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Capítulo 1

"¡No eres más que un cobarde (Y/N)!, eres incapaz de afrontar tus responsabilidades como un hombre"


Mierda...

¿Por qué tuve que recordar eso ahora?

Esa discusión, esa horrible discusión todavía sigue en mi cabeza.

Las palabras de mi padre, aún me duelen.

Si me viera ahora, escondido en un casillero, seguramente estaría muy avergonzado de mí por no haber defendido a esas chicas mientras tenía la oportunidad de hacerlo.

Tengo algunas armas que me hubieran servido para defenderlas.

Pero...

¿Habría valido la pena salvar a dos personas, que no significaban nada para mí?

Confieso que ver morir a alguien, y más de esa forma, es poco agradable a la vista.

En otra ocasión, tal vez habría hecho algo para defenderlas.

Pero ya he vivido las consecuencias de meterme en lo que no me incumbe.

¿Qué debo hacer ahora para asegurar mi propia vida?

Afuera de mi casillero, los estudiantes siguen dando vueltas dentro del salón, y no parecen que quieran marcharse.

Todavía puedo oír gritos a lo lejos.

Mi corazón no deja de latir.

Mis piernas tiemblan cada vez que tengo la intención de salir.

Para el colmo, creo que se me está agotando el aire aquí dentro. El espacio es bastante estrecho como para continuar en éstas condiciones.

Llevo las manos a mis bolsillos y acoplo mis nudillos a las nudilleras de acero.

Jamás voy a ningún lado sin ellas.

Las armas se han vuelto prácticamente como una extensión de mi cuerpo.

Con mis pies inquietos, y con la falta de aire aumentando cada vez más, me armé de valor y abrí la puerta del casillero con fuerza.

Los chicos parecieron mirarme con las miradas un poco desorientadas.

Dos, se abalanzaron contra mí.

Sin pensar en las consecuencias y con la adrenalina en mi sangre, los golpeé con fuerza en sus rostros antes de que pudieran tocarme.

La fuerza sobre ellos les hizo volar y caer a dos metros delante de mí, impactando contra algunos pupitres.

Pero a medida que los otros cinco se acercaban lentamente, los dos que estaban en el piso se levantaban sin inconvenientes.

— ¿Cómo pueden levantarse tan rápido? — Me pregunto con nerviosismo — Un golpe de esos noquearía a cualquiera. Creo que tendré que jugar más rudo.

Uno de ellos se acercó a mí, y con todas mis fuerzas lo golpeé en el pecho, justo en el corazón.

El golpe hizo que se cayera, pero aún así lograba ponerse de pie.

Los demás, en tanto, se acercan con lentitud, así que tomo la iniciativa y los golpeo para salir de aquí.

A medida que los golpeaba, me doy cuenta que ingresan cada vez más estudiantes con extrañas apariencias.

No parecen estar vivos, es como si fueran muertos deambulantes.

—Tendré que actuar rápido, debo salir de aquí.

A medida que el salón se llenaba, los golpeaba lo suficiente como para despejar el camino, y así hacerme paso entre ellos hasta llegar al pasillo.

Corro lo más rápido que pueda, con los músculos agotados y con gran fatiga.

Tendré que descansar, si es que quiero salir de aquí con vida ¿Pero dónde debo ir?

No tengo mucho tiempo para pensar, a medida que avanzo, más estudiantes parecen ser convertidos en muertos vivientes que intentan interceptarme.

Luego de tanto correr y de golpear, encuentro una puerta a unos cuantos pasos que me es muy familiar: El cuarto de la limpieza.

Ingreso allí y me encierro como un cobarde en este cuarto oscuro, acompañado de artículos de aseo como escobas, trapeadores y cubos con olores a suciedad.

Mi corazón late muy rápido, y mis pulmones intentan recuperarse.

Otra vez...

Otra vez, estoy encerrado, luchando por mi supervivencia de la forma más cobarde que existe.

¿Qué debo hacer ahora?

Cierro los ojos mientras presto atención a los gritos de auxilio que hay afuera.

——————————————————————————————————————————————————————

Abro los ojos de golpe.

Todo está oscuro, solo hay silencio.

— Creo que me quedé dormido — Toco todo lo que hay alrededor con signos de somnolencia — Cierto, me escondí en el cuarto de la limpieza.

Respiro profundamente para ordenar mis ideas.

¿Estoy haciendo lo correcto?, ¿Ocultarme?, ¿Refugiarme?.

Una vez más, las palabras de mi padre me invaden por completo:

No eres más que un cobarde (Y/N)!, eres incapaz de afrontar tus responsabilidades como un hombre"


Aún recuerdo lo que le dije aquella vez:

¡¿Crees saber todo de mí eh?!, ¡No sabes nada!, ¡Vuelve a llamarme cobarde y te golpearé!


Pensar que amenacé a mi padre con golpearlo.

He sido un total cobarde, !Mirenme!, me he escondido dos veces, y en una ocasión fui incapaz de proteger a esas chicas que pedían clemencia por sus vidas.

La ira y la frustración me consumen, me arde la idea de que mi padre tuviera razón acerca de mí.

Es lo que más odio.

"¡AAAAAAH!"

Paralizado, oigo el grito de una chica bastante lejos de mí.

Parece ser en el swgundo piso.

La imagen en mi memoria de las chicas siendo devoradas me consume.

Puedo hacerlo, puedo redimirme.

— Padre, te demostraré que no soy un cobarde — Mi respiración es algo pesada.

Con la adrenalina circulando por mis venas, salgo con toda prisa de este estrecho y oscuro lugar en auxilio de esa chica.

Mientras corro por los pasillos y bajo por las escaleras me doy cuenta que ya es de tarde, y que además no hay estudiantes en la zona.

— ¡Takagi! — Oigo la voz de un chico mientras me acerco al segundo piso.

Esto me da a entender que hay dos personas en apuro.

— Eso fue cerca del salón de maestros — Comento en un monólogo interno.

Corro con toda prisa, con mis nudilleras de acero listas para actuar.

— Ya estoy cerca, aguanten un poco más.

Exijo a mis piernas un poco más de esfuerzo, sé que no se han recuperado del todo, mi condición física no es la mejor, pero iré sin importar nada.

—¡Aléjate!, ¡Aléjate!(...) – La voz de la chica se oye más cerca a medida que avanzo.

—(...)¡Aléjate de mí! — Oigo su voz con más claridad.

Solo...

Un poco más...unos pasos más.

— ¡NO TE ACERQUES!

Al llegar al lugar de la voz, cuando creí que podría ser de utilidad, vi algo que me resultó escalofriante.

Una chica de cabello rosa, sujetaba un taladro y atacó a una de esas cosas en la cabeza.

La sangre salpicaba por todos lados. Era una escena horrible, creí que las películas de temática gore eran horribles, pero en carne propia me causaron náuseas.

Aunque eso no era todo.

La chica tenía una expresión sollozante, evitaba mirar lo que hacía. Sus palabras llenas de tristeza y desesperación calaron hondo en mí:

— ¡Estoy harta de esas cosas!, ¡Quiero a mi mamá!

Lamentablemente, no había tiempo para sentir lástima por esa chica.

Sin que me diera cuenta oigo a alguien hablar detrás de mí:

—Tomaré el de la derecha — Parece ser la voz de una chica.

— Rei... — Un chico da una orden a la chica que habló.

— Tomaré el de la izquierda — Otra chica responde.

Al voltear, observo como dos chicas y un chico acaban sin problemas a algunos estudiantes que estaban cerca de nuestra posición.

Al terminar, la sangre estaba desparramada por todo el lugar. El olor inconfundible de la muerte emana de esos cuerpos ya podridos en su interior.

Sin embargo, no dejo de ver a la chica de cabello rosa, que luce shockeada en el piso ante su reciente actuar con el taladro eléctrico. Por sus gestos, deduzco que es la primera vez que ha matado a alguien.

Sin pensarlo dos veces me acerco a ella para intentar consolarla.

— Takagi, ¿Estás bien? — Una mujer adulta y de cabello rubio se me adelanta junto a una de las chicas que luchó contra esas cosas.

— Espera...yo la conozco — Susurro al reconocer esa cabellera rubia.

—Rei... — Susurra la chica afectada.

Doy unos pasos hacía atrás con la intención de alejarme, pero al voltear vi como el chico que también luchó contra los zombies cerraba una puerta que daba justo a la salida.

— Ya conoces a la Enfermera Marikawa, ¿Verdad? — Una chica de cabello largo y de color morado se le acerca al chico.

Desde mi posición no puedo ver con claridad su rostro.

Sé que la he visto antes.

— Yo soy Busujima Saeko de la clase 3-A — Responde la misma chica.

¡Claro!, ya había oído hablar de ella antes.

— Soy Komuro Takashi, de la clase 2-B — El otro chico se presenta.

— Busujima Sempai, eres la ganadora del campeonato nacional del año pasado .¿Verdad? — Una suave voz se suma a la conversación, parece ser de la otra chica — Soy del club de artes marciales con lanza, Rei Miyamoto.

— Ah, bueno — Un chico, de contextura robusta intenta  sumarse también  — me...me llamo Hirano Kohta de la clase 2-B.

— Gusto en conocerlos a todos — Busujima muestra una gran sonrisa.

— ¿Por qué  demonios actúan todos como si fueran amigos? — Takagi, la chica de cabello rosa se pone de pie un tanto enfurecida  — ¿Cómo que Sempai?, ¡Rei, tu repetiste el maldito año así que tienen la misma edad!

— ¿De que estás hablando? — El chico llamado  Takashi intenta comprender la situación.

— ¡NO ME TRATES COMO SI FUERA UNA ESTÚPIDA!, ¡SOY UNA GENIO! — La expresión  de Takagi  me molesta un poco la verdad — ¡No perderé con nadie si soy tratada de esa forma!(...)

Que patética...

— (...)Yo soy... yo soy...

— Está  bien, es suficiente — Busujima toma del hombro de Takagi para consolarla.

Lentamente, Busujima le hace ver a Takagi su estado al mostrarla en el reflejo del aparador de trofeos.

— Mi ropa...está toda sucia — Su tono de voz cambió rápidamente a uno más suave — Necesitaré que Mamá la lleve  a la tintorería.

Takashi que parece tener una relación más o menos cercana con Takagi se acerca a ella y la mira a través del reflejo.

En un gesto inesperado, la chica de cabello rosa llora abrazada a Busujima quien no duda en calmarla.

Ambas se inclinan hasta la altura del suelo.

Sus sollozos resuenan en el amplio espacio que nos entrega el corredor.

Es una escena bastante triste, pero aún así mis sentidos se encuentran en alerta en caso de que esas cosas aparezcan de nuevo.

Sin embargo, a nadie se les cruzo esa idea por la cabeza, todos los presentes la miran llorar como si fuera una catarsis de su propio dolor.

Lentamente intento alejarme, pero soy interrumpido por una persona muy familiar:

— ¡(Y/N)! — La Enfermera Marikawa, una mujer rubia, alta, y de grandes pechos corre con alegría al verme.

Inesperadamente, ella me abraza, pero para mi incomodidad, mi cara está aplastada en sus pechos.

— También me da gusto de verla — Me muevo para liberarme y así poder respirar.

Al separarme, noto que los demás estudiantes me miran con recelo.

Esas miradas...

Ya las he visto antes...

Todos me conocen, han oído hablar de mí. Para ellos no soy más que un chico problemático.

Soy un paria.

Eso ya lo sé.

— Les presento a ¡(Y/N)! — Interrumpe la enfermera Marikawa este incómodo momento — Es del salón 3-B.

Hay un silencio entre todos.

Hasta que...

Busujima parece responder:

— Mucho gusto en conocerte (Y/N), es la primera vez que nos presentamos, soy Saeko Busujima, pero puedes llamarme Saeko, al fin y al cabo tenemos la misma edad.

Me sorprendo ligeramente por su excelente disposición conmigo.

— Mucho gusto, soy Rei Miyamoto.

— ¿Qué tal?, soy Hirano Kohta.

— Es un placer conocerte, soy Takashi Komuro.

— Hola, soy Takagi Saya.

Fueron las palabras de los demás.

— Vengan, es peligroso estar aquí  — Saeko nos invita a ingresar al salón de maestros.

— ¿No deberíamos salir al exterior? — Pregunto.

— Lo haremos, pero primero necesitaremos las llaves de mi vehículo — Responde la Enfermera Marikawa con cierta alegría.

Todos ingresamos al salón de maestros sin inconvenientes.

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Mientras el color anaranjado del cielo cubría la tarde, todos estamos ya adentro del salón de maestros.

Contemplo desde mi asiento a mis nuevos compañeros de supervivencia:

Takagi, acompañada de Hirano, fue a lavarse el rostro en el lavamanos disponible.

Takashi está sentado en el piso mientras que Rei le ofrece una botella con agua.

En tanto la Enfermera Marikawa y Saeko están sentadas en unas sillas al igual que yo.

Miro mi uniforme y me percato de que tengo manchas de sangre.

Takagi, con lentes ópticos, prende el televisor con un control remoto y baja el volumen al mínimo.

— ¿Señorita Marikawa?, ¿Dónde está la llave de su auto? — Takashi le pregunta a la única adulta aquí.

— ¡Oh!, está en mi bolso — La mujer responde mientras las busca.

— ¿Su auto será capaz de llevarnos a todos? —Saeko realiza la pregunta

— Ahora que lo dices... — La señorita Marikawa  parece percatarse de que su vehículo no podrá transportarnos a todos.

— ¿Qué  hay del autobús designando para los deportes? — Propongo — La llave para eso está en aquella pared.

Señalo con mi dedo al muro en donde se encuentran muchas llaves.

—Puedo ver el autobús — Hirano abre con sus dedos la persiana y logra ver el vehículo.

— Siempre fuiste muy observador (Y/N) — La señorita Marikawa trata de halagarme — Es una buena idea, pero, ¿A dónde vamos?

— Tenemos que ir a ver a nuestras familias — Takashi parece tener un plan  en mente — Empezaremos con la casa más cercana y ayudaremos a nuestros familiares si es que están en problemas, luego de eso, buscaremos un lugar seguro.

— ¿Qué  pasa? — Takagi observa el televisor que está en silencio.

— ¿Qué diablos es eso? — Rei observa también las imágenes de la televisión.

Saeko toma el control remoto y aumenta los decibeles del televisor.

"Disturbios están ocurriendo en todas partes y nuestro gobierno ha comenzado a tomar medidas defensivas de emergencia. Sin embargo los políticos están dudando de la capaciad de las fuerzas especiales para(...)"

— ¿Disturbios?, ¿Qué disturbios? — Takashi pregunta con impaciencia.

En ello, Saeko cambia el canal para averiguar más.

"El número de muertes en la prefectura de Saitama ya supera los 10.000, el gobernador de la prefectura ha declarado el estado de emergencia"

Inesperadamente, la mujer que narraba esa noticia desde las calles, acompañada de la policía se ve interrumpida por el ruido de una bala.

El camarografo enfoca lo que está ocurriendo.

En ella se ve como dos cuerpos que están en camillas de la ambulancia han comenzado a moverse.

"No, no, Aléjate...Ayúdenme...AAAAAHHHG"

Sus gritos suenan desgarradores

La cámara parece haber caído de golpe.

Sonidos de balas se escuchan, al igual que los gritos de la presentadora.

De un segundo a otro, la transmisión se corta y la estática aparece.

Todos nos quedamos helados al ver por televisión lo que estaba ocurriendo allí afuera.

Mis manos tiemblan de pensar en lo que está ocurriendo en éste país.

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