Capítulo 18
Reina
La visita de mi tía y su familia fue corta.
Al los tres días se fueron ya que Mijaíl tenía cosas de que ocuparse y mi tía se encargaba de la cede de Empresas Müller en Rusia por lo que las faltas para ella ya no eran tolerables.
Los días habían avanzado sin nada fuera de lo común. Mía y yo nos reuníamos para las tareas y con Marcus hablaba por teléfono cuando era posible. No por gusto claro está, solo por cortesía respondía a sus llamadas tontas.
Miro la hora en el teléfono para asegurarme que voy temprano a clases y suspiro de alivio al ver que faltan cinco minutos para que inicien. Soy muy perfeccionista con la puntualidad, principalmente cuando del instituto se trata. Por motivo de que no me gusta ser reprochada evito dar de que hablar. Entro al salón y me siento en mi lugar acostumbrado, saco un chicle de menta del bolso y me cruzo de brazos esperando a que la profesora haga su aparición.
Solo hay tres chicas al fondo hablando entre ellas y un chico frente a mí tecleando en su teléfono de manera frenética.
Hoy Marcus no vendrá. Segun él tenía cosas importantes que hacer y no me dió explicación alguna de lo que sería. Tampoco es que me importe. O aún trato de convencerme de ello. La puerta se abre y los dos tontos, Héctor y Daniel, entran hablando y riendo como siempre.
Luego del desplante de Héctor, Mía no a querido hablar más con él. Anda como perro faldero detrás de ella, sin embargo, mi amiga está decidida a no tener ningún acercamiento con el susodicho. Se resiste completamente a perder la dignidad ante un un puto sinvergüenza, palabras de ella, no mías.
Aunque estoy segura que en cualquier momento caerá ante sus maravillosos trucos de conquista.
Héctor puede estar más relajado de lo que debería de vez en cuando. Pero, aparte de eso tiene la buena ventaja de que sabe cómo llegarle a mi amiga de una u otra forma. Mía y Héctor desde pequeños son el amor del otro. Aún me pregunto cómo no están planeando su boda hasta que recuerdo que son menores de edad que William primero tiene que ver un interés maxivo de parte de él hacia su pequeña heredera.
—Si no es imbécil me quito el nombre—bufa dicha chica tirando el bolso de mala gana al suelo y sentándose en la silla contigua a la mía.
—¿Qué hizo esta vez?—exploto el chicle mirando las uñas color rojo que mi tía me pintó antes de irse.
Sveta es una fiel creyente de que debería llevar rojo a menudo al igual que lo piensa Mía. Dice que mi belleza resaltaría aún más.
—Me llenó el casillero de cartas pidiendo perdón y rogando por otra oportunidad-responde mirándolo y apretando los labios. Mía es una chica adorable, que en vez de dar temor, dan deseos de apretarle las mejillas siempre que la ves—Es un descarado. Que ni se crea que le daré otra oportunidad luego de lo que me hizo.
—Mía...
—Es que... Lo quiero matar con mis propias manos al idiota—hace el ademán de estar ahorcando a alguien y desde mi puesto veo como Héctor traga saliva mientras la mira de reojo—Y a la vez quiero besarlo y decirle que sí, que le daré una segunda cita y que seré la madre de sus futuros hijos.
Niego con la cabeza y hago una mueca asqueada.
—Es lo más empalagoso que he escuchado en mi vida—la señalo con el dedo índice—Somos un poco románticas, pero tenemos límites. ¿Entiendes?
—Pero me gusta—lloriquea sin apartar su mirada de él.
—Ve, besalo y dile que sí a todas sus peticiones entonces—ruedo los ojos—De nada te sirve quejarte tanto de él y estar muriendote por estar a su lado. Ya deja de martirizarte—la miro con severidad.
—Por un momento vi el reflejo más joven de Florencia—saca un chicle de mi bolso—Que ni Dios quiera que algún día seas como ella—se burla
Ruedo los ojos y oculto una sonrisa.
No creo ser capaz de ser algún día como mis tías, sin embargo, tener una mínima parte de sus carácteres tampoco estaría tan mal, ¿verdad?
_Oh, pero si aquí tenemos al duo de raras—Cristal y sus amigas se detienen frente a nosotras—¿No encontraste un labial más ñoño que ese, Mía?
Todos en el salón se ríen—por alguna extraña razón—los hermanos O'hara no lo hacen. Desde su asiento, veo las manos de Héctor apretarse. Eso me descoloca un poco. No es fan de Cristal y su séquito Pero, tampoco les lleva la contraria.
—Sigue tu camino, Cristal. Ya deja de ser tan chusma—dice furibunda Mía con las mejillas sonrojadas.
—Ay mírala—mi prima se ríe—La pequeña Winston está rojita de enojo.
Las risas siguen y mi molestia se hace presente. No me molesta que se metan conmigo porque ya estoy acostumbrada a no ser la favorita de la gente pero, que se metan con mi mejor amiga ya es otra cosa que no puedo tolerar. A pesar de ser un tanto más pegajosa de lo que me gustaría, debo de admitir que se ganó el lugar antes mencionado.
Eso parece llamar la atención de Cristal ya que su mirada maliciosa está enfocada en mí ahora.
—Reina Müller—escupe mi nombre con asco—La amargada e intolerable de mi familia.
—¿Te recuerdo cuál es la adoptada?—inquiero dejándome controlar por la rabia—No eres quién para dirigirte a mi de esa forma cuando tú eres la que vives del de mi familia, que por si lo has olvidado, te recogió de la calle cuando no tenías en que caerte muerta.
No está en mí hablar de su procedencia y tampoco llenarme la boca para criticar a los que pasan necesidades en la calles, sin embargo, entiendo que un poco de gratitud y humildad no le caería mal a su actitud de mierda.
—Como te atreves, perra—gruñe y estralla sus manos en mi escritorio. Aún así no parpadeo ante su mirada furibunda—Tú, una huérfana que se creé la gran cosa y solo es una monjita pretenciosa. No tienes derecho de hablar sobre mi procedencia cuando tú también eres una obra de caridad. ¿No te acuerdas? tus padres murieron y por eso eres la recogida de Morel y Florencia. No te creas eso de que porque te aman están a tu lado porque solo es una máscara que tienen para que no te sientas "abandonada"—burla y mira a sus amigas sonriendo. Ellas tienen una sonrisa apretada y se miran entre ellas—De nos ser porque Renata y tú adorado papi murieron nunca te habrían recibido con tanto gusto en sus vidas.
Mis labios tiemblan y me muerdo el labio inferior para disimular el acto vergonzoso. No soy de doblarme ante nadie. Sin embargo, mis padres son un punto débil.
—Hasta Marcus te tiene pena ¿Creés que un chico como él hablaría con alguien como tú que no se relaciona con los demás porque se creé superior, porque tienes algo especial?—es la gota que derrama el vaso—No dudaría que hasta Mía te habla por lo mismo.
Me levanto y le doy una cachetada que resuena en todo el salón. El silencio no tarda en llegar y ella se queda en shock con una mano apoyada en su mejilla y la boca abierta. Un "Oh" resuena en el salón y miro todas las caras que me miran con lástima sintiéndome más fuera de lugar que en toda mi vida, cojo mi bolso caminando a trompicones a la salida y con lágrimas de rabia rodando por mis mejillas.
—¡Corre cobarde!—grita Cristal detrás de mí—¿No te acuerdas de por qué no llevas el apellido de tu padre? era otro que estaba contigo por lastima—escucho su voz a mi espalda y mis pasos se apresuran.
Ensuciarme las manos cometiendo un crímen con esa ingrata no es mi deporte para hoy.
—Reina, detente—Mía viene detrás de mí corriendo
—Déjala, necesita tiempo—dice Héctor.
—¡¿Acaso no ves cómo está?!—se altera—¡Todo por esa maldita recogida!
—Él irá por ella...
Sus voces se pierden cuando salgo del instituto y corro por el estacionamiento.
El hecho de que no lleve el apellido de papá es algo que nunca podría pasar por desapercibido.
Entre la sociedad élite de Chicago está claro que en la juventud Renata no fue de las chicas más recatadas y que se quedó embarazada de un profesor sustituto cuando fue a la universidad; el mismo que huyó en cuento supo que había embarazado a alguien menor de edad y que podía tener consecuencias graves por parte de Morel Müller uno de los magnate petrolero más conocidos.
Mi padre era su mejor amigo, la apoyó y decidió hacerse cargo de mí. Pero algo que no pudo aceptar Renata fue el apellido de Robert cuando él se lo propuso, sino que eligió que lleve con orgullo el Müller.
Es algo que nunca me ha avergonzado.
Lo que me parece humillante es que ella juegue de esa manera con el nombre del hombre que fue mi padre a pesar de no haberme engendrado.
Miro el cielo gris y el agua no tarda en empaparme.
Mi teléfono vibra y miro la vista previa del mensaje que me acaba de llegar.
Desconocido: Falta poco.
Lo que me faltaba.
El maldito fanático loco.
Mucho duró para continuar con esas tontas amenazas.
No me importa la lluvia, solo me concentro en llegar al único lugar donde nadie puede lastimarme.
Marcus
La encuentro sentada en el muelle con la barbilla apoyada en sus dos piernas y con la mirada perdida en el agua cristalina del lago.
—Sabía que aquí estarías. Este es el lugar seguro de mi chica—se espanta al escuchar mi voz.
La mirada desolada que me da me descoloca, no estoy acostumbrado a verla en este estado. No desde la muerte de nuestros padres.
—Sí, me has encontrado—murmura lo suficientemente alto como para que pueda escuchar su voz apagada.
Me siento y le doy un suave empujón en el costado.
—Vamos, dime qué te tiene así.
—Como si no lo supieras—se altera y me mira con sus hermosos ojos rojos—Ella se pudo equivocar en algunas cosas pero, me choca que en otras...
—También lo hizo—la callo y tomo su barbilla entre mis dedos—Cristal siempre ha sido una serpiente venenosa, pero esta vez se pasó de la raya, se merecía más que una cachetada—gruño lo último porque odio que mi linda Fleur haya sido lastimada—A mi pequeña nadie la hace llorar, esto no se quedará así.
—Algunas veces solo quiero morir como ellos lo hicieron. Quiero volver a verlos, Marcus—llora y la atraigo a mi regazo.
No conocía esta parte de ella. Siempre es tan orgullosa y con barbilla alzada que me es inevitable sentirme enojado por no ser el motivo de sus lágrimas. Nadie puede hacerla llorar. Solo yo.
—Shh, déjalo salir—susurro en su oído.
—Nunca debieron irse—dice sin fuerzas para seguir luchando y es algo que golpea mi puto corazón porque estoy de acuerdo en cada palabra que sale de sus labios—No habríamos sufrido tanto de no ser porque ellos murieron. No lo provocaron y tampoco soy quien para echarles la culpa. Pero no puedo evitar preguntarme, ¿por qué salir esa mañana y no quedarse con nosotros en casa?
—Son cosas que tenían que pasar—respondo aún sin estar de acuerdo.
—No lo acepto—niega frenéticamente con la cabeza—¡No acepto que me abandonaran, Marcus Winston!
Se sacude en mi regazo.
—¡Yo tampoco maldición, pero no puedo hacer nada para revertirlo, no puedo mágicamente traerlos de nuevo a la vida!—respondo enojado con ellos—no puedo simplemente quedarme en la mierda. Me levanto, me sacudo y sigo con la cabeza en frente porque si me quedo en el suelo el puto mundo me aplastará
Se mira tan perdida que por un momento me arrepiento de lo dicho. Reina nunca permitiría que nadie le hablara de esa forma. Sin embargo, tampoco conoce realmente la crueldad del mundo a pesar de creer que sí. Nunca ha sido rechazada fuera del instituto.
Todo el mundo la trata con respeto y reverencia. Le agradezco malditámente mucho a Morel por cuidar tanto de ella pero, también lo maldigo por ser tan jodidamente protector y no dejar que ella viva la vida real fuera de ser la heredera nieta de un poderoso petrolero.
—Déjame acariciar tus demonios, cariño—beso tiernamente su hombro.
No sé que me hace esta chica, sin embargo, me gusta. Me gusta tratarla delicadamente y no como la bestia que soy. Una bestia que ella aún no ve claramente.
—Házme el amor—susurra y se muerde el labio inferior.
—¿Qué dijiste?—pregunto sin poder creer lo que estoy escuchando.
—Acaricia mis demonios haciéndome el amor. Házme sentir una mujer deseada por esta noche, por favor.
Sonrío y asiento, porque que me maldiga el maldito Hades si no deseo hacerle el amor a la Reina Müller.
—Marcus.
—Dime.
—¿Hasta el final?
Sé a lo que se refiere y la beso sellando aquella promesa que nos venimos haciendo desde pequeños.
—Hasta el final.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro