Capítulo 39 | Hannah
-Hannah-
El pent-house está en penumbra cuando llegamos. La luz que se filtra por las ventanas, apenas ilumina la estancia. El silencio es ensordecedor.
Mis dedos están entrelazados con los de Logan y mi corazón no ha dejado de martillear con furia contra mi caja torácica. Nos encaminamos hasta la habitación principal en silencio, cerrando la puerta. No puedo pasar por alto el hecho de que le ha puesto el pestillo.
Apenas soy capaz de ver la silueta de su cuerpo en la penumbra, pero no necesito más. Dedos tibios acarician mi mejilla antes de que se incline para besarme. Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello, absorbiendo la calidez de su caricia húmeda. Había olvidado cuán adictivo puede ser estar entre sus brazos.
—Te amo, Hannah —susurra contra mi boca.
—Te amo, Logan —respondo en un jadeo entrecortado.
Su frente se une a la mía y sus ojos azules se clavan en los míos. No hay más que adoración en su mirada. Los recuerdos me golpean con fuerza mientras observo sus preciosos ojos. Logan siempre ha estado ahí para mí. Siempre ha procurado cuidarme; aún cuando ni siquiera necesitaba que lo hiciera. Ha estado conmigo en todo momento, y en todo lugar… Ha sido mi martirio y mi bendición. Ha sido fuego y hielo. Ha sido adrenalina y paz. Ha sido todo lo que una persona puede ser; y nunca se ha ido de mi lado.
Quiero darle algo de mí. Quiero que me lleve con él. Quiero que se quede conmigo siempre. Quiero demostrarle que deseo que esto dure mucho tiempo… Toda una vida, si es eso posible. Quiero que él sea el primero… Quiero que sea el único.
—Hazme el amor, Logan —mi voz sale en un susurro ronco y débil.
Una emoción llamea en su rostro, pero no dice nada. Está congelado frente a mí, y estoy muriéndome de los nervios y la ansiedad. Estoy a punto de lanzarme al vacío con el chico del que estoy enamorada. Estoy a punto de marcar mi vida para siempre, pero no estoy asustada. No le temo a esto, si es con él.
— ¿Estás segura? —susurra de vuelta.
Un escalofrío recorre mi cuerpo, pero jamás he estado tan segura de nada en mi vida. Lo quiero y lo quiero con él. —Si —la resolución en mi voz me aterroriza.
Duda un momento, pero termina envolviendo sus brazos a mí alrededor. Lo abrazo con fuerza, sintiéndome segura y ansiosa al mismo tiempo. —Shhh… —susurra contra mi oreja—, no tengas miedo.
—No lo tengo —digo, confundida.
— ¿Entonces por qué estás temblando?
—Porque te amo.
Un beso cálido y húmedo es depositado en mi hombro, haciendo que mi carne se ponga de gallina. Inhalo profundamente, llenando mis pulmones con el perfume que emana de su piel. Extrañaba tanto ese aroma varonil y fresco…
—No voy a prometerte nada ésta vez —susurra contra mi piel—. No voy a llenarte de promesas porque no sé qué es lo que nos depara el destino… —Se incorpora para mirarme a los ojos—. Pero si puedo jurar que te amo. Y que voy a decírtelo todos los días, hasta que te quede claro que no hay nadie en mi vida que sea como tú.
—No necesito promesas —digo—. Lo único que siempre he querido de ti, es un beso y un “te amo”…
—Pues yo soy ambicioso y lo quiero todo. Quiero todo de ti; cada pedazo, Hannah —dice—. Si ésta noche quieres ser mía, vas a ser mía para siempre. Sólo mía…
—Soy sólo tuya desde hace mucho tiempo —admito—. Nunca he dejado de ser tuya.
Sus labios buscan los míos una vez más y ésta vez, se han terminado las palabras. Sus dedos deslizan el tirante del vestido hacia a un lado, descubriendo la piel de mi hombro. Un camino de besos es recorrido desde mi boca hasta el punto donde mi mandíbula se une a mi cuello.
Mis labios se abren en un gemido silencioso y aprieto los ojos, intentando absorber la abrumadora sensación. Deslizo mis manos entre las solapas de su saco, y lo saco por sus hombros, haciéndolo caer al suelo. Sus manos se envuelven en mi cintura y una de ellas busca el cierre del vestido. Cuando lo encuentra, tira de él hacia abajo. Todo el material se afloja y me siento pudorosa. Sus manos abandonan su tarea, tomándose el tiempo necesario para deshacer el nudo de su corbata y desabrochar los botones superiores de su camisa.
Aprovecho esos segundos libres para deshacerme de los zapatos altos. Una sonrisa se dibuja en sus labios antes de susurrar—: Así está mejor —envuelve sus brazos en mi cintura, levantándome del suelo ligeramente—. Amo que seas pequeña.
Una risita boba brota de mi garganta cuando me besa, y enredo mis dedos en las hebras oscuras de su cabello. Me deposita en el suelo con cuidado, deslizando el material del vestido por mis hombros. No llevo sujetador debido a que la prenda tiene copas para mantener todo en su lugar; así que puedo notar la sorpresa en su expresión cuando ve mi torso desnudo.
—Mierda… —murmura, observándome a detalle.
Da un par de pasos hacia atrás, y noto cómo se humedece los labios. —Suéltalo —pide y mi ceño se frunce ligeramente.
Es entonces cuando me doy cuenta de que estoy sosteniendo el vestido alrededor de mi cintura. El calor invade mi cuerpo una vez que dejo caer el material al suelo, quedando únicamente en bragas delante de él.
Siento la pesadez de su mirada recorriéndome de pies a cabeza. — ¡Maldita sea!, eres hermosa —susurra con la voz enronquecida.
Aprieto mis puños, sintiéndome ansiosa y cohibida. Lentamente, deshace los botones de su camisa, y la desliza fuera de su torso. Mi garganta se siente seca; mis manos están empezando a sudar y mi corazón late tan fuerte, que soy capaz de escucharlo retumbando en mis oídos.
Es tan glorioso como lo recuerdo. Sus pantalones caen bajos en sus caderas y los músculos ondulan por todos lados. Es impresionante, y es mío. Doy un paso fuera del aro que forma el vestido debajo de mis pies, y él avanza en mi dirección.
Una de sus manos se posa en mi cintura, atrayéndome un poco más, pero dejando espacio entre nuestros cuerpos. Sus ojos encuentran los míos y trago duro. No sé porqué estoy temblando. No sé porqué no puedo dejar de respirar con dificultad. Siento un suave roce en uno de mis pechos, y salto en mi lugar. Él sonríe un poco y baja la mirada. Yo lo hago también, notando cómo su dedo índice acaricia la cima de mi pecho. Apenas está tocándome y ya soy una masa temblorosa de terminaciones nerviosas.
—Me gustan tanto… —susurra, ahuecando sus palmas en mis pechos. Mi boca se abre en un gemido silencioso y siento cómo sus pulgares trabajan caricias dulces en las turgencias de mis pezones.
Sus manos se deslizan hacia abajo, envolviéndose en mi cintura y entonces, tira de mí en su dirección. La piel caliente de su abdomen está pegada a la mía y me besa duro. Su lengua es ávida, implacable, ardiente… Mis manos se aferran a sus hombros y él me levanta del suelo. Envuelvo mis piernas en sus caderas y avanza hacia la cama.
Me deposita con cuidado, pero no lo suelto, así que su cuerpo termina sobre el mío. El peso me deja sin aliento. Una risa ronca brota de su garganta cuando lo aprieto con fuerza, hundiendo la cabeza en el hueco de su cuello.
— ¿No vas a dejarme ir? —susurra, divertido.
—Nunca —prometo, sintiendo cómo su cuerpo se tensa.
Se aparta un momento, apoyando su peso en sus manos y me mira a los ojos. — ¿Estás segura de esto? —pregunta, de nuevo.
Asiento, incapaz de confiar en mi voz.
—Puedo esperar el tiempo que sea necesario…
—Lo quiero —lo corto—. Y lo quiero contigo.
Levanto la cabeza para besarlo, y él me corresponde, gimiendo contra mi boca. Sus labios descienden, dejando un camino húmedo hasta mis clavículas. Sus manos están acariciando mis pechos; y cuando su boca se cierra sobre uno de ellos, mi espalda se arquea. Mis dedos se enredan en su cabello, y tiro de él con suavidad. Su lengua trabaja caricias húmedas y persistentes; haciéndome estremecer por completo.
Su atención se desvía a mi otro pecho, haciéndome jadear. Se toma su tiempo atendiendo mis pechos; convirtiéndome en una masa temblorosa debajo de él.
Tiro de su cuerpo hacia arriba y su lengua busca la mía en un beso urgente, cargado de deseo y pasión. Desvía su atención a mi cuello; mordisqueando y tentando la piel en esa zona.
Mi respiración es agitada, mis manos están aferradas a su espalda y mis piernas están envueltas en sus caderas. Todo es abrumador. Todo es intenso. Todo es correcto…
—Logan —jadeo, sintiendo sus manos acariciando mis costados.
Su mirada encuentra la mía y sonríe. Sus labios entreabiertos están enrojecidos por nuestros besos. — ¿Quieres que me detenga?
— ¿Digo tu nombre mientras me tocas y crees que quiero que te detengas? —medio bromeo, sonriendo como estúpida.
Una risita brota de su garganta y hunde la cabeza en mi cuello. Aprovecho ese momento para empujarlo y hacer que ruede sobre su cuerpo, recostándose sobre la cama. Me apresuro a colocarme a horcajadas sobre él y, sin perder más tiempo, beso su cuello. Un gruñido retumba en su pecho, mientras acaricio sus pectorales y abdomen. Sus manos se aferran a mis caderas y alza las suyas, haciéndome sentir el bulto entre sus piernas. — ¿Lo sientes? —Susurra con un hilo de voz—. ¿Sientes lo que me haces?
Muevo mis caderas contra las suyas apropósito, intentando hacerle sentir un poco de lo que él me provoca. — ¡Dios, Hannah! —Gruñe, deteniéndome—, no hagas eso.
Mis labios descienden hasta su pecho, y deposito besos tímidos en sus pequeños pezones. Él alza la cabeza para observar cómo sigo bajando. Entonces, me encuentro con la hebilla de su cinturón. Alzo la mirada, sintiéndome tímida y torpe, pero comienzo a deshacerla con dedos temblorosos. Fijo mi vista en sus pantalones cuando no puedo deshacer el botón.
— ¿Necesitas ayuda? —noto la burla en su voz. Me siento ruborizar, pero me concentro en mi tarea.
Finalmente, logro desabrocharlos. El material elástico de su bóxer negro salta a la vista. Engancho mis dedos en él, tirando de él hacia abajo con suma lentitud. Es grande; largo y grueso. Su piel es blanca y la punta es rosada. Me estremezco con la sola idea de tenerlo dentro de mí, pero no me acobardo. Deslizo mis dedos por la piel tersa y suave de su miembro, y lo escucho aspirar entre dientes.
Envuelvo mi mano a su alrededor y sus caderas se alzan, levantándome con él. Mi mano comienza a subir y bajar a un ritmo pausado y suave. Levanto la cabeza para mirarlo, y noto cómo está mordiendo su labio inferior. Casi puedo jurar que está conteniendo el aliento.
Temo estar haciendo algo mal, pero no me detengo. Cuando rozo su punta con mi pulgar, un sonido profundo es liberado de su garganta, soltando una palabrota. Asustada, abandono mi tarea y él jadea mirándome con confusión.
— ¿T-Te hice daño? —susurro, sin ocultar el miedo que estoy sintiendo.
Una carcajada limpia y profunda brota de su garganta. —Hannah, no me hiciste daño —se ríe—. La palabrota fue, bueno…, fue porque me gustó lo que hiciste.
Siento el rubor instalándose en mis mejillas, y río con él. —Lo siento —digo, escondiendo la cara en el hueco de su cuello. Siento su miembro contra mi vientre y soy consciente de lo cálido que es.
Sus manos trazan caricias suaves sobre mi espalda. Sobre mis cicatrices… Ésta vez, se siente diferente. No siento vergüenza, y él no está tratando de ser en extremo cuidadoso como antes. Sólo está trazando figuras en mi espalda, sin motivo alguno. — ¡Dios!, ¡te amo tanto! —exclamo, presionando mis labios contra su cuello.
Él comienza a sacar las horquillas de mi cabeza, deshaciendo el elaborado peinado que Lindsey hizo para mí. Sus dedos se hunden en la maraña que es mi cabello, y lo cepilla con cuidado.
—Así está mejor —susurra.
Levanto la cabeza, consciente de lo horrible que debo verme ahora mismo. — ¿Soy bonita ahora? —sonrío, meneando mi cabello de un lado a otro.
—Eres hermosa —susurra. Presiono mis labios contra los suyos. Él envuelve sus manos en mi cintura y me gira sobre mi cuerpo, recostándome sobre mi espalda.
De pronto, no hay más palabras, sus manos y labios están en todas partes. En mi cuello, mis pechos, mi espalda, mi vientre, mis piernas… Una de sus manos se introduce en mi ropa interior, haciéndome jadear ante la abrumadora sensación. — ¿Pero qué demonios…? —dice, frunciendo el ceño y siento el rubor instalándose en mi rostro.
Retira su mano, enganchando sus pulgares en mi ropa interior, tirando de ella hacia abajo. Su mirada está fija en mi feminidad y muerdo mi labio, intentando no reír nerviosamente.
— ¿Cuándo pasó esto? —susurra con un hilo de voz.
—Hace dos días —sonrío, avergonzada—. En el spa. Con Lindsey. ¿Recuerdas que dijo que iríamos a depilarnos?... Bueno, dolió un montón.
—Pero… —menea la cabeza, incrédulo—. ¡Mierda!
Pasa su mano sobre el área libre de vello y mis ojos se cierran con fuerza. Sus dedos trazan caricias suaves en la parte externa, antes de buscar entre mis pliegues. Un gemido ahogado brota de mi garganta cuando comienza a acariciarme. — ¡Maldita sea, me encanta! —dice, acariciando mi punto más sensible.
Mis caderas comienzan a alzarse cuando toma ritmo. Mi cabeza está echada hacia atrás, mi respiración es dificultosa, mis labios están entreabiertos y mis manos están aferrando el edredón en puños. Uno de sus largos dedos es introducido en mí y reprimo un gemido. Comienza a bombear con lentitud, enviándome al borde. Es entonces, cuando abandona su caricia.
Apoyo mi peso en mis antebrazos, mirándolo deshacerse de sus vaqueros. Es entonces cuando tira de mis tobillos, colocándome al borde de la cama. Se hinca en el suelo y sé que es lo que viene ahora. Sus labios se cierran en mi feminidad; así que me obligo a ahogar un gemido. Mis dedos se enredan en su cabello. Me siento temblorosa, débil, ansiosa y eufórica. La sensación placentera envía descargas a todo mi cuerpo.
Uno de sus dedos se hunde en mí mientras me besa y ésta vez gimo con fuerza. Su lengua está acariciando mi punto sensible, mientras que su dedo está bombeando dentro y fuera de mí. Me encuentro alzando las caderas en busca de su caricia. Mi respiración es un resuello constante, y no puedo concentrarme en nada más que en la sensación placentera que está invadiéndome.
Siento cómo hunde otro dedo en mí y gimo ante la sensación invasiva. No duele; sin embargo es extraño. Diferente…
El ritmo aumenta un poco más y, de pronto, no soy capaz de controlar los sonidos suaves que brotan de mis labios. Un gruñido retumba en la garganta de Logan, vibrando en sus labios, enviándome al borde.
No puedo soportarlo más. No puedo aguantarlo ni un segundo más… Todo mi cuerpo se tensa antes de estallar en mil fragmentos. Soy consciente de que Logan está trepando sobre mi cuerpo, besando mis pechos y mi cuello antes de apoderarse de mi boca.
— ¿Sabes que puedes pedirme que me detenga, verdad? —jadea.
Asiento, intentando recuperar el aliento. —De acuerdo, —susurra—. Espera aquí un segundo…
Él se levanta de la cama y se encamina en dirección al baño. La luz se enciende y soy capaz de mirar su figura buscando algo entre las gavetas y puertas que hay dentro. — ¿Qué estás buscando? —pregunto, curiosa.
—Protección —masculla, abriendo el botiquín detrás del espejo—. ¡Bingo!
Una pequeña caja aparece en mi campo de visión, pero se le resbala de los dedos, cayendo sobre el lavamanos.
Una risita estúpida brota de mi garganta y se agacha para tomarla. Al levantar la cabeza, se golpea con la esquina del espejo, haciéndome ahogar otra risotada.
—Juro que nunca había sido tan torpe —masculla, medio riendo.
— ¿Te pongo nervioso? —bromeo y él asiente.
—Más de lo que te imaginas.
Mi corazón da un vuelco furioso pero me obligo a quedarme quieta; completamente en contra del impulso que siento de correr a abrazarlo.
—Ven aquí —susurro, intentando sonar provocativa.
Él me regala una media sonrisa, tomando un pequeño cuadro de aluminio entre sus dedos. Jamás había visto a un hombre desnudo, pero dudo mucho que todos se vean como él. Logan es impresionante. Es grande, fuerte, imponente, e irradia seguridad.
Trepa a la cama una vez más, plantando un beso en mi frente antes de rasgar el aluminio con sus uñas. No puedo evitar mirarlo colocar el condón. Alza mi barbilla con una mano y besa mis labios. Su mano libre busca entre mis piernas, acariciándome en la ya sensibilizada zona.
El peso de su cuerpo sobre el mío se siente increíble. Estamos piel contra piel. Jamás habíamos estado juntos de ésta manera… Todo mi cuerpo se tensa de anticipación cuando siento su miembro en la parte interna de mi muslo.
Sigue acariciándome, pero en lo único que puedo concentrarme es en lo cerca que se encuentra de mi entrada. El latido de mi corazón se acelera con anticipación; y de pronto, su caricia me abandona. Me tenso por completo al sentir su miembro justo en mi entrada; pero, en lugar de introducirse en mí, se frota un par de veces.
Mis labios se entreabren y aprieto los ojos con fuerza. Un par de besos tímidos son depositados en mis párpados. —Abre los ojos, amor —susurra. Me obligo a mirarlo y le dedico una sonrisa aterrorizada.
—E-Estoy nerviosa —admito, con la voz entrecortada.
—Lo sé —asiente, sonriendo tímidamente—. Yo también lo estoy.
—Te amo —susurro, porque no sé qué otra cosa puedo decir.
—Te amo —susurra de vuelta. Vacila un momento, pero termina diciendo—: Esto… esto podría doler un poco, ¿de acuerdo?... Prometo que seré cuidadoso.
Asiento, porque no confío en mi voz para hablar. Sus codos se apoyan a ambos lados de mi cara y siento su aliento mezclándose con el mío. Sus ojos están fijos en mí. Mi corazón golpea con fuerza contra mis costillas. Estoy aterrorizada. Estoy a punto de lanzarme al vacío, y no me importa porque estoy a su lado. No me importa nada si está conmigo.
Empuja suavemente, pero su miembro se desvía de mi entrada. Hace una mueca y desliza una mano entre nuestros cuerpos, guiando su camino hasta mi entrada una vez más. Trago duro y lo siento empujar un poco. Todo mi cuerpo se tensa involuntariamente. No puedo evitarlo.
—Relájate, amor… —sonríe y besa la punta de mi nariz.
Tomo una inspiración profunda y dejo ir el aire lentamente. Empuja una vez más, y ésta vez siento cómo todos mis músculos se abren para recibirlo. Mis labios se entreabren y empuja otro poco.
Un gruñido brota de su garganta. Mi respiración es jadeante y temblorosa. Entonces, empuja profundamente. Un gemido adolorido brota de mi garganta. Estoy aferrándome a su espalda. Entierro la cara en el hueco de su cuello y lucho contra el dolor que está inundándome.
La sensación es invasiva, incómoda y dolorosa. Está llenándome por completo, así que puedo sentir cómo todos mis músculos intentan adaptarse a su intrusión. —Maldita sea, Hannah, lo siento —masculla abrazándome con fuerza.
Estoy temblando incontrolablemente. Las lágrimas amenazan con salir de mis ojos, pero me obligo a mantenerlas dentro. Mi respiración es inestable, así que intento acompasarla para relajarme. Logan se queda quieto, sosteniendo mi peso con un brazo. Sigue dentro de mí, pero ya no duele tanto. La sensación de entumecimiento está llenando mi cuerpo, así que me atrevo a salir de mi escondite y mirarlo a los ojos.
—Lo siento, Hannah —susurra. Luce torturado.
—E-Estoy bien —mi voz es un susurro inestable.
— ¿Duele mucho? —pregunta, claramente angustiado.
Niego con la cabeza. Ya no duele tanto. Él asiente, pero espera un poco más. Sé que está esperando a que me adapte a su tamaño.
—Te amo, Hannah —besa mi frente, depositándome sobre el colchón.
Su cuerpo se cierne sobre el mío. Es como si estuviese protegiéndome del exterior. La sensación sigue siendo invasiva, pero es soportable. Desliza sus caderas hacia atrás con extrema lentitud, y un pequeño quejido brota de mi garganta. — ¿Dolió? —su voz suena temblorosa e inestable. Sé que está tratando de contenerse.
—N-No —digo, porque es cierto.
Empuja suavemente una vez más, y otro quejido brota de mis labios. — ¿Qué tal eso? —pregunta, buscando algún indicio de dolor en mi mirada.
—Estoy bien —asiento, intentando regalarle una sonrisa.
Un beso es depositado en mi frente y comienza a moverse con lentitud.
La sensación es extraña. Un poco incómoda… Diferente; pero el ritmo que impone es lento y pausado. Nuestras respiraciones son entrecortadas y dificultosas. Mis manos están enredadas en su cuello y soy capaz de sentir cómo una fina capa de sudor comienza a cubrirnos.
La incomodidad va dando paso a otra sensación… Algo más agradable. El constante ir y venir de sus caderas hace que todo mi cuerpo comience a relajarse. No es tan malo, después de todo. Me permito deslizar mis manos por su espalda y pecho.
No reprimo el impulso que tengo de acariciar las depresiones de sus caderas, y no puedo evitar mirar entre nuestros cuerpos. El constante choque de sus caderas contra las mías es algo nuevo y maravilloso.
Todo mi cuerpo zumba de deseo; y pronto, me encuentro alzando la mitad inferior de mi cuerpo para encontrar a Logan en el camino. Mis dedos se envuelven en las hebras húmedas de su cabello y levanto la cara para besarlo.
Un gemido brota de mi garganta cuando se hunde particularmente profundo, pero no es doloroso. Es… agradable.
—Maldita sea, Hannah —susurra contra mi boca—. Te sientes tan bien…
Me armo de valor y envuelvo mis piernas en sus caderas. Su ritmo aumenta un poco, lo suficiente como para que todo mi cuerpo lo note.
Mi respiración es entrecortada y temblorosa. Todo está volviéndose más y más agradable. Un sonido ronco brota de su garganta y el ritmo vuelve a cambiar. — ¡Dios! —medio gimo, aferrándome a su torso.
Uno de sus brazos se envuelve en mi cintura y todo es un borrón incoherente e intenso. Sus envestidas son tan profundas, que me hacen jadear. Gemidos brotan de mis labios entreabiertos y un gruñido retumba en lo más profundo de su pecho.
Empuja duro y fuerte un par de veces más y maldice contra mi oreja, disculpándose. No entiendo porqué está haciéndolo. Se siente increíble. — ¡Logan! —mis uñas se clavan en su espalda ante la oleada placentera que me golpea y él gruñe un profundo—: ¡Hannah!
Mis talones se clavan en sus caderas, y un pequeño grito me asalta cuando todo su cuerpo se tensa. Empuja profundo y, de pronto, se deja caer sobre mi cuerpo.
Estoy temblando; mi respiración es temblorosa, agitada, inestable… Él está jadeando contra la piel de mi cuello. Acaricio su cabello y cierro los ojos; absorbiendo la oleada de calor que me invade.
Logan levanta la cabeza y me mira a los ojos. — ¿E-Estás bien? —susurra.
Un nudo se forma en mi garganta, pero no tengo ni la más mínima y remota idea de por qué quiero llorar en éste momento.
—S-si —tartamudeo, con la voz enronquecida. Parpadeo un par de veces y no puedo evitar que las lágrimas me asalten.
—Mierda, no —noto la angustia en su mirada—. No, no, no, no, Hannah… —besa mis mejillas, mi frente y mis labios—. Te hice daño, ¿no es así?; lo siento.
Niego con la cabeza. —N-no es eso —digo, medio llorando y medio riendo.
— ¿Entonces?...
Me encojo de hombros, sonriendo como idiota. Limpio las lágrimas que están brotando de mis ojos. —Es que te amo tanto…
— ¿Y por eso estás llorando? —su ceño se frunce, pero noto que se ha relajado notablemente.
Asiento. —Soy una idiota sentimental.
—Mi pequeña idiota sentimental.
—Te amo, Logan —sonrío, besando su frente.
—Te amo, Hannah —besa la punta de mi nariz.
Lo amo. Realmente lo amo. Sé que no pude haber encontrado a nadie mejor para compartir un momento como éste. Sé que quiero pasar el resto de mis días con él. Sé que jamás voy a amar a nadie del modo en el que lo amo a él. Acabo de lanzarme al vacío con el chico al que amo, y no puedo estar más feliz de haberlo hecho.
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