Capítulo 37 | Hannah
-Hannah-
He pasado los últimos dos días intentando seguirle el paso a Lindsey y Lisa, la mamá de Logan. Hemos visitado más de seis tiendas de ropa de noche, y he aprendido la diferencia entre rosa palo y rosa malva. También me he hecho la depilación más dolorosa de mi vida, y me he probado los vestidos más caros que he tenido la dicha de ver.
No tengo el dinero para pagar algo así, así que he decidido que no asistiré a la fiesta de compromiso de Lindsey. No le he dicho nada a Logan. Sé que va a molestarse cuando lo sepa, es por eso que aún no se lo he dicho. No quiero tener una discusión con él ahora que se encuentra tan tranquilo.
Estoy en la habitación de Lucas, charlando con Lindsey. Está contándome acerca de cómo conoció a Jack y cómo es que comenzaron a salir, cuando Logan entra. Se congela en la puerta al mirar a Lindsey recostada a mi lado.
Una sonrisa suave se desliza en mis labios cuando noto el conflicto en su mirada. — ¿Necesitabas algo? —pregunto, amable.
Lo piensa un segundo, pero termina diciendo—: En realidad esperaba que estuvieses desocupada para, no sé… salir.
Mi corazón se detiene un nanosegundo porque soy demasiado estúpida como para creer que Logan quiere salir -realmente salir- conmigo. Abro la boca para responder, pero recuerdo a mi compañía femenina, así que no me atrevo a decir nada.
— ¡Oh!, ¡ve Hannah! —Dice Lindsey poniéndose de pie—. Has estado en Denver dos días y ni siquiera conoces Larimer Square. Toma muchas fotos; va a encantarte todo por aquí.
Sin darme oportunidad de decir nada, me toma de la muñeca y tira de mí hacia arriba. Me empuja en dirección a Logan y medio sonrío. Logan me mira a detalle mientras caminamos hasta el ascensor.
— ¿Qué? —pregunto, mientras presiona el botón de la recepción.
Niega lentamente y desvía la mirada. —Sólo… —vacila—. No te imaginas cuán agradecido estoy contigo por todo lo que has hecho por mí.
—Yo no he hecho nada —respondo, porque es cierto. Todo esto es algo que él ha hecho por su cuenta. Yo sólo estuve aquí para mirar.
—Por supuesto que has hecho —objeta—. Has hecho todo. Ni siquiera sabría que mi hermana va a casarse de no ser por tu invitación a pasar las fiestas en Los Ángeles. Gracias, Han; nunca voy a cansarme de agradecerte.
Mi mirada encuentra la suya. No sé qué decir, pero sé que no voy a ser capaz de decir nada si sigue viéndome de esa manera.
—Te llevaré a Larimer Square. Hay bastante que ver por ahí; un montón de restaurantes buenos, cafés al aire libre, clubes nocturnos... —dice, medio sonriendo.
—Suena bien —coloco un mechón de cabello detrás de mi oreja.
— ¿Mamá y Lindsey te han estado torturando éstos días? —suena apenado.
—En realidad son bastante agradables —me encojo de hombros—. No es una tortura para mí ir a probarme vestidos que pagarían mi renta tres meses.
—Nunca habían gastado tanto dinero en esas cosas —dice—. Supongo que la ocasión lo amerita. Quiero decir…, no todos los días se casa tu hermana.
—No sé qué haré el día que Michael se case —mascullo, estremeciéndome ante la idea.
—Supongo que, si la chica con la que va a casarse se merece su cariño, lo terminarás aceptando —dice. No puedo pasar por alto el aire triste con el que habla—. Debo admitir que Jack es un gran tipo. Apenas lo conozco y sé que ama a Lindsey.
—Y ella lo ama a él —respondo, emocionada—. Jamás había conocido a nadie tan enamorada.
La puerta del elevador se abre cuando llegamos al primer piso, interrumpiendo nuestra pequeña charla. Es lo más que hemos hablado en días. Nos trepamos al precioso auto de Lucas. No estoy segura de qué clase de auto sea, pero es bastante bonito; del tipo deportivo.
—Amo ésta cosa. Corre como si fuese un maldito Audi —dice Logan, pisando el acelerador para mostrar su punto.
Una risa boba me asalta cuando tiene que detenerse en seco debido al tráfico. Él se queja, argumentando que no debo de burlarme de la persona que va a llevarme a dar la vuelta, pero no puedo dejar de reír.
Media hora más tarde, llegamos a una concurrida avenida. Logan aparca el auto en un estacionamiento privado y caminamos un par de calles antes de llegar a Larimer. Me sorprende descubrir que no es sólo una calle; es más bien una avenida enorme repleta de gente y lugares qué visitar. Hay un camino de luces cálidas que está atadas de lado a lado de la calle, dándole un aspecto festivo.
Entramos a un restaurante de comida italiana a cenar. Logan pide vino para ambos, lo cual me parece una completa exageración, ya que no necesitamos vino para comer pasta, risotto y albóndigas de pavo. Todo es delicioso. Logan ha estado de un humor bastante agradable éstos días con su familia, lo cual me hace muy feliz. Puedo ver un poco del chico que fue en el pasado; un claro contraste del chico rudo y volátil que es ahora.
Caminamos por la enorme calle, deteniéndonos cada pocos pasos al ver a algunos chicos tocando la guitarra como verdaderos maestros. Logan insiste en que tomemos algo en un pequeño café al aire libre, a pesar de que acabamos de cenar como si no hubiésemos comido en toda la semana. Finalmente, entramos a uno pese a todas mis objeciones.
—No puedo creer que puedas seguir comiendo—digo, asombrada. Logan está atacando una gran rebanada de pie de queso con mermelada de frambuesas encima—. ¡Nos comimos casi todo un restaurante!
—Deberías probar —dice, deslizando el plato en mi dirección—. Es delicioso.
Lo deslizo de regreso a él. —Si como algo más, vomitaré.
— ¡Oh, vamos, Hannah! —Se queja, deslizando el plato hacia mí—. Sólo pruébalo. No es como si te comieras un pastel entero.
Ruedo los ojos al cielo, cortando un pequeño trozo con la cuchara del capuccino que estoy tomando. El sabor a queso y frambuesa explota en mi boca cuando pruebo el pequeño trozo de cielo. No puedo evitar gemir. Es delicioso. — ¡Dios! —Exclamo—, ésta es una de las razones por las cuales soy gorda.
Las cejas de Logan se disparan al cielo y reprime una sonrisa. — ¿Gorda?..., ustedes las mujeres tienen una muy rara definición acerca de lo que es tener unos kilos demás. No eres gorda, Hannah. Eres perfecta así como estás.
Una pequeña sonrisa se desliza por mis labios y siento el rubor inundando mis mejillas. Desvío la mirada y muerdo mi labio inferior.
— ¿Quieres ir al cine? —dice Logan, tras un silencio.
— ¿Ahora mismo? —digo, sorprendida.
Se encoje de hombros. Hay algo en su mirada que no puedo descifrar, pero termino sonriendo como imbécil, asintiendo a su invitación. — ¿Me dejarás elegir la película? —pregunto, tentando a mi suerte.
—Nada de comedias románticas. Las odio —hace una mueca, pero sé que va a dejarme elegir.
Ni siquiera me deja mirar la cuenta del café, así que trato de insinuar que soy perfectamente capaz de pagar las entradas del cine, pero fracaso en el intento. A pesar de eso, sigo insistiendo mientras caminamos.
—No voy a dejarte pagar —dice tajante, mientras trepamos al auto.
— ¿Por qué no? —chillo—. Soy perfectamente capaz de pagar un par de entradas al cine.
Se toma su tiempo encendiendo el auto antes de responder—: No voy a dejar que pagues, Hannah —me mira a los ojos—. Eres mi invitada. Quiero hacer esto. Por favor…
No me siento capaz de decir nada más, así que me enfurruño en el asiento, como chica indignada que soy. Logan conduce un par de calles, antes de entrar al estacionamiento de un abarrotado centro comercial.
—Estás enojada —afirma cuando bajamos del coche.
Me tomo unos momentos antes de responder—: No.
—Mentirosa —masculla.
—No estoy enojada —digo de vuelta, pero la verdad es que me siento un poco irritada. Quiero que me deje pagar algo. Ha gastado un montón en mí últimamente.
—Hannah, te conozco —rueda los ojos—. Sé que algo está molestándote.
—Quiero que me dejes pagar la entrada al cine —murmuro—. Has estado gastando muchísimo dinero en mí; quiero, aunque sea, pagar un par de entradas.
—Hannah, por favor —dice—. Quiero invitarte. Nunca pude llevarte en una cita adecuada. Siempre quise llevarte a cenar, a un café y al cine. Todo la misma noche, ¿recuerdas?... Déjame hacer esto.
Mi corazón se salta un latido y me detengo en seco. Jamás me pasó por la cabeza que todo esto fuera por esa razón. Una extraña oleada de calor invade mi pecho y quiero abrazarlo. Quiero decirle que las citas que tuvimos fueron perfectas. Así todas y cada una de ellas terminaran con una nariz rota y una discusión.
—L-Logan… —susurro, pero no estoy segura de qué es lo que voy a decirle.
—Por favor, Hannah —pide, deteniéndose en seco—. Déjame hacer esto.
Un nudo está formándose en mi garganta y ni siquiera sé porqué. Nunca he sido el tipo de persona que se siente conmovida de ésta manera; no así de fácil, pero Logan siempre se encarga de llevar todas mis emociones al límite. ¿Cómo es que ni siquiera puede notarlo?
—Si te dejo hacer esto, vas a querer hacer más y no puedo aceptarlo —digo en un susurro tembloroso. Hago una pausa; sé que necesito decírselo ahora, así que tomo una inspiración profunda y añado—: N-No iré a la fiesta de compromiso de tu hermana, Logan.
Luce como si hubiese sido golpeado en el estómago. No quiero poner esa expresión en su rostro. No quiero que piense que estoy siendo cruel. — ¿Por qué? —su voz se ha enronquecido varios tonos.
Desvío la mirada, avergonzada. No me atrevo a hablar. — ¿Hannah? —Dice con cuidado—, ¿por qué?
—N-No tengo la posibilidad de comprar un vestido para la ocasión —suelto, finalmente. La vergüenza y la humillación caen sobre mis hombros, haciéndome sentir miserable y torpe.
No me avergüenza no poder pagar un vestido de más de tres mil dólares. Me avergüenza tener que decírselo a él en voz alta.
—Hannah, yo puedo…
— ¡Ni siquiera se te ocurra sugerirlo! —espeto, interrumpiéndolo antes de que siquiera intente sugerir que él puede pagar algo así para mí. No necesito que lo haga. No quiero que lo haga.
El silencio se extiende entre nosotros, tenso y tirante. —Hannah, quiero que estés ahí —susurra y aprieto los ojos. No soy capaz de mirarlo a la cara. Quiero enterrar la cabeza en la tierra, y quedarme ahí hasta que todo esto haya pasado.
Me obligo a tragar el nudo que acaba de formarse en mi garganta. —Estoy tratando muy duro de encajar —digo, con la voz temblorosa—. Tu familia es maravillosa; tus hermanos son unas personas increíbles. Tu mamá es la mujer más dulce que he conocido en mi vida y tu papá es el hombre más sabio con el que he podido toparme. Son increíbles conmigo. Se han portado de maravilla, pero… —un suspiro brota de mis labios, pero me obligo a mirarlo—. Pero no puedo pretender que soy como ustedes. No lo soy. Tu hermano vive en un pent-house y maneja un carro que vale veinte veces más que el mío. Tu hermana rentó el salón de conferencias de un hotel para su fiesta de compromiso y tu mamá pagó trescientos dólares en una manicura. Yo…, yo no puedo simplemente presentarme en vaqueros y cárdigan a un lugar como ese, y pensar que voy a estar bien con eso.
—Hannah, no quiero estar en ningún lugar donde no estés tú —susurra. Sus manos ahuecan ambos lados de mi cara y todo mi cuerpo reacciona ante el contacto de su piel contra la mía—. Quiero ir contigo. Quiero ir de vaqueros y zapatillas deportivas. Me importa una mierda todo lo demás. Sólo quiero estar contigo…
Mi corazón late tan fuerte, que soy capaz de sentir mi pulso en todos lados. Es lo más cerca que hemos estado en días. —N-No puedo… —tartamudeo, insegura.
—Entonces no iremos —resuelve. La intensidad con la que está mirándome me deja sin aliento—. Ordenaremos una pizza y nos quedaremos en el pent-house, viendo películas. Como en mi departamento.
Una oleada de recuerdos me golpea con brutalidad. Casi puedo volver a sentirme sobre su regazo, besando sus labios sin parar, susurrando cosas en su oído, sintiendo su aliento sobre mi piel… Todo mi cuerpo se estremece. Deseo volver a estar en ese lugar. Quiero volver a aquella noche en el puente de Brooklyn, donde nos besamos por primera vez.
Mis ojos se cierran con fuerza cuando me doy cuenta de lo cerca que estamos el uno del otro. No sé en qué momento aferré mis manos en su camisa. No sé en qué momento empecé a temblar. No sé porqué su nariz está rozando la mía. Quiero que me bese. Quiero besarlo. Quiero…
Las luces de un auto nos iluminan, rompiendo con el momento que estamos compartiendo. Una oleada de decepción me golpea cuando nos apartamos el uno del otro y nos retiramos del camino del estacionamiento. Me abrazo a mí misma, sintiéndome vacía y extraña. No puedo evitar pensar que ésta es la segunda vez, en menos de tres días, en la que estamos a punto de besarnos.
El silencio se extiende entre nosotros después de que el coche hace su camino. Su mirada encuentra la mía, y soy capaz de notar algo feroz en ella.
Quiero acercarme, pero no me atrevo a moverme. Él abre la boca para decir algo, pero lo piensa mejor y la cierra de golpe. Cientos de emociones me golpean cuando desvía la mirada. Ambos sabemos lo que estuvo a punto de pasar. Ambos estamos conscientes de que estamos entrando en terreno peligroso.
Éste es el momento. Necesito decirle lo que siento o todo mi cuerpo va a estallar en cientos de fragmentos. Necesito decirle de una vez por todas que estoy enamorada de él como una idiota. Que sé que lo eché a perder todo. Que sé que fui yo quien decidió terminar. Que estoy dispuesta a lo que sea con tal de recuperarlo, y que lo amo…
—L-Logan… —comienzo.
—Entremos —me interrumpe, regalándome una sonrisa tensa—. Espero que alcancemos alguna función a ésta hora.
Abro la boca para replicar, pero él ya está avanzando hacia el centro comercial. La decepción me golpea con brutalidad. Él sabía que yo iba a tocar el tema. Él sabía que yo iba a hablar acerca de lo que ha estado pasando entre nosotros, y optó por hacer como si todo estuviese bien.
“Esa quizás sea su forma de decirte que no quiere nada contigo.” Dice una voz en mi cabeza. Las lágrimas pican en mis ojos, pero me mantengo tranquila.
Se detiene un par de pasos delante de mí y mira por encima del hombro. — ¿Vienes? —su voz suena inestable y ronca.
Asiento, intentando sonreír, pero lo único que quiero es estar lejos de él por un momento. Me digo a mí misma que es lo mejor. Que Logan apenas está encontrándose a él mismo y que una relación sólo va a complicar las cosas para él; y es entonces, cuando puedo obligarme a avanzar en su dirección.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro