Capítulo 5 | Hannah
-Hannah-
No puedo dejar de pensar en Logan.
Ni siquiera cuando Steph me ha visto llegar con él. Ni siquiera cuando se ha enojado horriblemente conmigo. Ni siquiera cuando me ha dicho que no me conviene.
¡No puedo dejar de pensar en él!
No puedo dejar de darle vueltas al torbellino de emociones que me embargó en tan solo una noche a su lado. El miedo, la impotencia, la empatía, la aprehensión, el dolor, el latir desbocado de mi corazón con su cercanía, los vuelcos de mi corazón mientras charlábamos...
No puedo dejar de pensar en la curva de sus labios mientras sonreía, en su manzana de Adán subiendo y bajando mientras hablaba, en la forma en la que sus ojos se estrechaban cuando sonreía, en su mirada atenta en mí, en su voz de terciopelo, en su cabello desordenado...
Me obligo a cerrar los ojos y, aún cuando lo hago, soy capaz de verlo. Soy capaz de recordar cada detalle de nuestra conversación.
Una parte de mí; la racional, me dice que debo alejarme. Que Steph tiene razón, que Logan es malo para mí. Pero otra; mi parte soñadora e impulsiva, me grita que debo volver a verlo. Que debo seguir a su alrededor. ¿A cuál debo escuchar?, ¿Qué debo hacer?...
— ¿Hannah? —la voz de Steph me saca de mi ensimismamiento.
— ¿Si? —susurro a la nada.
—Estoy preocupada por ti. Y porque estoy preocupada, voy a contarte lo que sé, ¿de acuerdo?
Yo no respondo. Me limito a mirar un punto en el techo. La habitación está en penumbra. Sólo un par de rayos de luna se deslizan por la cortina de la ventana. —Logan va un semestre más abajo que yo —comienza y trago duro—. Cuando entró, toda chica en el maldito campus quería meterse en su cama y él lo sabía. Rápidamente, comenzó a esparcirse un rumor acerca de que él estaba compitiendo para ser campeón nacional de boxeo en su categoría. Lo cual aumentó su fama entre las chicas.
Cuando me doy cuenta, me he incorporado en el colchón de mi cama. Estoy sentada, escuchando a Steph.
—Entonces, apareció ésta chica... Su nombre es Alexandra Daddario. Logan se volvió loco por ella, y no lo culpo; era tan bonita que no había nadie en el campus que no fuera capaz de notarla. Tuvieron una relación bastante intensa, a lo que me contaron. Logan era celoso..., muy celoso. No podía soportar ver a algún chico alrededor de su novia..., no sé bien qué fue lo que pasó. Dicen que ella le fue infiel con éste otro tipo, Thomas Green, que era de su mismo curso. Logan se enteró y le puso una paliza.
Mi corazón se estruja dentro de mi pecho, pero me obligo a seguir escuchando. Necesito saber a dónde me estoy metiendo. Necesito saber porqué la gente le tiene tanto miedo.
—Thomas estuvo en coma, Hannah —su voz es un susurro, pero siento como si lo hubiese gritado dentro de mi cabeza. Todo mi cuerpo se hiela solo de pensar en Logan golpeando a otro chico con brutalidad—. Y no solo estuvo en coma..., Thomas murió. Después de tres meses en coma y dos semanas de gravedad, murió. Ella puso una orden de restricción en su contra y se mudó. ¿Entiendes?, ¿entiendes por qué me preocupo tanto?, Logan es peligroso. No está bien. Hay algo que no marcha correctamente en él, y todo mundo puede notarlo.
No puedo hablar. No puedo respirar. No puedo dejar de escuchar los latidos irregulares de mi corazón. No puedo dejar de pensar en el chico que estuvo conmigo hace no más de un par de horas. No puedo imaginarlo golpeando a alguien con tanta brutalidad. No puedo imaginarlo... No quiero imaginarlo.
—B-Buenas noches, Steph—susurro con a voz entrecortada y vuelvo a acostarme en la cama, pero no puedo dormir. No puedo conciliar el sueño.
~*~
No puedo dejar de pensar en qué es lo que haré. He estado toda la semana intentando decidir qué es lo mejor. No puedo dejar de darle vueltas a todo lo que Steph me dijo acerca del pasado de Logan, y al mismo tiempo no quiero juzgarlo por ello.
Lo he visto varias veces en el transcurso de la semana, pero actúa como si no me conociera en lo absoluto. Es extraño comparar las diferentes versiones de Logan que he tenido a lo largo del poco tiempo que llevo conociéndolo. El Logan caballeroso que se detuvo a mitad de la noche, en medio de una tormenta sólo para ayudarme; el Logan imbécil que fue segundos después de haberme ayudado; el Logan arrogante de la cafetería, el Logan violento del inicio de nuestra cita, el Logan dulce y amable, y finalmente, el Logan indiferente que camina por el campus sin siquiera mirarme. ¿Cuáles son parte del Logan real?, ¿Cuáles son parte de la máscara que utiliza con el mundo?...
Estoy abrumada y confundida. No creo que ir a su pelea sea lo mejor, pero tampoco quiero dejarlo plantado.
"No espera a que vayas a verle pelear, realmente. Si le interesara que fueras, te habría buscado para confirmarlo." Me dice mi cabeza cuando la absurda idea de ir a verlo me asalta.
Es sábado por la mañana cuando Steph me comenta acerca del plan que tiene con sus amigos de ir a un bar, invitándome a ir con ella.
A pesar de que quiero asistir a la pelea, me digo a mi misma que lo mejor es alejarme de él ahora que tengo oportunidad, así que acepto ir con Steph al bar.
Pasamos el resto de la tarde haciendo tareas y proyectos y, cuando falta una hora para que salgamos, me meto a la ducha. Al salir, me enfundo en unos vaqueros entallados y una blusa negra de mangas largas y botones al frente.
—Ponte ésta —Steph lanza algo en mi dirección y yo lo atrapo en el aire.
El delicado material de la blusa se resbala entre mis dedos. Extiendo la blusa y noto las transparencias en la parte de la espalda. Una punzada recorre mi pecho al recordar el aspecto de mi espalda y trago duro, intentando aminorar el nudo que comienza a formarse en mi garganta.
—Creo que me gusta la que traigo, pero gracias —sonrío en su dirección y la veo rodar los ojos.
—Deberías mostrar un poco de piel, mujer. Unos encajes no te irían mal —bromea y me dejo caer en su cama, husmeando en su bolsa de cosméticos.
—No me gusta enseñar mi espalda —digo automáticamente.
—Yo odio mis brazos —dice, haciendo una seña a sus hombros—. Son tan anchos que bien podría golpear tan duro como un luchador.
Al escuchar la palabra "luchador" mi expresión decae. No puedo evitarlo. No puedo evitar sentirme un poco decepcionada de mi misma. —Préstame éste labial tinto —digo intentando sonar alegre, pero fracaso terriblemente.
—Es todo tuyo —dice, sin apartar su vista de mí.
Yo tomo el pequeño tubo y camino hasta el tocador para comenzar a maquillarme.
— ¿Han?—su voz suena cautelosa.
— ¿Sí? —no quiero mirarla. Sé que si la miro, va a leer mi expresión. Soy como un libro abierto. Todo mundo puede leerme. Todo mundo puede saber qué siento sólo con mirarme.
— ¿Sucede algo?
Me tomo mi tiempo maquillando mis labios con su labial y descubro, con sorpresa, que el color le queda a mi tono de piel. Sigo sin querer mirarla, pero detengo mis manos y miro hacia abajo.
—Logan me invitó a verlo pelear —digo en voz baja.
— ¿Cuándo es la pelea?
—Ésta noche.
Steph no habla durante un par de segundos. — ¿Y tú quieres ir?
—No lo sé —admito—. De todos modos, ni siquiera volvió a preguntarme...
Tomo mi máscara para pestañas y comienzo a maquillarlas. —De acuerdo. Iremos.
Me congelo en mi lugar. — ¿Q-Qué?...
—Iremos a la pelea. No irás sola. Yo iré contigo. Vamos a ir a esa pelea y vamos a darle el beneficio de la duda a tu chico.
Me giro para mirar a Steph y quiero abrazarla, pero en su lugar le sonrío. — ¿Estás hablando en serio? —la incredulidad tiñe el tono de mi voz.
—Nunca he hablado más en serio. Ahora termina de alistarte antes de que me arrepienta.
Ésta vez no lo reprimo. Me levanto de la silla y envuelvo mis brazos en su cuerpo. Ella corresponde mi abrazo y termino de maquillarme en tiempo record.
No tengo ni idea de dónde se encuentra el lugar donde se llevará a cabo la pelea, pero Steph conoce perfectamente la ciudad, así que es ella quien me guía por las calles transitadas de Nueva York.
El lugar es un enorme edificio con un letrero estridente que cita: WARRIORS en letras color rojo sangre. Tengo que dejar mi viejo Chevelle a varias calles del lugar porque no hay estacionamiento por ningún lado, y cuando llegamos de nuevo, vemos la atestada fila de ingreso. Hay otra fila mucho más pequeña al fondo de la calle, así que caminamos hasta ella.
— ¿Ésta es la fila de los boletos? —pregunta Steph al chico delante de nosotros.
—Así es. Ojalá alcancemos boletos —dice, haciendo un gesto hacia la gente delante de nosotros—. Ésta noche pelean Haynes y Lerman. El lugar se llena cuando pelean esos dos.
Mi corazón da un vuelco cuando escucho su apellido, pero me trago mi nerviosismo para dedicarle una sonrisa al chico delante de nosotros.
— ¿Se enfrentarán entre ellos? —dice Steph con curiosidad.
—No. Cada uno tiene su pelea clasificatoria. Es un hecho que ambos pasarán, pero verlos pelear es un arte.
— ¡¿Cómo puede ser un arte ver pelear a dos hombres como cavernícolas?! —exclama y yo no puedo reprimir mi risa.
El chico se ruboriza con el comentario de Steph y no dice más.
La fila avanza con lentitud, pero me digo a mi misma que aún hay tiempo para llegar y que aún alcanzaremos boletos.
Cuando por fin llegamos a la taquilla, la vendedora nos mira a ambas y dice—: Identificaciones, por favor. No se permite el acceso a menores de edad.
Steph rueda los ojos al cielo mientras buscamos nuestras identificaciones. Entrego la mía y la de Steph a la señorita de la taquilla y su ceño se frunce ligeramente al ver las tarjetas.
— ¿Hannah Wickham? —pregunta fijando su vista en mí.
—Si —asiento y le sonrío forzadamente.
—Esperen un segundo —diciendo esto, se pone de pie y desaparece por la puerta trasera de la caseta.
—Genial, lo último que necesitamos es que no crea que somos mayores de edad —digo rodando los ojos al cielo.
Minutos después, la chica entra de nuevo y sonríe en mi dirección. —Señorita Wickham, tenemos una cortesía en su nombre, pase de éste lado.
Mi boca se abre con sorpresa, pero señalo a Steph, diciendo—: Ella viene conmigo, no puedo dejarla.
—Que venga con usted —nos sonríe y ambas nos miramos, reprimiendo una sonrisa.
—Disculpe, ¿Quién fue el que pagó la cortesía de Hannah? —casi quiero golpear a Steph por imprudente.
—El participante Logan Lerman.
El solo escuchar su nombre hace que mi corazón de un salto dentro de mi pecho. Él ha pagado nuestras cortesías. No puedo evitar sonreír mientras nos conduce por una serie de pasillos y puertas.
Cuando entramos a la arena, me quedo sin aliento. El lugar es más grande de lo que parece por fuera. Las gradas inclinadas están comenzando a llenarse poco a poco con personas que vienen de la puerta principal. Es un lugar tan grande que podrían caber cerca de mil personas ahí dentro.
Al centro, hay un cuadrilátero. Jamás había visto uno en persona. Es más grande de lo que creía, y definitivamente es más imponente.
— ¡Esto es asombroso! —exclamo sin dejar de sonreír como idiota.
—Pueden sentarse tan cerca del cuadrilátero como deseen —nos indica y Steph y yo nos abrimos paso hasta la tercera fila en la parte central, el lugar donde parece haber una vista increíble.
En menos de diez minutos, el lugar está a reventar. La gente grita, silba y aplaude para que todo comience, y soy capaz de observar algunos torsos desnudos con letras "S" y "BB" pintadas.
Hay una fila de chicas que gritan algo que no logro entender.
— ¡Esto es una locura! —grita Steph intentando hacerse sonar sobre el ruido.
— ¡No tenía idea de cuánta gente vendría! —grito de vuelta.
— ¡DAMAAAAS Y CABALLEROOOOOOS!, ¡ESTO ES EL CAMPEONATO NACIONAL DE BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOX! —los altavoces rugen con la voz del presentador y la gente grita de vuelta.
—Ésta noche tendremos aquí a dos grandes. Dos favoritos. ¡DOS DE LOS MEJOREEES!
— ¡SNAKE, SNAKE, SNAKE, SNAKE, SNAKE! —grita una parte de la gente.
— ¡BACKBREAKING, BACKBREAKING, BACKBREAKING, BACKBREAKING! —grita otra parte.
— ¡Agarren sus pantaletas señoritas!, ¡Aquí viene...! , ¡COLTON, SNAKE, HAAAAAAAAAYNES! —el grito del animador taladra en mis oídos y es seguido de un pronunciado rap callejero.
Los gritos femeninos inundan el lugar y la gente se pone de pie, impidiéndonos ver. Steph y yo nos paramos sobre las bancas y, cuando vemos al semidiós rubio que entra por uno de los túneles, comenzamos a gritar.
— ¡Maldita sea!, ¡Es un Dios! —exclama Steph brincando en su asiento.
El chico entra al cuadrilátero y deja caer su bata roja satinada al suelo, dejando al descubierto su aceitoso torso perfecto. Todos sus músculos están cincelados a la perfección. Su melena rubia está perfectamente peinada y le regala una sonrisa arrebatadora a la audiencia femenina, haciéndolas gritar como locas.
— ¡Te amo, Snake! —grita una chica a mis espaldas y me echo a reír.
—Aguanten ahí sus bragas, señoritas, no es momento de dejarlas caer todavía —se burla el presentador—, ¡En la otra esquina!, ¡Aquí viene!, ¡EL IMPARABLE, EL IMPRESIONANTE, EL INCREÍBLE...! , ¡FRANK, MACHINE, HUDSOOOOOOOOON! —los gritos vuelven, pero ésta vez, con menos intensidad. Es claro quién es el favorito del público.
La pelea comienza sin más preámbulo. Snake comienza a atacar implacablemente. Puede verse a distancia la precisión de sus puños enguantados golpeando a Machine.
El primer asalto es de Snake. En el segundo, Machine toma un poco de ventaja, pero en el tercero, Snake se recupera y atesta golpes impresionantes.
— ¡Dios mío!, ¡Me acabo de enamorar!, ¡Estoy enamorada! —grita Steph mientras Snake golpea a su contrincante sin piedad.
El árbitro detiene la pelea en el cuarto asalto, dándole el gane a Snake, quien es bañado por una cantidad impresionante de bragas y sostenes.
— ¡HAYNES, HAYNES, HAYNES, SEÑORAS Y SEÑORES! —grita el animador y la gente grita en respuesta. —, ¡Esto definitivamente se ha puesto intenso!, ¡¿Saben qué viene ahora?!
— ¡BACKBREAKING! —corea la gente.
— ¡¿QUIÉN?! —grita el animador.
—¡¡BACKBREAKING!!
— ¡ASÍ ES, SEÑORAS Y SEÑORES!, ¡AGARREN A SUS NOVIAS, PERROS!, ¡AQUÍ VIENE!, ¡Y VIENE A GANAR!, ¡EL IMPRESIONANTE, EL ARROGANTE, EL MALDITO HIJO DE PUTA...! , ¡LOGAN, BACKBREAKING, LERMAAAAAAAAAAAAAAAAAAAN!
La gente grita tan fuerte que mis oídos gritan con ellos. Siento cómo Steph aprieta mi mano, pero no puedo apartar la vista del túnel por donde espero que salga. Un nudo se instala en la boca de mi estómago y juro que, por un momento, creo que vomitaré. Estoy ansiosa, nerviosa, angustiada...
Mi corazón late con fuerza dentro de mí caja torácica y me asalta un estúpido miedo: ¿Y si le hacen daño?... No quiero que le hagan daño. Me cuesta trabajo respirar, me cuesta trabajo mantenerme de pie sobre la banca, me cuesta trabajo ignorar el zumbido de mis oídos y mi falta de aliento.
Entonces, lo veo.
Cubierto hasta la cabeza por una bata negra de satín. Sus guantes negros sobresalen de las mangas y todas mis entrañas se revuelven por los nervios de la pelea. Siento como si fuera yo la que estuviera a punto de arriesgar el pellejo ahí arriba.
La música pesada inunda los altavoces y reconozco la canción. La puso en su auto cuando salimos. Trota hasta el cuadrilátero y deja caer su bata. Extiende sus brazos a sus costados y comienza a girar, dejando que todos tengamos una vista de su esculpido cuerpo. Irradia fuerza. Irradia arrogancia, altanería y seguridad. Es marcado en los lugares correctos. Sus brazos son fuertes, su abdomen está ligeramente marcado por líneas finas y ondulaciones; y entonces, fijo mi mirada en las depresiones de sus caderas. Mi aliento se atasca en mi garganta cuando sonríe al público y se ve glorioso. Su sonrisa infantil contrasta con su aspecto peligroso y quiero que me mire. Quiero que sepa que estoy aquí. Quiero...
Su mirada pasa fugazmente por donde estamos nosotras y vuelve para posarse en mi dirección. Me quedo sin aliento.
— ¿Te está mirando? —Pregunta Steph, con asombro—, ¡Dios mío!, ¡TE ESTÁ MIRANDO!
Me está mirando. Logan Lerman me está mirando. Mi corazón ruge victorioso contra mi pecho y, cuando creo que no podría estar más ridículamente emocionada, él me guiña un ojo y sonríe.
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