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Capítulo 38 | Logan

-Logan-

Lindsey casi me golpea cuando le dije que no iremos a la fiesta. Después de diez minutos llenos de chillidos, maldiciones y palabrotas, pude explicarle nuestros motivos. También le dejé en claro que Hannah no va a aceptar que alguno de nosotros pague por un vestido. Está enojada, pero no puedo hacer nada para remediarlo. 

Es el día de la fiesta, y estoy mentalizado a escuchar diatribas sin parar por parte de mi mamá y Lindsey. No me importa escucharlas si eso significa pasar una noche entera con Hannah.

Lucas ha conectado la consola de X-box a la pantalla plana que tiene en la sala, así que hemos estado jugando videojuegos desde que despertamos. Hannah ha pateado el trasero de Lucas varias veces, y yo no he parado de burlarme de él por ese motivo.

El sonido de la puerta del elevador abriéndose, nos hace girar las cabezas. —Debo cambiar el maldito código —masculla Lucas, al ver entrar a Lindsey cargando un puñado de bolsas negras.

— ¿Pueden dejarme hablar con Hannah a solas, por favor? —dice ella, sin rodeos.

Lucas y yo nos miramos una fracción de segundo antes de poner los mandos del videojuego en el sillón y encaminarnos al cuarto de invitados. De pronto, se siente como si tuviese diez años una vez más. Lindsey siempre nos mandaba como quería, y nosotros jamás objetábamos.

Cuando entramos, dejo la puerta entreabierta, para así poder escuchar lo que va a decirle a Hannah. Estoy aterrado. No sé qué es lo que va a hacer, y temo que haya cometido la estupidez de comprarle un maldito vestido. Hannah va a estar furiosa conmigo si se entera que le he dicho a Lindsey sobre eso. 

— Tengo un trato para ti —la voz de mi hermana llega lejana a mis oídos.

— ¿Estás espiándolas? —Habla Lucas, sin dejarme escuchar la respuesta de Hannah.

— ¡Shhh! —lo miro, apretando los dientes—, ¡cierra la maldita boca!

—Te lo dijo, ¿no es así? —dice Hannah. Noto la molestia y la vergüenza en el tono de su voz.

—También me dijo que no vas a aceptar que paguemos un vestido para ti; es por eso que he venido con una propuesta —escucho la suavidad en el tono de Lindsey y agradezco que esté hablándole de esa manera. Hannah puede ser bastante explosiva cuando se lo propone.

No responde, así que mi hermana continúa—: Te prestaré un vestido. No estarás aceptando un vestido porque no te lo estoy regalando; es un préstamo por una noche. He traído varios modelos. Si no te gusta ninguno, entonces puedo aceptar una negativa de tu parte.

— ¿Por qué estás haciendo esto? —dice Hannah. Suena inestable... Tímida.

—Porque, de no ser por ti, Logan no estaría aquí ahora —mi boca se abre con incredulidad. No esperaba escuchar eso—. Lograste lo que nadie; lo trajiste de vuelta a casa. Es mi manera de agradecerte.

El silencio hace que mi carne se ponga de gallina. Estoy ansioso por escuchar la respuesta de Hannah, pero está completamente muda.

—De acuerdo —masculla—. Me probaré los vestidos.

Una sonrisa estúpida se dibuja en mis labios y miro a Lucas, quien está observándome como si fuese el ser más extraño del planeta. —Creo que después de todo, si iremos a la fiesta —le digo.

Él sonríe, meneando la cabeza. — ¿Te doy un consejo? —dice, poniéndose de pie, listo para salir.

—Sí.

—Ya dile cuán loco estás por ella —me da una palmada en el hombro, empujándome lejos de la puerta. Sale de la habitación, sonriendo con aire burlón y yo me quedo ahí, sin saber qué hacer o qué decir.

Mi corazón se salta un latido, pero estoy sonriendo como un completo imbécil. Salgo de la habitación momentos más tarde, y me tiro en el sillón junto con Lucas; quien está bastante seguro de que va a patear mi trasero en "God of War" ésta vez.

Lindsey y Hannah pasan alrededor de una hora encerradas en la habitación principal, pero cuando salen, llevan un puñado de bolsas en las manos. Mi mirada encuentra la de Hannah. Estoy nervioso por lo que va a decirme. Sé que no quería nada de esto.

Su expresión es reprobatoria, pero está sonriendo. — ¿Iremos? —pregunto, reprimiendo mi propia sonrisa.

No dice nada, sólo asiente con suavidad. —Iremos a arreglarnos a mi departamento —anuncia Lindsey, captando nuestra atención—. Nos vemos en el salón. ¡No vayan a llegar tarde!

Antes de que podamos decir algo, se encaminan al ascensor, desapareciendo al cerrar las puertas. Pasamos el resto del día tirados en la sala jugando videojuegos. A las siete de la noche, Lucas acapara el baño de la habitación de invitados, así que me ducho en la habitación principal.

Mamá me ha alquilado un traje, así que no tengo mucho problema para decidir qué es lo que voy a usar.

Me enfundo en los pantalones negros y tomo la camisa blanca que viene en el paquete, pero me detengo en seco. Recuerdo que tengo la camisa y la corbata que me obsequiaron en casa de Hannah en navidad, así que decido utilizar eso. La camisa me queda un poco larga, pero todo se arregla cuando la fajo dentro de los pantalones. La corbata combina a la perfección con el color de la camisa; así que, cuando me pongo el saco, todo tiene sentido. No me había vestido así en años.

A través del espejo, soy capaz de mirar el colgante que Hannah me dio. No me lo he quitado para nada. Luce un poco fuera de lugar sobre la corbata, así que lo introduzco por el cuello de la camisa, guardándolo para mí. Intento peinar mi cabello hacia atrás, así no tendré a Lindsey siseando en mi oído durante toda la noche, pero me doy por vencido después del tercer intento. Me he puesto un traje, no puedo hacer más por ella.

Cuando salgo de la habitación, veo a Lucas, vistiendo un traje gris oscuro. Luce más delgado de lo que ya es; así que no puedo evitar burlarme mentalmente de él.

— ¿Es hora de irnos? —pregunto, frunciendo el ceño.

—Sí —responde—. Tenemos que pasar por el vino antes. Apenas tendremos tiempo de llegar.

Hacemos nuestro camino al estacionamiento del edificio, y trepamos al auto. Conduce por las calles atestadas mientras jugueteo con la radio.

—Entonces —dice, tras un largo momento en silencio—. ¿Cómo piensas decírselo?

Sé perfectamente de qué está hablando, pero aún así finjo demencia—: ¿Decirle qué a quién?

—A Hannah —noto la irritación en el tono de su voz—. ¿Cómo piensas decirle que te mueres por ella?

Aprieto los puños con fuerza, intentando reprimir la ansiedad que está embargándome. —Ella lo sabe —digo, porque es cierto. No es un secreto para nadie que estoy loco por ella. He estado loco por ella más tiempo del que me gustaría admitir.

—No creo que lo sepa.

—Estuvimos juntos, Lucas. Tuvimos una relación. Ella terminó conmigo porque soy un imbécil. Todo el mundo puede notar cuánto significa para mí.

—A veces, las cosas que más trabajo nos cuesta ver, son las que tenemos justo frente a nosotros. Estamos siempre tan preocupados por leer entre líneas, que se nos escapa lo obvio. ¿Se lo dijiste alguna vez?, ¿le dijiste: “Hannah, estoy enamorado de ti”?

Mis entrañas se revuelven al darme cuenta de que nunca lo hice. Jamás la miré a los ojos y le dije que estaba enamorado. ¿Cómo demonios espero que ella esté conmigo si nunca le dije lo que sentía?, asumí que ella lo sabía, pero nunca me puse a pensar que, quizás, todo hubiera sido diferente si le hubiese dicho lo que siento desde un principio.

Quizás ella se habría sentido más segura de mí; quizás yo me habría sentido más seguro de ella…

—Nunca lo hice —admito—. Asumí que lo sabía. Todo el mundo lo sabe.

—A las mujeres les encanta escucharnos ser idiotas y cursis. Necesitan escuchar de nuestra boca todo lo que es más sencillo demostrar. Quizás se lo dijiste a tu manera, pero las palabras son el medio más claro para hablar de sentimientos. Si realmente la quieres, deberías decírselo.

— ¿Cómo saber que es realmente amor? —no puedo sacar esa pregunta de mi cabeza. ¿Realmente estoy enamorado?, ¿es amor lo que siento por ella?...

Se encoje de hombros. —No lo sé —admite—. Para algunos, amar es quedarse sin aliento, vivir intenso, hacer que cada minuto cuente… Para otros es sacrificio; es entender que esa persona está mejor sin ti y que, a pesar de que la amas, es mejor estar lejos. Todo sea por la felicidad del otro. Para algunos cuantos, el amor consiste en pequeñas sonrisas, momentos, segundos que no vuelven y no se repiten —hace una pausa breve, y continúa—: Para algunas personas, amar se siente como estar en medio de un huracán; para otras se siente como estar dentro de casa: lleno de paz y tranquilidad. La pregunta es, ¿cómo lo sientes tú?...

—Al principio se sentía como un golpe de adrenalina; ahora se siente diferente… Más callado. Más suave, y profundo… Como el oleaje del océano… —cuando me doy cuenta de que estoy pensando en voz alta, me quedo callado. No puedo creer que acabe de decir eso delante de mi hermano. Jamás he sido del tipo reflexivo o cursi. Al menos, no en voz alta.

Una risa ronca brota de su garganta. Sé que quiere burlarse de mí, pero en su lugar dice—: Sólo díselo antes de que sea demasiado tarde.

—Es muy probable que ya lo sea —una punzada de dolor atraviesa mi pecho.

—Entonces no te quedes con las ganas de decirlo. Díselo y, si ella no siente lo mismo, sigue tu camino. La vida es un constante andar hacia adelante.

Nos quedamos en silencio un par de minutos más; y cuando me doy cuenta, ya estamos en la vinatería. Lucas baja del auto casi corriendo, volviendo a los pocos minutos con una caja de vino tinto entre las manos. Media hora más tarde, llegamos al lugar.

El salón es excesivamente amplio. Una de las paredes está hecha de paneles de cristal con vista hacia la calle. Mesas redondas están distribuidas alrededor de una amplia pista de baile, y todas están cubiertas por manteles blancos. Los músicos al final de la habitación, tocan una balada instrumental, y ya hay bastante gente caminando por la sala.

— Deja de buscarla —dice Lucas, entre dientes—. Aún no han llegado.

—No la estoy buscando —objeto, pero siento el rubor instalándose en mi rostro.

—Sí, claro —rueda los ojos.

—Vamos a saludar a nuestro futuro cuñado —digo, echándome a andar cuando miro a Jack.

Jack es un tipo agradable. En definitiva no es el tipo de hombre que imaginé para mi hermana, pero es bastante bueno. Mis papás apenas lo toleraban cuando comenzó a salir con Lindsey. No los culpo; el tipo está lleno de tatuajes. No es la clase de chico que deseas ver con tu única hija, supongo.

— ¿No ha llegado tu hermana? —pregunta por décima vez en una hora.

—Sabes que no saldrá de ese departamento hasta estar conforme con su aspecto —ruedo los ojos.

—Es preciosa todo el tiempo —frunce el ceño y sonrío.

la vez preciosa todo el tiempo —dice Lucas—. Estás enamorado.

Jack asiente, sonriendo. —Estoy muy enamorado.

Abro la boca para hacer un comentario burlesco, cuando la veo. Hannah aparece justo en la entrada y luce como una maldita diosa. Lleva un vestido de color beige largo hasta el suelo; el cual, enmarca todas y cada una de sus curvas. El material cae suelto desde sus caderas, y el pronunciado escote en la parte frontal del vestido casi me vuela la cabeza.

Su cabello está amarrado en un delicado moño y está más maquillada de lo normal. Luce como una pequeña muñeca de aparador, y yo no puedo dejar de mirarla.

—Mierda… —digo, en voz alta.

—Ve por ella, tigre —Lucas me incita. No tiene que repetirlo dos veces; me echo a andar en su dirección, obligándome a caminar despacio y no lucir muy desesperado.

Sus ojos encuentran los míos y una tímida sonrisa se dibuja en sus labios. No me detengo hasta que estoy frente a ella. —Dios mío, estás hermosa —las palabras me abandonan antes de que pueda, siquiera, pensarlas—. Eres hermosa.

Noto el rubor en sus mejillas cuando me sonríe. —Te ves impresionante —dice en un susurro.

. Te ves… ¡Dios mío!, ni siquiera tengo palabras para describir lo hermosa que eres —me siento cursi y estúpido, pero quiero que ella sepa cómo me siento.

—Un cumplido para tu hermana no estaría mal —dice la voz de Lindsey justo detrás de Hannah.

Una sonrisa estúpida se desliza por mis labios y la observo. También luce espectacular. —Eres preciosa, Lindsey —sonrío mientras camina en mi dirección—, lo sabes.

Envuelve un brazo en mi cintura y la aprieto contra mí costado. —Felicidades por esto. Jack es muy afortunado de tenerte.

Ella besa mi mejilla y me mira a los ojos. Su mirada está llena de lágrimas contenidas. — ¡Eres un idiota! —Ríe, a punto de llorar—, ¡vas a arruinar mi maquillaje!

Una risa ronca brota de mi garganta y beso su frente. —Te amo, Lin.

—Cállate, Loggie —me golpea suavemente en el hombro.

—Por el bien a mi reputación, no vuelvas a llamarme de esa manera —respondo, con fingido horror.

Hannah está riendo, divertida. Amo verla reír de esa manera.

Paso el resto de la noche intentando mantener esa sonrisa en su rostro. Me sorprende la facilidad con la que puedo hacerla sonreír y ruborizarse. Me sorprende la facilidad con la que logra atraparme e hipnotizarme.

La cena es servida justo después del brindis, y los invitados empiezan a bailar una vez que han terminado de cenar. Me he bebido tres copas de vino y Hannah apenas se ha tomado una.

— ¿Cuántas copas más de vino necesitas tomar para que me invites a bailar? —pregunta, ruborizándose un poco.

Mi corazón da un vuelco, pero le sonrío, sintiéndome eufórico. — ¿Quieres bailar? —digo, sin rodeos.

Hannah sonríe suavemente y asiente. Tomo su mano y tiro de ella, guiándola hasta la pista de baile. Una suave balada es cantada por una melodiosa voz femenina. Sus manos se envuelven en mi cuello, y las mías se posan en sus caderas.

Comenzamos a balancearnos suavemente, al ritmo de la música. Sus ojos están clavados en nuestros pies, pero eventualmente levanta la cara. Aún con zapatos altos, es bastante pequeña; así que tiene que mirarme hacia arriba. Una media sonrisa se dibuja en mis labios y la acerco un poco más. Hannah da un paso más cerca y envuelvo mis brazos en su cintura, pegando su cuerpo al mío.

Estamos demasiado cerca. Lo suficientemente cerca como para sentir su aliento caliente golpeando mi  barbilla. Inclino mi rostro hacia ella, rozando su nariz contra la mía. Su mirada se fija en mis labios y sé que ésta vez no voy a desaprovechar la oportunidad. Tengo que besarla…

Mis labios rozan contra los suyos, probando un poco. Ella se retira un momento, pero es su turno de rozar su boca contra la mía. No estoy dispuesto a dejar que esto se quede así. No estoy dispuesto a quedarme una vez más con ésta opresión dentro de mi pecho. Así que, sin más, la beso... Mis labios se mueven suavemente contra los suyos en una caricia lenta y tímida.

Sus dedos se enredan en mi cabello y mi lengua busca la suya sin pedir permiso. Todo mi mundo colapsa cuando corresponde mi caricia y mueve sus labios con la misma urgencia con la que yo estoy haciéndolo.

No sé cuánto tiempo pasa antes de que nos separemos, pero no estoy dispuesto a dejarla ir, así que la aprieto con más fuerza. Mis ojos siguen cerrados, pero nuestras frentes están unidas.

Me obligo a mirarla, intentando recuperar el aliento. Hannah me mira fijamente, y noto la duda y la vacilación en su expresión. Tengo que decirlo. Tengo que decirlo ahora o nunca voy a tener el valor de hacerlo…

—Te amo, Hannah.

Un millar de emociones surcan su rostro, pero no dice nada. La sorpresa empieza a predominar en su expresión, pero no puedo parar; necesito decírselo todo ahora.

—Estoy enamorado de ti, Hannah —mi voz se ha enronquecido varios tonos—. No sé cómo, ni cuándo pero, cuando me di cuenta, ya no podía sacarte de mi mente. Estás incrustada aquí… —tomo una de sus manos y la coloco sobre el lado izquierdo de mi pecho—. S-Sé que te fallé muchas veces. Sé que lo arruiné para nosotros. Sé que ni siquiera merezco que estés aquí en éste momento. Sé que soy un imbécil que lo único que hizo fue lastimarte. Sé que ni siquiera debería estar diciéndote esto, pero si no lo hago, voy a explotar.

—Logan… —su voz es un susurro inestable.

—Te amo, Hannah —cierro mis ojos con fuerza, absorbiendo la oleada de calor que está invadiéndome—. Te amo. Te amo. Te…

Sus labios encuentran los míos en un beso desesperado y gimo contra su boca, apretándola con fuerza contra mi cuerpo. Me importa una mierda si estamos haciendo un espectáculo. No me importa nada.

—Te amo, Logan —jadea contra mis labios, separándose de mí—. Te amo. Te amo.

—Te amo, Hannah —susurro.

—N-No quiero estar sin ti —las palabras comienzan a precipitarse fuera de sus labios—. Cada día sin ti es una tortura. No puedo dejar de preguntarme por qué fui tan estúpida y te alejé de mí. Eres lo mejor que pudo pasarme. Estoy dispuesta a lo que sea por ti, Logan. Quiero estar contigo. Quiero…

—Quiero estar contigo también, Hannah —la interrumpo—. Quiero estar a tu lado. Siempre. Te amo. ¡Maldita sea, te amo!

La beso una vez más y la presiono con fuerza contra mí. Ella está aferrada a mi torso, y yo no puedo ser más feliz.

Seguimos bailando por no sé cuánto tiempo, cuando de pronto, susurra contra mi oído—: ¿Podemos sólo… irnos?

Una sonrisa se desliza en mi boca. — ¿Al pent-house? —susurro de vuelta, tentado por la idea de pasar la noche entera besándola. Asiente con la cabeza—. De acuerdo. Vámonos, entonces.

Me aparto de ella sólo para mirarla y le guiño un ojo antes de pedirle que espere un poco, mientras voy a buscar a Lucas para que me preste las llaves de su auto.

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