Capítulo 16
Al estar a pasos frente a la gran valla de la mansión, oímos un ladrido bastante familiar:
"¡GUAU!, ¡GUAU!, ¡GUAU!"
— Pensar que la primera vez detesté escucharlo, y ahora me alivia.
— ¿Por qué?, ¿Dudaste alguna vez de tu "corazonada"? — Saeko intenta burlarse de mí.
— Jamás lo hice, confío plenamente en mis capacidades — Muestro una sonrisa segura.
La miro, a medida que nos acercarnos a la valla, los dos caminamos abrazados con nuestros brazos rodeando nuestros cuellos.
— ¡Saeko, (Y/N)! — Veo a Alice correr junto a Zeke hacía la entrada de la gran mansión.
Me da gusto verla sana y salva.
La valla se abre como si alguien desde el interior hubiera apretado un botón para permitirnos ingresar.
Al dar nuestros primeros pasos, Alice y Zeke nos reciben con energía.
La pequeña Alice se detiene por un segundo y nos observa a ambos, posteriormente se abalanza alegremente hacía Saeko.
Algo me dice que dudó en abrazarme o no.
Esta niña aún me tiene miedo, estoy seguro.
Busujima al recibir su abrazo, me hace a un lado y se concentra en Alice.
Al verlas tan juntas, me pregunto que clase de ejemplo habría sido si hubiera tenido a un hermano a quien cuidar.
Nunca tuve hermanos menores, ni mucho menos mayores, por ende tengo dificultades para relacionarme con niños de primaria.
Pero todas las respuestas dentro de mi cabeza me llevan a que habría sido un mal ejemplo, y que seguramente evitaría relacionarse conmigo a toda costa.
Además, lo más seguro es que Mamá y Papá no habrían cometido el error otra vez de tener a otro hijo luego de haberme dado a luz, y ser un estorbo en sus vidas.
De pronto, veo que Zeke está expectante a que le dedique algo de atención con su cola moviéndose de un lado a otro.
El parece que no tiene prejuicios en contra de mí
Me inclino y le entrego sutiles muestras de cariño.
— ¡(Y/N)!, ¡Saeko!, sabía que estarían a salvo — Levanto la vista al ver a Hirano acercarse.
— Finalmente llegamos, sé que debieron estar muy preocupados por nosotros — Le dirijo la palabra y estrecho mi mano.
— Tienes razón, estábamos muy preocupados — Me da un fuerte apretón de manos como si fuéramos compañeros de un mismo pelotón.
— ¿Dónde está Komuro? — Pregunta Busujima a la pequeña Alice.
— Está con Rei en la habitación — Responde con naturalidad y con mucha energía la pequeña niña.
— ¡Rei debe guardar reposo! — Comenta Hirano rápidamente antes de que las palabras de Alice pudiera malinterpretarse. Puedo notarlo en el leve rubor de sus mejillas — Komuro utilizó el rifle sobre ella y le produjo muchas molestias en su cuerpo.
Ahora que lo menciona, recuerdo eso...
— Si me disculpan, iré a hacerles compañía — Saeko se inclina y se retira en dirección a la entrada de la mansión.
— ¡Iré contigo! — Alice camina a su lado junto a Busujima y Zeke.
Tan solo quedamos Kohta y yo.
— Deberías entrar, te ves cansado — Hirano me mira de pies a cabeza, y no puedo culparlo, mi rostro debe lucir demacrado y además mi ropa está muy gastada.
Debería darme una ducha.
— Estoy bien, pero no me haría mal tomar un baño.
— Opino lo mismo, estás que apestas.
Me sorprendo al escucharlo insultarme de esa forma, pero no puedo enojarme, al fin y al cabo necesitamos un momento de relajo.
Es lo que hacen los amigos en un momento como este...
De hecho, a todos podría considerarlos como mis amigos...
Aunque es muy apresurado considerarlos de esa forma, sin embargo, son las únicas personas con quien he pasado gran parte de mi tiempo desde que todo esto comenzó.
— Eres de lo peor — Le digo sarcásticamente mientras voy hacía la entrada.
— Tan solo digo la verdad — Insiste en molestarme y libera una risa sutil.
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Las gotas de agua que salen de la llave de la ducha empapan todo mi cuerpo.
Extrañaba esta agradable sensación del agua caliente recorriendo por todo mi cuerpo.
Mi cabello está húmedo y se siente muy agradable.
Luego de ingresar a la gran mansión acompañado de Kohta, fui recibido por los empleados de la familia Takagi, además de Shisuka y por supuesto la chica sabelotodo de cabello rosa que tan solo me observaba sin decirme nada.
Con mucha amabilidad me permitieron utilizar su baño para poder asearme sin ser molestado. Además tuvieron la gentilieza de entregarme ropa limpia para cambiar mi uniforme de la escuela que estaba muy maltratada con manchas de sangre y pequeños cortes en la tela.
Cierro la llave del agua y salgo de la ducha.
Todos los vidrios y espejos están empañados, es un baño bastante sencillo con un retrete, una ducha y un lavabo.
Con mi mano, trato de despejar el vapor del espejo para poder mirarme en él.
"(...)¿Acaso no lo ves? , ¡Lo tienes todo y aún así decides vivir como un idiota!(...)"
— ¿Por qué?, ¿Por qué tengo que recordar a Mamá justo ahora?...sal, sal de mi mente.
Llevo mis manos a la cabeza como si quisiera comprimirla con mis dedos.
— Ya no quiero seguir así...váyanse... váyanse — Inhalo y exhalo para intentar tranquilizarme.
Lentamente, sostengo una toalla y seco mi cuerpo como lo hago habitualmente.
Veo que en la perchera está mi nueva ropa: Unos pantalones negros y una polera de color verde petróleo, además de ropa interior, mis nudilleras y mi cuchillo en su funda que no entregué por obvias razones.
Mientras me visto, observo el cuchillo con detención.
No puedo evitar recordar cuando la compré por primera vez, ahora que lo veo en retrospectiva: Es increíble que haya decidido comprarla sin estar completamente lúcido, estaba bajo los efectos de las drogas, y el vendedor de la tienda clandestina tan solo quería su dinero y sin pudor me la vendió.
No recuerdo para qué decidí comprarla, ¿Tal vez fue para quitarme la vida?, o ¿Acaso quería utilizarla para matar a mis padres?.
Ambas opciones me aterran de tan solo considerarlo. Pero recuerdo que aquella tarde fui a casa y dormí una larga siesta.
Al despertar, el cuchillo estaba en mi escritorio, pensé en que debía usarla en caso de que no pudiera defenderme con mis nudilleras.
Es una historia muy boba, pero le he tomado cierto cariño.
Con mi cabello húmedo y mis armas en sus respectivas posiciones, decido abrir la puerta y salir del baño, con la sensación de limpieza en mi cuerpo e ignorando totalmente que el mundo se cae a pedazos.
— Te has demorado bastante allí adentro — Veo a Takagi en frente de mí y con una expresión de enojo en su rostro.
— Lo siento, tenía mucho en que pensar — Bajo la mirada con incomodidad.
— Ten, esto es para tí — Me entrega un refresco de naranja en lata.
La recibo mientras que en sus mejillas dejan ver un suave rubor en ellas.
— Gracias, ¿A qué debo tanta amabilidad? — La abro sin inconvenientes.
— No seas idiota, ya deberías saberlo...— Mira por los pasillos asegurándose de que nadie esté cerca — Eso fue por salvarme...
Bebo un sorbo y me dispongo a hablar:
— No recuerdo haberte salvado, tuviste el valor de enfrentarte a uno de ellos con ese taladro en la escuela. Admito que sentí náuseas, pero todo fue gracias a tu valentía.
Takagi me mira furiosa, la verdad es una expresión digna de una chica "Tsundere".
— ¡Claro que yo misma me defendí idiota!...pero no es por eso por la que te estoy agradecida...
Desvía su mirada con vergüenza.
En tanto, busco en mi cabeza alguna situación en la cual le haya salvado la vida, pero no la encuentro, solo sé que quien ha estado para ella es Hirano.
— Lo siento, sigo sin entender, no recuerdo haberte salvado...
— ¡¿Acaso ya lo olvidaste?!, por todos los cielos, ¡No eres más que un idiota! — La veo cada vez más furiosa.
— ¡Sí!, ¡Soy un idiota!, ¡¿Eres felíz ahora?!, ¡Lo siento pero no lo recuerdo, créeme que no recuerdo haberte auxiliado en éstos últimos días que hemos estado juntos! — Bebo otro sorbo con hastío.
Pero al verla, su expresión es de confusión acompañado de una leve tristeza:
— ¿De verdad que ya no lo recuerdas?
Libero un suave suspiro, algo me dice que por alguna razón herí sus sentimientos:
— Soy un idiota, ¿Lo recuerdas?, mi cabeza no ha estado muy bien desde hace años y suelo olvidar cosas.
— Lo haré, te lo diré — Con resignación se aleja de mí y me invita a sentarme a su lado en el piso, apoyado en la pared.
La seguí con normalidad.
Al estar a su lado, Takagi se acerca más a mi cuerpo, tanto que nuestros hombros están a una distancia milimétrica entre sí.
Esto es algo que habriamos hecho en la escuela si fuéramos amigos.
— Yo estaba en primer año — Comienza a narrar — Fue cerca del Otoño. Estaba en mi casillero, pero no me sentía tranquila, pues tenía que lidiar con un grupo de cuatro chicos de tercer año, ellos me acosaban, podía sentir sus miradas lascivas tras de mí cuando estaba en aquel lugar. Tenía miedo, quería gritar pero no podía, ellos solían estar lo suficientemente lejos y a la vez tan cerca como para hacerme sentir incómoda(...)
Bebo un poco de mi bebida mientras escucho con atención cada palabra.
—(...)Pero un día, apareciste, de un segundo a otro ellos me dejaron a un lado, y ahí fui cuando te vi: Eras tú enfrentándote a cuatro estudiantes mayores, hubo un gran alboroto por los pasillos, vi como con coraje decidiste enfrentarte con tus puños a medida que recibías una gran paliza. En ese momento me sentí segura, estaba mucho más tranquila, luego de eso, ellos jamás volvieron a molestarme...y todo fue gracias a tí.
Respira profundamente antes de continuar:
— Como todos en la escuela, había oído los rumores de que eras un delincuente, un acosador y una mala influencia para los demás. Jamás pude agradecerte por lo que hiciste por mí, fue algo casi irreal que siempre tuve dudas de quién eras realmente.
Con su rostro cada vez más roja, baja un tanto la mirada.
Por mi parte, no pude evitar soltar una carcajada.
— ¿Lo dices en serio? — Mi risotada resuena por el pasillo de la gran mansión — Creo que estás confundida, ¿Y así te dices ser una genio?
Tengo un ligero ardor en mis abdominales por reírme.
Hace bastante tiempo que no lo hacía.
— ¡¿DE QUÉ ESTAS HABLANDO?! — Takagi se pone de pie — ¡Eres un idiota!
— Lamento desilusionarte, pero todo fue un mal entendido, permíteme explicarte: Solía tener problemas con los chicos de tercer grado, no les agradaba en lo absoluto. Recuerdo aquella época, era Otoño y me buscaban sin descanso por los corredores de la escuela, habíamos tenido ciertas peleas, así que buscaban su revancha.
Bebo otro sorbo para refrescar mis labios y mi garganta.
— En aquella jornada fui atacado por sorpresa mientras caminaba por ese lugar, no tuve oportunidad de defenderme, eran cuatro contra uno, y perdí sin apelación alguna.
— Pero.. pero...¡Ellos me desnudaban con sus miradas!, ¡Eran unos cerdos!, ¿Cómo explicas que se hayan marchado después de ese día? — La veo exasperada mientras me señala con su dedo índice.
— Por que ellos tuvieron su revancha, ya no necesitaban estar allí. Vamos Takagi, es lógico.
Resignada, vuelve a sentarse a mi lado, pero esta vez su expresión denota incomodidad.
Bebo un poco más y vuelvo a hablar:
— ¿Sabes? — Desvío la mirada hacía el otro lado y con algo de timidez — Me hubiera gustado haberte conocido antes Takagi...no suelo ser tan abierto con éstas cosas, pero...eres de mi tipo...
Mis manos tiemblan ligeramente al comentarle sobre esto.
No sé por qué lo hago, es como si algo dentro de mí necesitara decir éstas cosas que jamás le dije a nadie.
Me siento un poco expuesto al revelarlo ante Takagi.
— ¿Qué quieres decir? — Su voz está un tanto temblorosa.
Con mi cara totalmente roja, tomo el valor para terminar con mi idea de una vez por todas:
— Eres...eres el tipo de chica que me atraen, eres bella, lista y tienes una actitud extremadamente insoportable, pero al pasar el tiempo se convierte en algo un tanto...adorable.
— ¡¿Qué clase de cumplidos son esos?!, ¡¿Cómo que una actitud insoportable?! — Toma de mi brazo con una de sus manos, como si quisiera retenerme aquí y golpearme — De verdad que eres un idiota.
Sonrió seriamente al esucharla hablar.
— No somos tan diferentes después de todo, al conocerte un poco más, creo que somos muy similares en muchos aspectos.
— Creo que tienes razón — Comenta sin titubear y sin soltar de mi brazo.
Hay un breve y agradable silencio entre nosotros.
— Oye (Y/N)... — Oigo como el tono de su voz se vuelve más tímido — ¿Crees que habría un posibilidad de que tú y yo podamos estar juntos alguna vez cuando todo regrese a la normalidad?
— No creo que sea lo correcto — Respondo con firmeza.
— !¿Qué?! — Suelta de mi brazo —¡¿Pero acabas de decirme que...?!
— No puedo hacerlo, por que no soy digno de ti — Solo hay un nombre que se me viene a la cabeza — Hirano es quien debería ocupar ese lugar.
— ¿Hirano?, ¿No puedes estar hablando en serio?
— Piénsalo, ¿Quién te salvó de ellos en la escuela?, ¿Quién estuvo contigo para protegerte y mantenerte con viva?. Yo no soy el hombre que necesitas Takagi, ese rol le pertenece a él.
Takagi se toma mi propuesta en serio, tiene una actitud bastante pensativa.
— Debería considerarlo un poco mejor —Muestra una actitud confiada y casi soberbia — Pero no creas que he renunciado a tí, no me quedaré atrás, Saeko y Shisuka tienen una nueva rival a vencer.
— ¿Qué? — Muestro una sonrisa incómoda.
— Sé que las dos se han fijado en tí: Te vi abrazada a Busujima cuando entraste aquí; Y vi como acariciabas a esa torpe enfermera en el sofá la otra noche.
— ¿Entonces eso significa que estabas despierta? — La miro de forma sugerente ante la idea de que nos estuvo espiando en aquella casa con armas en su interior.
— Eh.. este...yo...puede ser... — Se ha delatado a si misma.
No puede evitar actuar como toda una "Tsundere".
Libero otra sutil carcajada.
Con mis dedos sosteniendo el envase de refresco, me animo a levantarme y le ofrezco la bebida:
— Ten, no me la he terminado.
— ¡No pienso beber eso! — Sigue sentada en el piso del pasillo — Además...eso sería como un beso indirecto...¿No lo crees?
Su cuerpo denota nerviosismo al pensar en ello.
— Lo sé, pero no me importa, Saeko y Shisuka están en ventaja, consideralo como un regalo de mi parte.
Esto es nuevo para mí, esto es lo más cerca a ligar que he tenido en toda mi corta vida y agitada vida.
— ¡Ya lo verás!, algún día recibirás un beso real de mi parte — Se muestra confiada.
— Esperaré ese día, te deseo mucha suerte.
Camino por los pasillos alejándome de Takagi lentamente, como si fuera una salida triunfal.
— ¡Espera! — Su voz detiene mi marcha.
Volteo para observarla.
— ¿Qué ocurre?
— Quiero que me llames por mi nombre, Saya, a partir de ahora.
Algo que jamás comprendí de la sociedad japonesa, es la de referirse al otro por su apellido. Una regla muy molesta para mí, pero aún así la seguía de mala manera, pues acostumbro a llamar a las personas por sus respectivos nombres.
Por suerte, todos me llaman por mi primer nombre, y nadie por el apellido de mi padre.
— Lo haré Saya, pierde cuidado.
Con mi cabeza centrada, prosigo mi andar y esta vez no miraré hacía atrás.
Me divertí mucho con ella, fui una persona totalmente diferente a su lado.
Una parte de mí floreció, creo que jamás tuve una charla de tal índole con una chica.
Creo que siempre hay una primera vez para todo.
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