Capítulo 40 | Logan
-Logan-
Un quejido brota de mi garganta cuando mi brazo es removido de su lugar. Cierro mi abrazo en el bulto cálido que está a mi lado, sintiendo cómo embona a la perfección contra mi cuerpo.
—L-Logan, me estás aplastando —la voz de Hannah llega a mí en la lejanía.
Mascullo algo que ni siquiera yo puedo entender, pero no me muevo. —Logan, necesito ir al baño —se queja Hannah.
—Siempre me despiertas —me quejo de vuelta, entreabriendo los ojos.
—Siempre me aplastas —dice, pero noto la sonrisa en su voz.
Mis brazos están envueltos en su cintura y mis piernas están entrelazadas con las suyas. Su espalda desnuda está pegada a mi abdomen. Gruño juguetonamente, apretándola aún más contra mí. Su trasero está justo sobre mi entrepierna y no puedo evitar la reacción involuntaria de mi cuerpo.
— Dios mío, ¿eso es tu…?
—Cállate —mascullo, avergonzado. Entierro la cabeza en su cuello y mordisqueo su piel.
Una risita ronca brota de su garganta y se gira entre mis brazos. Su mirada somnolienta encuentra la mía y sonríe. —Hola… —susurra.
Soy consciente de la presión de su pecho desnudo contra el mío. —Hola —beso la punta de su nariz.
—Es horrible dormir contigo —dice, pero está sonriendo—. Me inmovilizaste toda la noche.
—Te abracé toda la noche —la corrijo, con fingida indignación.
Retira unos mechones de cabello lejos de mi rostro y roza mis labios. —Amo que me abraces toda la noche —se sincera.
—Y yo te amo a ti.
Su mano se desliza por mi pecho hasta llegar a mi abdomen. Su caricia se desliza aún más abajo y me tenso por completo cuando roza la punta de mi miembro. Sus cejas se alzan y siento el rubor apoderándose de mi rostro. —Es difícil contenerse contigo desnuda entre mis brazos —me disculpo.
Su labio inferior es atrapado entre mis dientes cuando comienza a tocarme. ¡Maldita sea!, ¡se siente tan bien!
— ¿N-No tenías que ir al baño? —tartamudeo, intentando mantener la compostura.
—Mentí —susurra.
Un gruñido retumba en la parte trasera de mi garganta y mis caderas se impulsan hacia adelante. Soy consciente de que estoy buscando su toque. —Quiero aprender a hacer esto bien —la timidez se filtra en el tono de su voz, y no puedo evitar sonreír.
—Lo haces bien —respondo casi sin aliento.
El golpeteo de la puerta hace que Hannah detenga su caricia en mí. — ¿Logan?, ¿Hannah?, están ahí, ¿cierto? —la voz de Lucas me hace querer gritar de frustración.
— ¡Vete a la mierda! —grito, medio molesto por la interrupción.
La risa de Lucas me hace sonreír un poco. — ¡Sólo estaba preocupado por ustedes!, ¡no vuelvo a interrumpir!, ¡Dios!
Hannah está ruborizada. Ya no está tocándome. Su cabeza está enterrada en el hueco de mi cuello y sé que está muy avergonzada. — ¡Sólo vete de aquí! —escupo, pero estoy sonriendo como imbécil.
—Mamá y papá estarán aquí en media hora. Sólo les aviso.
Una palabrota sale de mi boca, pero no respondo. —Debo ducharme —masculla Hannah.
Un suspiro brota de mi garganta y digo—: Deseo estar en mi departamento. Si estuviéramos ahí, podríamos estar en la cama todo el día.
Sale de su escondite y me mira, sonriendo. —Ya habrá tiempo para eso.
—Lo sé, amor.
— Iré a ducharme —dice, tirando de la sábana contra su cuerpo. Sostengo el otro extremo, impidiéndole envolverse con ella; provocando una mirada irritada dirigida a mí.
—No te lleves la sábana. Tengo frío —intento sonar inocente, pero estoy sonriendo como imbécil.
—Lo único que quieres es ver mi trasero —se queja, entrecerrando los ojos.
Me encojo de hombros. —Quiero verte desnuda, Hannah. Todo el tiempo.
Sus ojos se amplían, haciéndome reír como un idiota. Ella tira del material una vez más y se envuelve en él, dirigiéndose hacia el baño.
Espero unos momentos hasta que escucho el agua de la regadera cayendo, y me levanto de la cama en dirección al baño.
La puerta está cerrada, pero no echó el pestillo; así que no me es muy difícil escabullirme dentro. El vapor inunda la estancia, poniendo mi carne de gallina. Abro la puerta de la regadera con mucho cuidado. Está de espaldas a mí, así que aprovecho para envolver mis brazos en su cintura. —Hola… —susurro contra su oído.
—H-Hola… —susurra de vuelta.
— ¿Me extrañaste?
—Tardaste demasiado.
Mi corazón late con fuerza contra mis costillas y no puedo evitar sonreír como idiota. —No volverá a pasar —digo, deslizando la puerta a su lugar, acariciando uno de sus pechos con mi mano libre.
~*~
Llegamos a Nueva York al siguiente fin de semana. Jamás en mi vida había sido tan feliz. Estar con Hannah de nuevo es como volver a ser yo. Steph fue la primera en enterarse de nuestro regreso. Se puso en modo “perra”, diciéndonos que, si volvíamos a ser esa pareja idiota que éramos, iba a patearnos el trasero.
He visto a Hannah todos los días desde que llegamos. Las clases iniciaron hace unos días, así que nos ha costado un poco de trabajo adaptar nuestros horarios. Ha ido al gimnasio a verme entrenar los días que no puedo deshacerme del entrenador. Tendré una pelea en unos días, así que tengo mucho trabajo por hacer.
Estoy bastante nervioso. Dejé de entrenar casi tres semanas y, a pesar de que he estado ejercitándome desde que llegué, sigo sintiéndome un poco inseguro.
Si Colton y yo ganamos nuestras respectivas peleas, nos enfrentaremos en la semifinal. Quedamos únicamente siete peleadores. Todos son buenos. No debo confiarme.
Golpeo el saco con fuerza una vez más. Estoy jadeando. Me duelen los nudillos, pero no me detengo. Los músculos de mis brazos arden, y siento el sudor corriendo por mi frente y espalda.
Un sonido ronco retumba en mi pecho, y atesto un golpe final. Mi mirada se desvía hacia la pequeña chica sentada en la duela de madera. Su ceño está fruncido en concentración mientras lee un libro. Una sonrisa suave se dibuja en mi boca y corro hacia ella. Tomo su barbilla entre mis dedos y planto un beso suave en sus labios.
Hannah se aparta un poco, sorprendida. — ¿Y eso por qué fue? —pregunta, sonriendo.
Me encojo de hombros. —Porque te amo.
Ella me besa de vuelta y enreda sus dedos en mi cabello. —Te amo —susurra. Estoy sonriendo como un pequeño en navidad.
—Es agradable tenerte aquí —digo, porque es cierto.
—Deberías ir a hacer pesas. Si el entrenador te mira holgazaneando conmigo, no volverá a dejarme estar aquí.
Hago una mueca de disgusto y suspiro. —Ahora vuelto —le guiño un ojo y ella sonríe.
—Tómate tu tiempo —deposita un beso suave en mis labios y troto lejos.
Después del entrenamiento, tomo una ducha rápida y salgo con Hannah del gimnasio. Sus dedos están entrelazados con los míos y caminamos hacia mi auto. Trepamos rápidamente y enciendo el coche, bajando el volumen del estéreo.
— ¿Quieres ir a cenar? —pregunto, besando el dorso de su mano mientras nos detenemos en un alto.
— ¿No estás muy cansado para eso? —su ceño se frunce con preocupación.
Me encojo de hombros. —Amo pasar tiempo contigo. Para ti nunca estoy cansado.
—Quizás sería bueno comprar algo de comida y cenar en tu departamento —besa el dorso de mi mano.
—Perfecto entonces. ¿Te quedarás ésta noche?
— ¿Quieres que me quede?
Ruedo los ojos al cielo. — ¡Si fuera por mí, vivirías conmigo!
Una risa ronca brota de su garganta y niega con la cabeza. —Eso dices ahora. Si viviéramos juntos, no me soportarías.
—Pruébame —digo, arrancando de nuevo.
El silencio entre nosotros se expande durante unos minutos. —Algún día sucederá —dice y la miro por el rabillo del ojo.
— ¿Qué?
—Algún día viviremos juntos —noto la sonrisa en sus labios.
Mi corazón da un vuelco, pero la idea no me parece descabellada. Me veo con ella mucho tiempo. Quiero estar con ella mucho tiempo. —Lo haremos —sonrío.
Después de un acalorado debate, terminamos entrando al lugar de comida rápida donde golpee a Sam la última vez que terminamos. Estar en éste lugar me pone la carne de gallina. No es mi lugar favorito en el mundo, pero Hannah muere por una hamburguesa y yo muero por hacerla feliz.
Entramos al establecimiento tomados de la mano. Hannah está sonriendo más que una niña de diez años en un parque de diversiones. Me encanta que sonría de esa manera. Últimamente es toda sonrisas y buen humor. Me gusta pensar que soy yo quien la hace así de feliz.
— ¡Hannah! —exclama una voz a mis espaldas.
Nos giramos para mirar y todo mi cuerpo se tensa al ver al idiota de Sam caminando en nuestra dirección.
Él envuelve a Hannah en un abrazo, arrancándola de mí. Aprieto los puños con fuerza. Mi mandíbula se tensa, pero me obligo a mantenerme controlado. Hannah no corresponde su abrazo, así que eso me tranquiliza un poco.
— ¿Ya hiciste la investigación para la clase de Wilson? —dice el imbécil.
—Estoy trabajando en eso —responde Hannah, pero luce un poco confundida.
—Sería genial que nos reuniéramos a comparar notas y puntos.
Mis nudillos duelen debido a la fuerza que estoy imprimiendo al mantener hechos mis puños. —Seguro —dice Hannah y mi cabeza está a punto de estallar. Me está costando mucho trabajo no abalanzarme sobre él.
—Nos vemos luego —dice Sam, guiñándole un ojo a mi novia.
Hannah está frunciendo el ceño, pero se despide amablemente. El tipo me dedica una mirada y un gesto con la cabeza antes de caminar en dirección opuesta a donde nos encontramos.
— ¿Compartes clases con él? —escupo cuando sé que no puede escucharnos.
Hannah se gira sobre sus talones y me mira con expresión nerviosa. —S-Si.
La ira comienza a volverse incontenible. — ¿Por qué mierda no me lo dijiste? —espeto, haciéndola saltar en su lugar.
—No creí que importara… —dice. Hay genuina confusión en su rostro.
— ¡¿Creíste que no me importaría?! —estoy empezando a alzar la voz. El pánico se abre paso en su expresión, pero toma mi brazo y tira de mí en dirección a la puerta. Salimos del establecimiento a paso rápido. Estoy cada vez más enojado.
Comienzo a avanzar en dirección al auto. Hannah dice mi nombre en voz alta, intentando detenerme. Recargo mis manos en la puerta del auto y me inclino hacia adelante. Estoy tratando muy duro de no estallar. No quiero ser ésa persona. No más.
—L-Logan… —dice y me giro para encararla.
—No lo quiero cerca de ti —la interrumpo. Sé que estoy siendo un idiota celoso e irracional, pero no quiero que hable con ése sujeto.
— ¿Qué? —noto la incredulidad en su expresión.
—No quiero que esté a tu alrededor. No quiero que te hable. No quiero que le hables. Quiero que esté a tres metros de distancia de ti —escupo, cada vez más alterado.
Hannah me mira como si no supiera qué demonios hacer, pero no voy a ceder. Necesito que esté lejos de ése imbécil o voy a estallar. Voy a hacer algo de lo que voy a arrepentirme para siempre si no se aleja de él.
— ¡Te juro que soy capaz de matarlo si se te acerca de nuevo! —estallo, tirando de mi cabello. Quiero golpear algo con fuerza, quiero gritar, quiero volver a ese maldito lugar y estrellar mi puño en la cara de ese idiota.
— ¡De acuerdo! —Hannah chilla a mis espaldas—, ¡de acuerdo!, no hablaré más con él.
Me giro para encararla y me sorprende notar que está a sólo unos pasos de distancia. Estoy temblando por la ira y la desesperación. Hannah acorta la distancia que nos separa. Está aterrorizada; lo veo en su expresión.
Sus brazos se envuelven en mi torso y me toma un momento envolver mis brazos a su alrededor. —N-No lo quiero cerca de ti —mi voz es ronca y profunda.
—No lo estará —promete, sonando temblorosa y asustada.
No quiero ser ésta clase de novio. No quiero ser el tipo de chico que le prohíbe a su novia hacer cosas, pero no soporto a ese imbécil. No lo tolero. No lo quiero cerca de Hannah. No lo quiero cerca de ella nunca.
—Lo siento —digo con un hilo de voz—. Lo siento, Han...
Hannah no dice nada, sólo se aferra a mí con fuerza, así que la abrazo de vuelta.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro