❛ 001 ─ the sun and the moon ❜
〝 Oldtown 〞
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Antes de la coronacion de aegon ii targaryen.
Rhaenyra sostenía las manos de su hija mayor, sintiendo la tensión en su postura. Rhaelys apretaba los labios, luchando por no mostrar el desagrado que bullía en su interior.
──Es injusto, madre.── dijo Rhaelys, su voz impregnada de una molestia que no podía contener.──No me voy a casar con Daeron.──Sus palabras fueron tajantes, pero su tono dejaba entrever un rastro de impotencia.
Rhaenyra mantuvo la calma, aunque sentía el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Sus ojos, cargados de preocupación, se encontraron con los de su hija.
──Entiendo tu enojo, Rhaelys.── respondió con una suavidad que contradecía la firmeza de su postura.──Pero este compromiso aliviará la situación que ambas familias estamos atravesando.── Su pulgar acarició la mano de la joven en un gesto maternal, intentando mitigar la dureza de sus palabras.──Sabes perfectamente cuánto necesitamos esta ayuda.
Rhaelys apartó la mirada, un destello de rebeldía brillando en sus ojos. La soltura de sus manos era un indicio claro de su creciente incomodidad, y sin decir más, se apartó unos pasos, buscando distancia. El suspiro de Rhaenyra resonó en la habitación, lleno de resignación.
──Bien.── dijo finalmente, su voz teñida de cansancio ante la actitud inflexible de su hija.──Entonces al menos elegirías a un pretendiente.──La propuesta no era tanto una oferta como una súplica disfrazada.──Irás a Oldtown y conocerás a tus pretendientes. Si ninguno te agrada, tendrás la oportunidad de conocer un poco al príncipe Daeron.
Las palabras de Rhaenyra apenas hicieron mella en la joven, que frunció el ceño en señal de desafío.
──Bien, haz lo que quieras, madre.── replicó Rhaelys con frustración.──La verdad es que últimamente ya no me importa nada.
La tensión entre ambas era palpable, un choque de voluntades en un mar de silencio. Rhaelys lanzó una última mirada severa a su madre antes de salir del lugar, dejando tras de sí un eco de desasosiego. Rhaenyra la observó irse, sintiendo cómo se le cerraba el corazón un poco más.
Durante el viaje a Oldtown, Rhaelys apenas mostró interés en su entorno. El paisaje pasaba ante sus ojos como una mancha borrosa, y cualquier intento de conversación con Ser Finan, su guardián protector, era superficial y breve. No podía sacudirse la sensación de estar atrapada en una red de expectativas ajenas.
Finalmente, cuando llegaron a Oldtown, Rhaelys no perdió tiempo en dar órdenes. Su tono era frío y distante, más propio de una reina que de una princesa.
──Informad a los pretendientes que se presenten mañana.── dijo con determinación.──No quiero que este asunto se alargue más de lo necesario.
La impaciencia de la princesa era evidente; no deseaba pasar más tiempo en ese lugar del que consideraba absolutamente necesario.
Los rostros desconocidos que la rodeaban le producían una sensación de vacío. Atrapada en sus propios pensamientos, Rhaelys decidió pasar el primer día enclaustrada en sus aposentos, una fortaleza privada donde podía escapar, aunque fuera momentáneamente, de las intrigas que la rodeaban.
Cuando finalmente llegó el día de conocer a los pretendientes, Rhaelys los observaba con una expresión que no dejaba espacio a la duda, estaba aburrida. Sentada en su lugar, su postura era rígida, y sus ojos, siempre atentos, se posaban con una mezcla de indiferencia y desdén sobre cada uno de los hombres que se presentaban ante ella.
Uno de ellos, un Lannister joven, no paraba de hablar sobre la lealtad de su casa y su ilustre linaje.
──Mi casa es una de las más leales al Trono.──decía, su voz segura ocultando su inseguridad.
Pero Rhaelys lo interrumpió bruscamente, cansada de la monotonía de sus palabras.
──Y dígame, lord.── dijo ella, su tono firme y cortante.──¿Qué haría usted por mí? Por lo que escucho, lo único que ha dicho es cómo su casa es leal y toda esa estupidez, pero ¿y usted? ¿Qué tiene usted para ofrecerme?.── Su mirada penetrante lo hizo vacilar, y el joven se quedó sin palabras, su rostro enrojeciendo de vergüenza.
Rhaelys no se molestó en esperar una respuesta. Con un gesto rápido de su mano, llamó a su guardián.
──El siguiente.── ordenó finan con firmeza.──Lord Benjicot Blackwood.
Mientras el joven Lannister se retiraba con la cabeza baja, Rhaelys rodó los ojos, ya cansada de los juegos de cortejo. Miró distraídamente hacia sus anillos, haciendo girar uno de ellos en su dedo mientras el siguiente pretendiente se acercaba.
──Mi princesa.──dijo Lord Benjicot, inclinándose ante ella con una reverencia cortés.──Soy Lord Benjicot Blackwood.── Esperó, expectante, a que la princesa le prestara atención, pero Rhaelys continuaba mirando sus anillos con aire ausente.
El silencio prolongado lo puso incómodo, sobre todo cuando escuchó las risitas sofocadas de algunos lores que estaban detrás de él. Sintiendo la presión, tomó aire y decidió continuar.
──La casa Blackwood siempre ha tenido la tradición de apoyar a la casa Targaryen.── comenzó, con una voz que intentaba ser segura.──Si me elige como su prometido, le prometo que la protegeré de cualquier daño.
Rhaelys no pudo evitar sonreír con ironía ante sus palabras.
──¿Con que?¿cuervos?.── murmuró por lo bajo, apenas audible, pero lo suficiente para que Lord Benjicot se sintiera aún más incómodo.
Desde un rincón de la sala, Lord Bracken intervino con una burla.
──Ella tiene un dragón, niño.──dijo con desprecio, provocando carcajadas entre los demás lores.
Rhaelys se unió a las risas, aunque las suyas eran más suaves, menos malintencionadas.
──Podría llegar a agradarme,lord Benjicot.──dijo Rhaelys finalmente, con una leve sonrisa que no alcanzaba sus ojos.
La incomodidad de Benjicot era evidente, pero trató de mantenerse firme.
──Soy consciente de que usted tiene un dragón.── continuó, ignorando las burlas de los otros lores.──pero aun así juro lealtad y arriesgaría mi vida por usted, mi princesa. Sus días no serán aburridos, sino alegres, y también prometo hacerla sentir cómoda, sin la necesidad... de hacerla sentir incómoda.── Sus últimas palabras estaban cargadas de un significado que dirigió hacia Lord Bracken con una mirada intensa.
Bracken, molesto, replicó con una voz grave.
──¿Por qué me miras así, niño? No eres nadie para desafiarme.
Rhaelys, sintiendo que el encuentro había durado más de lo necesario, se levantó de su asiento con un aire de decisión.
──Nos vamos.──dijo con autoridad, mientras sus guardianes se apresuraban a seguirla.
Su guardián sir finan,la detuvo con preocupación.
──Pero aún faltan más lores, mi princesa. Su madre no estará muy contenta con su decisión.
Rhaelys se detuvo a mitad del camino y giró sobre sus talones para enfrentar a su interlocutor.
──Bien.──dijo tras una pausa calculada.──Nos iremos mañana, al menos para disimular que les di una segunda oportunidad a estos lores.
Sin esperar respuesta, continuó caminando, su mente ya lejos de la situación que acababa de abandonar.
──¿Pero entonces a dónde pretende ir? ¿La acompaño?.──Preguntó Finan, acelerando el paso para alcanzarla.
Rhaelys ni siquiera lo miró mientras respondía.
──Iré a volar.──dijo, su voz firme pero distante.──Mi dragón necesita tomar un poco de aire. Desde que llegué ha estado encerrado en una fosa, solo, y apenas conoce al dragón de Daeron.──Sin más palabras, se dirigió hacia las puertas del salón, dejando atrás a sus pretendientes y guardianes.
Al salir, Rhaelys inhaló profundamente, dejando que el aire fresco del jardín llenara sus pulmones. Al menos, pensó, este lugar tiene hermosos jardines. Caminó lentamente, disfrutando del silencio, lejos de las expectativas y de las voces que la rodeaban en el salón.
De repente, su mirada se desvió hacia un lado, captando la figura de un hombre que se encontraba en el jardín. A primera vista, Rhaelys asumió que se trataba de otro pretendiente, pero algo en su porte y en su vestimenta lo distinguía de los demás. Vestía un traje verde, bordado con símbolos que Rhaelys reconoció inmediatamente: era un Hightower.
El hombre sintió la mirada fija de Rhaelys sobre él, una presencia imponente que no podía ignorar. Al percibir la atención de la princesa, sus labios se curvaron en una leve sonrisa, un gesto cargado de respeto y, quizás, algo más. Sin vacilar, comenzó a caminar hacia ella, sus pasos firmes pero medidos, como si no quisiera perturbar la calma del jardín.
──Princesa Rhaelys.── dijo al llegar a su lado, su voz impregnada de una amabilidad sincera. El tono de su saludo era elegante, carente de la exageración aduladora a la que Rhaelys estaba acostumbrada.──Es un verdadero gusto conocerla.
Rhaelys, sorprendida por la serenidad de su tono, extendió su mano para devolver el saludo de manera formal. No esperaba más que un breve apretón, un simple gesto de cortesía, pero el hombre tomó su mano con una delicadeza que la desarmó.
Inclinó la cabeza ligeramente y, con un gesto lleno de gracia, llevó la mano de la princesa a sus labios, apenas rozándola con un beso suave.
Un saludo extraño para ella, más propio de las historias de caballeros que de los encuentros políticos a los que estaba acostumbrada. Sin embargo, lejos de incomodarla, le pareció un gesto agradable, algo que rompía la monotonía de su día. No pudo evitar que una ligera sonrisa se dibujara en sus labios.
──Usted debe ser el hermano de la reina Alicent.──dijo Rhaelys, tratando de mantener la compostura aunque la curiosidad la carcomía por dentro. Había oído rumores sobre él, pero nunca lo había visto en persona.──Perdóneme mi ignorancia, pero nunca llegué a conocer su nombre.
──No tiene por qué disculparse, princesa.── respondió el hombre con una calidez que la hizo sentir más a gusto.──Me llamo Gwayne Hightower.
──Un gusto, Lord Gwayne.──replicó ella, dejando que su voz adquiriera un tono ligeramente más afable. Observó a su alrededor, notando cómo el ambiente parecía haberse vuelto más acogedor.──Debo admitir que este lugar tiene hermosos jardines.
──Así es.──coincidió Gwayne, sus ojos siguiendo la dirección de la mirada de Rhaelys.──Me alegra que le hayan gustado. Siempre he pensado que los jardines de Oldtown tienen una belleza única, especialmente bajo la luz del atardecer.── Hizo una pausa, como si estuviera evaluando cómo continuar.──¿Ya conoció a mi sobrino Daeron?
Rhaelys asintió levemente, recordando el encuentro con una mezcla de indiferencia y desdén.
──Tuvimos una pequeña conversación antes de la reunión con los lores que vinieron a pedir mi mano.──explicó, sus palabras cargadas de una formalidad distante.
Gwayne la observó por un momento, sus ojos intentando descifrar lo que pasaba por la mente de la joven.
──¿Y ya eligió a alguno?.── preguntó, aunque su tono sugería que ya conocía la respuesta.
Ella negó con la cabeza, su expresión endureciéndose ligeramente.
──No, parece que los he rechazado a todos.──confesó sin un ápice de remordimiento. No había encontrado a ninguno digno de su interés, y no veía razón para ocultarlo.
Gwayne rió suavemente, su risa un sonido cálido que contrastaba con la frialdad que Rhaelys había sentido en el salón con los otros lores.
──Estoy seguro de que Daeron será un buen esposo para usted, mi princesa.── dijo, aunque su tono era menos convincente de lo que pretendía.
──Lo dudo mucho.── replicó Rhaelys, su voz cargada de ironía.──Aún es un niño. La mayoría de los lores que se presentaron eran demasiado jóvenes.── Dejó escapar una risa burlona, como si la sola idea de considerar a alguno de ellos como su esposo le resultara ridícula.
Gwayne inclinó la cabeza, reconociendo la verdad en sus palabras.
──Parece que le será difícil elegir a su prometido.── comentó, sus ojos buscando los de ella, como si intentara leer lo que realmente pensaba.
Rhaelys lo miró fijamente, permitiendo que el silencio se prolongara unos segundos antes de responder.
──Supongo que sí.── admitió, aunque su tono sugería que no era la elección lo que la preocupaba, sino el hecho de que tuviera que hacerlo en absoluto.
Gwayne asintió, comprendiendo que había tocado un tema delicado.
──Fue un placer hablar con usted, Gwayne.──dijo finalmente Rhaelys, su voz recobrando un matiz de formalidad.──Pero ahora tengo que ir a buscar a mi dragón.
──¿Va a irse tan pronto?.── preguntó Gwayne, con una curiosidad que no intentó disimular.
Parecía genuinamente interesado en su respuesta, algo que Rhaelys no esperaba de alguien que apenas conocía.
──No.── respondió ella, su tono suavizándose un poco.──Solamente voy a volar un rato.── Una pequeña sonrisa curvó sus labios, un gesto casi imperceptible que mostraba un atisbo de la verdadera Rhaelys, la que amaba la libertad y el vuelo.
Le dedicó esa pequeña sonrisa y comenzó a retirarse, su mente ya enfocada en la sensación del viento en su rostro y la liberación que le ofrecía su dragón. Sin embargo, mientras se alejaba, no pudo evitar pensar en el hombre que acababa de conocer.
Gwayne Hightower era apuesto, sí, pero había algo más en él, algo que la intrigaba profundamente. No era solo su amabilidad, sino la manera en que la había tratado, como si fuera alguien más que una simple pieza en un juego político.
Mientras caminaba, Rhaelys sintió una extraña sensación en el pecho, una especie de cosquilleo que nunca antes había experimentado.
“¿Será esto lo que llaman amor a primera vista?”
pensó, pero inmediatamente desechó la idea, reacia a creer en tales tonterías. Y aun así, la duda permaneció, como una sombra que no podía sacudirse del todo.
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Rhaelys había anunciado su partida con una decisión fría y calculada, pero en cuanto vio a Gwayne Hightower en el gran salón, algo dentro de ella cambió. La idea de marcharse se desvaneció en su mente como un susurro ahogado por el viento.
Decidió quedarse unos días más, no para profundizar su relación con Daeron, sino para descubrir más sobre el enigmático Gwayne Hightower, cuyo magnetismo la atraía como un imán irresistible.
Sabía que lo que estaba haciendo no era lo más prudente. Si su padre, Daemon, llegara a descubrir que el hermano de Alicent estaba conquistando el corazón de su hija mayor, sin duda, la furia se desataría como una tormenta implacable.
Sin embargo, la idea de desobedecerle no la asustaba, al contrario, le resultaba casi excitante. El riesgo de desafiarlo solo intensificaba su deseo.
Daemon siempre había despreciado a los Hightower, considerándolos enemigos de su casa, pero a Rhaelys no le importaba. No, lo que la guiaba ahora era una fuerza mucho más poderosa que el deber o la lealtad familiar.
Y mientras Daeron le ofrecía una despedida llena de frialdad y formalidad, Rhaelys se encontraba cada vez más fascinada por el tío del príncipe, cuyo comportamiento era el opuesto.
Había algo en Gwayne que hacía que la máscara de hielo de la princesa se derritiera. Normalmente, Rhaelys mantenía a todos a distancia, con una mirada gélida y palabras afiladas como dagas, pero con él era diferente. Sentía una calidez inesperada que la desarmaba y la volvía vulnerable.
Gwayne le sonrió con esa elegancia tranquila que parecía natural en él, y sin soltar sus manos, dijo en voz baja.
──Es una lástima que decida marcharse tan pronto, mi princesa. Su presencia ha sido un soplo de aire fresco en este lugar.
Rhaelys sintió un leve estremecimiento al notar la sinceridad en su tono.
──Lo mismo digo, Lord Gwayne.──respondió, sus ojos clavándose en los de él, buscando algo, una señal de que sus sentimientos no eran unilaterales.──Pero no pretendo quedarme aquí para siempre. Mis deberes me llaman en otro lugar.
──Entiendo.── Gwayne asintió, aunque no soltó sus manos.
Sus ojos recorrieron el rostro de Rhaelys, como si intentara grabar cada detalle en su memoria.
──Sin embargo, me atrevo a decir que este castillo no será el mismo sin usted. Algo en mí... echará de menos su presencia, princesa.
La sinceridad en su voz la tomó por sorpresa.
──¿De veras, lord?.── preguntó, su tono juguetón y desafiante. No estaba acostumbrada a que los hombres le hablaran con tanta franqueza.──Me sorprende escuchar eso, considerando que apenas hemos compartido algunas conversaciones.
Gwayne sonrió, un gesto que parecía contener tanto misterio como promesa.
──A veces, unas pocas palabras pueden decir más que un sinfín de conversaciones. Y a veces, una mirada basta para saber lo que uno necesita saber.──Su voz se hizo más suave, casi un susurro.──¿Se ha despedido ya de mi sobrino?
Rhaelys asintió, un leve rastro de desdén en sus palabras.
──Sí, lo he hecho, pero creo que le importa poco si me voy o me quedo.
Gwayne alzó una ceja, intrigado.
──Eso es una pena.── dijo, y levantó su mano para posarla suavemente en la mejilla de la princesa, su toque tan frío como un viento invernal.──Porque a mí sí me importa. Aquí notaremos su ausencia, cada rincón del castillo parecerá más vacío sin usted.
El contacto de su mano le provocó un escalofrío a Rhaelys, pero no de incomodidad, sino de un deseo profundo que había intentado reprimir.
La sonrisa que se formó en sus labios fue casi involuntaria, y la sensación que surgía en su interior era peligrosa.
“Dioses, quiero besarlo”
pensó, y sus ojos se quedaron fijos en los de él, casi desafiándolo a leer sus pensamientos.
Pero luego la realidad la golpeó como un balde de agua fría.
“Carajo, Rhaelys, contrólate”
se dijo a sí misma, pero la tentación seguía creciendo.
──Espero que algún día nos volvamos a ver.──dijo, su voz saliendo más temblorosa de lo que esperaba.
Gwayne no apartó su mano de ella, y su sonrisa se volvió más cálida, casi tierna.
──Eso espero también, mi princesa. No podría soportar la idea de no volver a verla jamás.
Rhaelys arqueó una ceja, sintiendo una chispa de desafío en su pecho.
──¿Soy yo, o parece que me está coqueteando, lord Hightower?──Su tono era juguetón, pero había un filo en su voz que indicaba que quería saber la verdad.
Él no esquivó la pregunta, su respuesta fue tan directa como su mirada.
──Tal vez.── respondió, acercando su rostro al de ella con una audacia que dejó a Rhaelys sin aliento.──Pero usted ya tiene un prometido.── murmuró, sus labios rozando suavemente la mejilla de la princesa antes de apartarse.
El corazón de Rhaelys dio un vuelco, y su rostro se sonrojó ante el contacto inesperado. Nadie la había tocado de esa manera, con tanta delicadeza pero al mismo tiempo con una firmeza que la hacía desear más.
“Maldita sea, Rhaelys, te estás enamorando de él”
se reprochó, pero ya era demasiado tarde para dar marcha atrás.
──Fue un placer conocerlo, mi lord.── dijo rápidamente, intentando recuperar su compostura mientras daba un paso atrás. No podía permitir que esto fuera más lejos, al menos no ahora.
Debia retirarse antes de que haga algo de lo que podría arrepentirse.
Gwayne la observó alejarse, pero Rhaelys sintió su mirada clavada en su espalda, quemando cada pensamiento de su mente.
── le enviare cartas, Esperó que aún sigamos en contacto, princesa.
Rhaelys asistió sin darse la vuelta, estaba demasiada nerviosa para poder pronunciar una sílaba.
Pero algo había quedado claro. Se había enamorado de Gwayne Hightower. Y si volvía a verlo, no dejaría que un simple beso en la mejilla fuera suficiente. Le devolvería ese beso, pero con una pasión que lo haría temblar.
Rhaelys lo conseguiría, de eso no había duda.
!no olviden de comentar y votar¡ se lo agradecería mucho.
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Desde ya comienzo a defender a rhaelys de sus delitos que va a cometer más adelante.
Ustedes pueden imaginarse a daeron como quieran pero yo siempre lo imaginé como tommen (mi único protegido de got)
🫦Rhaelys también paso una noche como su madre lo hizo con sir Criston, nomas que sir finan si vale la pena.
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