Capítulo 52
— ¡Se acercan! — Grita Hirano con desesperación — ¡A este paso no nos quedará tiempo para retirarnos!
Nuestra estrategia no está dando los resultados que quisiéramos.
Tal vez por nuestra falta de experiencia en el manejo de armas de fuego en condiciones climáticas adversas, o tal vez es el producto del pánico que nos impide disparar al objetivo.
La falta de puntería es bastante evidente, el único que puede presumir de su precisión es Kohta que acierta certeramente a cada uno de esos cadáveres.
A medida que disparamos, nos percatamos que unos cuantos más de "Ellos" se suman, aumentando así en número.
Dejo de disparar por un momento para equiparme con las nudilleras de acero.
— ¡No lo hagas (Y/N)! — Oigo gritar a Saeko — ¡Te ordeno a que sigas disparando!
Sin que sus palabras me importen, equipo mis manos con mi arma de acero que me ha acompañado desde hace mucho tiempo.
— ¡No te atrevas! — Nuevamente Busujima levanta la voz al hablar.
En tanto los demás solamente pueden disparar y esperar las nuevas órdenes de Saeko. Nadie quiere detener el ataque para intervenir en una pequeña discusión.
Miro fijamente hacía "Ellos", que se acercan a pasos agigantados. A este ritmo, lo más probable es que nos alcancen.
Ignorando la lluvia y a los demás, en un ataque impulsivo, corro hacía ellos sin miedo a morir.
Como era de esperarse, los demás dejan de disparar por mi presencia en su rango de visión.
Con los pies impactando agresivamente con el agua, corro directamente al primero que veo para dar un certero golpe en su deteriorado rostro.
Éste, cae estrepitosamente con el pavimento, que tiene dificultades para ponerse nuevamente de pie.
En tanto los otros cadáveres deambulantes, intentan abalanzarse encima de mí al notar mi presencia.
Con gran agilidad en mis pies, logro evitar sus ataques a medida que se acercan. Procuro utilizar la humedad del suelo para desplazarme rápidamente.
Uno por uno los golpeo, a pesar de sus constantes ataques aún así puedo contenerlos.
— Creo que necesitas ayuda — Veo como la madre de Rei salta por los aires y atraviesa con su lanza al cadáver que está en frente de mí — Eres más valiente de lo que yo creí.
Voltea para entregarme una sonrisa confiada.
— Suelen juzgarme sin conocer mi potencial — Extraigo el cuchillo de mi pierna.
— Me agradas — Sonríe con complicidad la mujer policía.
Ataco sin misericordia a cada uno de "Ellos", realizando pequeños cortes en sus extremidades.
En tanto, la madre de Rei los derriba estrepitosamente hacía el suelo con su lanza. Poco a poco, logramos ganar algo más de tiempo y alejarlos de los demás.
Inesperadamente, noto que a mi lado se posiciona Saeko para golpear a los monstruos que se rehúsan a morir. Con su gran habilidad, solamente logra desestabilizarlos y no cortarlos como nos tenía acostumbrados.
Estoy seguro que el terreno y el poco espacio le impide luchar con normalidad.
— ¡Adelanten las líneas! — Grita Busujima hacía los demás.
Al igual que un pelotón, Kohta, Hirano, Saya y Rei coordinan sus movimientos y logran acercase un poco más al objetivo que sería imposible fallar.
— ¡Disparen! — Ordena Saeko deliberadamente.
"¡BANG!, ¡BANG!, ¡BANG!, ¡BANG!"
Se escucha la ráfaga de balas salir de los cañones de las armas de fuego.
En menos de un minuto, lograron acabar con cada uno de ellos.
Cada vez estoy más sorpendido de las habilidades que han adquirido, con excepción de Kohta, los demás jamás habían ocupado un arma en sus vidas.
— Es increíble que me hayas desobedecido — Busujima se acerca hasta quedar en frente de mí — Dije específicamente que no los atacaras.
— Pero funcionó, ¿No es así? — La miro fijamente a los ojos.
Su mirada penetrante es tan intensa que siento que podría partirme en dos como lo haría con su espada.
— Para la próxima no correrás con la misma suerte — Se retira bajo la lluvia hacía Shizuka y Alice que sostienen su paraguas.
— Eso ya lo veremos — Susurro confiadamente de mi decisión.
— Eres muy hábil con las armas niño — Siento a la madre de Rei tomar mi hombro — Manejas tres tipos de armas a la perfección.
— No del todo, me falta mucho por aprender — Le digo al mismo tiempo que guardo mi espada y mis nudilleras.
— (Y/N), ¿Te encuentras bien? — Komuro se me acerca para preguntarme.
— Estoy bien, gracias — Extraigo una de mis pistolas.
Sin que nadie pudiera predecirlo, apunto y disparo rápidamente un par de veces hacía la pila de muebles ubicados detrás de Alice, Shizuka, Saeko y Zeke.
— ¡¿Qué crees qué estás haciendo?! — Saya me regaña a mis espaldas — ¡Eres un idiota!, ¡Ellos vendrán de nuevo si los atraes!
— Si logramos irnos de aquí, no nos alcanzarán — Le digo al mirarla a los ojos — Solo es un pequeño escarmiento para esas lacras.
Señalo a la pila de muebles.
— Eres muy amable, pero no necesito de tu solidaridad — La señora Miyamoto comenta casi en un tono de sarcasmo.
— Si hay algo que detesto, son las personas malagradecidas. Haces tanto por los demás que no dudan en apuñalarte por la espalda.
Así, con la lluvia aumentando su intensidad, fui el primero en seguir con nuestra marcha, a pesar de las dificultades al deambular y la visibilidad cada vez más baja producto de las gotas.
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Mientras buscábamos una salida en medio de este laberinto de casas residenciales, el silencio se apoderaba cada vez más del ambiente. Tal vez, por la concentración al detectar a algunos seres putrefactos o por la incomodidad de no tener ningún tema de conversación.
Así, a medida que nos movíamos entre calles estrechas, caminos deteriorados y una lluvia cada vez más tormentosa, la madre de Rei, que iba delante de mí, miró hacía atrás para hablarme:
— ¿Sueles estar siempre atrás?, fuiste el primero en ir a la delantera, pero lentamente te posicionaste a la retaguardia.
— Creo que soy más un aporte aquí que en primera línea — Respondo — Solo desde aquí puedo proteger a Alice y Shizuka.
— ¡No te olvides de Zeke! — Exclama la pequeña niña consternada sosteniendo a su amigo canino. Ella está delante de la señora Miyamoto y junto a Shizuka que a partir de ahora se suman a la conversación.
— Tienes un gran sentido por la responsabilidad, sabía que había algo especial en tí (Y/N) — Sonríe de forma más natural y totalmente sencilla.
No sé por qué, pero recibir tal halago de ella, hizo que me pusiera un tanto nervioso.
— Gra...gracias — Titubeo mientras continuamos con nuestra marcha. A pesar de sentir un rencor casi desorbitante hacía el Padre de Rei, no puedo decir lo mismo de su Madre, su cercanía y amabilidad penetran mi fortaleza mental.
— Señorita Shizuka, (Y/N) está sonrojado — Alice me delata en frente de la mujer de cabello rubio.
— ¡Guarda silencio niña chismosa! — Susurro a un volumen alto, evitando gritar más de la cuenta.
— No eres de recibir halagos a menudo, ¿No es así? — La señora Miyamoto reanuda la conversación.
— No es que me interese la verdad — Entrego una respuesta más que coherente.
— Pero aún así deseas que te reconozcan.
Una puñalada atravesó mi cabeza con ese comentario, la verdad no me esperaba algo tan directo.
— Mmm... — Tan solo puedo balbucear, no tengo palabras para contrarrestar o cambiar el tema. De verdad que estoy acorralado.
— Lo supuse al ver tu rostro cuando mis antiguos vecinos me dejaron afuera del refugio.
— ¿Mi rostro? — No pude evitar tocar mis mejillas. Cada vez más me siento expuesto ante los demás.
— Tenías una mirada de odio, como si ya hubieras pasado por algo similar. Fue demasiado notorio aquel sentimiento, de hecho, me animaría a decir que canalizas el odio y la ira para conseguir tus objetivos.
— ...
— ¿Algo que nos quieras contar? — Insiste ante mi silencio sepulcral.
Me percato como los demás, sin disminuir el paso, guardan silencio y con bastante atención a lo que voy a decir.
Podría quedarme en silencio e ignorarlos, pero no quiero. Esa mujer tiene algo sobre mí que no puedo explicar con exactitud.
Es el mismo efecto que produce la Luna sobre el mar, me siento arrastrado hacía ella.
Lo destesto.
Detesto que tenga razón.
— ¡No hay necesidad de hablar! — Interviene Shizuka un poco alterada — Solo fue un pequeño inconveniente en su primer día de clases, creyeron que era un depravado pero no fue así.
Al darse cuenta de que había hablado demás, cubre su boca con ambas manos.
— Esa historia ya la sé — La señora Miyamoto no parece sorprenderse con esa breve reseña — Conozco todos los rumores, delitos y malentendidos vinculados a (Y/N), pero siento que hay algo que aún sigue dentro de él.
Siento pequeños hormigueos por mi cuerpo, es como si pudiera leer mi mente. Además no se impresionó con el incidente de mi primer día de clases, ni de los rumores, que estoy seguro que los sabe al leer mi expediente.
De todas formas, tengo un nudo en mi garganta al recordar, una serie de momentos que he intentado reprimir por todos éstos años.
Mientras caminamos por las calles vacías y húmedas, inhalo y exhalo un par de veces antes de atreverme responder.
Nunca les he contado esto a alguien, nadie lo sabe, y ésta será la primera vez que lo haga:
— Pues sí, hay algo...
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