Capítulo 40
Los días pasaron y con ello aumentaron los meses de embarazo de Violette, su vientre comenzaba a crecer. Tenía cuatro meses de embarazo, se encontraba feliz al presumir su embarazo, el fruto de su matrimonio.
Cada día que pasaba Violette se enamoraba cada vez más de su esposo, él se estaba comportando cariñoso con ella, estaba muy al pendiente de su salud y de sus antojos.
Esa mañana se encontraban en una cita con el médico, por sus expresiones se notaba lo mucho que estaban emocionados ya que hoy les dirían el sexo del bebé.
-Veamos que tenemos aquí -dijo el doctor moviendo el objeto por el abultado vientre de ella.
-¿Qué es doctor? -preguntó un ansioso Adrián.
El doctor sonrió de lado y miró fijo al monitor.
-¡Felicidades, es una niña!
El rostro de Adrián se desencajó a causa de la felicidad enorme que le causaba aquella noticia. Mientras Violette, sus ojos se aguaron y por ellos varias lágrimas de felicidad salieron de sus ojos.
Luego de la revisión, subieron al auto y regresaban a casa. Ese día habían decidido tomarlo libre.
-Una pequeña niña -dijo Violette aún conmocionada por la noticia.
Adrián la miró por unos segundos para luego fijar la vista en la carretera, tomó la mano de ella y le dio un leve apretón.
-Será tan hermosa como su madre.
Ella se sonrojó y volteó a ver el perfil de su esposo. Era tan guapo que era inevitable que no soltara suspiros enamoradizos.
-O cómo su padre. -Murmuró ella.
Él sonrió al oírla.
-¿Quieres que vayamos a una tienda de bebés? Estoy muy emocionado por comenzar las compras para nuestra pequeña hija.
-Si, vayamos. Yo estoy igual o mucho más emocionada que tú.
Adrián se desvió y condujo hasta una lujosa tienda de bebés. Se bajó del auto y ayudó a su mujer a bajarse de este. Entraron tomados de la mano y sonriéndose el uno al otro.
Enseguida los atendió una dependienta, que muy emocionada los atendió, los había reconocido al verlos entrar. Eran muy famosos, en los últimos días salían en diversas portadas de revistas.
-Esta me gusta -dijo Violette mirando una hermosa cuna color morada.
-¿Estas segura? Podemos ir a otra tienda si gustas.
-No, no es necesario. Esta me encanta.
-Tus deseos son órdenes -le sonrió cariñoso.
Compraron la cuna, peluches de felpa y algunos muebles para decorar la habitación.
-¡Mira Adrián! Que lindo, estoy segura que a nuestra hija le encantará -señaló un pequeño peluche de unicornio afelpado.
Alexander solo reía ante las cosa que decía su esposo, él solo la consentía y compraba todo lo que ella deseaba. Esa bebé era como una bendición para ellos, estaba consiguiendo que sus padres estuvieran más cercanos y que renaciera en ellos la felicidad.
-Estoy seguro que mi madre también enloquecerá al enterarse que es una niña. -Mencionó Adrián.
Compraron todo y dejaron la dirección para que al día siguiente fueran a dejar sus cosas. Regresaron a casa y pasaron una tarde relajada, platicando trivialidades entre ellos y algunos buenas experiencias de su vida.
Por la noche hicieron el amor, ambos entregándose el uno al otro. Demostrando lo que las palabras no podrían demostrar, la acariciaba con delicadeza, como si temiera destruirla en cualquier momento. Entonces cuando no pudo más, le dijo lo que su corazón sentía.
-Te quiero, Violette. -Dijo una vez habían culminado aquel acto íntimo.
Ella se sorprendió al oírlo decir aquellas palabras que su corazón tanto había anhelado escucharlo. Una sonrisa surcó su rostro al mismo tiempo que una lágrima salía de su ojo derecho.
Tocó con delicadeza las mejillas de su amado aún sin creer sus palabras.
-¿Qué dijiste? -preguntó con la voz temblorosa.
-Te quiero. Me estoy enamorando de ti, Violette.
Ella sollozó y besó sus labios. Estaba tan feliz, no podía sentirse más plena. Al fin estaba logrando lo que había deseado desde que era una niña; encontrar al amor de su vida y, ella estaba segura que Adrián era lo que ella siempre estuvo buscando. Él era su hombre.
-No llores, mi cielo. No me gusta verte derramar lágrimas. -Dijo él limpiando con sus manos las lágrimas derramadas.
-No lloro e tristeza, lloro de felicidad. Te amo Adrián, te amo tanto.
Después de eso ambos se quedaron dormidos abrazados. Parecía que al fin estaban logrando de salir de ese hoyo donde se encontraban, estaban encontrando esa luz a final del túnel.
Al día siguiente ambos volvieron a sus actividades diarias, se despidieron en el auto frente a la empresa de ella. Él se marchó hasta verla ingresar a la empresa, una vez lo hizo fue a la suya.
Violette entró a la empresa con una gran sonrisa en el rostro y con una mano sosteniendo su vientre. Hasta hace unos días había comenzado a sentir movimiento de su bebé, al principio se había preocupado tanto que había llamado al doctor pero este le había dicho que era completamente normal.
Era tanta su felicidad ese día que ni siquiera la presencia de Candy le había molestado.
-Te ves bastante gorda, hermanita -se burló una vez estaban a solas.
-Si, y me alegro que sea así. Porque eso significa que mi bebé se está desarrollando bastante bien -sonrió ella sobando su pancita.
Candy solo rodó los ojos y sonrió con malicia.
-Lástima que la bebé no podrá conocer a sus abuelos maternos ya que a estos ni siquiera les importa su propia hija.
Aquellas palabras hirieron a Violette, sus ojos se cristalizaron y se llenaron de dolor.
-Lárgase de mi vista, Señorita Miller. No he solicitado la presencia de ninguna de las modelos.
Con una sonrisa triunfante Candy se fue de donde se encontraba Violette. Se marchó a su oficina lo más rápido posible, sentía sus ojos aguarse en cualquier momento soltaría a llorar. Al pasar por el escritorio de su amiga y secretaria no se pudo contener más y soltó las primeras lágrimas acompañadas de un sollozo.
-Violette, ¿qué tienes? -dijo Tessa al verla tan destrozada.
Al no recibir respuesta se preocupó más y la siguió hasta su oficina. Se entristeció al ver a su amiga sentada en uno de los sofás, se sentó a la par y la abrazó.
-Estoy cansada, Tessa. Estoy cansada que el tema de mis padres me siga causando tanto dolor. Ya no soporto nada, si alguna tragedia más me ocurre estoy segura que me derrumbaré y acabaré destrozada.
-Shh, tranquila. Eso no sucederá.
Su amiga la consoló por un largo rato. Luego de eso Violette prefirió marcharse a casa, no estaba en las condiciones de estar trabajando. Llegó a su casa, se cambió por una ropa más cómoda y salió al jardín a acostarse en una hamaca. Disfrutando del soleado día, dando gracias a Dios que el invierno había pasado.
[...]
Por la noche en un restaurante lujoso se encontraba una pareja cenando. Se trataba de Vladimir Merosov y Candy Miller.
-Vlad, ¿cuando me llevarás a conocer a tus padres? -preguntó Candy llevándose un trozo de brócoli a la boca.
-Cualquier día, ya te he dicho que mis padres son muy ocupados. -Mintió él.
-Está bien, mi madre me pregunta a cada rato por ti. Está ansiosa de que vuelvas.
-Creo que tu padre no opina lo mismo.
-A mi padre solo es que le hables de negocios o que le hechas una manita en la empresa y ¡te lo ganaste!
-No creo que él necesite ayuda con sus empresas -dijo frunciendo el ceño.
-Últimamente está perdiendo bastantes clientes según escuché, con eso de que Williams Inc. Es la competencia y que esa empresa crece cada vez más, los clientes lo prefieren a él y no a la empresa de mi padre.
-¿Está perdiendo bastante?
-Con decirte que este último trimestre a duras penas hizo un poco arriba de la utilidad. Hay más gastos que ganancias.
-Hablaré con él, entonces. Tal vez pueda ayudar en algo -dijo Vladimir.
>"Ayudar" ¡jah! Ayudar pero a mi amigo a destruirlos más< pensó Vladimir.
-Candy, amor -dijo él dejando la comida a un lado.
-¿Si, cariño? -dijo ella imitándole y prestándole atención.
Vladimir tomó sus manos entre las suyas y la miró a los ojos.
-Hace mucho tiempo que somos novios, sabes que te amo demasiado como estoy seguro tú lo estás de mí.
Candy sonrió cual enamorada.
-Amor, ¿qué quieres decir con eso?
Vladimir soltó sus manos, se puso de pie acercándose a ella, cuando estuvo frente a ella se dejó caer en una rodilla y sacando una pequeña caja de terciopelo de su bolsillo, la miró a los ojos y le dijo:
-Candy, amor de mi vida. ¿Te quieres casar conmigo y pasar el resto de nuestras vidas? -dijo él abriendo la caja dejando ver un hermoso anillo de oro blanco con un resplandeciente diamante.
-¡Si, claro que si! Te amo, cariño.
Vladimir sonrió al haber logrado su cometido, colocó el anillo en el dedo anular y se puso de pie. Ella hizo lo mismo y se lanzó a sus brazos.
-Quiero casarme lo antes posible, la boda será dentro de un mes. -Le dijo al oído.
-Es perfecto -dijo para luego besarlo con efusividad.
Estaba feliz por haber casado a uno de los hombres más millonarios y poderosos del mundo empresarial.
>Pronto tendrás lo que mereces y pagarás muy caro lo que le hiciste a mi amigo. La venganza recién comienza> pensaba Vladimir sonriendo a sus adentros.
La venganza había comenzado, ahora ya no había oportunidad de cambiar de parecer. La sed de venganza consumiría su alma.
Gracias por leer ❤️
¡Feliz día de la amistad atrasado! Espero la hayan pasado bien y hayan recibido muchos regalos de sus novios. Comenten que hicieron ese día.
Yo pues la pasé como todos los solteros la pasamos ese día ☹️ solos y sin ningún regalo 😭😭
Disculpen que los suba hasta ahora pero es que estuve muy ocupada estos días y más con el problema que tuve con mi celular.
Bueno creo que ya saben lo que tienen que hacer para capítulo doble y quién sabe si hasta triple. Todo depende de ustedes. Quiero 100 comentarios en este capítulo y 100 en el otro, sumando por todos 200 comentarios. Si se animan bastante tendrán ¡3 CAPÍTULOS! ¡No uno, ni dos sino 3 capítulos!
Las quiere,
Jakelin Amaya
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