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Capítulo 5

Reina


Me recojo el cabello y me miro una vez más insegura.

—¿Estás segura de que me veo bien con esta ropa?—me miro en el espejo fruncido el ceño.

—Claro que sí, tonta—mi tía Florencia me regaña.

Me ha hecho ponerme un vestido ajustado negro que me llega hasta las rodillas y unos tacones del mismo color. Me planchó el pelo y maquilló.

Me miro al espejo una vez más sin reconocer a la persona que tengo frente a mí.

Nunca se me ocurrió arreglarme de esta manera.

Soy más de pantalones anchos, camisetas grandes y converse.

—Te ves hermosa. No lo pienses tanto—dice Florencia regalándome una mirada maternal.

Luego de que mis padres murieron ella y mi abuelo se tomaron la ardua tarea de cuidarme y educarme de la mejor manera posible. A veces siento que los decepciono. No soy aguerrida y mucho menos una mente estratega que acaba con cualquiera que entorpezca el camino como ellos.

Ellos sí son fuertes.

No por nada están en la posición que están hoy.

Han sido reconocidos como los empresarios del año más de un vez. Florencia y Svetlana han si reconocidas como mujeres empresarias admirables, que han callado más de una boca y que han hecho relucir nuestro apellido por encima de los machistas que no creyeron en ella.

Yo simplemente soy una chica de preparatoria que no tiene amigos y que no sabe cómo es el sabor del alcohol. Además, los 17 son la edad perfecta en Mannford para perder la preciada virginidad. Soy toda una mojigata según las chicas que tiene un puesto en el pasillo para chismear.

Sin embargo, como casi todo, me vale mucha verga.

No nací para llenar las expectativas de nadie y no me definiré porque alguien meta su pene en mi vagina.

Créeme, si creés que por eso ya eres una mujer, estás muy equivocada.

Las mujeres estamos hechas para brillar y ser lo que nos de la maldita gana. Si no se nos antoja regalarle una noche de sexo a un tipo que simplemente se llenará la boca para decir que ya a estado con una virgen, pues no lo hacemos.

Uno de los principios de las mujeres Müller es que ellas gobiernan su mundo. No un hombre. No alguien que no sabe lo que es que tu sangre valga más que la vida.

Soy malditámente hermosa como soy y presentarme ante una sociedad que hoy en día si no cumples con sus estandares te rechaza está completamente jodido.

—Creo que esto es una mala idea—murmuro.

No tengo que probarle nada a los idiotas de la preparatoria.

Definitivamente esto es una mala idea.

—Ya es tarde. No te echarás para atrás porque ya te vinieron a buscar—me responde.

Al parecer estaba tan metida en mi cabeza que no escuché el sonido de del auto de Roy.

Pactamos que nos recogería luego de que salimos del colegio.

—Ve emborrachate y patea algunos culos que te quieran joder. Recuerda nuestro lema...

—Nosotros sometemos al mundo, no el mundo a nosotros—cito.

Asiento llenandome de toda la valentía que me es posible tener y agarro mi bolso.

—Si no te sientes cómoda me llamas y ya está. Estaré pendiente para cualquier cosa que necesites. También puedes permitirte llegar una hora más adelante de la que te fue impuesta. Morel al final de cuentas te perdonará—se encoge de hombros con elegancia y sale de mi habitación.

A pesar de tener veintiocho no está casada y tampoco la vemos con esos planes.

Florencia Müller es más una mujer de la soledad y no se ve en necesidad de formar una familia propia para sentirse una mujer realizada como nos han impuesto que debemos hacer. Es por eso que la admiro. Está perfecto si quieres formar familia y etcétera, sin embargo, tampoco se debe juzgar si no es así.

Me acerco a la terraza para cerrar las ventanas y sin querer mi mirada va a la ventana que está justamente frente a la mía. Una sombra se aparta de ella y no pasa mucho tiempo para que vea a Marcus Winston entrando en su Aston Martin negro y saliendo como alma que lleva el diablo fuera de su casa.

Me da un escalofrío solo de recordar lo que pasó esta mañana.

Aún me reprocho por mi atrevimiento porque sé que más tarde que temprano veré las consecuencias. Él no se quedará sin hacer nada porque sería una deshonra ante los alumnos. El mandato de ellos se vería en juego si no toman cartas en el asunto porque lo que está planteado es que si no respetas se te hace respetar por las malas.

Ya está.

Así de seria es la cosa.

Llamé la atención de unos monstruos y posiblemente esta noche sea todo un fiasco porque me meterán la cabeza en el inodoro y me harán modelar frente a todos con la cara llena de quién sabe que.

No es exageración.

Ya lo han hecho antes con otros.

Estoy segura de que me humillarán y me harán entender que no soy tan valiente como Roy creé. Que simplemente tuve un arranque de rebeldía y que por eso tengo que recibir mi pago.

—¿Estás lista, cariño?—pregunta mi abuelo.

No muestra preocupación, pero estoy segura de que lo está.

Es la primera vez que me junto con personas de mi edad en mucho tiempo y tiene temor de que pueda salir lastimada.

Mamá era igual.

Me sobreprotegia de tal manera que primero investigaba a la familia de mis amigos y luego me lo permitía o negaba.

Así de intensa es mi familia.

—Lo estoy—miento.

—Ya sabes...

—A la media noche debo estar en casa. Lo sé, no te preocupes que no le fallaré a tu regla tan dictatorial_ruedo los ojos.

Él me mira con reprobación, pero cuando me acerco a la puerta deposita un beso en mi cabeza.

—Disfruta y no pierdas oportunidad a la hora de tener sexo—mi tía me guiña un ojo.

Niego con la cabeza con diversión y escucho a lo lejos las quejas de Morel.

En la entrada saludo al de seguridad y subo al Mustang amarillo en el que Roy y Mía me esperan.

—Te han dicho que este color...

—¿Es horrendo?—enarca una ceja Mía que se sienta en el asiento de pasajero mientras yo lo hago en la parte de atrás—Ya se lo he dicho unas cuantas veces mientras tenías tu despedida tan emotiva.

Va con un corto vestido rojo que apenas le cubre el culo y unos tacones que la hacen parecer mucho más alta de lo que en realidad es. Su cabello rubio va en una coleta alta perfectamente peinada y tiene los labios pintados de un rojo mate.

Nuestro amigo rueda los ojos y sonríe.

—Por cierto, buenas noches y déjeme decirle señorita que está hermosa, señorita Müller—me sonríe a través del retrovisor a la vez que enciende el auto—Si no fuera gay te juro que ya te estuviera conquistando.

También va vestido muy guapo. Con solo un saco azul claro de vestir y unos pantalones a juego con unos sapatoz finos de cuero que lo hacen ver como...

—Espera, ¡¿qué?!

Mía y él se echan a reír mientras nos ligamos con los demás autos que transitan por las calles concurridas de Chicago.

Joder, presiento que esto solo es una parada de lo que me espera esta noche.

***

Holaaaa

Días sin actualizar, espero haya disfrutado un poquito más de esta historia.

Recuerden votar y comentar, los llevo en el ♥️

Hasta el próximo capítulo

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