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Capítulo 27

La hermosa mujer se removió entre las sábanas de aquella cama, despertándose y abriendo los ojos poco a poco. No tuvo ningún inconveniente al abrirlos gracias a aquellas gruesas cortinas negras que cubrían los grandes ventanales, que no permitían que entrara claridad alguna a la habitación. Ella buscó a su esposo por la habitación y no lo encontró a su lado ni en ningún rincón de aquella habitación. Extrañada por su ausencia se levantó de la cama, cogió una bata de baño y se la puso. Se dirigió al baño y se lavó la cara e hizo sus necesidades.

Salió del baño y caminó hasta el armario, buscó entre sus cosas y se puso ropa deportiva, necesitaba ejercitar su cuerpo y aprovecharía aquella mañana del domingo para ello. Salió de la habitación y caminó por los pasillos de aquella mansión que no le eran tan desconocidos ya que hacía unos meses que se había hospedado en ella.

Llegó hasta el gimnasio de la mansión, que durante su pasada estadía había descubierto. Comenzó con su calentamiento y luego procedió a utilizar las máquinas.

Violette se encontraba ida en sus pensamientos, rememorando la noche pasada en dónde su esposo la había tomado. Se excitaba de solo recordarlo, estaba tan encantada de ese hombre que le abrumaba.
Estaba tan ensimismada que no se había dado cuenta de la presencia de otra persona en la habitación.

Adrián observaba atentamente a su mujer ejercitándose, estaba fascinado con aquella vista que su mujer le estaba otorgando. Le divertía tanto que estuviera tan distraída que no reparó en su presencia cuando entró a aquel gimnasio.

No pudo resistirse sacó su móvil y le tomó una foto, había quedado magnífico. Sin dudarlo ni un segundo subió aquella foto a su Instagram, quería presumirle al mundo la espectacular mujer con la que se había casado.

Se levantó de su asiento y caminó hasta dónde se encontraba ella de espalda a él. Se detuvo a unos cuantos pasos de ella y cruzó su brazos a la altura de su pecho.

-Que buena vista tengo-dijo

Violette se sobresaltó al escuchar aquella voz, se volteó para ver al dueño de esta.

-Me asustaste-dijo al verle.

Él sólo le sonrió divertido, ella rodó los ojos y sé dio la vuelta decidida a continuar con lo que estaba haciendo pero Adrián fue más rápido y la detuvo abrazándola por la espalda y hundiendo su rostro en su cuello repartiéndole besos en este, Violette soltó un suspiro y ladeó la cabeza para darle mejor acceso.

-Buenos días, mi cielo.

-Buenos días -respondió ella un poco extrañada por aquel apelativo que había usado.

Él siguió besando su cuello en especial aquella zona donde ya hacia un chupete que él mismo lo había hecho la noche anterior. Violette se dio la vuelta para quedar frente a él, inclinó la cabeza para poder verle a los ojos, ella no era una mujer de baja estatura pero con aquel hombre tenía que levantar su cabeza para poder verle porque le superaba por varios centímetros.

-Me encantan tus ojos-susurró él-me recuerdan al mar y al hermoso cielo.

Violette se turbó al escucharle decir aquello. Él acercó su rostro al suyo rozando sus labios.

-Me encanta tu cabello, tus caderas simplemente me enloquecen-dijo mientras descendía sus manos a las anchas caderas de aquella mujer-me encantan tus labios pero me gustan más cuando están sobre los míos. Tu trasero me fascina, toda tú me vuelve loco. ¡Ah Violette! No sé que voy a hacer contigo has roto varios de mis límites.

-Tu también me encantas Adrián-dijo uniendo al fin sus labios. Alexandre llevó sus manos a su trasero y se lo apretó atrayéndola más a él. Violette jadeó contra sus labios y no quedándose atrás llevó sus manos debajo de aquella camiseta y comenzó a tocar sus bíceps, luego las pasó a su espalda y descendiendo poco a poco llevó sus manos al respingado trasero de él e hizo lo mismo que Adrián le había hecho: lo apretó con fuerza. Desde que lo había conocido había deseado hacer aquello.

La levantó del suelo enrollándosela en la cintura, saliendo torpemente de aquel gimnasio para llevarla de regreso a su habitación. Estaba desesperado por hacerla suya de nuevo, la deseaba enormemente. No podía sacársela ni un instante de su cabeza y eso de cierta forma le preocupaba.

[...]

Después de su sesión de sexo se dieron una ducha juntos y bajaron a desayunar. Luego de eso salieron a dar un paseo por el jardín mientras discutían el nombre que deberían llevar los hoteles que se estaban construyendo.

-Williams me parece la mejor opción, ahora que ambos llevamos el apellido-mencionó él.

-No me parece justo. Además si nos llegáramos a divorciar la cosa cambiaría.

Él semblante de Alexandre decayó al escucharla decir aquello pero no dejó ver que aquello le había caído como balde de agua fría.

-Bueno, seguiremos pensando.

Siguieron caminando por los alrededores de la mansión, Violette observaba extasiada toda aquella diversidad de flores pero enloqueció cuando vio una cuántas matas dé girasoles. Aunque no lucían su mejor esplendor debido al invierno, pero en aquel invernadero parecían sobrevivir. Se separó de Alexandre para acercarse más a aquellas flores para contemplarlas demás cerca.

-Amo estas flores.

Alexandre se quedó en su mismo sitio observando la reacción de ella, metió sus manos en los bolsillos y sonrió al verla a ella tocar suavemente los pétalos de la flor.

-No sabía que te gustaran tanto.

-Me encantan todas las flores, pero el girasol -suspiró -simplemente me encanta. Su tamaño inmenso, el color y el hecho de que sigan al sol los hace tan especiales para mi punto de vista.

-Siendo así, todas esas girasoles son tuyas-a ella se le iluminaron los ojos -pero eso sí, tú tendrás que cuidarlas.

-Estaría encantada. Dejaré más tiempo para darles su debida atención.

Después de varios minutos que pasó contemplando aquellas flores siguieron con su recorrido, deteniéndose en un quiosco que estaba frente a la piscina.

-¿Cuando iremos a supervisar los hoteles?

-Nos iremos el miércoles y probablemente regresaremos el sábado-respondió él.

Aquel día hacía un día agradable, había salido el sol y dejado de nevar. Era un clima cálido, no hacía calor pero tampoco aquel frío terrible. Sólo había una brisa fría.

[...]

Al día siguiente ambos se había levantado temprano, habían hecho su rutina en el gimnasio y habían vuelto a su habitación para darse una ducha y cambiarse para ir a trabajar.

Alexandre se había puesto un elegante traje negro y sus lustrados zapatos, mientras ella se colocó un vestido rojo tallado a su cuerpo y unos tacones negros. El cabello lo había dejado suelto y lo había planchado,y se aplicó un maquillaje suave a excepción de sus labios, estos los había pintado de rojo intenso. Quería lucir perfecta, sabía que su hermana iría hoy a su empresa. Ya su cita estaba en su agenda. Por último tomó su abrigo negro y bolso del mismo color.

-Te ves hermosa e imponente-le dijo Alexandre.

-Gracias, igual tú te ves guapo e intimidante.

-Vamos-dijo tomándola de la cintura y saliendo de la habitación.

Salieron de la mansión y subieron al coche, el chofer enseguida lo puso en marcha a la empresa de Violette.

-No quiero verla-confesó.

-Tendrás que hacerlo, te recomendaría que usaras el apellido de casada si no quieres que te reconozca.

-No lo hará pero de igual modo lo usaré, a puesto que todos en la empresa me llamarán por tu apellido sin que yo se los ordene.

-Pasaré por ti a la hora de almuerzo-le avisó chequeando la hora en su reloj.

-Está bien.

El coche aparcó frente a su empresa, le dio un pequeño beso a su esposo y salió del auto para luego adentrarse a su empresa. Ganándose enseguida las miradas de sus empleados, quienes la observaban con admiración y sobre todo con respeto.

Subió al ascensor y marcó el último piso. Esperó con impaciencia hasta que las puertas se abrieron y salió de aquel ascensor caminando por aquel piso emanando seguridad y confianza, eso la hacía ver cómo una mujer poderosa, y lo era. Realmente lo era, era la mujer más millonaria del mundo, y el único que le pasaba era su esposo.

-Buenos días Señora Williams -saludó Tessa.

-Buenos días, Tessa. Ven a mi oficina, quiero saber lo que tengo programado para hoy.

-Enseguida, Señora Williams.

Entró a su oficina y se fue a sentar a la silla que había tras el escritorio. Abrió la laptop que se encontraba allí y comenzó a revisar correos mientras esperaba a su secretaria.

Tessa entró con su agenda en mano, cerró la puerta detrás de si y se dirigió hacia dónde se encontraba su jefa. Se detuvo frente al escritorio y permaneció de pie mirando a su jefa y amiga con una enorme sonrisa.

-¿Qué tal su luna de miel, Señora Williams?-preguntó con picardía.

-Mejor de lo que esperaba en realidad -respondió Violette con una sonrisa boba en su rostro.

-Parece que el Señor Williams la trató de maravilla. ¿Hubo sexo?

-Mucho.

Tessa soltó un grito de emoción, como lo haría cualquier confidente.

-¿Y es bueno en la cama?-preguntó con descaro Tessa.

-Demasiado-respondió Violette recordando las noches de pasión que habían tenido.

-Espero se hayan protegido. No creo que sea el momento ideal para que comiencen a tener hijos.

-Tomo la píldora, Tessa. No hay porque preocuparse.

-Sabes muy bien que en algunos casos suelen fallar.

-No va a pasar. Ahora dime lo que tengo en mi agenda -dijo dando por finalizada la conversación.

Tessa comenzó a decirle las reuniones que tendría el día de hoy.

-Tengo entendido que hoy vendrá la Señorita Miller, ¿a qué hora vendrá?

-Se suponía que estaría aquí a primera hora, pero no a llegado-respondió su secretaria.

-¿Y qué piensa? ¿Qué la podré recibir a la hora que a ella se le antoje? Está muy equivocada, yo soy una mujer ocupada mi tiempo es limitado y yo no estaré esperando por ella. Si viene se lo haces saber.

-Yo se lo haré saber. El Señor Hamilton quería reunirse con usted hoy, pero como no había espacio preguntó si podía almorzar con él.

-No, dale cita para la otra semana. Por cierto Tessa te informo que el Jueves nos vamos a algunos países centroamericanos y tú vienes conmigo. Despeja mi agenda para esos días.

-Está bien. ¿Desea algo más, Señora Williams?

-No, puedes retirarte.

La secretaria se dio la vuelta y se marchó de la oficina cerrando la puerta al salir.

[...]

Eran las once en punto cuando una hermosa mujer entró a la empresa, en cada paso que daba resonaban los tacones por toda la sala, era rubia, piel blanca, ojos azules. Con un cuerpo delgado, una cintura angosta y anchas caderas. Vestía un crop top negro de tirantes, un pantalón corto dibujando sus largas piernas y unos tacones exageradamente altos. Era bella, había llamado la atención de los empleados en especial la mirada de los hombres. Ellos estaban acostumbrados a ver modelos a diario, las conocían a todas pero a aquella mujer nunca la habían visto. Y ese era el motivo por el cual despertaba curiosidad en los empleados.

La mujer se dirigió a recepción con prepotencia, creyéndose desde ya la reina del lugar y la más hermosa, pero todos en aquella empresa sabían que había una mujer allí que no le podrían ganar ni las más bellas modelos, y esa era su jefa.

-¿En qué puedo ayudarla, Señorita?-preguntó la recepcionista.

-Vengo a ver a tu jefa-respondió con desdén.

-¿Tiene cita?

-Si, era a primera hora pero tuve algunos contratiempos y no pude venir. Ahora dime cuál es el piso dónde se encuentra.

-Permítanme hablaré con su secretaria para ver si puede recibirla. ¿A nombre de quién es la cita?

-Candy Miller.

Mientras la recepcionista se comunicaba con Tessa, Candy observaba con atención el edificio, no entendía la razón por la que su abuela había decidido no heredarle aquella marca, si sabía que desde pequeña era su sueño.

-Es el último piso, por el fondo a la derecha.

A pasos firmes se dirigió al ascensor público, le desagradaba la idea de estar subiendo y bajando con todos aquellos empleados. Exigiría tener acceso al ejecutivo, de todas formas ella sería alguien importante en aquella empresa: Sería la imagen de la marca VIROMI, una de las marcas de ropa más famosa del mundo.

Llegó al último piso, salió el ascensor y se dirigió hacia la oficina presidencial. Se detuvo frente al escritorio de la secretaria.

-Buenos días Señorita Miller-saludó Tessa con amabilidad.

-Vengo a hablar con tu jefa.

-Lo siento pero la Señora Williams no podrá atenderla, su cita era para las ocho y usted no se presentó. Le daré una para la próxima semana.

-¿Próxima semana?-exclamó con incredulidad.

-Si, la Señora Williams no se encontrará el resto de la semana.

-Exijo hablar con ella, ¿qué se cree? Yo soy la nieta de la difunta dueña.

-Veré que puedo hacer. Puede tomar asiento, tendrá que esperar ella se encuentra en una reunión y saldrá alrededor de media hora. Tal vez tiene suerte y la reciba ya que tiene libre media hora.

Resignada se fue a sentar a las sillas ¿qué se creía aquella mujer para no recibirla?.

Luego de más de media hora de espera la dichosa mujer no aparecía, estaba desesperada a ella nunca la habían hecho esperar. El sonido de los ascensores la hizo voltear, por allí salió un elegante hombre, que al instante llamó su atención. Le quedó mirando de pies a cabeza, era un hombre bastante guapo.

Él se acercó hasta dónde se encontraba la secretaria, esta enseguida se puso de pie para recibirlo.

-Señor Williams.

-Vengo a ver a mi esposa, ¿se encuentra en su oficina?

-No Señor, la Señora está en una reunión. No creo que tarde en salir, si gusta la puede esperar allí -le señaló justo dónde se encontraba Candy.

Él observó el lugar de forma despectiva.

-No, esperaré en su oficina.

Sin esperar respuesta se metió a la oficina de Violette y se acomodó en uno de los sofás. Había sentido la mirada de aquella mujer y claro que se había dado cuenta quien era.

Era Candy, su antiguo amor. Se veía hermosa, pero él estaba convencido que aquella mujer no era más hermosa que Violette. Ella era más hermosa tanto en lo físico como en su personalidad.

Para el ninguna mujer estaba a la altura de su esposa, no tenía ojos para ninguna que no fuera ella.


Gracias por leer❤️❤️

Espero les haya gustado y lo hayan disfrutado.

Violette en multimedia.

¿Qué opinan sobre Candy? Que irónica que es la vida, ese fue el muchacho que despreció y justo después de quince años le llamó su atención. Bastante cínica la muchacha.

PD: Así me imagino a Candy ⬇️


Los quiere,

Jakelin Amaya

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