo a su auto donde se permitió derrumbarse y lloró. Lloró la pérdida de aquel pequeño ser que en tan poco tiempo había comenzado a curar las heridas de ambos. Que sabiendo no hacía mucho de su existencia y ya la amaba.
No tenía ni la capacidad de imaginarse de como estaría su esposa al oír tan desastrosa noticia.
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